Tecnologías disruptivas, gobernabilidad demagógica: La (no)democracia de datos en India durante COVID-19

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Este artículo forma parte de Pandemia de Control, serie que busca fomentar el discurso público sobre el aumento del autoritarismo digital en Asia-Pacífico en el marco del COVID-19. Pandemia de Control es una iniciativa de EngageMedia, en colaboración con CommonEdge. Esta versión editada del artículo de Preeti Raghunath se reproduce en Global Voices en virtud de una asociación de contenidos.

Mientras hacía estragos en la mayor democracia degradada del mundo, la pandemia del COVID-19 provocó gran pérdida de vidas en India, y también dio un impulso al control autoritario. El aumento de la recopilación de datos justificado por la pandemia ha dado lugar a una forma populista-proteccionista de autoritarismo digital.

En 2017, uno de los principales arquitectos del Aadhaar de India, el mayor programa biométrico del mundo, hizo una presentación sobre cómo India debe adoptar la democracia de datos, y reconocer el vasto potencial del uso de datos accesibles para obtener beneficios.

En los últimos años, India se ha centrado en un uso determinista de la tecnología con graves implicaciones para los derechos humanos, como se ha visto en el uso de sistemas de vigilancia de inteligencia artificial para la vigilancia y las propuestas para gobernar los datos personales y no personales.

Apilar el autoritarismo: hacia una nación identificada

India Stack es un conjunto de herramientas y vías para crear una arquitectura tecnológica. Encabezados por iSpirt, un grupo de voluntarios y programadores de software trabajan en la pila de India para construir bienes digitales «públicos», según las necesidades de gobernabilidad digital del país. Un ejemplo reciente de ello es la interfaz de pagos unificada (UPI), calificada como una revolución de tecnología financiera en India para pagos digitales en tiempo real. Al combinar la infraestructura de pagos digitales con el sistema biométrico Aadhaar, India Stack es un intento de explotar lo que se considera una economía digital en auge. Sin embargo, quienes han seguido la historia de India Stack (y de iSpirt) saben que el grupo se ha marchitado por defender tecnologías invasivas y privatizar lo que debería ser tecnología pública, además de contribuir al troleo y al discurso de odio en línea contra los críticos. Una de esas cuentas anónimas de Twitter que acosa a los críticos de Aadhar en las redes sociales fue aparentemente creada y operada por el cofundador de iSpirt, Sharad Sharma.

La historia de India Stack es también la historia del segmento evangélico de la ideología de la comunidad tecnológica transnacional india. El determinismo tecnológico, aceptado por los defensores de India Stack, es una idea unilineal de desarrollo y progreso, que ignora las ideas, las experiencias vividas y los derechos de los demás. Pretende institucionalizar el hecho de confiar más en la tecnología que en las personas. El último caso de discriminación de castas de Google contra Thenmozhi Soundararajan, de Equality Lab, es un ejemplo. Una fuerte creencia en una extraña mezcla de proteccionismo para la industria tecnológica india y una retórica y políticas populistas parecen guiar gran parte de su funcionamiento.

Durante la pandemia, se introdujo la aplicación CoWIN como único mecanismo para vacunar a la numerosa población india. Pero este enfoque excluyó a gran parte de la población rural de India; según el Informe de Indicadores de Desempeño de los Servicios de Telecomunicaciones de India, solo el 34,60 % de la población rural tiene acceso a internet, lo que deja a muchos sin la opción de dar su consentimiento informado.

Además, en lugar de funcionar como infraestructura pública, activistas y tecnólogos éticos acusaron a CoWIN de presentar una iniciativa como de código abierto a pesar de no cumplir todos los criterios de apertura. En este reportaje, el activista Anivar Aravind sugirió que las API abiertas de la actual infraestructura digital pública de India no son realmente abiertas y solo promueven el acceso del Gobierno y la consolidación de los intereses privados de propiedad.

Aparte de los múltiples errores, los problemas de privacidad y las cuestiones tecnológicas, la aplicación CoWIN también se usó para recopilar datos con el fin de construir la base de datos para el programa de identificación digital de salud de India. Dado que la tecnología gubernamental se está convirtiendo en una parte importante de la gobernabilidad, India está activando una serie de medidas, apoyándose en India Stack, para privatizar y cerrar las arquitecturas tecnológicas al público. Esta es una cara de la moneda, y la otra es que estas tecnologías, sin las salvaguardias adecuadas, pueden usarse para alimentar el odio y la discriminación, lo que acentúa la animosidad y anuncia una catástrofe para el tejido social de India. Esto se ha visto en cómo se han usado las plataformas digitales para agravar el odio contra los musulmanes durante la pandemia. A finales de marzo de 2020, hubo una oleada de desinformación dirigida a las comunidades musulmanas tras un brote de COVID-19 vinculado al grupo Tablighi Jamaat. En las redes sociales circularon listas que identificaban a algunos de los miembros del grupo y que contenían sus datos personales. Aunque no está claro si esta información procedía de plataformas GovTech, la mayoría de las listas que circulaban en línea habían sido preparadas por las autoridades y llevaban la firma de funcionarios. Este incidente ha demostrado cómo comunidades enteras pueden ser objeto de ataques y caricaturizadas como «superdifusores», y cómo la tecnología se utiliza para promover la elaboración de perfiles de personas.

