Primera vuelta de las elecciones en Brasil: Izquierda logra victorias históricas, pero el bolsonarismo sigue fuerte

Expresidente Lula se impuso en primera vuelta al actual mandatario Jair Bolsonaro | Arte: Global Voices Créditos de las imágenes: Ricardo Stuckert y Alan Santos.

Cuando se conocieron los resultados de las elecciones del 2 de octubre en Brasil -las más polarizadas y divisivas desde que el país salió de la dictadura militar hace más de 30 años- dio la sensación de que los encuestadores se perdieron algo.

A pesar de que apuntaban a una constante y amplia ventaja del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva (Partido de los Trabajadores, PT) sobre el actual mandatario Jair Bolsonaro (Partido Liberal, PL), el recuento final que llevó a la segunda vuelta fue más ajustado: 48,3 % para Lula contra 43,2 % para Bolsonaro. La diferencia fue de seis millones de votos.

De los 118 millones de votos válidos, los otros nueve candidatos obtuvieron alrededor de 9,8 millones juntos. Esto significa que el voto se concentró en gran medida en los principales candidatos con posibilidades reales de ganar.

2022: la primera vuelta más ajustada.
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Las elecciones presidenciales de 2022 tuvieron la victoria más ajustada de Brasil en primera vuelta desde la redemocratización de la década de 1980, pero Lula se acercó más al 50 % en la primera vuelta que sus predecesores Dilma (2010, 2014) y Bolsonaro (2018).

Desde que se aprobó la reelección en Brasil a finales de la década de 1990, es la primera vez que un gobernante no obtiene la mayor cantidad de votos en la primera vuelta ni llega a la segunda como favorito. Sin embargo, los aliados de Bolsonaro se aseguraron varias victorias como parlamentarios y gobernadores y, en números absolutos, registró más votos que su primera ronda en 2018.

El periodista Jamil Chade escribe que el desempeño muestra que el bolsonarismo de extrema derecha ha «echado raíces» Algunos de los candidatos que se separaron del presidente en los últimos años no fueron reelectos.

Tras los resultados, Bolsonaro, que había dicho repetidamente en las semanas previas a las elecciones que no aceptaría otro resultado que no fuera una victoria con al menos el 60 % de los votos, esquivó una pregunta de un periodista al respecto, hizo juegos de palabras con los nombres de las dos senadoras que también se presentaron a la presidencia y fueron críticas con él. También afirmó comprender a los que querían un cambio, subrayó que no todos los cambios eran para bien.

En Twitter, publicó:

- Elegimos gobernadores en primera vuelta en ocho estados y elegiremos a nuestros aliados en otros ocho estados en esta segunda vuelta. Esta es la mayor victoria de los patriotas en la historia de Brasil: el 60 % del territorio brasileño será gobernado por quienes defienden nuestros valores y luchan por un país más libre.
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Mucha gente se dejó llevar por las mentiras difundidas por las encuestadoras, que terminaron la primera vuelta completamente desmoralizados. Se equivocaron en todas las previsiones y ya son los perdedores de estas elecciones. ¡Hemos superado esta mentira y ahora ganaremos las elecciones!

Mientras tanto, Lula habló a una multitud en la avenida Paulista, lugar en São Paulo que sirvió como escenario para algunas de las protestas masivas de Brasil en todo el espectro político en los últimos diez años, que recuerda días mejores de sus dos mandatos y los impactos de las tasas de inflación con Bolsonaro. Dijo:

Para avaliar bem o que é que está acontecendo hoje, a gente tem que lembrar o que estava acontecendo há quatro anos, quando eu era tido como se fosse um ser humano jogado fora da política. E eu disse que a gente retornaria, com mais força, com mais vontade, com mais disposição, porque a única razão de a gente parar de lutar é o dia que o povo brasileiro tiver outras centenas e centenas de lideranças que consigam fazer com que eles conquistem aquilo que eles precisam para melhorar de vida.

