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Guerra de Ucrania está cambiando fundamentalmente relación entre internet y geopolítica

Categorías: Rusia, Ucrania, Gobernabilidad, Guerra y conflicto, Medios ciudadanos, Periodismo y medios, Política, Relaciones internacionales, Tecnología, RuNet Echo, Tecnología para una Red de Transparencia, GV Advox, Rusia invade Ucrania

Imagen cortesía de Flora Weil, Alexandra Smorodinova y Danya Orlovsky

A principios de la década de 1990, Nicholas Negroponte, fundador del MIT Media Lab, anunció que internet [1] «desalentaría las organizaciones, globalizaría la sociedad, descentralizaría el control y ayudaría a armonizar a las personas». Treinta años después, esta predicción no podría estar más lejos de la realidad. Si bien internet ha propiciado globalización, innovación y participación sin precedentes en sectores antes inaccesibles, en los últimos 20 años, los esfuerzos lentos y persistentes de los Gobiernos de todo el mundo han hecho que las actividades tecnológicas privadas se integren en los regímenes nacionales de regulación y seguridad.

La invasión de Ucrania por parte de Rusia marca el siguiente punto de inflexión [2] para alejarse de los sueños internacionales, distribuidos y libertarios de internet del siglo XX. La guerra ha acelerado tres tendencias significativas en la dinámica geopolítica de internet, haciendo inimaginable cualquier retroceso importante. En primer lugar, la guerra ha acelerado el protagonismo sin precedentes de los actores no estatales en la guerra a nivel estatal. En segundo lugar, ha puesto de manifiesto la importancia de las redes de información en los conflictos físicos. En tercer lugar, ha acelerado la fragmentación global entre Estados Unidos, Europa, Rusia y China a lo largo de las plataformas tecnológicas.

En una conferencia de Naciones Unidas celebrada en junio, un ejecutivo de Google predijo [3] que las operaciones rusas en Ucrania están presagiando la nueva situación mundial: «Es esencialmente nuestra bola de cristal para lo que probablemente vendrá».

Proliferación de actores no estatales en guerra a nivel estatal

Durante la mayor parte de la historia moderna, la guerra ha sido principalmente el dominio de los estados nación. Ivan Sigal [4] ha argumentado que, desde la década de 1970, «ha habido una progresión de conflictos no declarados, conflictos intraestatales y civiles en los que participan combatientes irregulares y combatientes no estatales, y los combates se producen en medio de la vida civil, donde la mayoría de las víctimas son no combatientes».

Aunque los actores no estatales han participado en conflictos pasados –el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) comenzó durante la guerra de Crimea en la década de 1850 y el terror moderno tiene sus raíces en las rebeliones anticoloniales del siglo XIX–, sobre todo en los últimos 20 años, la presencia de ONG, organizaciones internacionales y grupos terroristas ha comenzado a usurpar el monopolio estatal de la violencia. Joseph Nye y Robert Keohane describieron este mundo emergente [5] de las relaciones internacionales como uno de «interdependencia compleja».

Interdependiente, porque durante las guerras de Irak, Afganistán y Mali, los Estados libraron guerras nacionales [6] contra organizaciones armadas autónomas, espectadoras de un abigarrado conjunto de observadores independientes [7], y apoyadas en la periferia en los esfuerzos de paz por cientos de ONG [8]. Complejo, porque la línea entre agresor y constructor de la paz se ha difuminado. Internet ha hecho que el conflicto global sea aún más anárquicamente complejo e interdependiente, debido a la gama sin precedentes de intervenciones disponibles.

Incluso antes de la invasión rusa de Ucrania, una comunidad descentralizada de investigadores alertaba sobre el movimiento anormal [9] de las tropas rusas a lo largo de las fronteras ucranianas. La proliferación de satélites, redes sociales, registros de vuelo públicos y técnicas de cartografía ha puesto a disposición un mundo de métodos de información de fuente abierta, con capacidad de identificar patrones de guerra antes de que se produjeran disparos.

La creciente interdependencia y el acceso ilimitado de las redes globales desde cualquier parte del mundo, también ha significado que se puede hacer la guerra en Europa del Este desde un apartamento en Berlín o una cafetería en Shenzhen. En febrero, el Gobierno ucraniano hizo un llamado mundial a los grupos de hackers para que le ayudaran a defender las infraestructuras críticas [10]. Desde entonces, un grupo no identificado de vigilantes de la piratería informática ha interrumpido los canales de noticias rusos [11], los sitios web del Gobierno [12] y las redes de suministro militar [13]. Simultáneamente, grupos de piratas informáticos no identificados han empezado a atacar cada vez más [14] «ministerios de asuntos exteriores de los Estados de la OTAN, organizaciones humanitarias, grupos de reflexión, grupos de tecnología de la información y proveedores de energía». Las agencias de inteligencia occidentales han atribuido los ataques a grupos rusos respaldados por el Estado, pero la naturaleza de internet hace imposible la atribución final.

Por último, la guerra ha dado una nueva importancia a las plataformas tecnológicas. El Centro de Inteligencia de Amenazas de Microsoft, con sede en Seattle, ha logrado evitar los ataques [15] a las redes militares y gubernamentales de Kiev. Google y Meta han prohibido los medios rusos [16], se han defendido de la gran operación de influencia de Moscú en el extranjero y dado protagonismo a las voces ucranianas. La empresa estadounidense de reconocimiento facial Clearview AI ha donado su software [17] al Ministerio de Defensa de Ucrania para identificar a los soldados muertos.

