El problema actual y persistente de la violencia doméstica en Georgia

Imagen de Mika Baumeister. Uso permitido bajo licencia de Unsplash.

Este artículo se publicó originalmente en Chaikhana Media. Reproducmos una versión editada en virtud de un acuerdo de colaboración.

Una de cada siete mujeres ha sufrido violencia doméstica en Georgia a lo largo de su vida, según un informe de ONU Mujeres, publicado en 2018. Aunque los activistas señalan que el país está avanzando en la lucha contra el problema, una mortífera mezcla de tabúes culturales y recursos limitados complica la reforma. Más recientemente, el debate sobre la violencia doméstica se reavivó cuando una mujer fue brutalmente asesinada por su marido en noviembre de 2022.

Abordar los malos tratos domésticos ha sido un reto en parte porque tradicionalmente la Policía georgiana los considera un problema familiar, no un asunto legal. Baia Pataraia, abogada especializada en derechos humanos que contribuyó a la primera reforma legal que tipificó como delito la violencia doméstica en Georgia, señala que durante los dos primeros años, ni la Policía ni los tribunales se interesaron por investigar o instruir casos.

Pero eso cambió en 2014 cuando se produjo un repunte en el número de mujeres asesinadas por sus maltratadores. Los asesinatos conmocionaron al sistema. «Fue como una nueva ola de feminismo», recuerda Pataraia, directora de la organización de mujeres Sapari.

«Después de eso, ya pudimos adoptar distintas normas y leyes que eran necesarias para una investigación eficaz y, de momento, tenemos una legislación bastante bien desarrollada».

Como directora de un centro de acogida para mujeres maltratadas y sus hijos en la capital, Tiflis, Gvantsa Bakradze ha visto de primera mano el impacto de los esfuerzos de Georgia para enfrentar la violencia doméstica. Gvantsa dirige el Centro de Atención Materno Infantil Santa Bárbara, uno de los refugios privados para mujeres del país. «Cambiaron muchas cosas, incluso en términos de legislación», señala, y añade que es optimista sobre el futuro debido a las mejoras que resaltaron en la importancia de enfrentar la violencia doméstica: incluso hay un cambio en cómo las mujeres que buscan refugio se ven a sí mismas y a su situación».

«Veo que las mujeres son muy fuertes. Vienen, enfrentan muchos problemas y, en la mayoría de los casos, salen adelante. Consiguen construir sus vidas. No creo que este proceso se invierta de ninguna manera», afirma Bakradze. En el refugio, gestionado por la organización benéfica católica Cáritas se respira calma: peluches en el salón, el olor a comida casera que llega de la cocina y mujeres que charlan y cuidan juntas a sus bebés. Por ahora están seguras. «El acceso a los centros de acogida es una parte importante de la lucha contra el maltrato doméstico: las mujeres víctimas de la violencia doméstica suelen depender económicamente de sus agresores y carecen de medios para encontrar una nueva vivienda. Sin embargo, la disponibilidad de los refugios varía en las distintas regiones de Georgia, ya que la financiación no está disponible por igual».

El Estado georgiano financia cinco refugios en todo el país. También gestiona cinco centros de crisis, donde las mujeres pueden vivir hasta que encuentren otro lugar donde alojarse. Además, existe un número de emergencia estatal para dar información y ayuda a las víctimas de violencia. La Agencia Estatal de Asistencia de Georgia gestiona todos estos servicios, aunque su directora, Meri Maghlaperidze, señala que aún existen «lagunas» en la red de programas y asistencia.  Por ejemplo, la mayoría de las mujeres prefieren ir a Tiflis porque hay más posibilidades de encontrar trabajo en la capital, y tener un sueldo es fundamental para independizarse económicamente de sus maltratadores.

Actualmente, el Estado ofrece a las mujeres la posibilidad de aprender una nueva destreza, como cocinar o cortar el pelo, a través de programas de aprendizaje, que pueden permitirles acceder a una nueva profesión. Pero estos programas siguen sin ofrecerles la ayuda que necesitan. «Están más interesadas en conseguir un empleo de inmediato, no en aprender, porque quieren tener ingresos cuanto antes», asegura Maghlaperidze.

Pero cree que ya se ha superado uno de los mayores obstáculos. «Cuando aprobamos por primera vez la ley sobre violencia doméstica en 2006, la gente se reía porque pensaba que era solo un asunto familiar».

Oficialmente, las estadísticas indican que el número de personas procesadas por violencia doméstica ha ido en aumento. Guram Imnadze, director del programa de democracia y justicia en el Centro de Justicia Social, sostiene que el enfoque del Estado es «fragmentado e ineficaz». Señala que en 2020, de las 1287 personas condenadas por violencia doméstica, solo 379 fueron condenadas a penas de cárcel. Anna Arganashvili, abogada de derechos humanos de la ONG Partnership for Human Rights, afirma que sigue habiendo problemas importantes en la aplicación de la ley, especialmente en el procesamiento de los maltratadores acusados. Por ejemplo, un caso reciente de malos tratos domésticos en el que estaban implicados la estrella del tenis georgiano Nikoloz Basilashvili y su exmujer, Neka Dorokashvili, derivó en una campaña de desprestigio público contra Dorokashvili. Basilashvili fue absuelto por el tribunal de la ciudad de Tiflis en octubre, tras dos años de juicio. Arganashvili, que trabaja en la organización que defendió a Dorokashvili, declaró:

The entire society thinks that he couldn't be a perpetrator because he's famous. We're receiving a lot of threats because, the ex-wife for them is a woman who shouldn't have claimed anything because he is a world champion, and you must be quiet and allow him to make Georgia famous.

… On the paper we're progressing, but in reality, I don't see much progress.

Toda la sociedad piensa que él no puede ser un agresor porque es famoso. Estamos recibiendo muchas amenazas porque, para ellos, la exmujer no debería haber reclamado nada ya que él es un campeón mundial y ella tiene que callarse y dejar que él haga famosa a Georgia.

… Sobre el papel, estamos progresando, pero en realidad, no veo muchos progresos.

Con los años, Arganashvili ha empezado a educar a los jóvenes sobre la violencia doméstica y sus derechos, ya que «la mera existencia de las leyes no es ninguna solución». Hasta la fecha, ha creado un programa de televisión para niños con el fin de informarles sobre sus derechos y hacer comprensible la ley. Está convencida de que si las niñas se sienten seguras como mujeres, se producirá un cambio.

Baia Pataraia, abogada y activista, señala que la implementación sigue siendo «complicada».

«Hemos logrado algunos avances, ahora tenemos una legislación mejor, aunque su implementación sigue siendo complicada. El sistema judicial no es sensible al género ni está pensado para las víctimas», afirma, y añade que la sociedad en su conjunto sigue favoreciendo a los maltratadores frente a las víctimas y a los hombres frente a las mujeres. «Especialmente si un hombre tiene poder y es famoso, sigue siendo muy difícil para una mujer defender su verdad».

En 2022, la fiscalía de Georgia informó de 16 casos de feminicidio en los diez primeros meses. En una declaración hecha pública el 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, la Oficina del Defensor del Pueblo de Georgia afirmó: «Independientemente de los cambios legislativos o institucionales, la violencia contra la mujer y la violencia doméstica en Georgia siguen siendo un reto importante». Ese mismo día, decenas de mujeres salieron a la calle para protestar por la incesante violencia contra la mujer.

Inicia la conversación

Autores, por favor Conectarse »

Guías

  • Por favor, trata a los demás con respeto. No se aprobarán los comentarios que contengan ofensas, groserías y ataque personales.