Romper con la dicotomía «trauma/resiliencia» en la salud mental: Entrevista con Lamia Moghnieh

Lamia Moghnieh habla en Disruption Network Lab, captura de video del canal de YouTube.

El discurso actual sobre la salud mental sigue muy dominado por los conceptos y la terminología occidentales. ¿Ofrece el preparacionismo nuevas vías para analizar y lidiar con la salud mental?

Global Voices conversó con Lamia Moghnieh, psicóloga, trabajadora social y antropóloga libanesa para analizar y deconstruir los elementos del discurso hegemónico sobre la salud mental. La entrevista tuvo lugar en Berlín a fines de noviembre de 2022, durante la conferencia de Disruption Network Lab llamada Locura: Luchando por la justicia en salud mental. Ambas organizaciones se asocian con regularidad en eventos que abordan temas globales sobre derechos humanos, libertad de expresión y justicia social. 

Una de las dicotomías más comunes del discurso dominante sobre la salud mental es la oposición entre trauma y resiliencia, idea que Moghnieh considera demasiado reduccionista y que debe ser revisada, según lo explica aquí:

Trauma has become the global term for understanding suffering, particularly in humanitarianism where it has been fully incorporated, starting from the 1970s in the context of violence and conflicts in Europe and other places. In this narrative, trauma has become this universal and expected way for us to experience suffering. It is understood as what ruptures our everyday life and the world as we know it. Violence is thus understood through trauma. Tellingly, trauma, as well as resilience, are two terms that historically come from military research on building better soldiers.

Trauma se ha convertido en el término general para entender el sufrimiento, particularmente en el humanitarianismo, donde se lo incorporó por completo a partir de la década de 1970, dentro del contexto de violencia y conflictos en Europa y otras regiones. Según esta narrativa, el trauma se ha vuelto en nuestra forma universal y esperada de experimentar el sufrimiento. Se entiende como aquello que nos perturba la vida cotidiana y el mundo tal como lo conocemos; así, la violencia se entiende desde la perspectiva del trauma. Resulta revelador que tanto trauma como resiliencia sean dos términos que históricamente se han usado en investigaciones militares para crear mejores soldados.

Moghnieh señala que un binarismo tan simplista excluye otras formas de sufrimiento:

When used in humanitarianism to understand the bodies of refugees or asylum seekers, the trauma/resilience binary reduces suffering to these two categories. Yet suffering is much more complicated than that. There is thus no accounting for the experience of everyday’s violence. For example in the case of Lebanon and its many wars, people often live in the expectation that war can restart at any point: That is not traumatic in the sense that it ruptures daily life, but it still creates a lot of suffering. So the question is, how do we imagine what is neither trauma nor resilience?

Cuando se usa en la labor humanitaria para explicar el estado físico y emocional de las personas refugiadas o solicitantes de asilo, la dicotomía trauma/resiliencia reduce el sufrimiento a estas dos categorías, pero el sufrimiento es mucho más complicado, y no existe una explicación para la experiencia cotidiana de violencia. Por ejemplo, en el caso del Líbano y sus numerosas guerras, la gente vive con la expectativa de que la guerra vuelva en cualquier momento. Eso no es traumático en el sentido de que perturba la vida cotidiana, pero aun así genera mucho sufrimiento. Entonces, la pregunta sería, ¿cómo imaginamos algo que no encaja en el trauma ni en la resiliencia?

Líbano es un país que ha sufrido guerras civiles, intervenciones extranjeras y emigraciones masivas de personas refugiadas desde 1975, y que atraviesa una enorme crisis económica tras la explosión en el puerto de Beirut en agosto de 2020 que dejó a 300 000 personas sin hogar en un instante. Global Voices preguntó a Moghnieh cómo se reconocía esta experiencia de la guerra y sus consecuencias dentro de la sociedad libanesa:

I see a lot of transformations in the political discourse on mental health. First of all, Lebanon is a country of mixed cultures, with an Ottoman period, and rich exchanges with European and American experiences, whether by ways of missionaries, or French colonialism that shape our own discourse. Lebanon is the home of the oldest asylum hospital, the Lebanon Hospital for mental and nervous disorders that was founded in early 20th century by Quaker missionaries, where I have conducted a lot of my archival research.

