Por qué el privilegio de las visas afecta la libertad de prensa

Ilustración de Moshtari Hilal, usada con autorización vía Unbias the News

Este artículo de Tina Lee se publicó originalmente en Unbias The News. Global Voices reproduce una versión editada en virtud de un acuerdo para compartir contenido.

Imagina a dos periodistas que quieren investigar una historia sobre corrupción en el comercio de tomates entre Gambia e Italia. Un periodista con pasaporte británico puede viajar a Italia para informar sobre el lado italiano y luego a Gambia sin necesidad de visa para investigar más, con lo que sus publicaciones son más coloridas y completas. Para un periodista gambiano, obtener una visa para ir a Italia representará dificultades y una costosa barrera que puede ser un límite por lo que quedaría solamente con el lado gambiano del asunto. ¿Quién tiene más probabilidades de escribir el artículo? Si la historia gana un premio, ¿quién lo recibirá?

La pregunta de quién logra enmarcar la historia y quién se centra en un artículo o una investigación depende en gran medida de quién puede informar al respecto, y en muchos casos, eso queda determinado por regulaciones injustas, arbitrarias y discriminatorias».

La Declaración Universal de Derechos Humanos de ¿1949 consagró dos derechos que protecciones esenciales para periodistas que atraviesan periodistas: el derecho a la libertad de expresión (artículo 19) y el derecho a salir de su país (artículo 13).

Lamentablemente, ambos están bajo amenaza en todo el mundo. Pero aunque tendemos a estar bastante versados en regímenes que limitan la libertad de expresión en muchas maneras —como arresto a periodistas, censura, amenazas y coerción de las fuerzas de un país— pocas veces pensamos en el segundo derecho y en cómo los países en Europa y en otros lugares lo restringen con sus discriminatorias leyes de visa.

¿Qué periodistas están autorizados a viajar?

Tuve la oportunidad de experimentar esta restricción de la libertad de prensa de primera mano mientras intentaba reunir a periodistas internacionales en Varsovia, Polonia, para una conferencia.

Los países de los que procedían muchos de los periodistas a los que invitamos están con frecuencia en los últimos puestos de la lista de libertad de prensa –países como Egipto, Myanmar e Irán–, donde existen graves amenazas gubernamentales a la expresión periodística. Sin embargo, el país que restringió su derecho a viajar y conocer el periodismo transfronterizo fue Polonia, justo en el centro de la Unión Europea, donde se encuentran siete de los diez mejores países en materia de libertad de prensa, según Reporteros sin Fronteras.

A pesar de defender la libertad de expresión y criticar con frecuencia a otros países por su falta de libertad de prensa, los países de la Unión Europea suelen poner obstáculos asombrosos a los periodistas que viajan por motivos profesionales.

Desde las elevadas tasas no reembolsables, pasando por la exigencia de una carta de invitación, hasta la reserva de vuelos y los rechazos aleatorios e inexplicables, la Unión Europea dificulta –y a veces imposibilita– que periodistas de otros países viajen para conferencias, trabajar o investigar.

Para llevar a los periodistas a Varsovia durante menos de una semana para nuestra conferencia, tuvimos que sortear un conjunto de normas impresionantemente arbitrarias para cada país que parecían diseñadas principalmente para hacer que el solicitante renunciara a su deseo de salir de su país, aunque fuera brevemente. Por ejemplo, en algunos países, ninguna embajada europea local expide una visa Schengen, por lo que los periodistas deben viajar al país vecino para solicitarlo, a veces varias veces.

En muchos casos, la embajada polaca o de la Unión Europea exige que se reserve un vuelo con anticipación para considerar completa la solicitud. Pero el seguro de viaje no cubre una visa rechazada. Así que esto significa que las personas deben pagar un costoso billete de avión sin saber si podrán usarlo, y no pueden pedir reembolso si son rechazados. Para las organizaciones que quieren pagar por llevar a los periodistas a las conferencias, esto representa un enorme riesgo monetario que puede ser suficiente para impedir una invitación.

Además, aunque se consiga una visa, pueden surgir obstáculos. Por ejemplo, a uno de nuestros periodistas se le concedió una visa para la zona Schengen, pero se le prohibió volar de vuelta a su país a través del aeropuerto londinense de Heathrow.

¿Sabías que necesitas una visa aparte simplemente para recorrer los sagrados pasillos de Heathrow mientras haces un transbordo? Pues ahora lo sabes.

Aparte de los límites a las investigaciones, considera las limitaciones impuestas a la creación de redes y al progreso profesional. Los periodistas dependen de conferencias para aprender nuevas técnicas, establecer contactos con otros en su campo y difundir sus historias y su trabajo. Cuando solo pueden asistir los periodistas de algunos países, es inevitable que obtengan las ventajas que conlleva el intercambio profesional.

Además, los periodistas restringidos no pueden beneficiarse de las becas y ayudas, que son fuentes de financiación y acceso profesional muy importantes. Si a un periodista se le prohíbe salir de su país para aceptar un premio en persona, ¿seguirá recibiendo el premio? ¿Y el prestigio y reconocimiento del nombre que conlleva?

Cuando nos preguntamos por qué el periodismo es un campo dominado por periodistas occidentales, blancos y galardonados, no podemos dejar de reflexionar sobre cómo las regulaciones de visas dan forma a esta realidad.

Dos de los periodistas a los que invitamos a unirse a nosotros en Polonia fueron rechazados por completo, después de haber reservado su viaje y alojamiento. Aunque la embajada no tuvo ningún problema en comunicarnos los numerosos y siempre cambiantes requisitos que tenían para las solicitudes de visa, se negó a decirnos en qué se basaba el rechazo de estos profesionales, a quienes se prohibió aprovechar una oportunidad para conocer a sus colegas, aprender nuevas técnicas y contribuir en cierta medida a la libertad de prensa en sus propios países.

La próxima vez que oiga a representantes europeos criticar los duros regímenes de los medios de otros países, pregúntate: ¿qué están haciendo esos representantes para ayudar a mejorar la situación, y cómo la están deteriorando?

La mayoría de los países del mundo están vinculados por los acuerdos de derechos humanos que protegen el derecho de una persona a salir de su país, pero este derecho no tiene sentido sin el derecho recíproco a entrar en otro país. En una época de crecientes restricciones, Europa debería demostrar que se toma en serio la libertad de prensa, y dejar de impedir que los periodistas hagan su trabajo.

Hasta que no lo haga, no sabremos cómo es un panorama mediático verdaderamente representativo y diverso.

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