De «precursora» a «cachorro»: Cómo Mongolia se enganchó al «pívot a Asia» de Rusia

Mosaico que representa escenas de la amistad soviético-mongola, memorial de Zaisan, Ulán Bator. Foto de Lo van den Berg vía Flickr (CC BY-NC-ND 2.0).

La segunda semana de octubre de 2022 estuvo marcada en Mongolia por la gran inauguración del Museo Gengis Khan en la capital, Ulán Bator, dedicado al fundador del imperio mongol, el mayor imperio terrestre continuo de la historia. Casi al mismo tiempo, los mongoles marcharon frente la embajada rusa para protestar contra su sangrienta invasión de Ucrania, y pidieron la expulsión del embajador ruso, Iskander Azizov. El jefe de la misión diplomática rusa es el embajador con más tiempo en Mongolia con casi nueve años de servicio, y ha sido acusado de interferir en los asuntos internos del Estado e impedir el desarrollo de proyectos energéticos. En enero de 2022, el público expresó su indignación por la solicitud del embajador ruso al presidente del Gran Khural (Parlamento) estatal, para que le entregara los temas y las direcciones que se discutirán en las sesiones de primavera del Parlamento.

Ciertamente, un evidente desprecio por la soberanía y el protocolo diplomático del país, que a menudo tomó la forma de presión no disimulada, se convirtió en el patrón de las relaciones entre Rusia y Mongolia en los últimos años. Ya en 2011, la extrema dependencia de Mongolia a las importaciones de energía de Rusia, que ascendía al 90 % de importaciones de productos derivados del petróleo, se consideraba un riesgo y una vulnerabilidad importantes, especialmente porque Rusia tenía la costumbre de reducir las exportaciones de petróleo y diésel, lo que provocaba aumentos de precios. Con el inicio de la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022, cuando los países europeos intentan resistir la política de “chantaje energético” de Putin mediante la diversificación de fuentes o proveedores de energía, Mongolia sigue dependiendo en extremo de las importaciones rusas en general y de los recursos energéticos en particular. A partir de marzo de 2022, el comercio ruso-mongol ascendió a casi un tercio de las importaciones totales de Mongolia, más que cualquier país del Cáucaso y Asia Central (excepto Armenia y Kazajstán, ambos miembros de la Unión Económica Euroasiática dirigida por Rusia (UEEA).

Estación de tren en la frontera entre Rusia y Mongolia, Naushki, Rusia. Foto de Clay Gilliland vía Flickr (CC BY-SA 2.0).

John Kerry, ex secretario de Estado de Estados Unidos, alguna vez apodó a Mongolia como “oasis de democracia” en un momento en que el país mediterráneo estaba solo entre sus dos autoritarios vecinos: Rusia y China. A pesar de su bajo puntaje en los rubros de corrupción oficial y desigualdad, Freedom in the World calificó a Mongolia como «libre», con un puntaje general de 85 sobre 100. Sin embargo, Mongolia, cuya economía creció en un impresionante 17 % en 2011, estuvo al borde del incumplimiento en 2016, luchaba con la deuda y perdía inversiones extranjeras. Al mismo tiempo, casi un tercio de la población estaba por debajo del umbral de la pobreza, lo que dejaba al Gobierno con una gran necesidad de inversión extranjera y nuevas oportunidades económicas.

Fue por esta época cuando Rusia y China intensificaron sus ambiciosos proyectos económicos y geoestratégicos: el llamado “pívot de Rusia hacia Asia” (“поворот на Восток” o “pívot hacia el este” en ruso), y la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China. A diferencia de la Iniciativa, que se presentó como un esfuerzo de infraestructura global con Europa como una de sus partes integrales, el pívot hacia el Este de Putin fue impulsado principalmente por un sentir contra Occidente tras la imposición de sanciones a Rusia después de la anexión de Crimea en 2014. Tradicionalmente, Mongolia trató de beneficiarse de la competencia entre Rusia y China, los únicos países con los que limita. Sin embargo, a medida que Rusia se volvió más dependiente de China después de 2014, las posibilidades de equilibrio dentro del sistema tripartito disminuyeron rápidamente.

Desde 2017, la política mongola ha estado dominada por dos figuras influyentes, que resultaron ser grandes admiradores del presidente ruso Vladimir Putin. En julio de 2017, Khaltmaagiin Battulga, excampeón mundial de lucha libre y presidente de la Asociación de Judo de Mongolia, fue elegido presidente de Mongolia. El político populista del Partido Democrático (DP) y millonario autodidacta se presentó ardientemente como un candidato a favor del Kremlin y, al final, contra Pekín. Se presentó también como amigo del presidente ruso, con quien comparte el amor por el judo, como suele enfatizar. La admiración por Putin parecía ser el núcleo de su campaña electoral, ya que usó oficialmente el lema de campaña «Un presidente como Putin» (Путин шиг ерөнхийлөгч), y supuestamente usó en su campaña imágenes retocadas que lo mostraban con Putin. El entonces primer ministro y excoronel del Ejército, Ukhnaagiin Khürelsükh, su principal rival político del Partido Popular Mongol (MPP) y actual presidente de Mongolia, también era abierto admirador de Putin, conocido por su sesión de fotos sin camisa con un rifle, al estilo de Putin.

