Es el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, pero en Trinidad y Tobago «siguen existiendo barreras»

Laura Pierre-Escayg y Francis Escayg con su familia. La pareja fundó la organización sin fines de lucro Cause An Effect, cuyo objetivo es mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad en Trinidad y Tobago. Foto de Rashmi Mathur – People of Trinidad & Tobago, cortesía de los Escayg, usada con autorización.

Este artículo ha sido escrito por Cause An Effect, organización no gubernamental dedicada a la inclusión y protección de las personas con discapacidad, y a la creación de comunidades sostenibles de vida y trabajo asistidos en las que las personas con discapacidad moderada o grave puedan contribuir de forma productiva a la sociedad y sentirse realizadas.

El tema del Día Internacional de las Personas con Discapacidad 2022, que se celebra anualmente el 3 de diciembre, es «Soluciones transformadoras para un desarrollo inclusivo: el papel de la innovación para impulsar un mundo accesible y equitativo», pero para las familias de personas con discapacidad y quienes viven con discapacidad en Trinidad y Tobago no hay mucho que celebrar.

Casi no pasa un día sin que se nos recuerde nuestra posición de desventaja en la sociedad, nuestro nivel cero, nuestra posición de tótem, desde el acceso a la intervención temprana, las evaluaciones y las terapias, hasta la educación y todo lo demás a lo largo de la trayectoria vital.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que el 15 % de la población mundial vive con discapacidades, y esta cifra va en aumento debido al crecimiento demográfico, los avances médicos y el proceso de envejecimiento. Las personas con discapacidad constituyen la minoría más numerosa del mundo. En Trinidad y Tobago, serían aproximadamente 210 000 las personas que viven con algún tipo de discapacidad.

Aunque Trinidad y Tobago ha firmado varios tratados internacionales, incluida la Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad en 2014, todavía no hemos avanzado enérgicamente para satisfacer las necesidades cambiantes de quienes viven con discapacidades.

Siguen existiendo barreras sociales.

La ausencia de un marco legislativo que promueva y proteja los intereses de personas con discapacidad y sus familias crea un apartheid ocupacional. Sin forma de reparación disponible, la capacidad de maximizar el potencial humano se ve comprometida desde el nacimiento, y continúa en una trayectoria descendente a lo largo de toda la vida, a menos que los padres que disponen de medios económicos puedan acceder de forma privada a cada servicio necesario, que actúa como un puente que conduce a una trayectoria vital más positiva para su hijo.

Entre los impedimentos al progreso figuran el acceso a la intervención temprana y a los servicios de salud relacionados con la discapacidad, los servicios de educación especial, las oportunidades de empleo, la vivienda, los servicios de transporte y la atención a largo plazo de los más vulnerables de nuestra sociedad.

Parafraseando a Nicolás Maquiavelo, hay tres tipos de personas en el mundo: quienes lo entienden, quienes lo entienden cuando se lo explicas y quienes no lo entienden. Creemos que hay un puente gris que conecta las tres categorías; llamémoslo el Puente de la Atención. Sí, pues. No es sexy. Llevamos nueve años intentando que la discapacidad sea sexy, pero parece que el estigma de «menos que», «esos pobres» o la exclamación pacifista de «eso es cosa de Dios» están profundamente arraigados en la psique humana, ya que la mayoría de la gente –aunque lo entienda, o lo entienda cuando se lo explicas– sigue sin preocuparse lo suficiente por incluir a las personas con discapacidades visibles e invisibles en esta sociedad en rápida evolución en la que vivimos.

Los esfuerzos de lady Thelma Hochoy y [la trabajadora social estadounidense] Rose Miles para construir el Hogar Lady Hochoy para niños y personas con discapacidad en 1961, fue una intervención histórica para sacar a los niños con discapacidad intelectual de su anterior alojamiento a un espacio más apropiado y enriquecedor. En Trinidad y Tobago, antes de 1961, los niños discapacitados se alojaban junto a adultos indigentes, a veces enfermos mentales, en lo que hoy se conoce como el Complejo Médico St. James, en las afueras de Puerto España..

Ahora, 61 años después, incluso ante la evolución de la medicina y la ciencia, y especialmente a la luz de nuevos y mejores enfoques para tratar a las personas con discapacidad intelectual y discapacidades invisibles, Trinidad y Tobago parece empeñada en mantener su enfoque ad hoc de la discapacidad, enfoque que no garantiza la plena integración y participación en la sociedad de las personas que viven con discapacidades.

Nuestra comunidad no necesita perogrulladas y reconocimientos vacíos en un día específico. No necesitamos burócratas y tecnócratas claramente desconectados de nuestras experiencias vitales que nos dicten lo que van a poner en marcha para las personas que viven con discapacidades. Lo que necesitamos desesperadamente es una dirigencia que se preocupe y comprenda que la calidad de vida que  tienen las personas en una sociedad depende de cómo se trate a sus más vulnerables.

Inicia la conversación

Autores, por favor Conectarse »

Guías

  • Por favor, trata a los demás con respeto. No se aprobarán los comentarios que contengan ofensas, groserías y ataque personales.