Mientras las plataformas tecnológicas enfrentan demandas antimonopolio en Europa y Estados Unidos, la guerra en Ucrania ha servido como un nuevo y conveniente argumento contra nuevas acciones antimonopolio: perjudicar a las plataformas tecnológicas [18] ayudaría a la propaganda rusa.

Creciente importancia de las tecnologías de red

Las telecomunicaciones han sido una parte vital de las operaciones militares desde la Primera Guerra Mundial. El propio desarrollo de internet se justificó en la década de 1960 como una precaución necesaria [19] para mantener la comunicación durante una guerra nuclear. Pero a lo largo de los últimos diez años, momentos singulares han destacado la importancia emergente de las conexiones en la nube [20] con las realidades físicas. El Unfreedom Monitor [21] de Global Voices destaca la aparición sin precedentes de iniciativas de censura en internet en todo el mundo.

La invasión rusa de Ucrania, el 24 de febrero de 2022, es el último ejemplo, y quizás el más destacado, del uso de internet como arma para la conquista física.

El día antes de que las tropas rusas entraran en Ucrania, los módems de la red de internet satelital, KA-SAT de Viasat, fueron desactivados en masa [22]. Ciberataques auxiliares contra sitios web del Gobierno y operadores de infraestructura intentaron sin éxito [23] paralizar los centros de mando y control de Ucrania.

En definitiva, la guerra de Ucrania es el último caso en que el control de las telecomunicaciones ha dirigido los movimientos militares y ha servido de justificación para la anexión. En 2015, antes de la anexión de Crimea, las fuerzas rusas ocuparon las principales oficinas [24] de los proveedores de servicios de internet de la península, cortaron todas las conexiones con Ucrania, construyeron un nuevo cable de fibra óptica submarino y redirigieron el tráfico de internet a través de Miranda Media [24], con sede en Moscú. Esto garantizó que el tráfico local de internet tuviera la supervisión de Roskomnadzor, el regulador de las telecomunicaciones de Rusia, y sometió a los habitantes de Crimea a las normas rusas de expresión, publicación e internet.

Mapa cortesía de Kevin Limonier. [25]

Moscú está siguiendo el mismo libro de jugadas [26] a una escala sin precedentes en los nuevos territorios ocupados. Las oficinas de los proveedores de internet en Kherson y en las ciudades recientemente ocupadas en el este de Ucrania han sido igualmente redirigidas a las redes rusas [27], lo que asegura el control informativo ruso sobre las regiones y las bases para futuros referendos de secesión. Esto se ha convertido en una preocupación lo suficientemente importante como para que los ucranianos hayan destruido la infraestructura de telecomunicaciones [28] al huir de las ciudades ocupadas.

La seguridad y el control de los canales nacionales de telecomunicaciones se están volviendo especialmente vitales para las naciones más pequeñas que dependen principalmente de proveedores de servicios extranjeros para obtener información militar clave, como las imágenes por satélite. Volodymyr Usov [29], expresidente de la Agencia Espacial Estatal de Ucrania, subrayó en junio [30]: «Toda nación que se precie de ser independiente… necesita tener su propia constelación [de imágenes]». Usov señaló que las asociaciones no son suficientes: «hay que tener un acceso autónomo a las imágenes por satélite». Ucrania está considerando desarrollar [30] su propia tecnología de lanzamiento de satélites para proteger las infraestructuras de comunicación vitales de las intervenciones sobre el terreno.

La rápida fragmentación geopolítica a lo largo de las infraestructuras

La implicación de actores no estatales y la creciente importancia militar de las telecomunicaciones están conduciendo a una balcanización acelerada de internet según las líneas nacionales.

La guerra en Ucrania ha dibujado una cortina aún más explícita entre los regímenes nacionales de internet. A través de un tit-for-tat deplorable, Rusia ha prohibido la mayoría [31] de las empresas tecnológicas y medios occidentales. Al mismo tiempo, Ucrania y Occidente han prohibido los sitios de medios estatales rusos. Moscú ha intentado prohibir las redes TOR [32] y VPN, que tienen la capacidad de eludir los censores gubernamentales. En una última extensión de la soberanía de internet, Rusia ha trabajado para procesar a sus ciudadanos por publicar declaraciones negativas [33] sobre la guerra, aunque vivan en el extranjero. Los límites nacionales ya no terminan en la frontera, sino que ahora se extienden a las esferas mediáticas de cualquier geografía con conexión a internet.

La guerra en Ucrania ha trazado una línea más explícita entre las realidades financieras, informativas e infraestructurales fragmentadas de Europa y Estados Unidos, enfrentadas a Rusia y China. Está en marcha un movimiento de no alineación infraestructural, que se desarrolla según la lógica esclerótica de la Guerra Fría. En el siglo XXI, la elección para gran parte del mundo no es el comunismo o el capitalismo, sino la red de la cadena de suministro a la que se acogerán sus países.


Image courtesy of Giovana Fleck.

Para más información  sobre este tema, ver nuestra cobertura especial Rusia invade Ucrania [34].

RuNet Echo [35]

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