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Ahora que entramos en la era del Twitter de Elon Musk, ¿es hora de que busquemos alternativas para los espacios civiles?

Categorías: África Subsahariana, Nigeria, Activismo digital, Libertad de expresión, Medios ciudadanos, Periodismo y medios, Tecnología, The Bridge, GV Advox

Fuente de la imagen: Celtikipooh. [1] Atribución-NoDerivs 2.0 Genérica (CC BY-ND 2.0) [2].

Ya no es noticia que el hombre más rico del mundo, Elon Musk, haya completado la adquisición de Twitter [3] y haya empezado a hacer muchos cambios [4] en la forma de gestionar la plataforma.  Quizá el cambio más comentado sea la introducción de cuotas mensuales de 8 dólares [5] para las cuentas verificadas. La empresa ha despedido a muchos empleados [6], incluidos altos ejecutivos. Justo cuando escribía este artículo, surgió la noticia de que todo el equipo de derechos humanos había sido despedido [7]. Aunque muchos de estos cambios están suscitando debates en el ámbito de la tecnología, la pregunta que me viene a la cabeza una y otra vez es: ¿en qué situación nos dejan los recientes cambios en Twitter a los demás?

Considero que somos los demás quienes hacemos un trabajo muy crítico en torno a la gestión, la democracia, los derechos humanos y la justicia social, y que hemos dejado de depender únicamente de las plataformas de medios de comunicación heredadas, muy reguladas, para difundir nuestro trabajo o llegar a nuestro público, incluidos todos los que han encontrado una voz y un público gracias a Twitter y otras plataformas de medios sociales similares.

Twitter da un sentido de comunidad a la gente de distintas maneras; muchas comunidades marginadas encontraron un espacio seguro para movilizarse y existir [8]. Los ciudadanos y miembros de la sociedad civil en sociedades reprimidas encontraron en Twitter una plataforma útil para articular sus problemas y hacer que sus líderes rindan cuentas [9]. El propio Musk describió [10] Twitter como la plaza pública digital. En pocas palabras, la relevancia de Twitter ha ido más allá de someterla a la definición de una persona. Su esencia ha crecido más allá de la guerra ideológica de Estados Unidos entre liberales y conservadores, personificada en las contiendas políticas entre demócratas y republicanos. El resto del mundo se ha convertido en una parte importante en la forma de gobernar la plataforma.

En los últimos años, Twitter ha sido muy criticado [11], y con razón, por hacer muy poco para luchar contra la desinformación, la tergiversación y otros daños que abundan en la plataforma. En África, muchos críticos creen que los esfuerzos de la plataforma en este sentido apenas se notan durante las elecciones [12] y en otras ocasiones en las que suelen aumentar los casos de desinformación y daño en línea. Otra cuestión que ha surgido con fuerza es la falta de visibilidad de Twitter en el continente africano: hace poco que abrió su primera oficina en África, pero la mayor parte del personal ya fue despedido. Algunos han llegado a afirmar que la plataforma ha apostado, de la boca para afuera, por la inclusividad en la composición de sus equipos, con el argumento de que la falta de comprensión del contexto local ha afectado gravemente a los esfuerzos de moderación de contenidos [13] desde una perspectiva no occidental.

En el momento en que Musk mostró interés en comprar Twitter, surgieron debates sobre lo que eso significaría en términos prácticos para temas de actualidad como la libertad de expresión [14]. Twitter significa cosas diferentes para cada persona. Para algunos, es solo una plataforma para relacionarse con amigos y compartir bromas; otros la utilizan para promocionar sus negocios. Para los inversionistas, es un negocio. Para algunos, es una plataforma de difusión y acceso a la información, mientras que para quienes trabajamos en promover derechos digitales, es una plataforma en la que prospera mejor la democratización de la información. 

