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¿Cuál es el próximo paso del presidente de Eritrea, Isaias Afwerki, tras dudosa tregua?

Categorías: África Subsahariana, Eritrea, Etiopía, Somalia, Sudán, Guerra y conflicto, Medios ciudadanos
A rusting tank seen by the roadside in northern Ethiopia not far from the border with Eritrea. Its a poignant reminder of the region's still recent turbulent past,

Tanque oxidado al borde de la carretera al norte de Etiopía, cerca de la frontera con Eritrea. Es un conmovedor recordatorio del reciente pasado turbulento de la región. Fuente de imagen: gordontour [1] Reconocimiento-No comercial-Sin derivados 2.0 Genérico (CC BY-NC-ND 2.0).

Se estima que dos años de combates en Etiopía han resultado [2] en la muerte de entre 383 000 y 600 000 civiles, y entre 250 000 y 600 000 soldados. Actualmente se está llevando a cabo un proceso de desconexión [3], pero está lejos de completarse. Tampoco está claro que el alto el fuego se mantendrá ya que las tropas eritreas continúan saqueando [4] casas y negocios de Tigray mientras matan a lugareños.

Esta guerra, a diferencia de muchas en África, no tiene raíces religiosas ni étnicas. Fue producto de tensiones que se remontan al siglo XIX y a la expansión imperial conocida como la “lucha por África”. El emperador etíope, Menelik II (que gobernó entre 1889 y 1913) se unió a las naciones europeas para expandir enormemente su territorio. Etiopía pasó de ser un reino mayoritariamente cristiano a un imperio que englobaba a más de 80 grupos étnicos, muchos de los cuales eran musulmanes.

Esto produjo tensiones entre el centro y la periferia, y estas consecuencias aún se están manifestando. Desde entonces, Etiopía ha estado plagada de conflictos sobre si el poder lo debe tener Gobierno central o las regiones y grupos étnicos.

Eritrea [5], área de aproximadamente 117 600 kilómetros cuadrados al norte de Etiopía y que bordea el mar Rojo, se separó [6] después de una guerra de independencia de 30 años (1961-1991) y se convirtió en una nación plenamente reconocida en 1993. La región vecina de Tigray en el norte de Etiopía luchó junto a los eritreos, capturó la capital etíope, Addis Abeba, con la ayuda de Eritrea en 1991. Los tigrayanos se transformaron en el partido gobernante en Etiopía y convirtieron Etiopía a un estado federal fuerte, basado en el origen étnico. Las diferencias con los eritreos sobre ideología, estrategia y táctica se enconaron, y entre 1998 y 2000 libraron una amarga guerra fronteriza. Finalmente se firmó un acuerdo de paz y una comisión internacional dictaminó dónde estaba la frontera, pero el Gobierno etíope, entonces controlado por los tigrayanos, se negó a aceptar la adjudicación.

Esto quedó sin resolver, con consecuencias trágicas, como lo destaca el informe [6] del Índice de Transformación de Bertelsmann 2022. «La frontera entre los dos países no se demarcó por la oposición del Gobierno regional de Tigray. En lugar de desmovilizar a su ejército reclutado por la fuerza, el Gobierno de Eritrea ha estado involucrado en una guerra no declarada contra el Frente Popular de Liberación de Tigray (TPLF) en Tigray junto con fuerzas federales etíopes desde noviembre de 2020, lo que ha resultado en una catástrofe humanitaria”.

Se enciende un conflicto internacional

En 2018, los tigrayanos perdieron el poder en Etiopía y el primer ministro, Abiy Ahmed, hizo las paces con el líder eritreo, el presidente Isaias Afwerki. Los dos hombres compartían un desprecio por los tigrayanos y conspiraron para destruirlos como una fuerza seria.

La guerra que estalló el 4 de noviembre de 2020 desató asesinatos y abusos sexuales en una escala espantosa. “El conflicto de Tigray se ha caracterizado por una brutalidad extrema. La gravedad y seriedad de las violaciones y abusos que hemos documentado subrayan la necesidad de responsabilizar a los perpetradores en todos los lados”, dijo [7] Michelle Bachelet, alta comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos.

