Rescate en el mar: ¿Por qué estos refugiados rohinyás terminaron en un centro de detención en Sri Lanka?

A boat carrying Rohingya migrants. Screenshot via YouTube channel Rohingya Vision. Fair use.

Bote lleno de inmigrantes rohinyás. Captura de pantalla del canal de YouTube Rohingya Vision. Uso legítimo.

Este artículo de Ruki Fernando se publicó originalmente en Groundviews, galardonado sitio web de periodismo ciudadano. Publicamos una versión editada como parte de un acuerdo para compartir contenido con Global Voices.

El 17 de diciembre de 2022, pescadores del norte de Sri Lanka notificaron a la Marina de un barco a la deriva en el mar. Al día siguiente, la Marina rescató a un total de 104 personas de la nave. La Marina lo reconoció como ciudadanos de Myanmar, mientras que el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) se refirió a ellos como refugiados rohinyás. Los musulmanes rohinyás son apátridas y muchos tratan de escapar la opresión que sufren en Myanmar. Se informa que algunos se han visto forzados a abandonar los campos de refugiados de Bangladesh por el creciente hacinamiento y la falta de instalaciones. En diciembre de 2022, hubo informes alarmantes de refugiados rohinyás muertos en el mar, aún después de las múltiples solicitudes de rescate enviadas, incluso de parte de Naciones Unidas, a los Estados cercanos.

Los rescatados fueron entregados a la Policía, presentados ante el magistrado de Mallakam (en el distrito de Jaffna) y luego detenidos como «sospechosos» en la prisión de Jaffna. Aún no se ha aclarado bajo qué normas legales fueron detenidos o de qué delito son sospechosos (incluidos los niños), sobre todo porque no intentaron desembarcar ni entrar de manera ilegal a Sri Lanka, sino que el personal de la Marina los rescató del barco en que estaban. Se informa que un vocero de la Marina declaró «que esto no es un acto criminal».

ACNUR declaró que estaba prestando apoyo a las autoridades de Sri Lanka para cubrir las necesidades inmediatas de los refugiados. La Organización de Desarrollo Socioeconómico de Mannar (MSEDO, por su nombre en inglés) entregó artículos de necesidad básica como ropa, ropa interior, hiyabs, toallas higiénicas, pañales, sábanas, toallas, jabón, pasta y cepillos de dientes, zapatillas, juguetes y bolsas de viaje cuando el grupo estaba en la prisión de Jaffna.

El grupo está compuesto de 29 hombres, 26 mujeres y 49 niños, de entre uno a 70 años de edad.

Centros de detención para inmigrantes

El 22 de diciembre, los llevaron a Colombo y desde entonces han estado detenido en el centro de detención de inmigrantes de Mirihana y Welisara.

Cuando visité el centro de detención de Marihana con unos líderes religiosos el 26 de diciembre, el personal y los policías a cargo nos informaron educadamente que no se permitían visitan, y que solo los funcionarios de inmigración podían tomar esa decisión. Sin embargo, llamaron al funcionario a cargo, que habló con nosotros por teléfono. Nos dijo que, aunque no alentaban a los visitantes, que pasáramos al día siguiente cuando él estuviera ahí. Eso hicimos y se nos permitió entregarles comida y juguetes. Tuvimos breves conversaciones con algunos refugiados a través una reja de alambre y una verja, aunque fue bajo estrictas restricciones. El idioma fue la mayor barrera, porque solo uno hablaba inglés básico. Nos contaron que el grupo había dejado un campamento de refugiados en Bangladesh, se subió al barco el 3 de diciembre y estuvo en el mar desde entonces. Todos recibieron certificados de refugiados de ACNUR cuando estaban en el campamento bangladesí, pero algunos lo perdieron en el viaje en el barco.

ACNUR estaba realizando entrevistas individuales cuando visitamos Welisara el 27 de diciembre. También había personal del Comité Internacional de la Cruz Roja. Solo dos sacerdotes tenían permiso para hablar con las 20 mujeres del grupo. Y los dos refugiados rohinyá que vinieron de Panadura, del oeste de Sri Lanka, para hablar con los recién llegados estaban desconcertados. No estaba claro si era la regla general o si se debía a que estábamos ahí cuando ACNUR hacía sus largas entrevistas.