La operación de Twitter fue una transacción comercial tanto para el comprador como para el vendedor [15]. Ninguno de los temas de conversación sobre la preservación de Twitter como plataforma para la libertad de expresión o su capacidad para fortalecer la democracia estuvieron en primera línea de las negociaciones que condujeron a la venta final.

Aunque Musk dijo que compraba la plataforma para salvaguardar la libertad de expresión [16], no tardó en quedar claro que siempre iba a enfocar las cosas desde un punto de vista empresarial [17]. Musk cree que ha pagado de más por Twitter [18] y está ansioso por recuperar ese dinero, además de que tiene que devolver el préstamo de casi 13 000 millones de dólares [19] que pidió para completar la compra. Aunque es posible que la compra no estuviese motivada por la ideología, la decisión de comprar Twitter definitivamente tiene implicaciones ideológicas. La perspectiva empresarial y las inclinaciones ideológicas de Elon Musk nos afectarán de manera significativa.

No solo tendremos que lidiar con la realidad de una cuota mensual de ocho dólares para mantener nuestras insignias verificadas y las de nuestras empresas; tendremos que lidiar con la reducción del esfuerzo para eliminar el contenido dañino con rapidez o luchar contra la desinformación y la tergiversación por los recientes despidos y los que vendrán; tendremos que vivir en la realidad de un Twitter sin un equipo real de derechos humanos. Demasiado para una plataforma supuestamente comprada para garantizar la libertad de expresión.

Resulta que también, desde un punto de vista ideológico, será difícil separar la ideología de Musk de la forma o dirección que tomará Twitter en los próximos años. Twitter, tal y como lo conocemos hoy, fue configurado en gran medida por la inclinación ideológica de izquierda [20] de Jack Dorsey. Las recientes elecciones políticas [21] de Musk, de escoger a los republicanos en lugar de los demócratas en vísperas de las elecciones de medio mandato en Estados Unidos, no se alinearon con sus pretensiones de neutralidad [22]. Hay una razón por la que la derecha se entusiasmó con que Musk comprara Twitter [23]. La plataforma va a reflejar definitivamente un cambio ideológico en un futuro no muy lejano. Esta no es una opinión, buena o mala; es simplemente decir las cosas como son.

Es preocupante que las medidas tomadas por Musk hasta ahora sugieran que los principales problemas para el resto –seguridad, desinformación, manipulación de los votantes, daño en línea, etc.– no son prioridades para Twitter en este momento. Ha despedido a muchos de los mejores profesionales de su equipo y ha echado a ¡todo el equipo de derechos humanos! La oficina de África perdió a casi todo su personal [24] en un momento en que al menos diez países africanos se preparan para las elecciones generales de 2023. En un estudio [25] reciente, la Fundación Mozilla calificó como muy bajo el rendimiento de las principales plataformas de medios sociales, incluido Twitter, en su análisis de las elecciones generales en Kenia. El informe destaca que el etiquetado de contenidos no consiguió frenar la desinformación, ya que la publicidad política sirvió para ampliar la propaganda. Esto exige que las plataformas hagan más, no menos.

De cara al futuro, debemos retomar el debate sobre el enorme poder que hemos concedido a las plataformas de redes sociales [26] y la excesiva dependencia de Twitter de quienes trabajan en el ámbito de la justicia social, la administración, los derechos humanos y la democracia. Los demás tendremos que determinar si nos adaptamos al nuevo emperador o abandonamos la plataforma que hemos adoptado a lo largo de los años. ¿Quizás deberíamos buscar una alternativa a Twitter? Afortunadamente, estas no son las únicas opciones que tenemos sobre la mesa, también podemos optar por seguir empujando y participando para ayudar a dar forma al nuevo Twitter. Puede que merezca la pena. Musk accedió a restaurar algunas herramientas de moderación de contenidos [27] que habían sido deshabilitadas tras preocupaciones planteadas por líderes de grupos civiles. Los demás debemos movilizarnos, exponer nuestros problemas y hacer partícipe a la nueva dirección de Twitter antes de considerar otras opciones.