Activistas iraníes de derechos de la mujer enfrentan nuevas amenazas en línea

Imagen por cortesía de FEMENA

En mayo de 2022, decenas de páginas de Instagram pertenecientes a activistas iraníes por los derechos de la mujer se encontraron con miles de nuevos seguidores, todos usuarios desconocidos. Este enorme aumento de seguidores alarmó a la comunidad feminista y a favor de los derechos de la mujer, que a menudo han sufrido ataques respaldados por el Estado. Muchos temieron que fuera una táctica del Gobierno iraní para infiltrar bots en sus páginas o abusar del sistema de denuncia de Instagram para suspender sus cuentas. Todas las páginas afectadas cubrían temas de derechos de la mujer y LGBTQI+, algunas radicadas en el país y otras en el extranjero. Desde ese incidente, muchos activistas con cuentas de amplio alcance han decidido hacer sus páginas privadas. Este tipo de acoso en línea es una extensión del acoso en el mundo real que los defensores de los derechos de la mujer llevan años padeciendo, y llega en medio de una reciente ola de detenciones e interrogatorios.

«Han amenazado o citado a declarar a la mayoría de los gestores de cuentas que viven en el país, y ahora están atacando esas páginas de Instagrams, pero no vamos a parar», dice una activista de los derechos de la mujer cuya página ha sido atacada recientemente.

No es la primera vez que los  defensores de los derechos femeninos han sufrido ataques coordinados en línea. En los últimos años ha habido un notable aumento del acoso a activistas iraníes en internet, que ha tomado la forma de discurso de odio y amenazas directas de violencia, normalmente desde cuentas anónimas o con nombres falsos, en redes sociales como Instagram y Twitter.

Pero en Irán, este tipo de ataques en línea apuntan a activistas, y pueden tener consecuencias en la vida real. En muchos casos, el acoso coordinado en línea ha sido precursor de citaciones de cuerpos de seguridad y también de sentencias a prisión. Muchos defensores de los derechos de la mujer en el país no denuncian las amenazas a las autoridades porque los procedimientos legales no son claros ni compasivos, y los activistas corren el riesgo de ser detenidos o procesados como resultado de sus publicaciones en redes sociales.

Por tanto, el único recurso que tienen los activistas iraníes para luchar contra los ataques en línea es usar los mecanismos de denuncia de las propias redes sociales, y si eso falla, cerrar sus cuentas o hacerlas privadas. En esas condiciones, las empresas de medios sociales, como Instagram y Twitter, tienen una enorme responsabilidad al proteger a los activistas y a los usuarios iraníes.

El mecanismo de denuncia de Instagram, Twitter y otras redes sociales tiene importantes carencias para los activistas iraníes que sufren ataques y enfrentan un considerable espectro de acoso, incluido acoso sexual, ciberacoso y suplantación de identidad. A menudo se producen también ataques coordinados que desafían los mecanismos de denuncia de las plataformas, y permiten que las fuerzas de seguridad cierren las cuentas de los activistas. Estas operaciones son muy sofisticadas, y en muchos casos aprovechan fallos de estas plataformas.

Con este telón de fondo, es evidente que uno de los mayores problemas es la falta de comunicación entre activistas iraníes y las principales empresas de medios sociales. Las compañías tecnológicas y de redes sociales deben mantenerse al día de las políticas del Gobierno iraní, porque estas políticas pueden servir de guía sobre cómo combatir los ataques patrocinados por el Estado contra usuarios, y concretamente, contra activistas proderechos.

Los juicios y tribulaciones que enfrentan en línea los activistas iraníes por los derechos de las mujeres llegan en un momento en el que dependen más que nunca de internet para hacer oír sus voces. En Irán, los derechos de la mujer llevan décadas cuestionándose: cada día, las mujeres iraníes se encuentran con nuevas leyes, decretos u órdenes del Gobierno que restringen sus libertades e intentan arrebatarles sus derechos adquiridos. Por ejemplo, en noviembre de 2021, el Consejo de Guardianes iraní aprobó una ley conocida como de «rejuvenecimiento de la población» que socava gravemente la salud reproductiva de las mujeres y su autonomía corporal pues restringe el acceso al control de natalidad, penaliza aún más el aborto e incluso prohíbe los exámenes prenatales a las mujeres embarazadas. Además, los defensores de los derechos de la mujer sufren ataques frecuentes de las fuerzas estatales de seguridad que los detienen, interrogan e incluso encarcelan. Muchos de estos activistas que también defienden los derechos de los trabajadores, de los niños, el acceso a la información o la libertad de prensa entre otros, han sido sentenciados a prisión, y su número crece cada día.

Ante de semejante represión y de la incansable persecución del Gobierno, los activistas iraníes por los derechos de la mujer se han visto forzados a reducir su actividad en los espacios físicos, y dependen más de los medios sociales para dar a conocer e impulsar sus exigencias. Concretamente, los activistas feministas dependen de Instagram, una de las redes sociales más populares de Irán, que aún no ha sido bloqueada por el Gobierno. Los activistas dependen cada día más de Instagram para dar a conocer sobre discriminación de género, evitar el acoso sexual en espacios públicos y en el trabajo, y promover la justicia reproductiva y los derechos de la mujer sobre su cuerpo.

No sorprende que el Gobierno iraní tampoco tolere el activismo social, puesto que lleva décadas trabajando sin descanso para cerrar y restringir los espacios cívicos. El último ataque a defensores de los derechos femeninos y a colectivos de mujeres en Instagram ha sido un aluvión de solicitudes de seguimiento enviadas a cuentas de defensores de los derechos humanos y colectivos de mujeres, al estilo de pasados ataques del Gobierno y denuncias en línea de activistas. A lo largo de los años, muchos activistas han visto cómo se desactivaban sus cuentas después de denuncias masivas, o han perdido su alcance en Instagram por «prohibiciones en la sombra», por las que sus historias no se muestran y sus publicaciones no aparecen en los motores de búsqueda después de que sus cuentas reciban denuncias masivas. Pero los ataques en línea del Gobierno no han conseguido detener a los defensores de los derechos de la mujer, que continúan con su activismo en línea, y cuando es posible, también en la vida real. A su vez, las fuerzas de seguridad del Estado han doblado sus esfuerzos para desactivarlos o silenciarlos.

«Si escaneas las redes sociales, notarás que las voces feministas y defensoras de los derechos de las mujeres son más fuertes que nunca, y es por eso que el Gobierno nos ataca ahora, para apagar nuestras voces, pero no vamos a parar», dijo una activista de los derechos de la mujer cuya página ha sufrido ataques recientemente.

El 25 de julio de 2022, en respuesta a estos acontecimientos,  numerosos grupos activistas urgieron a Meta, empresa matriz de Instagram, que protegiera a los defensores de los derechos de la mujer y cooperase con la sociedad civil iraní para crear una plataforma más segura. Ciertamente, las empresas de redes sociales pueden actuar activamente estableciendo canales directos de comunicación con la sociedad civil iraní para tener una mejor comprensión de las necesidades de esta sociedad, del contenido de las redes sociales del país y de cómo el Gobierno suprime las plataformas en línea de la sociedad civil. Un canal directo de este tipo ayudaría a las empresas tecnológicas a evitar que se silencie a los activistas iraníes en sus plataformas.

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