I also observe a generational change: people my age who experienced the [1975–1990] Civil War wouldn't go and see a psychologist. But my students at the American University of Beirut, who were born after the war, talk about their diagnosis, and use psychotherapeutic language. French and American psychiatry and psychology are very much present in their lives, but it is important to note that today, they also become inaccessible for many given how expensive they have become.

I should also mention Mediterranean traditional herbal medicine, which my family and I use and rely on for different illnesses, along with acupuncture. So we have a mixture of different healing practices.

Estoy observando muchas transformaciones en el discurso político sobre la salud mental. En primer lugar, el Líbano es un país de culturas diversas, con un período otomano y ricos intercambios de experiencias con Europa y América, ya sea a través de grupos misioneros o del colonialismo francés que dio forma a nuestro discurso. El Líbano alberga el hospital de salud mental más antiguo, el Hospital del Líbano para trastornos mentales y nerviosos, que fue fundado a comienzos del siglo xx por un grupo misionero cuáquero, y donde he llevado a cabo muchas de mis investigaciones documentales.

También observo un cambio generacional: la gente de mi edad que vivió la Guerra Civil [1975–1990] no fueron a terapia psicológica, pero mis estudiantes de la Universidad Americana de Beirut, que nacieron luego de la guerra, hablan de sus diagnósticos y emplean un lenguaje psicoterapéutico. La psiquiatría y la psicología francesa y estadounidense tienen fuerte presencia en sus vidas, aunque es importante destacar que, hoy en día, también se han vuelto inaccesibles para muchas personas por lo costosas que resultan.

Además, debo mencionar la medicina herbaria tradici0nal mediterránea, que mi familia y yo usamos, y en la que confiamos para tratar diversas afecciones, junto con la acupuntura. Por eso la nuestra es una mezcla de diferentes prácticas de sanación.

En su investigación sobre la experiencia del conflicto armado, Moghnieh identificó lo que define como «ausencia de trauma», lo que ilustra las limitaciones de la dicotomía trauma/resiliencia:

The first question I asked myself as a PhD student was: how come there is this distinction going back to 1982 [the year of the Israeli invasion of Lebanon] when, on one hand, there is a proliferation of PTSD cases among Israeli soldiers, civilians and nurses; and on the Lebanese side, an absence of trauma — an expression I use provocatively. PTSD is — once again — a psychiatric termthat comes mostly from the US Vietnam War, and brings the question of guilt, which, even in the most recent wars, US military pressing buttons for drone attacks say they experience. In Lebanon, «sumud» (a Palestinian concept that is partly about resilience) has been evoked to explain this trauma absence, yet it ends up essentializing people in Lebanon as the ones who do not feel anything, as they say «We don't suffer from your invasion, we just resist it.»

Lo primero que me pregunté como estudiante de doctorado fue: ¿cómo es que existe esta distinción que data de 1982 [año de la ocupación israelí en el Líbano] cuando, por un lado, se proliferan los casos de TEPT entre soldados, civiles y enfermeros israelíes; y por el lado libanés, hay una ausencia de trauma (uso la expresión a propósito)? El TEPT es, una vez más, un término psiquiátrico que proviene, principalmente, de la guerra de Estados Unidos en Vietnam, y aborda la cuestión de la culpa que, incluso en guerras más recientes, alegan sentir las personas del Ejército estadounidense que accionan los ataques de drones. En el Líbano, se ha evocado el » sumud» (concepto palestino que es, en parte, relativo a la resiliencia) para explicar esta ausencia de trauma, aunque termina caracterizando a los libaneses como quienes no sienten nada, solo porque dicen que «no sufrimos tu ocupación, la resistimos».

Esta ausencia, o quizá no legibilidad, del trauma incide en cómo las organizaciones internacionales explican la salud mental sin adaptar sus modelos a contextos no occidentales y repiten los mismos errores en sus respuestas, según señala Moghnieh:

After the 2006 July War, the World Health Organization (WHO) asked the Lebanese government to open centers for PTSD treatment, yet no one came. Psychiatrists, global and local, faced difficulties in finding traumatized people simply because trauma did not manifest in a discourse they could recognize. I personally experienced that war and remember that, what helped the most was to spend an entire night with friends making jokes about the war, about horrific things than can be horrific and also funny.

