Cómo afectan los incendios en la Amazonia a la periferia de São Paulo

Fuego entre los estados de Amazonas, Acre y Rondônia, en el norte de Brasil | Foto: Bruno Kelly/Greenpeace/Usado con autorización

Este texto es de Cleberson Santos y se publicó originalmente el 29 de septiembre de 2022, en el sitio de Agência Mural. Se reproduce aquí con ediciones en virtud de una asociación con Global Voices.

El 19 de agosto de 2019, a eso de las 15:30 horas, el «día se volvió noche» en São Paulo, el cielo quedó escuro como en un día de tempestad. La oscuridad la causaron el humo y el hollín llevadas por el viento desde las queimadas en la Amazonia, al norte de Brasil.

Tal vez esa haya sido la señal más visible para los paulistanos de la gravedad del fuego en la mayor selva tropical del mundo. Sin embargo, las consecuencias están presentes en la vida diaria de la ciudad, sobre todo para quien vive en las regiones periféricas.

Las consecuencias van desde la incidencia de las inundaciones durante las lluvias de verano hasta el aumento de las facturas de agua y electricidad.

La Agencia Wall fue invitada por Greenpeace Brasil, y fue hasta Porto Velho, capital de Rondônia, en el norte del país, a casi 3000 kilómetros de São Paulo, para sobrevolar una zona de incendios y deforestación en la Amazonia.

Además de ver cómo se produce la destrucción de los bosques, el viaje de 2.30 horas nos permitió comprender cómo repercute en el clima y la economía del sudeste del país, y cómo llega a los hogares de quienes viven en zonas con menos infraestructuras.

Selva devastada

Para el informe se sobrevoló una zona situada entre Porto Velho y el municipio de Lábrea, a unos 400 kilómetros. Lábrea es uno de los municipios con las zonas verdes más devastadas de los 32 que forman la llamada Amacro (acrónimo de los estados de Amazonas, Acre y Rondonia), también conocida como «Zona de Desarrollo Sostenible Abunã-Madeira».

Poco después de despegar de Porto Velho, ya era posible encontrar zonas con incendios activos. Incluso con la ventanilla del avión cerrada, el olor a humo se podía sentir dentro de la cabina.

Otro incendio forestal en la región comprendida entre los estados de Amazonas, Acre y Rondônia, norte de Brasil | Foto: Bruno Kelly/Greenpeace/Usada con autorización.

En agosto, expertos en meteorología declararon al portal G1 que la calidad del aire en Porto Velho en agosto de 2002, cuando se hizo la encuesta, equivalía a fumar cien cigarrillos al día.

El 14 de septiembre, cuando Mural estuvo allí, el tiempo era caluroso y sofocante. Incluso con una gran zona verde, el calor en la ciudad se asemejaba a las llamadas «islas de calor«, comunes en regiones como la Avenida Paulista, en el centro de São Paulo.

En este tipo de fenómeno, el asfalto y los edificios impiden la circulación y absorción del aire, lo que hace que el calor se concentre más. En el caso de Porto Velho, la sensación térmica es consecuencia directa de los incendios.

El sobrevuelo mostró los límites que «respetan» los «grileiros». La extensa devastación, formada por zonas denominadas oficialmente tierras públicas, terminaba exactamente donde empezaban las zonas de preservación o territorios indígenas.

El comercio ilegal de madera es una de las causas de la deforestación en la región amazónica brasileña | Foto: Bruno Kelly/Greenpeace/Usada con autorización

El contraste entre el parque nacional de Mapinguari, entre los estados de Rondônia y Amazonas, y las hectáreas de pastos era muy marcado. Mientras que en Mapinguari había árboles que se extendían hasta donde alcanzaba la vista en el horizonte, en las inmensas tierras circundantes solo quedaban los restos de la devastación de leñadores e incendiarios.

No lejos de ahí se podía observar a cuatro agentes de deforestación al mismo tiempo. En el mismo paisaje, se podía ver una zona de soja, otra de ganadería y otra de tala, todas rodeadas de nuevos incendios.

Una de las zonas de mayor destrucción observada durante el sobrevuelo alcanzó las 1800 hectáreas, más que el territorio de ciudades como Poá y Jandira, ambas en la región metropolitana del estado de São Paulo.

En la ciudad de Lábrea, en Amazonas, 571 kilómetros cuadrados de bosque fueron devastados en un año | Foto: Bruno Kelly/Greenpeace/Usada con autorización.

Según el Sistema Deter (Detección de Deforestación en Tiempo Real), del INPE (Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales), el municipio de Lábrea fue el campeón en deforestación entre septiembre de 2021 y agosto de 2022.

Hubo 571 kilómetros cuadrados de bosque devastado durante los 12 meses analizados. Este rastro de destrucción equivale a más de un tercio del territorio de la ciudad de São Paulo, que tiene 1521 kilómetros cuadrados.

Según el INPE, en los primeros ocho meses de 2022 se produjeron 75 592 incendios en la Amazonia, superando la cantidad registrada en todo 2021, que fue de 75 090 incendios.

Cómo afecta eso a São Paulo

Para hablar del impacto de los incendios forestales en la periferia de São Paulo es necesario comprender el fenómeno de los «ríos voladores«.

