Rusia dirige una guerra de información en Latinoamérica

Ilustración de Global Voices

Siempre que se han producido enfrentamientos entre Rusia y Estados Unidos, Rusia ha querido acercarse a los vecinos de Estados Unidos en Latinoamérica. Y a pesar de que Rusia no tiene el poder económico para aumentar su influencia en la región, sus canales de información se han estado expandiendo a gran velocidad y con eficacia.

De acuerdo con nuestra investigación, que se llevó a cabo en la Universidad de Vilnius (Lituania) durante el primer semestre de 2022, Russia Today (RT) Español, Sputnik Mundo, las redes de misiones diplomáticas y aliados políticos de Rusia, académicos, influenciadores y usuarios falsos contribuyen ampliamente en cómo Latinoamérica percibe la política global.

El Gobierno ruso fundó RT Español en 2009 y actualmente está prohibido en el continente europeo, sin embargo, es una de las fuentes de noticias más populares en Latinoamérica. Su página de Facebook tiene más de 18 millones de seguidores, casi cinco veces más que su contraparte en inglés. Los medios occidentales se quedan atrás en comparación con RT Español; CNN tiene alrededor de 15 millones de seguidores, la BBC unos siete millones y Deutsche Welle, tres millones.

Las cuentas de Twitter de RT y Sputnik, que actualmente están suspendidas, no tienen muchos seguidores, aun así hay usuarios y troles que difunden su contenido. Otras cuentas, como la cuenta de habla hispana Donbass Media, creada en febrero de 2022, y administrada por el Comité Español de Ayuda y Apoyo al Dombás con el fin de “cubrir la situación en el Dombás”, ha estado reportando sobre presuntos crímenes ucranianos contra la población civil y las actividades humanitarias de las tropas de la Federación Rusa. Dombás Media, que presuntamente la administran voluntarios, ha publicado más de 800 tuits y tiene más de 33 000 seguidores. No obstante, no se sabe cuántos de esos seguidores son reales, ya que el número de personas que interactúa con su contenido es muy bajo.

Dado que los países occidentales han bloqueado los medios rusos, la red de oficinas de representación rusa ha adquirido especial importancia en esta guerra de información. Las embajadas publican información de RT, ofrecen material original o difunden información de otras embajadas. Tienen una gran red de seguidores. Por ejemplo, la Embajada de Rusia en México tiene alrededor de 62 000 seguidores. La información que generan las misiones diplomáticas se difunde ampliamente. Como ejemplo, la noticias de que la guerra en Ucrania había comenzado mucho antes del 24 de febrero, dando a entender que Rusia no había comenzado la guerra y que nacionalistas ucranianos habían quemado a 48 personas en Odessa en 2014, quedando impune, se ha compartido más de 4000 veces y ha sido marcado como “Me gusta” alrededor de 7000 veces.

De igual forma, hay un gran flujo de actividad que proviene de cuentas falsas. Por ejemplo, una cuenta de YouTube con el nombre de Ricardo Meruano, que usa la foto del famoso comediante chileno Ricardo Meruane y que solo subía videos musicales esporádicamente, apareció en abril de 2022 transmitiendo información rusa sobre Ucrania.

“Culpemos a todos menos a Rusia”

Todas estas fuentes de información publican contenido que crean o publican declaraciones oficiales de políticos rusos. Y aunque los mensajes son muchos, es posible identificar las narrativas generales que Rusia quiere infundir en las sociedades latinoamericanas: culpa occidental, culpa ucraniana, denuncias de rusofobia e hipocresía occidental. Son elementos complementarios que crean desconfianza en Ucrania y sus aliados, y presentan a Rusia como la verdadera víctima de Occidente.

Para justificar su «operación especial» contra Ucrania, Rusia empleó la narrativa de la «culpa occidental», que hacía hincapié en temas como la «agresiva expansión de la OTAN», el «imperialismo occidental» y el hecho de que Ucrania fuera una «marioneta de Occidente». La expansión de la OTAN fue una de las primeras justificaciones para la intervención militar. Por otra parte, un mes antes de la invasión, uno de los programas de sátira política en español más populares de RT había estado promoviendo activamente las «líneas rojas» de Rusia.

