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En Bakú, joven chef transformó su departamento en un restaurante

Categorías: Asia Central y Cáucaso, Azerbaiyán, Alimento, Economía y negocios, Ideas, Juventud, Medios ciudadanos, Comida, cultura y recuerdos

Imagen de Parvana Mustafayeva. Utilizada con autorización según acuerdo de intercambio de contenido.

Este artículo se publicó primero en JAM News [1]. Reproducimos esta versión editada en virtud de un acuerdo de intercambio de contenido.

Yagub Zeynalzade es un chef azerbaiyano de 26 años. Su formación culinaria la hizo en Croacia e Italia. Luego de pasar un tiempo trabajando en Italia, Yagub regresó a Azerbaiyán, donde transformó su departamento del centro de Bakú en un restaurante. Vive y recibe a sus clientes en un departamento que consiste en una sola habitación y un ático.

Don de cocinar de su abuela

A Yagub lo crio su abuela, quien le heredó su interés por la cocina. De niño, pasó gran parte de los veranos en Dashkasan, donde vivía su abuela. En entrevista con Jam News, Yagub mencionó que “no hace mucho me di cuenta de que cocinar es algo que tengo arraigado en mí. La influencia de mi abuela es imborrable”.

A pesar de todos los manjares que su abuela creó, la vida en Dashkasan comenzó a hastiarlo a la larga, así que decidió dejar esa comodidad y vivir por su cuenta, para entender hasta dónde podía llegar sin ayuda de nadie. Aquí es donde comenzó la vida en solitario de Yagub.

Ahí fue que Yagub pasó por una transformación personal. Al llegar a Bakú por primera vez, rentó un departamento con un amigo, pero los puntos de vista conservadores de Yagub fueron un obstáculo para el comienzo de su nueva vida. “Yo era extremista e incompatible con casi todos, aislado y antisocial, además tenía un grupo de amigos muy pequeño”.

Yagub terminó por dejar el departamento y continuó sus estudios en una madrasa. “Esa educación tuvo un profundo efecto en mí. Luego de aprender sobre religión, de cierta forma, aprendí sobre mi verdad. Esto me calmó y comencé a explorar otros rubros. Quería conocer nuevas personas”.

En cierto punto, para intentar pagar sus deudas, Yagub tuvo siete trabajos. “Después me di cuenta de que quería comenzar mi propio negocio. Así es como empezó mi proyecto, al que llamé Proyecto Departamento”.

Proyecto Departamento o espacio libre

“Me tomó dos meses el empacar mis cosas y establecerme en esta casita. Gradualmente, me dediqué a este espacio. Tenía que empezar en algún lado. Tenía solamente 40 manats (alrededor de 25 dólares) y comencé el Proyecto Departamento ese mismo día. Me quedé con la mitad del monto, compré dulces con la otra mitad, hice té e invité a algunas personas. Ese fue mi primer evento, tenía música y entretenimiento. No he tenido problemas con los vecinos hasta ahora”. Comentó Yagub.

Dijo que la meta del proyecto es crear una red de contactos a través de eventos.

“Llegué a conocerlos y ellos se conocieron entre sí. Decidí invitar a personas que pudieran inspirarse mutuamente. Es un negocio y un proyecto social. Aunque no tuve un ingreso significativo, gané gente, y yo, que no conocía a nadie aquí, poco a poco comencé a tener una comunidad”.

Yagub también llama a este espacio que transformó en un restaurante, “un espacio libre”, un lugar donde los jóvenes se reúnen, comen y cocinan ellos mismos, y se comportan libremente.

Sabores desconocidos

Yagub cuenta que el Proyecto Departamento no es solo un restaurante y un hogar, es parte de algo que puede ser a largo plazo, una cadena de restaurantes.

“Hay potencial en regiones y pueblos, yo trato de encontrarlo. Llamo o voy directamente. Algunos de sus productos no son muy conocidos aquí. Yo los compro, cocino con ellos e intento mostrárselos a la gente. Cuando hablé con los lugareños de estos pueblos acerca de agroturismo, el modelo suizo, etc. Para ellos, sonó como un cuento de hadas. No están interesados en expectativas inalcanzables, pero sí en un poco de ayuda. Así que mejor compro sus productos”.

Al principio, Yagub no hacía esto por intereses personales. Cuando tuvo viajes de negocios por las regiones, compró productos interesantes y los llevó a Bakú. Preparó platos desconocidos y se los dio a sus amigos, que entonces hablarían de sus experiencias culinarias.

“Claro que quería convertir este proceso en dinero. Seguir con este trabajo, que disfruto, y volverlo un negocio rentable, así que compré estos productos, los puse en el menú y los vendí. Ayudo a esos pueblos comprando sus productos y les ofrezco a las personas nuevos sabores, les cuento las historias de estos platos”.

Comida escogida por el chef y no el cliente

Proyecto Departamento, el restaurante hogar de Yagub Zeynalzade, atrae a sus clientes principalmente por medio de su página de Instagram [2].

“Ellos escriben, se interesan. Los negocios pequeños están en problemas. Aún estamos sentando las bases, es todo nuevo y es difícil encontrar nuevos conceptos. También es complicado por la falta de un salario. Pasa que hay semanas donde hay invitados todos los días y a veces no hay nadie por diez días”.

Yagub mencionó que, en este concepto, donde la comida no se prepara de acuerdo a la elección del cliente, se debe confiar en el chef, que tiene todas las intenciones de satisfacer al cliente.

Pequeño espacio con muchas funciones

Las funcionalidades del restaurante hogar de Yagub Zeynalzade no se limitan a ser un departamento y un restaurante. Se trata también de un estudio. Aquí se toman fotografías y se graban videos, también se crea contenido para varias plataformas culinarias.

“Aparte de mí, hay cuatro chicas con educación culinaria, una ya completó el programa y ahora les enseña a las otras tres. Con el tiempo, hemos atraído voluntarias, que están aprendiendo a cocinar aquí. Dos ya trabajan con nosotros, pero este es un lugar de trabajo poco común. Mi propósito al crear este espacio fue transmitir mi conocimiento culinario a otros”.

En este restaurante hogar, Yagub también exhibe productos preparados por los jóvenes, para apoyarlos. En distintos rincones del departamento se pueden ver productos hechos en casa, artesanías.

“En los últimos días, han estado pasando cosas interesantes. Unos amigos trajeron tomates, pimentones y berenjenas de sus jardines, otro cliente trajo uvas. Es agradable que ya nos conozcan, siempre hay productos agrícolas frescos. A veces, alguien trae comida que preparó en su casa y la probamos juntos, y compartimos nuestras opiniones. Este es un concepto único en su clase, y mis expectativas son altas. Creo que en el futuro esto incluso será más beneficioso”, aseguró Yagub.