El Amazonas recibe el vapor de las aguas de la costa brasileña y lo absorbe en forma de lluvia, y mantiene así la humedad de la selva. El vapor de esta lluvia regresa a la atmósfera en dirección al océano Pacífico, pero corre hacia la región de los Andes, llegando así hacia el sudeste de Brasil.

Marcelo Laterman, portavoz de justicia y clima de Greenpeace Brasil, afirma que es como si la selva se convirtiera en un secador de pelo donde antes había una manguera. Y compara:

A Amazônia é conhecida como pulmão do mundo, quando na verdade ela é o coração. É ela quem faz esse grande bombeamento da água, como se fosse o sangue da Terra, por essas veias que são as correntes de ar.

El Amazonas es conocido como el pulmón del mundo, cuando en realidad es el corazón. Es el que bombea el agua, como si fuera la sangre de la Tierra, a través de estas venas que son las corrientes de aire.

Solo que, con las quemas, en lugar de vapor y lluvia, lo que el Amazonas aporta a la atmósfera es hollín y humo. A principios de septiembre, los habitantes de São Paulo informaron que olían a quemado en el aire, similar al episodio de Darkness de 2019.

Por un lado, la deforestación hace que estas aguas, que deberían ser absorbidas por la selva, lleguen más rápido al Sureste, lo que provoca tormentas más severas. De otro lado, la falta de lluvias en la Amazonia trae periodos de sequía y calor en São Paulo.

Las fuertes tormentas y los largos periodos de sequía son lo que los expertos en clima denominan «fenómenos extremos». En julio de 2022, São Paulo tuvo 47 días consecutivos sin lluvia, el peor registro para el mes en 89 años.

La consecuencia más conocida de la falta de lluvia es el vaciado de los embalses, problema crónico en la ciudad que repercute en la factura eléctrica. Al fin y al cabo, si no hay agua para las presas, tampoco hay para las centrales hidroeléctricas. Con las centrales eléctricas en niveles mínimos, el país debe buscar otras fuentes de energía.

Según el Balance Energético Nacional, elaborado por la EPE (Empresa de Investigación Energética), el suministro a través de centrales hidroeléctricas cayó un 4 % de 2020 a 2021, mientras que el uso de fuentes no renovables (como carbón, gas natural y petróleo) subió un 6,7 % en el mismo periodo.

Vista del vuelo sobre una zona de quema y deforestación en el Amazonas | Foto: Bruno Kelly/Greenpeace/Usada con autorización.

Además de liberar más contaminantes a la atmósfera, las centrales termoeléctricas tienen un costo más elevado que las hidroeléctricas y son responsables de la llamada «bandera roja» en las facturas de electricidad.

Esta tarifa adicional se activa cuando las condiciones de acceso a los recursos hídricos son desfavorables y representa un aumento de hasta 9,79 reales (unos 1,84 dólares) por cada 100 kW/h.

Una encuesta realizada por IPEC en 2021 reveló que los gastos con energía eléctrica y gas consumen la mitad de los ingresos del 46 % de los brasileños, y que el 22 % afirma dejar de consumir algunos alimentos para poder pagar la factura eléctrica.

Según la campaña Peso de la Luz, realizada por Abrace (Asociación de Grandes Consumidores Industriales de Energía y Consumidores Libres), el 48 % del importe cobrado por un litro de leche corresponde a costos energéticos. En el caso de la carne, esta proporción es del 34 %.

Según la FAO (Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), el sector agrícola es responsable del 70 % del consumo de agua del planeta, mientras que el uso doméstico corresponde al 8 %.

Quebradas como parte de la solución

Aunque son víctimas de esta situación, los habitantes de las regiones periféricas pueden ser protagonistas en la minimización del impacto de la crisis climática, a través de las llamadas «medidas de mitigación y adaptación», que van desde el fomento de la agricultura familiar hasta el trabajo de las cooperativas solares.

Laterman dice:

As periferias já têm iniciativas e coletivos falando da questão da justiça climática, usando esse tema como ponto de entrada na luta por moradia digna, pedindo um plano de adaptação climática.

A justiça climática é uma forma de se pedir por políticas públicas que vão na linha dos direitos básicos e fundamentais, que são moradia, saneamento e acesso à água.

Las periferias ya tienen iniciativas y colectivos que hablan de la cuestión de la justicia climática, usan este tema como punto de entrada en la lucha por una vivienda digna, piden un plan de adaptación climática.

La justicia climática es una forma de reclamar políticas públicas acordes con los derechos básicos y fundamentales, que son la vivienda, el saneamiento y el acceso al agua.

Cita como ejemplo el trabajo de la Agencia Solano Trindade, en Campo Limpo, São Paulo. Una de las principales labores de la empresa cultural es ofrecer alimentos ecológicos a los habitantes de la región:

A agroecologia parece ser uma coisa hype, mas não, é produção no quintal. A gente quer comida para comer, então vamos produzir localmente. A revolução está nessa ideia de repensar o modo de produção e consumo, e o embrião, o conhecimento, a ancestralidade para isso é original das periferias.

Parece que la agroecología se ha puesto de moda, pero no, es producción de patio trasero. Queremos alimentos para comer, así que produzcamos localmente. La revolución está en esta idea de repensar el modo de producción y consumo, y el embrión, el conocimiento, la ascendencia para esto es original de las periferias.

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