A inicios de la guerra, la Embajada de Rusia en México publicó un mensaje de Sergey Lavrov, ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, que expresaba que Rusia había intentado negociar con Occidente, pero que solo había recibido “mentiras y engaños”. Cuando se desató la guerra, muchas embajadas rusas en Latinoamérica publicaban mensajes con frecuencia, en su mayoría de Lavrov, en los que se indicaba que el propósito de la guerra era de evitar que Occidente (o Estados Unidos) creara un mundo unipolar o de detener la hegemonía estadounidense.

Otro elemento histórico que los medios rusos usaban con frecuencia era la imagen nazi. Es común que se acuse a Occidente, tanto en cuentas diplomáticas oficiales como en videos de TikTok, de apoyar a movimientos nazis y ultranacionalistas que se han infiltrado en las políticas y fuerzas armadas ucranianas, así como también de financiar militares o de armas químicas, y de trabajar con nacionalistas ucranianos con el fin de convertir el país en una plataforma para combatir a Rusia. La narrativa de “Occidente culpable” se entrelaza con otra para culpar a Ucrania de la guerra.

Restringir canales rusos es “rusofobia”

La «rusofobia histórica» ha sido un tema recurrente desde que los países occidentales comenzaron a prohibir los medios de comunicación rusos en un esfuerzo por combatir la desinformación. Las misiones diplomáticas rusas, así como medios de noticias y troles que reciben financiación rusa, han estado difundiendo mensajes sobre la persecución de ciudadanos rusos fuera de Rusia y la destrucción de la cultura rusa. Asimismo, afirman que la prohibición de los medios rusos priva a la población occidental de escuchar la versión rusa de los hechos.

Inna Afinogenova, exsubdirectora de RT Español y presentadora de un programa satírico en Latinoamérica, es un ejemplo interesante de la propagación de esta narrativa. Tan pronto como comenzó la guerra, condenó las restricciones contra RT y otros medios rusos. Luego desapareció y volvió a aparecer después de un mes de silencio con su propio canal de YouTube. Desde España, dijo que no apoyaba ninguna guerra y es por eso que dejó RT y Rusia. A su vez, instó a no creer que Ucrania era una víctima inocente y dijo que no podía confirmar si RT estaba publicando propaganda, pero aseguró que todos los medios occidentales difunden propaganda.

La última narrativa notable es la “hipocresía occidental”, que se relaciona con el “whataboutism”. La mera mención de Ucrania resalta las intervenciones occidentales, en particular las guerras en Iraq y Afganistán, y la respuesta de Europa ante la crisis de refugiados. Sin embargo, estos argumentos no se presentan para ayudar a entender los conflictos, sino para poner a Estados Unidos como el conquistador del mundo y a las acciones de Rusia como resistencia a su hegemonía.

El ejemplo de los bombardeos de la OTAN contra Yugoslavia, popularizada por el cineasta serbio Emir Kusturica, también es algo frecuente. Kusturica sostiene que el conflicto actual es básicamente una consecuencia de los bombardeos de la OTAN contra Yugoslavia en 1999. Para él, la idea tiene su origen en la postura del Kremlin, que los bombardeos de la OTAN contra Serbia es el pecado original de Occidente y la humillación que Rusia debe vengar. Esta historia se agravó aún más cuando las embajadas de Rusia en Latinoamérica publicaron una historia de una periodista que sobrevivió a los bombardeos y que comparaba su experiencia con la de la gente del Dombás.

Las narrativas de Rusia hacen resonar los dolores de Latinoamérica. Las relaciones tensas con Estados Unidos, los intentos por abandonar su sombra y el deseo de construir un sistema internacional en el que se limite las funciones de Estados Unidos y otras antiguas potencias coloniales los lleva a buscar alternativas. Cuando se trata de Latinoamérica, Rusia suele suavizar su tono imperialista, a resaltar la hipocresía de las potencias occidentales y de recordar los momentos más oscuros de su relación con Estados Unidos. De este modo, Rusia manipula la opinión pública de Latinoamérica a su favor.

La investigación la llevó a cabo en junio de 2022 los doctores Ieva Giedraitytė y Benas Butrimas en el Instituto de Relaciones Internacionales y Ciencias Políticas de la Universidad de Vilnius (Lituania). Es posible que desde entonces los datos cuantitativos hayan cambiado.

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