El presidente mongol Khaltmaagiin Battulga (a la derecha) y el presidente ruso Vladimir Putin (a la izquierda), Ulán Bator, 3 de septiembre de 2019. Captura de pantalla del canal de YouTube Battulga Khaltmaa. Uso legítimo.

Inicialmente, una postura prorrusa podría haber sido una estrategia útil para emplear internamente los sentimientos antichinos durante las elecciones, pero pronto pareció que los abrumó. El presidente Battulga fue criticado por preferir participar en eventos a los que asistía Putin, incluso a costa de perderse las sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas, mientras que el gobernante Partido Popular de Mongolia intensificó la cooperación formal con el partido gobernante de Rusia, Rusia Unida.

Sin embargo, los esfuerzos de años para equilibrar la dependencia de China inclinándose hacia Rusia comenzaron a desmoronarse con la invasión rusa de Ucrania. Ante las inminentes sanciones occidentales, Rusia trató de emplear las alianzas existentes en otros lugares para resistir el aislamiento global, y la dependencia económica de Mongolia resultó útil. El 28 de febrero, apenas cinco días después de iniciada la guerra, el gigante del gas ruso Gazprom firmó apresuradamente un contrato para los trabajos de diseño y estudio del proyecto de gasoducto Soyuz-Vostok de Rusia a China a través de Mongolia, el proyecto «insignia» del actual gobierno de Mongolia, cuya implementación es probable que genere una gran carga de costos para Mongolia y un préstamo considerable de Rusia, lo que hará que el país dependa aún más de Rusia.

La clave para acabar con la dependencia energética de Mongolia de Rusia y cambiar a recursos energéticos alternativos parecía residir en el proyecto de la planta hidroeléctrica Egiin Gol, que se suponía cubriría la mayor parte de la demanda de electricidad del país, pero el proyecto actualmente está bloqueado por las preocupaciones ambientales de Rusia. a pesar de que China Export Import Bank estaba dispuesto a patrocinar el proyecto.

Celebraciones del Día de la Victoria en Ulán Bator, Mongolia, 9 de mayo de 2022. Captura de pantalla del canal de YouTube Русский Дом в Улан-Баторе Монголия. Uso legítimo.

Por otro lado, por estar fuertemente comprometido con la alianza antioccidental ruso-china, Mongolia tuvo responsabilidades políticas, ya que se abstuvo sistemáticamente de cualquier resolución de Naciones Unidas que condenara la invasión rusa de Ucrania. Además, desde el comienzo de la invasión, ha habido varios mítines prorrusos en Mongolia, algo inimaginable incluso en la mayoría de los Estados postsoviéticos de Asia Central. Los lemas y símbolos de los mítines prorrusos en Mongolia, que suelen celebrarse frente al monumento al general soviético Georgy Zhukov en la capital, Ulán Bator, no difieren mucho de los mítines probélicos de la propia Rusia, que van desde declaraciones antioccidentales y antiucranianas (como “Estados Unidos es un criminal de guerra”, “¡No al fascismo, no a Zelensky!”) hasta quienes apoyan a Rusia (“Estamos a favor de Rusia, contra el nazismo”).

Al mismo tiempo, a diferencia de la mayoría de los estados postsoviéticos, que dudaban de organizar el desfile del Día de la Victoria, Mongolia no solo permitió que la embajada rusa y los grupos asociados organizaran el llamado Regimiento Inmortal, sino que también envió tropas para participar en el desfile militar del Día de la Victoria en Ulan-Ude, la capital de la República de Buryatia, Rusia. Mientras tanto, la Policía bloqueó sistemáticamente numerosas manifestaciones a favor de Ucrania y contra la guerra frente a la embajada rusa en Ulán Bator, mientras que algunos activistas contra la guerra enfrentan hasta tres años de prisión.

Al final, al país al que llamaban “oasis de democracia” en medio de sus autoritarios y antioccidentales vecinos, ahora los mongoles llaman más a menudo “Estado cachorrito de Asia” (Азийн гөлөг улс), lo que refleja las terribles circunstancias en las que se vive el país cuando se encontró tratando de coquetear con su vecino del norte. Esto está lejos del apodo de “Estado precursor de Asia” (Азийн хүлэг улс) que el primer ministro Luvsannamsrain Oyun-Erdene le otorga en el título de su libro.

Inicia la conversación

Autores, por favor Conectarse »

Guías

  • Por favor, trata a los demás con respeto. No se aprobarán los comentarios que contengan ofensas, groserías y ataque personales.