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Simpatizantes de Bolsonaro intentan un golpe de Estado y toman por asalto sede de los tres poderes de Brasil

Categorías: Latinoamérica, Brasil, Elecciones, Gobernabilidad, Medios ciudadanos, Periodismo y medios, Política, Protesta, Relaciones internacionales, Elecciones en Brasil 2022, La lucha de Brasil por la democracia

Manifestantes toman por asalto el Congreso, el Tribunal Supremo y el Palacio de Planalto, sede de la presidencia, en Brasilia, una semana después de la toma de posesión de Lula. | Foto: Marcelo Camargo/Agência Brasil [1]

Los partidarios del expresidente de extrema derecha Jair Bolsonaro provocaron el caos en Brasilia [2], la capital de Brasil, el 8 de enero después de que asaltaron edificios importantes públicos en un aparente intento de golpe [3] de Estado. Los alborotadores llegaron a la capital federal una semana después de la toma de mando [4] del presidente Luiz Inácio Lula da Silva para protestar por las falsas afirmaciones [5] de que las elecciones de Brasil 2022 fueron amañadas.

Desde que el izquierdista Lula, del Partido de los Trabajadores (PT), derrotó a Bolsonaro en una ajustada segunda vuelta [6] el 30 de octubre, algunos bolsonaristas (título que se da a los partidarios de Bolsonaro) han acampado frente a unidades militares y junto a las carreteras para protestar por los resultados [7]. Estas protestas desencadenaron un intento de invasión [8] del edificio de la Policía Federal y un atentado [9] en diciembre de 2022.

Los manifestantes marcharon desde el cuartel general del Ejército [10], donde estaba su campamento, hasta la Plaza de los Tres Poderes –llamada así porque alberga los edificios de la Presidencia, el Congreso Nacional y el Tribunal Supremo– e invadieron [11] las instalaciones y sitiaron [12] la capital federal.

Los bolsonaristas atacaron los edificios emblemáticos [13]; destruyeron [14] obras de arte; usaron mobiliario histórico [15] para atrancar las entradas; saquearon objetos, como un ejemplar [16] de la Constitución Federal; destrozaron la sala noble del Tribunal Supremo [17]; robaron armas, computadores y otros equipos almacenados en el Palacio del Planalto [18] (lugar de trabajo presidencial); y, al parecer, defecaron [19] y orinaron [20] en las oficinas. También agredieron al menos a ocho periodistas [21] que cubrían los acontecimientos.

Los retratos oficiales de los expresidentes brasileños fueron destruidos en los ataques, a excepción del retrato de JairBolsonaro | Foto: Marcelo Camargo/Agência Brasil [22]

El Gobierno federal emitió una evaluación anticipada [23] de las piezas destruidas por los vándalos, que incluyen importantes obras de arte nacional y un reloj francés del siglo XVII de Balthazar Martinot, relojero de Luis XIV. Según el sitio web del gobierno brasileño [23], la pieza es una de las dos únicas de Martinot que quedan en el mundo; la otra está en Versalles.

Los alborotadores también destruyeron los retratos oficiales de expresidentes, pero perdonaron el de Bolsonaro. Un hombre aparece en un video [24] con el retrato del expresidente, lo llama «mi héroe».

El intento de golpe recordó a la invasión del Capitolio del 6 de enero de 2021 en Estados Unidos. Pero mientras que el expresidente Donald Trump todavía estaba en el poder en ese momento, durante la revuelta brasileña, Bolsonaro ya había renunciado y estaba fuera del país, en Florida.

Hablando a los gobernadores el 9 de enero, Lula dijo [25] que «quieren un golpe y no habrá un golpe». Varias ciudades registraron protestas prodemocráticas [26] ese mismo día.

Una invasión anunciada

Alborotadores invaden edificios públicos, Palacio de Planalto, lugar de trabajo del Presidente y una de las obras más famosas del arquitecto Oscar Niemeyer. | Foto: Marcelo Camargo/Agência Brasil [27]

Los ataques del 8 de enero se organizaron [28] a través de plataformas de redes sociales, como Twitter [29], según informa la Agência Pública [29], colaboradora de GV, y aplicaciones de mensajería. Un reportaje publicado por el medio de noticias UOL [30] también muestra que usaron un mapa en línea y se prepararon para enfrentarse.

En respuesta, se ha iniciado un decreto de intervención federal [31] en el Distrito Federal (DF), donde se encuentra Brasilia, hasta finales de enero, y han detenido a unos 1500 bolsonaristas [32]. Podrían ser acusados [33] de intento de golpe de Estado, daños, intento de abolir el Estado de Derecho y asociación criminal.

Las detenciones podrían aumentar en los próximos días mientras se desarrollen las investigaciones para descubrir quién financió [34] los actos.

La exaliada de Bolsonaro y candidata presidencial, la senadora Soraya Thronicke [35], anunció que ha reunido suficientes firmas para abrir una Comisión Parlamentaria de Investigación [36] sobre los llamados «actos antidemocráticos».

El juez del Tribunal Supremo Alexandre de Moraes, que supervisa las investigaciones sobre actos antidemocráticos y noticias falsas [37], también ordenó la destitución del gobernador reelegido del Distrito Federal y aliado de Bolsonaro, Ibaneis Rocha [38], durante 90 días, para evitar cualquier interferencia con la investigación en curso. Rocha dijo [39] que aceptaba la decisión.