El 4 de noviembre de 2020, los Ejércitos de Eritrea y Etiopía invadieron Tigray, con el apoyo de reclutas somalíes y milicias étnicas de varias regiones de Etiopía. Desde el principio, la guerra fue un conflicto internacional. Los etíopes habían firmado un acuerdo de seguridad tripartito con Eritrea y Somalia en septiembre de 2018, que apuntaló su relación. Las tropas eritreas y somalíes se lanzaron [8] a la refriega. Con mucho, el número más significativo eran eritreos, muchos jóvenes reclutas atrapados en el sistema de reclutamiento indefinido conocido como “Servicio Nacional”.

A pesar de esto, los tigrayanos resistieron y, a fines de 2021, avanzaron tanto al sur que la comunidad internacional comenzó a sacar [9]a su personal de Adís Abeba. A fines de 2021, el conflicto se detuvo de manera incómoda y solo se reavivó [10] con mayor ferocidad en agosto de 2022, con nuevos ataques en la región desde todos los lados.

¿Qué sigue para Eritrea?

Suponiendo que la guerra ya terminó, algo que no puede darse por sentado, ¿qué planes tiene el líder de Eritrea, el presidente Isaias Afwerki? Como líder nacional que dirigió la lucha de 30 años del país por la independencia de Etiopía (que finalizó [11] en 1993), el presidente simplemente se aferró al poder. Nunca se ha presentado a elecciones y no tiene Constitución ni Asamblea Nacional en funciones, no responde ante nadie.

Eritrea tiene la peor puntuación global en el Índice de Gobernanza BTI, con una puntuación de solo 1,12 de los 10 puntos posibles, lo que le otorga una clasificación de «reprobado». El presidente solo confía en sus asociados más cercanos en el partido gobernante, el Frente Popular por la Democracia y la Justicia (PFDJ), y en el Ejército, e incluso estos se cambian regularmente para que casi no tengan autoridad.

A pesar de gobernar sobre una población diminuta y empobrecida de alrededor de 3,5 millones (aproximadamente, ya que no ha habido un censo reciente), el líder eritreo se considera una fuerza dirigente en el Cuerno de África. Como tal, ha intervenido en todos sus vecinos, desde Somalia [12] hasta Sudán [13], pasando por Etiopía.

Su relación con el primer ministro etíope, Abiy Ahmed, data formalmente de 2018, cuando los dos firmaron [14] un acuerdo de paz en Arabia Saudita. Desde entonces, sus fuerzas han luchado codo con codo en Tigray. Sin embargo, la relación no está libre de tensiones. El presidente de Eritrea se ha resistido a las solicitudes de que las tropas eritreas abandonen Etiopía, algo que se pidió en el reciente cese de hostilidades [15] de Nairobi, que decía que el desarme se llevaría a cabo “simultáneamente con el retiro de las fuerzas… extranjeras de la región”.

En cambio, Eritrea ha comenzado a entrenar [16] milicias del grupo étnico amhara en una región del norte de Etiopía que limita con Tigray, los Fano, que generalmente son hostiles al líder etíope. El presidente Isaias utilizó fuerzas extranjeras para amenazar a los líderes vecinos con el uso de la fuerza. En 2011, por ejemplo, Naciones Unidas informó que Eritrea estaba detrás de un ataque “masivo” planeado [17] en una cumbre de la Unión Africana en Adís Abeba, y que utilizaba rebeldes etíopes. Sería un error suponer que un ataque similar ahora está en juego, pero Fano podría usarse para presionar al primer ministro Abiy.

Otros escenarios incluyen la reactivación de conflictos con el vecino Yibuti o la intervención en Sudán. Esto deja al Cuerno de África en una posición precaria, con una guerra inconclusa en Tigray y conflictos en varias otras regiones etíopes, mientras que Somalia sigue luchando contra los militantes islámicos y Sudán se encuentra en una posición precaria tras el reciente acuerdo de paz entre militares y civiles. Predecir lo que el presidente Isaias podría hacer a continuación es imposible, pero en el desempeño pasado uno puede estar seguro de que deseará extender su influencia más allá de sus fronteras, aprovechándose de los conflictos que continúan plagando la región.

Martin Plaut es periodista independiente e investigador sénior en el Instituto de Estudios de la Commonwealth que se centra en el Cuerno de África y el sur de África. Es exeditor de África de BBC World Service News.