Culturas de vigilancia: Ciudades de control

Una de las manifestaciones más comunes del autoritarismo digital es el despliegue de tecnología de vigilancia para vigilar, controlar y delimitar a las personas. El despliegue de tecnología de reconocimiento facial (FRT) en Delhi y Hyderabad llevó a Amnistía Internacional a calificar a esta última de «estado policial«. Hyderabad, sede de algunas de las mayores empresas tecnológicas multinacionales, ha desplegado unas 600 000 cámaras de videovigilancia. Esto se suma a las diversas aplicaciones y tecnologías de las que dispone la Policía de Hyderabad para marcar, delimitar y vigilar.

Durante la pandemia, se desplegaron sistemas de reconocimiento facial basados en inteligencia artificial para detectar a los infractores de las normas sobre la pandemia establecidas por los Gobiernos estatal y central. Este proceso se normalizó durante la pandemia y plantea serias dudas sobre la inteligencia artificial y el derecho a la privacidad. Además, al adaptar las respuestas a la pandemia al solucionismo tecnológico, el Gobierno y sus agencias desplegaron tecnologías invasivas para sustituir la gobernabilidad. Esto tiene consecuencias desastrosas. Por ejemplo, el reconocimiento facial puede malinterpretar e identificar erróneamente a personas etiquetadas como delincuentes y se puede usar para dirigirse a determinados barrios en nombre de la patrullaje predictivo y selectivo, insertando y aumentando el sesgo en los sistemas existentes.

La pandemia se ha usado como pretexto para la vigilancia y patrullaje inteligente y de 360 grados en nombre del mantenimiento de los protocolos COVID-19. Las autoridades han puesto a prueba el uso de sistemas reconocimiento facial para entregar vacunas «sin contacto», una medida que ha suscitado preocupaciones sobre la privacidad y el temor de que esto margine a millones de personas vulnerables.

Flujos y fisuras: Gobernabilidad de datos en India

Un tercer ámbito que ha registrado cambios masivos durante la pandemia es el de la gobernabilidad de datos. En un intento por convertirse en uno de los pocos países que gobiernan el rubro de datos no personales, y por abordar también la protección de los datos personales, el Gobierno indio reunió un comité que estudió las legalidades y los mecanismos de gobernabilidad de datos personales y no personales (demarcación hecha por el Gobierno).

En 2018 se publicó el primer borrador del proyecto de ley de protección de datos personales, que establecía un marco para la gobernabilidad de datos personales. Sin embargo, las versiones posteriores del proyecto de ley reflejaron la intervención del Estado en el ámbito de la protección de datos personales. En la versión revisada de 2019, el Gobierno podía acceder a los datos privados por razones de seguridad nacional o el orden público, eximir a sus organismos de las normas que rigen el tratamiento de datos personales. Hasta el juez Sri Krishna, que dirigió el comité que preparó el primer borrador del proyecto de ley, denunció estas revisiones posteriores, dijo que podría «convertir a India en un estado orwelliano«. Hacia mediados de agosto. el Gobierno ha retirado el proyecto de ley de protección de datos de 2019, y ha sido criticado por esta medida.

La preocupación por las medidas de protección de datos se puso de manifiesto durante la pandemia, ya que el Gobierno amplió su acceso a datos personales de millones de personas, especialmente datos sanitarios. En un artículo del portal de política tecnológica MediaNama, la abogada Sarada Mahesh sugirió que el despliegue de la vacuna en India necesitaba una política de privacidad para proteger los datos de los ciudadanos. Garantizar la seguridad de los datos personales se ha vuelto aún más complejo con la apertura de viajes y la importancia de los pasaportes para las vacunas. Sin embargo, la preocupación por el uso de los datos personales de las aplicaciones de rastreo de contactos persiste, ya que está vinculada a la arquitectura de identificación de salud digital de la infraestructura pública digital de India.

El hecho de que India se centre en un uso determinista e ideológico de la tecnología para gestionar la pandemia no solo la ha gestionado mal, sino que ha empujado al país a enfrentar realidades orwellianas. El encuentro de India con la alta tecnología invasiva para la vigilancia como Gobierno está erosionando la infraestructura pública digital y consolidando el control sobre los datos y las vidas de las personas.

El hecho de que la pandemia y la subsiguiente crisis de salud se hayan usado como una oportunidad para el tecnosolucionismo, la vigilancia y el control es preocupante y pone de manifiesto la necesidad de prestar una atención mucho más profunda a cómo estas crisis se convierten en armas.

Preeti Raghunath es profesor de Comunicación y Medios en la Universidad de Monash (Malasia).

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