Debemos cuestionar el colonialismo en el discurso jurídico, dice una abogada colombiana

Ilustración de Global Voices.

En agosto se celebra el mes de la Pacha Mama, o Madre Tierra, en algunos pueblos indígenas en Abya Yala, hoy conocida como las Américas. En nuestro contexto mundial de crisis climática, ambiental y humana, parece oportuno de resaltar narrativas distintas a las hegemónicas sobre nuestra relación con el medioambiente. En América Latina hay debates sobre cómo percibir la naturaleza en el ámbito judicial. ¿Es objeto o sujeto de derechos? ¿Son recursos naturales o un sujeto colectivo de interés público? ¿Tiene un valor inherente o solo lo tiene en su instrumentalidad para el ser humano?

Fernanda Sánchez Jaramillo es una de las personas que, desde Colombia, quiere impulsar esta discusión. Es periodista, abogada con magister en relaciones internacionales y, ahora, candidata a doctora en derecho e investigadora en la histórica Universidad del Rosario, en Bogotá. También colabora con Global Voices, siempre con un enfoque de derechos humanos. Quiere seguir los pasos de su padre, que fue un líder social y organizador comunitario del movimiento campesino en Colombia.

Sánchez Jaramillo trabaja para que el sistema judicial colombiano —y del mundo— se desligue de concepciones «eurocéntricas» y se abra a otros modos de ver la vida y la justicia. A principios de este año, escribió el artículo académico titulado «La kosmovilidad de la madre tierra cuando ‘habla’ y el discurso jurídico acerca de la ‘naturaleza’» junto a Willian Jairo Mavisoy Muchavisoy, donde comparten sus investigaciones y reflexiones acerca de las perspectivas de los pueblos indígenas Awá y Kamëntsá, del sur de Colombia, y cómo estas pueden contribuir a nutrir las leyes y doctrina judicial colombiana.

Por ejemplo, el pueblo Awá llama la madre tierra Katsa Su («Casa Grande»), una concepción que incorpora todas las «relaciones establecidas con ella y los demás seres con quienes comparten su existencia». Es así que «demuestran que existen formas alternativas de relacionarse y vivir en armonía diferentes de las que colonizan la madre tierra y la tratan como objeto de consumo (recurso natural, patrimonio común, bien, capital, servicios ecosistémicos, materia prima) y rompen los tejidos originarios humano-no humanos (cerros, animales, vegetales, astros)», explican Sánchez Jaramillo y Mavisoy Muchavisoy en su artículo.

La entrevista que sigue se basa en este trabajo investigativo de Sánchez Jaramillo.

Melissa Vida (MV): ¿Qué es lo que la anima en sus varias labores?

Fernanda Sánchez Jaramillo (FSJ): Mi compromiso con la función social que tienen mis dos profesiones, periodismo y derecho, con la necesidad de visibilizar saberes, lugares y personas tradicionalmente excluidas. También me motivan un amor y una pasión inmensas por el conocimiento que se encuentra no solo en los libros, sino en seres y experiencias a las cuales he tenido acceso gracias al tejido de conocimiento y de conexiones hechas durante muchos años de trabajo y de asomarme al mundo con curiosidad, respeto y responsabilidad. Creo que intento seguir, en alguna medida, el compromiso de mi padre con las comunidades y con la justicia.

MV: ¿Qué está investigando actualmente en su doctorado?

FSJ: Actualmente trabajo en mi tesis sobre la posible relación existente entre la naturaleza como sujeto de derechos y la defensa de Katsa Su, Casa Grande, del pueblo Awá en Nariño [un departamento en el sureste de Colombia]. Es la profundización de una curiosidad que me surgió cuando hice mi trabajo de derecho, que será publicado, y que me llevó a ahondar acerca de lo que significa ser sujeto en el plano jurídico, y lo que significa ser gente para los Awá. Esto lo alterno con mis ponencias sobre los demás animales, sus derechos, puesto que en ambos casos trabajo sobre la posibilidad de que otros seres vivos sean considerados titulares de derechos. Me apasionan los derechos de la madre tierra, los demás animales y los pueblos originarios, y el reconocimiento de otras subjetividades.