Vocês sabem que nosso país está pior. Você sabe que a economia não está boa, vocês sabem que a qualidade de vida não está boa, que a renda não está boa, que o emprego não está bom, que a saúde não está boa e que nós precisamos recuperar esse país, inclusive do ponto de vista das suas relações internacionais.

Para valorar bien lo que ocurre hoy, hay que recordar lo que ocurría hace cuatro años, cuando se me consideraba un ser humano expulsado de la política. Y dije que volveríamos, con más fuerza, con más voluntad, con más ganas, porque la única razón para que dejemos de luchar es el día en que el pueblo brasileño tenga cientos y cientos de otros líderes que puedan hacerles conquistar lo que necesitan para mejorar sus vidas.

Saben que nuestro país es peor. Ustedes saben que la economía no es buena, saben que la calidad de vida no es buena, que los ingresos no son buenos, que el empleo no es bueno, que la salud no es buena y que necesitamos recuperar este país, incluso desde el punto de vista de sus relaciones internacionales.

Nuevo congreso

La fuerza de Bolsonaro entre los votantes se mostró especialmente con los nuevos senadores elegidos. Varios son sus exministros, como la ministra de Agricultura, Tereza Cristina (Partido Progresista, PP) y la ministra de la Mujer y la Familia, Damares Alves (Republicanos), y el actual vicepresidente, Hamilton Mourão (también Republicano).

Según el medio G1, los partidos aliados de Bolsonaro obtuvieron al menos 185 escaños en la Cámara Baja, frente a los 125 que apoyaba Lula. El partido de Bolsonaro, el PL, tiene ahora el mayor grupo en el Congreso. El diputado más votado del país también es de su partido, el fiel bolsonarista y evangélico Nikolas Ferreira, de Minas Gerais, que obtuvo 1,4 millones de votos.

Sin embargo, otros nombres elegidos para la Cámara Baja y los Parlamentos estatales también mostraron una importante votación para los candidatos opositores y de izquierda en algunos estados.

Maria do Rosário, diputada elegida muchas veces con el Partido de los Trabajadores, conocida también por escuchar de Bolsonaro que «no la violaría, porque no valía la pena», obtuvo su mayor votación en su estado natal, Rio Grande do Sul: 150 000 votos. El estado más meridional también eligió por primera vez en su historia a mujeres negras para el Congreso federal –Daiana Santos (Partido Comunista de Brasil, PCdoB) y Denise Pessoa (PT)– y para el Parlamento estatal –Bruna Rodrigues (PCdoB) y Laura Sito (PT)–, y a un hombre negro, imputado y absuelto por las protestas de 2013, Matheus Gomes (PSOL, Socialismo y Libertad).

El voto por los candidatos negros en todo el país fue alentado por campañas como «Quilombo nos Parlamentos» (una referencia a los asentamientos de comunidades formadas por personas esclavizadas que huyeron durante la esclavitud) y «Yo voto negro«.

Por primera vez, el Congreso Nacional contará también con dos mujeres trans: Erika Hilton, elegida en São Paulo y que se identifica como travesti, identidad de género latinoamericana, y Duda Salabert, en Minas Gerais. Ambas triunfaron sobre amenazas y ataques; Duda hizo campaña y votó con chaleco antibalas.

Los candidatos indígenas, que duplicaron las candidaturas desde 2014 y también enfrentaron amenazas, también lograron elecciones históricas en los parlamentos, t hacen llamar la «bancada do cocar«, que se traduce como la «bancada del tocado«. Hace dos años, el número de indígenas elegidos como alcaldes y concejales también mostró un movimiento creciente.

En la Cámara Baja, con cinco candidatos indígenas elegidos, las activistas Sonia GuajajaraCelia Xakriaba (ambas del PSOL) obtuvieron escaños. También fue elegida Sílvia Waiãpi (PL), otra mujer indígena, una militar que apoya a Bolsonaro.

Joenia Wapichana, la primera mujer indígena elegida para este cargo, perdió su intento de reelección en Roraima, estado norteño bolsonarista.

