Undertones en Pakistán: Ejército, mujeres, blasfemia

Ilustración que muestra un mapa de las inundaciones de Pakistán 2022, por Global Voices

Este artículo es parte de Undertones, boletín del Observatorio de Medios Cívicos  de Global Voices. Los investigadores reflexionan sobre los ecosistemas de medios de sus países, las historias más fuertes del año y qué podemos esperar en 2023. También empezamos esta serie con Pakistán. Cuando haces clic en una historia, podrás ver más análisis y publicaciones relacionadas. Subscríbete a Undertones.

En 2022, Pakistán vivió inundaciones históricas, la salida del primer ministro (a quien casi matan) y un aumento de la violencia religiosa.

Aumentan las historias contra el Ejército

Uno de los giros más interesantes del año fue el creciente sentir antimilitar, tendencia que se espera persista en 2023. Los más altos jefes militares de Pakistán son considerados los actores más poderosos del país, pues los generales han gobernado Pakistán la mitad de su existencia y ha moldeado su política detrás de ka cortina la otra mitad.

En abril de 2022, el primer ministro Imran Khan fue sacado del poder en un voto parlamentario de no confianza después de que salió de la línea de la dirigencia del Ejército. Khan, líder del partido Pakistan Tehreek-e-Insaf (PTI) y una figura extremadamente popular y polarizadora, ha culpado abiertamente al Ejército por su destitución y ha llevado a sus muchísimos seguidores en sus cruzada contra los militares. Los comentaristas y periodistas apolíticos también han criticado abiertamente la omnipresencia de los militares la política pakistaní. Informamos de esta tendencia sin precedentes en Pakistán en “Undertones: Etiquetas contra el Ejército adquieren rara visibilidad en Pakistán«.

Esta narrativa puede cobrar fuerza en 2023, ya que el país enfrenta elecciones generales entre julio y septiembre, afirma Ali Osman, uno de nuestros investigadores sobre Pakistán. Otra hipótesis es que Khan suavice su postura hacia los militares para recuperar su apoyo. No sería tan sorprendente, pues Khan ya ha dado marcha atrás en su dura postura contra Estados Unidos.

La narrativa más vigorosa en este sentido es «los militares de Pakistán deben dejar de inmiscuirse en la política del país«. Del mismo modo, los pakistaníes también han estado señalando la fortaleza económica de los militares en el país al afirmar que «el Ejército de Pakistán es una empresa comercial que no rinde cuentas«.

Desafíos al activismo de las mujeres

La vida de las mujeres periodistas en Pakistán es dura. En 2023 han enfrentado ataques y acoso en línea sin precedentes por parte de partidarios de Khan y funcionarios del Gobierno. Una de las acusaciones que pesa sobre ellas es que les están pagando políticos de la oposición para desprestigiar a Khan. Se dice que «las periodistas van detrás del PTI«.

«Las mujeres también han visto cómo se normalizaba el machismo en el discurso político general», afirma la investigadora Ramsha Jahangir. Los comentarios misóginos de líderes políticos ocuparon los titulares de la marcha del Día de la Mujer en Pakistán, el 8 de marzo de 2022, la llamada Marcha Aurat. Una de las principales narrativas que circularon entonces fue: «Las feministas intentan imponer los valores occidentales en Pakistán«.

«La desinformación y la batalla de narrativas son fundamentales en la lucha por los derechos de género en Pakistán», afirma Osman.

Por su parte, las mujeres activistas afirman que «las mujeres periodistas en Pakistán son injustamente atacadas y sometidas a críticas y abusos«. Se prevé que estas historias continúen en 2023, ya que el estamento militar sigue reprimiendo a periodistas y miembros de la sociedad civil.

Indignación por anacrónicas leyes de blasfemia

Desde su creación en 1947, Pakistán fue concebido como un país laico, pero hoy la mayoría de sus ciudadanos lo perciben como un Estado islámico, donde los laicos son minoría. Los principios laicistas se erosionaron por la influencia islamista ejercida a lo largo del tiempo. En particular, el dictador militar islamista general Zia-ul-Haq introdujo en la década de 1980 en el Código Penal de Pakistán las leyes sobre blasfemia más duras y controvertidas entre los países de mayoría musulmana.

«Como a estas leyes no les importan las pruebas, se han convertido en las peores herramientas de opresión. Se han cobrado muchas vidas y, además, han favorecido el auge del extremismo religioso en la sociedad paquistaní», afirma Osman. Muchos paquistaníes se han manifestado en contra de estas leyes, afirman que «las leyes contra la blasfemia en Pakistán son arbitrarias, injustas y letales» y «las turbas religiosas violentas gozan de impunidad en Pakistán«.

En 2022, se han producido más linchamientos y ejecuciones extrajudiciales en Pakistán, donde el castigo lo imponen turbas que se toman la justicia por su mano antes de ser detenidas o juzgadas. Quienes apoyan la violencia extrajudicial afirman que «la justicia popular contra los delincuentes es un acto de valentía y rectitud«.

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