Hecho de otra fibra: Extrabajador migrante de Nepal es ahora emprendedor

Image via Nepali Times. Used with permission.

Krishna Timilsina dentro de su fábrica. Imagen vía Nepali Times, utilizada con autorización.

Este artículo, creado de una conversación con Krishna Timilsina, se publicó originalmente en la serie de Diaspora Diaries de Nepali Times. Publicamos una versión editada como parte de un acuerdo para compartir contenido con Global Voices.

Soy Krishna Raj Timosina y crecí en Ramechhap, en la provincia de Bagmati de Nepal. Tuve que caminar 12 horas desde mi pueblo para llegar a Manthali, la sede central del distrito de Ramechhap, y rendir mi examen de certificado de estudios. Eso fue durante la época maoísta, y era muy peligroso quedarme en mi pueblo. Arriesgar la vida era solo uno de los muchos desafíos que teníamos que enfrentar para completar nuestros estudios. Solo diez de los 106 participantes de mi grupo lograron aprobar el examen.

Fui a la capital de Nepal, Katmandú, para seguir estudios superiores, recuerdo que me subí al techo de un autobús público para llegar hasta allá. No tenía el apoyo de mi familia en la ciudad y me vi forzado a trabajar arduamente. Conseguí trabajo en una tienda de ropa donde ganaba 1200 rupias (9,20 dólares) al mes, pero mientras más trabajaba ahí, más ganas tenía de abrir mi propio negocio de ropa.

Pero no tenía el capital necesario para comenzar, y ninguno de mis familiares ni amigos estaban dispuestos a prestarme dinero. Solo tenía 18 años en ese momento y pensaban que era una propuesta demasiado arriesgada.

Krishna Timilsina photographed abroad. Image via Nepali Time. Used with permission.

Fotografía de Krishna Timilsina en el extranjero. Imagen vía Nepali Times, utilizada con autorización.

Por lo tanto, hice lo que todos los jóvenes nepalíes harían, y siguen haciendo: en 2008, tomé mis maletas y viajé al extranjero en busca de trabajo. Esta vez, encontré trabajo en una fábrica en Malasia, donde tenía que cargar cajas llenas de guantes quirúrgicos a contenedores de transporte. Los contenedores eran tan calurosos y húmedos que siempre quedaba completamente sudado. Cada media hora tenía que detenerme a estrujar mi camiseta para deshacerme del sudor. Después de eso, encontré trabajo en una empresa de remesas, lo que resultó ser menos agotador para mi cuerpo.

Trabajar en el extranjero fue todo un desafío, pero al menos logré ganar algo de dinero. En 2010, regresé a Nepal con aproximadamente 700 000 rupias (5368  dólares) que había ahorrado para abrir mi propia tienda de ropa. Finalmente iba a poder cumplir mi sueño. Ahora los demás confiaban en mí lo suficiente como para prestarme dinero; era mayor, más maduro y tenía mejores conexiones en el extranjero.

Le fue muy bien a mi tienda, logré expandir el negocio y abrir seis sucursales más en la capital. Pero siempre tuve curiosidad de saber de dónde venía la ropa que vendía y cómo la hacían. Visitaba las fábricas de mis proveedores cada vez que viajaba a India, Bangladesh y China para conseguir prendas para mi tienda. También me preguntaba por qué no podíamos confeccionar las prendas ahí mismo, en Nepal.

A garments factory

Utilizada con autorización.

Image via Nepali Times. Used with permission.

Utilizada con autorización.

Finalmente di el siguiente paso; compré siete máquinas de coser y empecé a confeccionar ropa en mi apartamento. Las reacciones de mi clientela fueron muy alentadoras. Empecé a cerrar mis tiendas y amplié la producción con 60 máquinas más.

En poco tiempo, mi marca de ropa, Thread Garment, se convirtió en proveedora de ropa. Confeccionamos ropa de hombre y abastecemos tiendas por todo Nepal, incluso vendemos ropa deportiva, sacos de dormir y ropa térmica, productos que se exportaban, a la Policía y al Ejército de Nepal. Ahora, mis prendas con etiquetas de «Hecho en Nepal» se venden en Malasia, Qatar y Dubái, los mismos países a donde muchos nepalís van a trabajar.

No he recibido ningún apoyo del Gobierno de Nepal. Sería de gran ayuda si cooperaran con nosotros en introducir la ropa nepalí y otros confeccionistas a Europa o Estados Unidos. Las embajadas nepalís en el extranjero podrían facilitar el comercio, porque nuestro verdadero problema es conseguir acceso a los mercados internacionales.

Lo único que la mayoría necesita es una plataforma donde trabajar, una oportunidad para demostrar lo que pueden hacer. Para los nepalíes que dejan el país a montones, trabajar en el extranjero es lo único que cubre esas necesidades. Estoy tratando de darles la oportunidad de trabajar en Thread Garment, en su propio país: hasta ahora, tengo 600 empleados en Katmandú y 250 en mi división de Itahari.

Solo tengo 34 años, pero me siento como un guardián para los trabajadores y sus familias. Necesito estar ahí cuando una madre se enferma o necesitan pagar la escolaridad de un niño. La humildad de mis propias raíces y el esfuerzo que tuve que realizar me permite entender por lo que están pasando.

Image via Nepali Times. Used with permission.

Imagen vía Nepali Times, utilizado con autorización.

Ser el centro de esperanza para tantas personas es una gran responsabilidad, pero tenemos un equipo administrativo de 42 miembros que se ha fortalecido a través de los años y que tiene un enorme sentido de pertenencia hacia la compañía. Cuando me va bien a mí, les va bien a todos. Ellos lo saben y se han convertido en un pilar sólido que todos utilizamos para apoyarnos.

Nunca me enseñaron a dirigir una empresa. No tengo un título y solo completé la secundaria. Pero lo que sé es perseverar. Estoy aprendiendo cada día. Creo que si yo puedo hacerlo, los demás también pueden lograrlo.

Image via Nepali Times. Used with permission.

Imagen vía Nepali Times, utilizada con autorización.

Muchos nepalíes regresan al país con algunos ahorros. Y, luego de llegar, tratan de invertir, pero como se desconectan de Nepal cuando están en el extranjero y suelen ser impacientes con los resultados, es posible que tomen decisiones precipitadas a la hora de invertir. Si no lo logran, emigran otra vez, lo que puede convertirse en un círculo vicioso.

A veces invierten en un rubro completamente diferente a su especialidad. Mi trayectoria en la confección comenzó cuando tenía 18 años y trabajaba en una tienda de ropa mientras seguía mis estudios.

Tal vez no estaría aquí si hubiera decidido invertir en un negocio que desconocía. Y puede que las personas no me reconozcan, pero reconocen Thread Garment. Se necesitan años para entender el mercado y construir una marca.

Inicia la conversación

Autores, por favor Conectarse »

Guías

  • Por favor, trata a los demás con respeto. No se aprobarán los comentarios que contengan ofensas, groserías y ataque personales.