Cómo resisten los jóvenes palestinos a la ocupación israelí: Con un corte de pelo

Bienvenidos a los jóvenes de Jerusalén, caricatura de Mahmoud Abbas, utilizada con autorización.

Desde mediados de octubre, varios jóvenes palestinos del campo de refugiados de Shufat, al norte de la Jerusalén ocupada, se han afeitado la cabeza para despistar a las tropas de ocupación israelíes que buscan a Uday Al-Tamimi, de 23 años, sospechoso de ser el autor de disparos en un puesto de control militar cercano al campamento el 8 de octubre.

El incidente, que desde entonces se conoce como la “operación Shufat”, causó la muerte de una soldado israelí y otras dos resultaron heridas, lo que provocó un asedio total por parte de las fuerzas de ocupación israelíes alrededor del campo de refugiados.

Después de que el Ejército israelí publico que el autor era calvo, varios jóvenes palestinos publicaron en línea un video en que se les ve afeitándose la cabeza en una barbería dentro del campamento, sin hacer comentarios.

No sabían que su acto de resistencia pacífica desencadenaría una oleada de apoyo popular entre los jóvenes dentro y fuera del campo, y quienes viven más allá de las fronteras, que utilizaron esa forma de afeitarse la cabeza como táctica de resistencia no violenta y en solidaridad con quienes viven en el campo.

Las autoridades de ocupación israelíes anunciaron que el joven que llevó a cabo el ataque armado en el puesto de control del campamento de Shufat el sábado pasado, que causó la muerte de una soldado y dejó tres soldados israelíes heridos y que sigue en libertad, es calvo. Para engañar aún más a los israelíes, todos los jóvenes del campamento se afeitaron la cabeza.

La táctica recuerda a los levantamientos palestinos de 1936 a 1939, cuando los palestinos urbanos dejaron de utilizar sus “tarbooshes“ para llevar una “kufiya“, el tradicional adorno con estampado a cuadros que suelen llevar los “fallaheen“ (habitantes rurales), en un esfuerzo por engañar a los colonos británicos que identificaban a los rebeldes palestinos procedentes de zonas mayoritariamente rurales por sus kufiyas.

Este método no violento de protesta se hizo rápidamente viral en las redes sociales e inspiró varias obras para conmemorar la solidaridad. También dio lugar a demandas por otros actos de provocación, como el uso deliberado del nombre de pila de Tamimi, Uday, en conversaciones telefónicas y mensajes de texto y de WhatsApp en un esfuerzo por engañar a la maquinaria de vigilancia israelí mientras intentaban localizarlo.

Desde el río hasta el mar, nos afeitaremos la cabeza. Ahmad Qaddoura

En un homenaje a Naji Ali, dibujante palestino, este artista incorporó la figura de Handala, símbolo icónico de la identidad y el desafío palestino.

Jóvenes palestinos se afeitan la cabeza para camuflarse durante búsqueda del autor del ataque en Shuafat.

Los palestinos también recurrieron al humor para enfrentar la cruda realidad de la situación.

La situación en el campo de Shuafat.
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Castigo colectivo

Por desgracia, la realidad de Palestina dista mucho de ser humorística. En abril de 2021, Human Rights Watch publicó un importante informe en el que acusaba a Israel de cometer crímenes contra la humanidad en forma de apartheid por su discriminación institucional y su opresión sistemática de los palestinos.

Los recientes actos de provocación no sentaron bien a las autoridades israelíes, que durante mucho tiempo han sido motivo de preocupación en la comunidad de derechos humanos por sus ataques a todo tipo de protestas pacíficas palestinas.

El 8 de octubre, las autoridades israelíes impusieron un confinamiento de seis días en el campo de Shufat. Ahí viven aproximadamente 100 000 refugiados palestinos que fueron desarraigados por la fuerza de sus hogares y tierras nativas en la Palestina histórica en 1948 para la creación de Israel, y desde entonces el campamento ha estado aislado del resto de Jerusalén por el muro de separación israelí, lo que lo convierte en una gran prisión donde Israel controla todos los puntos de entrada y salida. Durante el reciente confinamiento militar, a los ocupante del campo se les negó la posibilidad de salir, ir a trabajar, visitar a un médico o acceder a suministros y servicios básicos.

