¿Cómo acabó un altar ritual nepalí en Berlín?

Image by Deepak Tolange via Nepali Times. Used with permission.

Imagen de Deepak Tolange vía Nepali Times. Utilizada con autorización.

Este artículo de Ashish Dhakal se publicó por primera vez en Nepali Times. Una versión editada se reproduce en Global Voices como parte de un acuerdo para compartir contenidos.

Cuando el cineasta Deepak Tolange, que vive en Katmandú, visitó el Museo de Arte Asiático de Berlín hace siete años, buscó la colección de Nepal (en la foto de arriba). Se trataba de una gran sección a la vuelta de la esquina de los objetos tibetanos en la misma planta.

Entre los objetos había un ornamentado santuario budista de 70,5 cm de altura y dos pisos ricamente decorado, con incrustaciones de piedras preciosas, oro y plata. Tres bodhisattvas de pie estaban puestos en nichos en el nivel inferior, y había otras tres deidades en la cámara superior.

El objeto representaba elementos de la arquitectura newa (o newar): los torans (puertas), las iconografías y el jala nhyaka (un pequeño espejo), pero el techo tenía toques tibetanos. Y, al inspeccionarla, Tolange observó restos de bermellón y polvo de azafrán en los ídolos, lo que indicaba un culto continuado.

El nepalí que había en él estaba intrigado, Tolange se preguntaba si el antiguo santuario había sido robado de un templo del valle de Katmandú como ha ocurrido con muchos otros.

El primer relato histórico de un objeto religioso robado en Nepal es de 1765, cuando la estatua de Narayan desapareció del templo de Bhagwati en Hanuman Dhoka. El saqueo alcanzó su punto álgido en la década de 1960, cuando Nepal empezó a abrirse al mundo exterior. Hoy, tras la campaña de grupos ciudadanos y del Gobierno, los museos y colecciones extranjeros están repatriando las deidades robadas. Según el Departamento de Arqueología, en las últimas décadas se han devuelto 93 objetos religiosos, de los cuales hasta 19 han sido repatriados desde julio.

De vuelta a Berlín, Tolange se puso en contacto con Bernadette Broeskamp, investigadora de arte de Asia Oriental budista en la Universidad Libre de Berlín. A partir de sus hallazgos, Tolange realizó un cortometraje de seis minutos titulado «Santuario budista».

«Pensé que tal vez, si realmente fue robado, sería posible devolver el santuario a Nepal», recuerda Tolange.

El museo data el objeto ritual en el siglo XIX. El registro de procedencia muestra que fue vendido al museo en 1936 por alguien de nombre Karl Meinhart, pero además de eso no se sabe nada. Tolange especula que, como la guerra ya se libraba en Europa en ese momento, Meinhart podría estar necesitado de dinero, lo que le llevó a vender el objeto al museo.

No hay más documentos, o bien nunca se conservaron o se perdieron luego durante la guerra. Lo único cierto es que Meinhart dijo al museo que el objeto era efectivamente de Nepal.

El cortometraje se proyectó en el museo en 2015, y tuvo una buena acogida. «Las preguntas y respuestas tras la proyección fueron muy acaloradas», recuerda Tolange. «Todo el mundo quería saber si el objeto era realmente robado y, en caso afirmativo, si sería devuelto». La pregunta quedó sin respuesta.

The Buddhist alter at the Museum of Asian Art. Image by Susana Schulz. Used with permission.

El altar budista del Museo de Arte Asiático. Imagen de Susana Schulz vía Nepali Times. Utilizada con autorización.

Tolange volvió a Nepal durante tres meses en 2016 para una visita de campo como parte de su estudio de maestría. Había estado pensando en el altar, preguntándose si tenía una historia más grande detrás.

Fue a Patan para conocer al destacado escultor Bhim Ratna Shakya, que recordó que su padre había hecho seis altares como el de Berlín. Esa fue una pista importante, y Tolange habló con los historiadores Satya Mohan Joshi, Sukra Sagar Shrestha, Mukunda Raj Aryal, Rohit Ranjitkar, del Kathmandu Valley Preservation Trust (KVPT), y fue a Boudha para conocer al monje budista S. Dharmacharya.

Las conversaciones arrojaron más luz sobre los objetos robados, aunque no consiguió una pista sustancial sobre el santuario del museo de Berlín. «Descubrí que estos santuarios, o altares, eran de uso privado», dice Tolange. «Y la gente de Mangal Bazar [en Katmandú] sigue fabricándolos».

Pero los artesanos siguen sin firmar sus nombres en las piezas, y eso dificulta su localización. «Además, cuando los comerciantes venden los altares, lo hacen al valor de un objeto de arte, mientras que a los artesanos solo se les paga la tarifa de un trabajador», añade. «Los artistas no siempre reciben el reconocimiento que merecen, y esta práctica continúa».

Al graduarse, Tolange propuso al museo añadir la parte nepalí de la historia y hacer otra película con los nuevos hallazgos, esta vez un poco más larga y detallada. La película se titula «Altar budista», tiene 16 minutos y se completó en 2022 después de mucha investigación.

Tras el levantamiento de las restricciones de COVID-19, Tolange visitó a Khenpo Gyaltsen del Instituto Rangjung Yeshe y a Loponma Ani Phuntsok Wongmo del convento Hasantar. También fue a los templos budistas y observó los rituales tradicionales en el Templo Dorado de Patan, Swayambhu, Boudha y otros monasterios de Katmandú.

«Descubrí que en muchos santuarios budistas, el ídolo de Buda está en el centro, representa su cuerpo, con chaitya a su derecha, que representa su mente, y un libro a su izquierda que representa el dharma o su discurso, las enseñanzas», dice Tolange.

Otras deidades del santuario dependen de la gente y de las familias. Es más, como comenta Bhim Ratna Shakya en la película, cualquier dios puede entrar en las cámaras.

Los historiadores están convencidos de que quien elaboró el santuario budista del Museo de Berlín fue un newa (newar), posiblemente de Patan, aunque todavía hay dudas sobre dónde se hizo realmente, ya que también tiene influencias tibetanas. Históricamente, estos santuarios eran encargados por familias para su uso, y el de Berlín también fue encargado, muy probablemente por el propio Meinhart.

En la película, que es sobre una búsqueda, Tolange ha tratado de rastrear la artesanía que hay detrás del santuario, indagado en sus prácticas pasadas y actuales. Intercalado con imágenes de las montañas, las colinas y los templos, también se centra en el sincretismo religioso del valle de Katmandú para contextualizar el artefacto como parte de una cultura viva.

La película ha sido seleccionada para la colección permanente del Foro Humboldt, en la que está previsto que se proyecte junto al propio santuario con motivo de la inauguración de la sección asiática del centro berlinés, que fue el 16 de septiembre.

Tolange también tiene previsto mostrar la película al público nepalí. Dice: «Trabajar en la película me ayudó a redescubrir mi país y sus culturas. Si no lo hubiera hecho, no habría sabido nada del objeto y su importancia».

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