Este artículo se publicó originalmente en Climate Tracker como parte de su beca de Periodismo Ciudadano sobre el Clima, en colaboración con la Fundación Cropper. Publicamos una versión editada aquí con autorización.
A primera vista, el vetiver puede parecerse a cualquier hierba silvestre que crece al borde de la carretera en Trinidad y Tobago. Sin embargo, en el fondo de sus alargadas raíces se esconde una de las mejores soluciones, más baratas y más ecológicas contra las inundaciones, los deslizamientos de tierras, la estabilización de taludes y el control de la erosión. Sin embargo, ha sido una medida preventiva olvidada ante las amenazas impuestas por el cambio climático. El aumento de las inundaciones en el país, que tiene efectos dominó que incluyen el desplazamiento de personas y la escasez de productos locales, ha demostrado por qué soluciones como los sistemas de vetiver ya no pueden descuidarse.
Conocido científicamente como Chrysopogon zizanioides, el vetiver es una hierba de mechones densos que se encuentra en regiones tropicales y subtropicales. Por encima del suelo, parece un denso racimo de hierba perenne, mientras que por debajo se encuentra un abundante, denso y entrelazado sistema radicular que crece verticalmente hasta tres metros.
Su intrincado sistema radicular mantiene la estructura del suelo y sostiene la infraestructura a su alrededor, por lo es una eficaz herramienta de prevención para mitigar las inundaciones, controlar la erosión, estabilizar los taludes y rescatar los suelos contaminados. El otro factor que hace que esta hierba sea particularmente única es su resistencia a la sequía y las inundaciones.
El vetiver es sencillo, de bajo costo y polivalente, y sus beneficios frente a los riesgos del cambio climático en distintos países han sido demostrados en varios estudios, que confirman que «desempeña un papel clave en la mitigación de desastres y la reducción de la vulnerabilidad».
Ahora, cada vez más trinbagoneses conocen las virtudes del vetiver gracias a los esfuerzos de organizaciones como Vetiver TT, que está ayudando a establecer programas de plantación en todo el país. Sin embargo, su presidente, Jonathan Barcant, afirma que la iniciativa no puede depender únicamente de empresas como la suya. También necesita el apoyo de organismos nacionales y socios financiadores.
Con el aporte de socios, defensores locales y regionales y organismos de financiación, Barcant afirma que la planta también ha empezado a utilizarse en otras islas del Caribe. Aun así, el uso a gran escala es lento regional y localmente. Barcant reconoció que «hacer los cambios adecuados no suele ser fácil ni rápido», lo que puede explicar por qué la adopción a gran escala en Trinidad y Tobago y en el Caribe anglófono ha sido gradual. «No significa que no se estén haciendo progresos, pero a menudo la gente solo intenta sobrevivir y salir adelante».
Continuó:
Unless there is true top-down leadership at the country level to drive the kind of change that we need to see, it can be quite difficult and slow for those working at the bottom, whether it be entrepreneurs or activists, to drive things as quickly as they are needing to happen.
A menos que exista un verdadero liderazgo de arriba abajo en el ámbito nacional para impulsar el tipo de cambio que necesitamos ver, puede resultar bastante difícil y lento para los que trabajan desde abajo, ya sean empresarios o activistas, impulsar las cosas con la rapidez que necesitan.
Sin embargo, sigue habiendo problemas de aplicación y educación. Aunque el vetiver no es un fenómeno nuevo en la región, Barcant explicó que existe una brecha generacional en su uso, ya que las personas mayores conocen mejor sus beneficios.
La educación es un componente crucial para lograr un uso regular de la planta. El proyecto Vetiver Education & Empowerment Project (VEEP) de Vetiver TT pretende llenar ese vacío con talleres que eduquen a la gente sobre los usos y beneficios de la hierba, al tiempo que introduce el sistema vetiver en las comunidades que más lo necesitan.
El programa, que comenzó en 2016, se desarrolló primero durante un año en la comunidad agrícola de Paramin, al norte de Trinidad. Junto con talleres regulares de aula y artesanía, la iniciativa dio lugar a la plantación de 25 000 plantas de vetiver. Desde entonces, el programa se ha ampliado a otras diez comunidades de Trinidad y Tobago, lo que está contribuyendo a alcanzar el objetivo de Barcant de concienciación generalizada:
Nowadays, everyone knows what mangroves do for coastlines and the benefits they bring; one day everyone should also have knowledge and understanding about vetiver for land.
Hoy en día, todo el mundo sabe lo que los manglares hacen por las costas y los beneficios que aportan; algún día todo el mundo debería también conocer y comprender el vetiver para la tierra.
Es más, cree que debe posicionarse como una medida de seguridad preventiva para los ciudadanos: «Nadie en el mundo tropical debería tener que enfrentar problemas de deslizamiento de tierras y erosión en sus propiedades o en sus comunidades, y no saber que la hierba vetiver está a su disposición como solución».
Esto depende en gran medida, como dice Barcant, de que «los ministerios competentes sigan utilizándola más en proyectos de infraestructuras y promoviendo su uso en el sector agrícola». En este sentido, hay pasos en la dirección correcta con asociaciones como ME-WE-GREEN, programa educativo y de capacitación dirigido a la adaptación al cambio climático que es una iniciativa entre la ONG de Barcant, IAMovement, y The Green Fund, rama del Ministerio de Planificación y Desarrollo.
Sin embargo, con las repercusiones de la última temporada de lluvia de Trinidad y Tobago todavía en los titulares, es esencial realizar mayores inversiones en vetiver y otras soluciones para el cambio climático para el desarrollo ambiental sostenible del país.