Los videos e imágenes publicados por los propios alborotadores en las redes sociales parecían mostrar a las fuerzas de la policía militar manteniéndose al margen durante los ataques. El Gobierno local también tendrá que responder sobre los procedimientos usados.

NOTICIA: 🇧🇷Han aparecido más videos de policías que alientan activamente la insurrección.

Los alborotadores no encontraron resistencia a lo largo del recorrido de casi dos horas de marcha ni al entrar en las zonas protegidas. Un video [42] también muestra a las fuerzas del Ejército aparentemente despistadas sobre cómo responder en el Palacio de Planalto.

La semana anterior a los ataques de Brasilia, como informa el medio de noticias Metropoles [43], circuló un video en grupos de WhatsApp y Telegram proa favor Bolsonaro, que mostraba a una mujer brasileña que se encontró con Bolsonaro en Florida. La mujer dice que le pidió que no renunciara a Brasil, y él le respondió que «lo mejor estaba por venir». Ella no da más explicaciones.

Giro de bolsonaristas

Daños en el edificio del Senado Federal de Brasil después de que la invasión y saqueo bolsonarista del 8 de enero. | Foto: Marcelo Camargo/Agência Brasil [44]

Cuando las imágenes de los disturbios y la violencia en Brasilia se hicieron virales en todo el mundo, las autoridades internacionales expresaron su apoyo a la democracia [45] y al Gobierno de Brasil.

Los bolsonaristas, mientras tanto, empezaron a darle la vuelta a la historia, afirmaron que el vandalismo era obra de izquierdistas infiltrados [46].

Uno de los videos usados [47] para apoyar esas afirmaciones muestra a un hombre que sostiene una bandera del Partido de los Trabajadores frente a uno de los edificios atacados. Pero los bolsonaristas no explican por qué una persona infiltrada se descubriría en medio de una insurrección, arriesgando su propia seguridad en el proceso.

También se están difundiendo fotos de personas que no están en los ataques, como el activista Raull Santiago [48], que apoyó a Lula, y lo señalan como «infiltrado».

Bolsonaro, que todavía se identifica como «presidente de Brasil» en sus biografías de las redes sociales, criticó los ataques, afirma que siempre ha actuado dentro de la Constitución.

También trató de comparar los acontecimientos sin precedentes en la capital federal con las protestas de izquierda a lo largo de los años:

Las protestas pacíficas, en forma de ley, forman parte de la democracia. Sin embargo, la depredación y la invasión de edificios públicos como hemos visto hoy, al igual que las practicadas por la izquierda en 2013 y 2017, no son la regla.

También rechazó [50] lo que calificó de «acusaciones sin pruebas» formuladas por Lula. El 8 de enero, el presidente tuiteó:

Aprovecharon el silencio dominical, cuando aún estábamos constituyendo el gobierno, para hacer lo que hicieron. Y sabes que hay varios discursos del expresidente que los animan. Y esto también es responsabilidad suya y de los partidos que lo apoyaron.

Lula celebró una reunión con gobernadores y publicó una declaración conjunta [52] con los presidentes del Senado, la Cámara y el Tribunal Supremo, y calificó los ataques de los alborotadores de «terrorismo, vandalismo, criminales e instigadores del golpe.»

En la tarde del 9 de enero, al día siguiente de los hechos, Bolsonaro fue hospitalizado en Florida [53], supuestamente por molestias abdominales. Las hospitalizaciones fueron comunes [54] durante su tiempo como presidente, un efecto de la puñalada que sufrió en 2018, según afirma [55].

Congresistas estadounidenses han sugerido que sea expulsado [56]. El senador brasileño Renan Calheiros dijo que se le pediría a Bolsonaro [57] que regrese a Brasil para garantizar que los funcionarios puedan investigar su participación en los ataques. Actualmente, no hay procesos penales abiertos [58] que involucren a Bolsonaro y que puedan justificar una solicitud de extradición.

El ministro de Justicia, Flavio Dino, dijo en conferencia de prensa [59] que los líderes políticos son responsables de la escalada de discursos de odio y destrucción de edificios públicos, sin dar nombres.

Luego recordó como ejemplo las críticas de Bolsonaro y sus partidarios al Tribunal Supremo a lo largo de los años:

Um presidente da República exerce poderes materiais, fáticos e simbólicos, entre eles a força da palavra. O que vimos é que esse discurso frequente nas redes sociais ganhou pernas, braços, pedras, tiros, bombas, exatamente ontem. É como se fosse a migração do universo do ódio das redes sociais para a vida material. E o resultado não é bom.

(…) Nós vivemos ontem o Capitólio brasileiro, com duas diferenças: não houve óbitos. E tem mais presos aqui do que lá. O que mostra que as instituições sobreviveram a esse stress a que foram submetidas.

Un presidente de la República ejerce poderes materiales, fácticos y simbólicos, incluido el poder de la palabra. Lo que vimos es que este discurso frecuente en las redes sociales ganó piernas, brazos, piedras, disparos, bombas, exactamente ayer. Es como si se tratara de la migración del universo del odio de las redes sociales a la vida material. Y el resultado no es bueno.

(…) Ayer vivimos el Capitolio brasileño, con dos diferencias: no hubo muertos. Y hay más presos aquí que allí. Lo que demuestra que las instituciones sobrevivieron a esta tensión a la que fueron sometidas..