En 1960, en tan solo tres meses, apenas dos años antes de que Trinidad y Tobago proclamara su independencia de Inglaterra, el pintor y organizador de carnavales Carlisle Chang, considerado «el padre del arte trinitense», creó lo que el historiador de arte Geoffrey MacLean propone como «posiblemente la obra de arte más importante del Caribe».
Sin embargo, luego de casi 20 años, se perdería para siempre. Ahora, en el año de la celebración de sus 60 años de independencia, el 31 de agosto pasado, una deslumbrante réplica supuso el regalo de consuelo perfecto para Trinidad y Tobago.
El mural de Chang, La inherente nobleza del hombre, era una significativa obra de arte público, no solo en tamaño (unos 15 m x 4,5 m), sino también por su valor simbólico. Capturaba perfectamente la esencia de aquellos tiempos en los que se respiraba un aire de pasión y esperanza donde la naciente Trinidad y Tobago comenzaba a allanar su propio destino.
Distintas fuentes coinciden en que la obra ilustraba «las sucesivas oleadas de inmigrantes» al país, y también «las presiones y restricciones de la sociedad a los esfuerzos de la autorrealización individual». La única forma en que el hombre puede superar estos retos, sugería el arte, es reinventándose «a través del retorno al vientre materno para recrear su entorno en una resurrección».
Su exhibición en la terminal de llegadas del Aeropuerto Internacional de Piarco reflejaba a lugareños y a visitantes el sentir trinitense. A pesar de eso, el país demostró su falta de autoconocimiento cuando, en un giro irónico, La inherente nobleza del hombre fue demolido para ampliar el aeropuerto en 1979.
Obviamente, hubo gran indignación luego de la destrucción de una obra de arte de tal envergadura de un artista tan influyente: A Chang le encargaron crear el diseño de la bandera nacional y, junto a un comité, el escudo de armas. Sin embargo, en el sitio de Galería de Arte 101 hay una publicación que afirma que «al ministro de Gobierno se lo escuchó decir que debían realizarse sacrificios en favor del ‘progreso'».
En su columna sobre asuntos académicos, Selwyn Cudjoe observó que «al centro de la obra se encontraba un ‘amerindio alado’, conocido por los trinitenses como el ‘Hombre Colibrí’, que habría volado a lo largo del país para polinizar la conciencia de la nueva nación», y añadió que, después de ser destruida, Glenn Roopchand, que fue aprendiz de Chang, la recreó en 2006.
Cuando se dio a conocer la réplica en el Museo y Galería de Arte Nacional en Puerto España, la artista Adele Todd la calificó en el blog The Bookmann como «una proeza nacional […] que enmienda un error cometido hace tiempo» y, a su vez, reconoció que «aun cuando se pudiera imitar una obra, la energía, la motivación y el espíritu del original serán intransferibles». Todd concluyó:
Mr. Roopchand’s efforts to right the wrong done to his teacher is definitely noteworthy, and it is important […] for that aspect, and this makes it very valuable to us today and tomorrow.
El esmero del señor Roopchand por enmendar el error cometido a su maestro es sumamente destacable e importante […] dicho aspecto es lo que lo convierte en un trabajo de mucho valor para nosotros en el presente y para el futuro.
Ahora, semanas después del aniversario de independencia, la réplica ya se exhibe en el Aeropuerto Internacional de Piarco, en parte gracias a la ayuda del activista cultural Rubadiri Victor. En una inspiradora publicación de Facebook, Victor argumentó que la destrucción de la obra maestra de Chang «sirvió […] como testimonio de cómo nuestros líderes tratan a nuestra clase visionaria». La copia de Roopchand ayudó a romper el maleficio, concluyó.
Victor finaliza su relato comentando sobre sus esfuerzos para que se accediera a exhibir el nuevo mural, hazaña que le había sido esquiva durante los últimos diez años. Roopchand se había contactado con Victor para volver a pedirle que pidiera la reinstalación de la obra antes de fallecer en julio de este año, lo que dejó a la historia con un final irresoluto.
El 25 de agosto, la versión reconstruida de La inherente nobleza del hombre se instaló en el lugar correspondiente dentro de la sala de llegadas del Aeropuerto Internacional de Piarco. La ceremonia de presentación se hizo en presencia de miembros de pueblos aborígenes, sobre quienes Victor comentó que «deben gozar de un lugar de privilegio a partir de su protagonismo en la pintura». Por otra parte, al acto también asistieron muchos de los artistas consagrados de Trinidad y Tobago.
Tal como el activista destacó:
These things matter because they are Sacred. These are the protocols of Nationhood & Rituals of a Noble Humanity. […] You see that first picture of the Carib/Kalinago Chief giving the prayer at the podium with the image of the Amerindian Hero the Humming Bird Man from the mural behind him – you see dat!!! Dat is a Magic we probably won't realize save we Soul til a decade from now. For that moment alone! The curse is lifted.
Esto es importante por ser sagrado. Se trata de protocolos de una nación y tradición de noble humanidad. […] Vean esa primera foto con el cacique kalinago rezando en el altar con la imagen del héroe amerindio, el Hombre Colibrí, detrás de él. ¡¡¡Vean eso!!! Esa es una magia que tal vez ni en diez años podamos decir que nos salvó la vida. ¡Tan solo gracias a ese momento! Se ha roto el maleficio.
En el discurso de inauguración del mural de 12 metros, el ministro de Turismo, Cultura y Artes, Randall Mitchel, declaró:
As we celebrate our 60th Anniversary of Independence, we can proudly say we have a strong arts community working to preserve our stories for future generations.
Ahora que celebramos 60 años de independencia, podemos asegurar que contamos con una fuerte comunidad artística que trabaja para preservar nuestras historias para las futuras generaciones.
Sin duda, quienes recuerdan la devastadora pérdida de la obra original tienen la esperanza de que esas palabras no sean en vano, y que al mirar hacia adelante, Trinidad y Tobago honre la inherente nobleza de cada uno de sus artistas.