MV: ¿Por qué este tema es importante y relevante en el contexto ambiental y de derechos humanos en Colombia?

FSJ: Es importante porque los derechos de la naturaleza son promovidos, desde diferentes frentes, para intentar proteger efectivamente a la naturaleza, lo cual no ha logrado el derecho ambiental pese a las múltiples normas existentes en un país como Colombia. Con respecto a los derechos humanos, este tema es relevante ya que tanto Katsa Su, como el pueblo Awá fueron declarados víctimas [del conflicto armado en Colombia que empezó en los 1960] por la Justicia Especial para la Paz (JEP) en el año 2019, y es necesario analizar si desde aquella declaratoria ha mejorado la decisión para este pueblo y su lugar de origen.

MV: ¿Qué es la “colonialidad jurídica”?

FSJ: La colonialidad jurídica tiene sus raíces en el pensamiento eurocentrado y en los mitos de la modernidad jurídica, de los que habló el historiador del derecho Paolo Grossi. Ordenamientos jurídicos como el colombiano pertenecen a una de las familias del derecho, el derecho continental. Heredó sus instituciones, fuentes, incluso nuestro código civil fue “copiado” del Código Napoleónico. Somos considerados centros de recepción y no tanto de producción jurídica. La colonialidad del discurso jurídico está marcada por un pensamiento binario, que excluye y separa. Por ejemplo, predomina la dicotomía entre quién es objeto y sujeto, categorías claves en mi investigación académica. También se refleja en el abordaje de los conflictos socioambientales.

MV: ¿Cuál es la diferencia en la forma en que los pueblos Awá y Kamëntsá ven su entorno y cómo se ve este desde Occidente?

FSJ: La diferencia principal radica en que para estos pueblos todo lo que vive es “gente”, es decir, que no existe en estos pueblos esta dicotomía impuesta por la modernidad colonialidad. Se conciben como parte de un todo, y esos seres con quienes comparten el lugar de origen son considerados gente, que siente, que sangra, que ayuda, pero también puede castigar si se les desobedece o irrespeta. Viven en una comunión con estos seres desde hace siglos y viven en armonía con ellos. Ven al entorno como madre, no como recurso natural explotable a conveniencia, y practican la reciprocidad.

MV: ¿Qué impacto podrían tener estas perspectivas en como se percibe el mundo?

FSJ: El impacto que han tenido es grande. Thomas Berry, impulsor de los derechos de la tierra, se ha inspirado en el pensamiento de los pueblos originarios; el Manifiesto del Derecho Salvaje. [El abogado] Cormac Cullinan también refleja muchas ideas existentes en pueblos originarios no solo de Abya Yala, sino de todo el mundo. Los derechos de la naturaleza están inspirados en el pensamiento y tradiciones de los pueblos originarios. Así que ha sido influyente en la concepción de otras formas de estar en el mundo, pero se enfrenta al poder del capitalismo trasnacional que desea mantener el status quo y la naturaleza en venta.

MV: ¿Cómo quisieras ver el futuro del sistema judicial de Colombia?

FSJ: No solo en Colombia, sino en el mundo. Creo que es necesario un sistema de justicia para la comunidad de la tierra que compartimos con múltiples seres, como los ríos, los bosques, los demás animales, y que incluya en el análisis jurídico los saberes de los pueblos ancestrales que han sido históricamente excluidos por considerarlos no científicos. El derecho es un producto social y cultural no puede petrificarse. Debe responder a las necesidades de su época, el derecho decimonónico no puede ser aceptado como el único camino para comprender el mundo ni para organizarlo. Quisiera un sistema donde se haga justicia, donde se incorporen otras fuentes de producción del derecho y del conocimiento y un relato jurídico intercultural.

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