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Unfreedom Monitor Report: Información

Categorías: Activismo digital, Guerra y conflicto, Medios ciudadanos, Periodismo y medios, Tecnología, GV Advox, Unfreedom Monitor

Imagen por cortesía de Ameya Nagarajan

Los regímenes autoritarios tienen, desde hace mucho tiempo, una complicada relación con los medios y las tecnologías de la comunicación. Unfreedom Monitor [1] es una iniciativa de investigación de Global Voices Advox que examina el creciente fenómeno del autoritarismo en red o digital. Este extracto del artículo sobre información pertenece a la serie de artículos derivada de la investigación de Unfreedom Monitor. Lee todo el informe aquí [2].

Manipular la información es un fenómeno y una práctica habitual en el contexto de los países elegidos para este reportaje. En general, las campañas de desinformación en esos países están respaldadas por el Estado, y benefician a actores políticos dominantes o en competición. La desinformación se convierte en una herramienta de la lucha por el poder en un contexto socialmente polarizado por acontecimientos políticos problemáticos, como golpes de estado, elecciones, cambios en los Gobiernos y protestas. En la mayoría de los casos, la desinformación pretende comprometer a oponentes políticos, destacar los logros del régimen político o suprimir la disidencia. El factor que desempeña un papel crucial en estas sociedades es una proliferación comparativamente alta de internet y el entusiasmo del público al usar las redes sociales, que va de la mano con una tradicional falta de libertad de prensa. Así, las estrategias de desinformación se convierten en una herramienta para operar políticas nacionales, y además en una forma de establecer influencias políticas a través de las fronteras.

A pesar de que las estrategias digitales del autoritarismo proceden y llegan a través de herramientas tecnológicas modernas, en esencia son similares a las técnicas de propaganda. Las tácticas pretenden legitimar algunas narrativas inyectándolas en el ecosistema mediático y repitiéndolas después para que se conviertan en el nuevo sentido común de la gente. Un planteamiento semejante queda amplificado por la tecnología de internet, que permite crear ecosistemas mediáticos creíbles que imitan a los reales, pero están llenos de usuarios falsos que actúan de forma similar al comportamiento humano en línea.

Mientras tanto, la publicidad dirigida en las redes sociales ofrece oportunidades de organizar una campaña influyente que ahora va más allá del caso Cambridge Analytica. No obstante, es discutible si la comunicación dirigida puede lograr un cambio de actitud o formar una actitud. En su lugar, la audiencia debe estar preparada para cambiar su actitud como resultado de lo que Jacques Ellul definió ya en los años 60 [3] como prepropaganda: «el condicionamiento de las mentes con grandes cantidades de información incoherente, dispensada con vistas a propósitos posteriores y haciéndola pasar por ‘hechos’ y ‘educación'».

Este término es relevante para las actuales estrategias digitalizadas de manipulación informativa. Como muestran las reseñas de casos y prácticas de desinformación, las campañas de desinformación se sofistican y dispersan, intentando preparar a la audiencia para que acepte cierto punto de vista. Como escribe Ellul, la prepropaganda, «sin agresión directa o apreciable, se limita a crear ambigüedades, reducir prejuicios y difundir imágenes, aparentemente sin propósito». Al igual que cuando se difunde desinformación, el efecto primario es psicológico, y crea un panorama alternativo de realidad para la persona.

Para resumir, hoy hay tres factores que definen la manipulación informativa en los países observados. Primero, hay una continua mejora de la capacidad técnica de la desinformación para circunvalar las medidas preventivas que toman las plataformas tecnológicas, lo que hace que la desinformación parezca más fiable, sobre todo con inteligencia artificial. Segundo, las grandes estrategias y narrativas de la desinformación se hacen más complejas según se van usando narrativas y tácticas para conseguir un mayor efecto psicológico, como crear desconfianza, provocar dudas, etc. Se usan de forma similar a la prepropaganda y a la propia propaganda. El tercer factor siguen siendo los rasgos subyacentes de la naturaleza humana, como un pensamiento perezoso, la tendencia a consumir más contenido emocional, etc.

Hay dos corrientes principales de debate que analizan cómo se abordará la desinformación en el futuro. La primera sugiere que la herramienta más prometedora para luchar contra la desinformación es empoderar a las sociedades con un aprendizaje continuo sobre medios y la mejora general de la calidad del entorno mediático. Incentivar el periodismo de calidad y apoyar a la sociedad civil son temas primarios. Otro debate surge sobre la necesidad de mejorar la calidad del contenido que circula por las plataformas y las redes sociales. Además de una inversión continua en la moderación de contenidos, también se recomienda priorizar contenidos auténticos y de gran calidad [4]. Las empresas tecnológicas, incluyendo Google [5], ya han implementado algunas de las iniciativas.

Aún así, como muestran los casos estudiados, eliminar la desinformación política en países autoritarios donde el sector informativo sigue controlado por el Estado, puede ser poco realista. A pesar de que muchas de las plataformas utilizan redes sociales globales, que pueden regularse según sus propios estándares, muchos países bloquean las plataformas existentes, limitando su acceso con herramientas legislativas, o crean plataformas nacionales alternativas. La práctica de la desinformación se convierte en la herramienta ideal para desarrollar el autoritarismo digital gracias a medios tecnológicos para indoctrinar narrativas favorecidas por el Gobierno. Al mismo tiempo, el discurso sobre la desinformación se convierte en una herramienta para reprimir la libertad de expresión, ya que el Estado utiliza legislación contra las noticias falsas para silenciar a la disidencia. No obstante, el desarrollo de tecnologías de cadena de bloques puede empoderar a los creadores de contenido y a los activistas digitales de esos países, y darles oportunidades de verificar de forma independiente e incentivar la creación de un contenido auténtico.

Lea el informe completo aquí [2].

The Unfreedom Monitor

Los regímenes autoritarios tienen, desde hace mucho tiempo, una complicada relación con los medios y las tecnologías de la comunicación. The Unfreedom Monitor es una iniciativa de investigación de Global Voices Advox [6] que examina el creciente fenómeno del autoritarismo en red o digital.

Lee el informe completo aquí [2].