The other issue that we face as a society is the erasure of suffering and the desire to rebuild exactly the same way as things were before the 2006 war. This actually hides the violences and reinforces trauma absence.

None of that experience turns into a lesson learnt, unfortunately: Global humanitarianism still comes back with the same textbook approach, and when it incorporates alternative ways to global psychiatry, it makes sure it is never challenged by presenting projects in a community-based way whereas in fact in most cases they are not. We really need to overcome the top-down hierarchy here.

Luego de la guerra de julio de 2006, la Organización Mundial de la Salud (OMS) pidió al Gobierno libanés que abriera centros para el tratamiento del TEPT, pero nadie acudió. El personal nacional e internacional de Psiquiatría tuvo problemas para encontrar personas traumatizadas, simplemente, porque el trauma no se manifestaba en el discurso que podían reconocer. He vivido personalmente esa guerra y recuerdo que lo que más ayudaba era pasar toda la noche con amigos que hacían chistes sobre la guerra, sobre esas cosas horribles, que pueden ser tan horribles como graciosas.

Otro problema de nuestra sociedad es el borrado del sufrimiento y el deseo de reconstruirnos exactamente como éramos antes de la guerra de 2006 cuando, en realidad, eso oculta la violencia y refuerza la idea de ausencia de trauma.

Por desgracia, no aprendimos nada de la experiencia: el humanitarianismo mundial sigue recurriendo al mismo manual, y cuando incorpora formas alternativas a la Psiquiatría global, se asegura de que estas no la cuestionen con proyectos comunitarios aunque, de hecho, casi nunca lo hacen. Aquí necesitamos superar de una vez por todas la jerarquía vertical.

Si las organizaciones internacionales no incorporan el cambio en su forma de entender y responder a los problemas de salud mental, ¿pueden existir discursos alternativos reales y poderosos? Una fuente inesperada es la ciencia ficción, en especial, la obra de la escritora pionera afrofuturista Octavia Butler. Según Moghnieh:

I discovered Butler in 2015 when I was part of a feminist collective in Beirut that asked me to bring some of her books from the US. I didn't know her so read her on my flight to Beirut. Her writing helped me to see a different path towards survivalism. I was so inspired by her way to describe how we live and adapt to violence that I wrote an intimate piece about it.

I wrote: «Butler inspired my thinking on how to be flexible in, mend with, and survive from catastrophe—all of this within the temporality of the everyday—how to change and transform, rather than attend to the aftermath of events. This privileging of doing rather than suffering opens our critique to generative and material ways of reading violence and disaster. It shifts focus on the future rather than the past–present. The past becomes not just a painful and traumatizing event that requires healing, but also a place for deep communal knowledge, learning, and resources that we can use.»

As our collective called her back then, Butler is the Prophetess of our future.

Descubrí a Butler en 2015 cuando integraba una agrupación feminista en Beirut que me pidió que trajera algunos de sus libros desde Estados Unidos. No la conocía, así que la leí durante el vuelo a Beirut. Su obra me hizo ver un camino distinto al preparacionismo. Me inspiró tanto su forma de describir cómo vivimos y nos adaptamos a la violencia, que escribí un ensayo muy íntimo sobre eso.

Escribí: «Butler inspiró mi pensamiento sobre cómo ser flexible en la catástrofe, reconciliarme con eso y sobrevivirlo, todo dentro de la temporalidad cotidiana, y sobre cómo cambiar y transformar en lugar de ser espectadora de los efectos de las catástrofes. Esta forma de privilegiar el hacer sobre el sufrir abre nuestra crítica a las formas generativas y materiales de leer la violencia y los desastres, pone el foco en el futuro en lugar del pasado y presente: El pasado ya no es solo un acontecimiento doloroso y traumatizante que requiere sanación, sino también un lugar de profundos saberes, aprendizajes y recursos comunitarios que podemos usar».

Tal como la llamaba nuestra colectiva entonces, Butler es la profeta de nuestro futuro.

Aquí también puedes ver la intervención de Moghnieh en el evento de Disruption Network Lab.

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