Sigo con la cabeza alta, la conciencia tranquila y el corazón fuerte, por haber tomado la decisión correcta de permanecer en la Rede Sustentabilidade y construir una política transparente, comprometida con el bienestar colectivo de los pueblos indígenas y de todo el pueblo de Roraima.
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Me siento feliz y orgullosa por la elección de Sonia Guajajara y Celia Xakriaba, dos mujeres indígenas guerreras que continuarán el trabajo en el Congreso Nacional. Siempre dije que fui la primera, pero no sería la última y ni la única.

Qué sigue

La situación en Brasil sigue marcada por un sentimiento contra el PT que se viene gestando desde hace tiempo en el país. Junto a importantes conquistas sociales, principalmente durante el gobierno de Lula, el PT se vio manchado por los escándalos de corrupción y enfrentó la crisis económica que terminó en el golpe de Estado que destituyó a Dilma Rousseff, la primera mujer elegida presidenta, con el apoyo de grupos de derecha de la sociedad civil.

El propio Lula fue investigado en el marco de la Operación Lava Jato, condenado y arrestado durante 580 días, por lo que la ley le prohibió presentarse en 2018, cuando Bolsonaro fue elegido. Más tarde, se filtraron chats privados de Telegram de los fiscales y del juez implicado en el caso, Sergio Moro, publicó The Intercept que exponía su estrecha relación y parcialidad.

En 2021, el Tribunal Supremo anuló las condenas de Lula y dijo que el caso debería haberlo juzgado un tribunal diferente y declaró a Moro juez bajo sospecha.

Moro llegó a ser ministro de Justicia de Bolsonaro y al dejar el cargo lo acusó de injerencia en la Policía Federal. Acaba de ser elegido como senador, y unió de nuevo su imagen a la del presidente. El fiscal federal, Deltan Dallagnol, que presentó un ahora infame PowerPoint para acusar a Lula, también fue elegido para la Cámara Baja, prometiendo llevar Lava Jato al Congreso.

Lula, de 76 años, se inició en la política como obrero metalúrgico y dirigente sindical, y fue perseguido por la dictadura militar. Ayudó a financiar el único partido al que ha estado vinculado, el Partido de los Trabajadores. Por su parte, Bolsonaro, de 67 años, entró en la política cuando dejó el Ejército, tras ser procesado por protestar por los salarios y por presuntamente planear poner bombas en los cuarteles. Durante casi 30 años en el Congreso, defendió el régimen militar y sus métodos, incluida la tortura. A lo largo de su carrera ha estado afiliado a nueve partidos.

Cuando aún era diputado, Bolsonaro recorrió el país planeando una candidatura presidencial y construyó un ecosistema de redes sociales organizado y bien alimentado. La gente llevaba camisetas con su cara y ponía autoadhesivos en sus autos para apoyarle antes de que iniciara una campaña oficial.

Ahora cuenta con la suma de los votantes contra el PT y esta base. Muchos de estos votantes creen en las noticias falsas de que Lula podría perseguir a los sacerdotes católicos como el nicaragüense Daniel Ortega, confiscar todo su dinero, o que el sistema electoral que hizo que el propio Bolsonaro fuera elegido muchas veces no es seguro, por nombrar algunos ejemplos.

Como presidente, Bolsonaro ha sido cuestionado por su mala gestión de la pandemia del COVID-19 –con más de 686 000 muertos en el país–, por las altas tasas de deforestación y la destrucción de la Amazonia, y por las sospechas de corrupción sobre él mismo y sus familiares o miembros del Gobierno.

Pero aun así, millones de personas votaron por él y eligieron a sus exministros de Ambiente, Ricardo Salles, y de Salud, Eduardo Pazuello (ambos del PL), el segundo más votado en Río para la Cámara Baja.

Tras confirmarse los resultados de la primera vuelta, el presidente dijo que las encuestadoras estaban desmoralizadas. Dos días después, su Ministerio de Justicia pidió a la Policía Federal que investigara a los institutos que estaban detrás, y su ministro de Comunicaciones está pidiendo a los partidarios de Bolsonaro que no respondan ninguna encuesta.

La segunda vuelta electoral entre Bolsonaro y Lula tendrá lugar el 30 de octubre.

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