No obstante, el personal de seguridad nos permitió ocupar un espacio de la recepción para hablar abiertamente con los refugiados pakistaníes (a quienes había conocido antes) en el mismo centro de detención. Supimos que había refugiados de Pakistán en Welisara, entre ellos una familia de cuatro miembros que estaba en Sri Lanka desde 2006.

Los funcionarios de ambos centros de detención fueron cordiales; nos recibieron y facilitaron ayuda humanitaria. Uno de los funcionarios me llamó más tarde para buscar ayuda con la situación particular de un paciente en el hospital, pero no estaban muy dispuestos a permitir interacciones y mantuvieron su posición de no alentar visitas, aunque sí nos permitió interacciones mínimas. Esto nos sorprendió, ya que incluso los sospechosos de delitos pueden recibir visitas seis días a la semana en las cárceles de Sri Lanka.

Inspiraciones y desafíos

Las decisiones y acciones de la Marina de rescatar y desembarcar a personas en peligro es admirable, especialmente si se compara con la renuencia de otros Estados asiáticos para intervenir durante días y hasta semanas. Sin embargo, si se restringe el acceso a los visitantes y se sigue deteniendo a los refugiados rohinyás, la reputación positiva de Sri Lanka puede convertirse rápidamente en expresiones de preocupación y rechazo.

Las acciones de Organización de Desarrollo Social y Económico de Mannar (MSEDO) y otros en ofrecer ayuda humanitaria son actos de solidaridad hacia una comunidad en apuros. Dos niños de Sri Lanka donaron gran parte de sus juguetes a los niños refugiados. La experiencia más inspiracional y conmovedora fue cuando conocí a unos refugiados rohinyás que ya estaban en Sri Lanka y que vieron el incidente en las noticias; después de mucho esfuerzo, lograron encontrar el centro de detención y visitaron a los recién llegados para ofrecerles provisiones. Cuando se les pidió que volvieran al día siguiente, volvieron. Cuando supieron que íbamos a visitar a las mujeres y niñas rohinyás que se encontraban en Welisara, quisieron acompañarnos.

Es necesario fomentar las visitas, ya sea de líderes religiosos, otros refugiados rohinyás en Sri Lanka u otras personas, porque sirven de apoyo moral a los refugiados, generan más ayuda humanitaria y promueven la empatía y solidaridad entre los ciudadanos de Sri Lanka.

A corto plazo, espero que el Estado de Sri Lanka continúe el trabajo que comenzó la Marina y que, con la ayuda de generosos ciudadanos, logre darle a estas personas que ya han sufrido mucho un lugar decente para vivir, en vez de encarcelarlas como delincuentes sospechosos. Sin vivienda, no tendrá mucho sentido darles libertad en estos momentos, no tendrían a dónde ir salvo las calles. También necesitan comida, atención física y mental y protección. A mediano plazo, el Estado debe inscribir a todos los hijos de los refugiados en el sistema educativo gratuito y dar a los adultos oportunidades para tener una vida productiva. A largo plazo, el Estado debe dar la opción de asentarse permanentemente en el país y tener la ciudadanía ceilandesa a quienes expresen interés. Cuando les preguntamos a otros refugiados rohinyás que ya habían estado cinco años en Sri Lanka y seguían siendo apátridas si les gustaría quedarse en el país, respondieron sí inmediatamente, incluso mencionaron las buenas experiencias que habían tenido con algunos lugareños.

El Gobierno aceptó apoyar a ACNUR en su misión a favor de los refugiados en virtud de acuerdo de 2005. Los procedimientos de entrega de certificados de asilo y refugios de ACNUR en Sri Lanka a los extranjeros solicitantes de refugiados en el país se consignan en los Términos de Referencia que firmaron el Gobierno y el ACNUR en 2006. Quienes tengan un certificado de asilo o refugio no suelen ser arrestados ni detenidos a menos de que sean sospechosas de un delito.

La mayoría de solicitantes de asilo entran a Sri Lanka por módulos de inmigraciones en el aeropuerto. También ha habido casos de refugiados rohinyás  rescatados en el mar y que la Marina ha llevado a Sri Lanka y cuyas solicitudes fueron procesadas por ACNUR, y después, la mayoría fue a otros países para establecerse permanentemente. Había aproximadamente 36 refugiados rohinyás en Sri Lanka antes de la llegada del grupo actual, 31 vivía en los suburbios de Colombo, hasta que una banda de delincuentes atacó el área en 2017 y tuvieron que ser trasladados.

Para más información sobre los refugiados de Sri Lanka, haz clic en estos dos enlaces.

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