Ante este castigo colectivo que se impuso en el campamento durante la persecución para capturar a Tamimi, los ocupantes del campamento lanzaron una campaña de desobediencia civil.

En una obsesión por el “castigo” colectivo y la venganza, la ocupación asedia a 150 000 palestinos en busca del autor de la operación de Shufat. Cisjordania ha declarado una huelga general para mañana [12 de octubre], y los habitantes del campo de Shufat han declarado la desobediencia civil con continuos enfrentamientos. Cisjordania es una bomba de tiempo que estallará en la cara de la ocupación y de las fuerzas de seguridad que la hacen posible.

Las protestas cobraron fuerza en Cisjordania y en la Jerusalén Oriental ocupada, donde hubo una huelga comercial general. Fue una respuesta a un llamado a la huelga emitido por Areen al-Usud (“Guarida del León”), grupo rebelde armado formado por jóvenes de diversos orígenes políticos de reciente creación en la ciudad de Nablus tras la muerte de Ibrahim al-Nabulsi, de 19 años, otro joven reconocido como héroe local. El grupo ha liderado la resistencia contra los ataques del Ejército israelí en el campo de refugiados de Jenin y en la ciudad de Nablus.

Hace poco, Nablus ha sido escenario de violentos ataques por parte de colonos protegidos por el Ejército israelí, y está sometida a un confinamiento similar al impuesto en Shufat desde el 11 de octubre. Aunque las autoridades israelíes suavizaron las restricciones en el campo de refugiados de Shufat el 13 de octubre, siguen vigentes en Nablus.

Los jóvenes palestinos que se afeitan la cabeza ahora deben pagar multas de 500 séqueles (poco más de 140 dólares estadounidenses) y de continuas provocaciones por parte del Ejército israelí. Al menos 15 jóvenes han perdido su empleo como consecuencia de su nuevo peinado.

Mientras tanto, la persecución de Uday Tamimi llegó a su fin el 19 de octubre, tras un nuevo atentado contra los guardias israelíes en el asentamiento ilegal de Ma'ale Adumim, al este de la Jerusalén ocupada. Al enterarse de su muerte, cientos de habitantes de Shufat salieron a la calle para rendirle homenaje y aclamarlo como un héroe.

Frente a la casa del luchador mártir Uday Tamimi en el campamento de Shufat.

Nueva ola de resistencia palestina

En los últimos meses, las tensiones en Cisjordania han aumentado por un ciclo de operaciones militares israelíes, colonos armados que aterrorizan impunemente a los palestinos nativos y un aumento de la resistencia armada palestina. Este ciclo de violencia forma parte de la campaña de operaciones militares “Break the Wave” (Rompe la ola) de Israel contra la resistencia armada palestina, que ha experimentado un resurgimiento en Cisjordania tras un punto de inflexión en la movilización palestina desde mayo de 2021.

En aquel momento, los palestinos de Cisjordania y Gaza y los palestinos de Israel se unieron para protestar por el desplazamiento de los habitantes del barrio de Sheikh Jarrah, en el este de Jerusalén, y por los ataques a los fieles de la mezquita de Al Aqsa. Rápidamente se convirtió en un ataque israelí de 11 días contra la asediada Franja de Gaza, en el que murieron más de 260 palestinos, incluidos 66 niños.

Sin embargo, la solidaridad unificada tras lo sucedido dio nueva vida a la resistencia armada en Cisjordania.

Desde principios de 2022, las fuerzas israelíes han matado al menos a 156 palestinos en Cisjordania y la Franja de Gaza ocupadas, incluidos 51 gazatíes en agosto, durante el asalto israelí de tres días a la Franja, en lo que UNICEF describió como el “año más mortífero desde 2006“.

Una nueva generación que está cada vez más desesperada por la brutal realidad del apartheid israelí es la que lidera ahora la lucha. Mientras los palestinos de los territorios ocupados siguen expresando su simpatía y preocupación por los jóvenes que están en la vanguardia del movimiento de resistencia, esta creciente solidaridad contribuye a unir comunidades ideológica y físicamente fragmentadas.

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