Undertones en Myanmar: Junta, budismo y juventud

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Este artículo forma parte de Undertones, el boletín del Observatorio de Medios Cívicos de Global Voices. Presenta el resumen de un año de investigación sobre los ecosistemas mediáticos de Myanmar y lo que podemos esperar en 2023. Cada vez que haga clic en un hipervínculo del texto, verá la narración y las publicaciones de los medios que la sostienen. Suscríbete a Undertones.

El Observatorio lleva observando Myanmar desde 2020, y en este tiempo, nuestros investigadores identificaron tendencias y acontecimientos que allanaban el camino para la toma del poder. La toma del poder militar en Myanmar a principios de 2021 llegó con diversos intentos de conquistar la confianza cívica. Las narrativas de la junta han cambiado y se han transformado en los últimos dos años para justificar su toma del poder, la violencia extrema contra los disidentes y el control total del Estado. Según han observado nuestros investigadores, los partidarios de los militares amplifican estas narrativas en línea, especialmente en Facebook y Telegram, a pesar de los intentos de la Junta por controlar esos espacios.

Origen de un golpe

En febrero de 2021, pocos meses después de que el partido de Aung San Suu Kyi ganó las elecciones de Myanmar de 2020 por amplia mayoría, lo que indicaba la voluntad de la población de avanzar hacia una democracia plena, los militares dieron un golpe de Estado.

La junta y su partido apoderado, el Partido de la Unión, la Solidaridad y el Desarrollo, deponen al gobierno civil dirigido por el partido Liga Nacional para la Democracia, con el argumento de «fraude electoral» como justificación. La idea de que «no se puede confiar en Aung San Suu Kyi ni en su partido» se difundió en línea durante meses antes de las elecciones, preparando el terreno para la destitución del consejero de Estado y presidente de la República.

A decade of disinformation fuelled by right-wing Buddhists

Buddhist nationalists have attempted to discredit Aung San Suu Kyi and her NLD party for years. In 2015, the NLD opposed a law seeking to safeguard Buddhism and the majority ethnic Bamar (Burmese) group, at a time when there was rising violence against Rohingya Muslims and growing Islamophobia online. This vote sparked a backlash from the powerful right-wing Buddhist sector. Popular narratives on Facebook in 2020 were “Real Buddhists should not vote for NLD party«, and “Voting NLD will be the end of Buddhism«.

Una década de desinformación alimentada por budistas de derecha

Los nacionalistas budistas llevan años intentando desacreditar a Aung San Suu Kyi y a su partido, la Liga Nacional para la Democracia. En 2015, la Liga se opuso a una ley que pretendía salvaguardar el budismo y el grupo étnico mayoritario bamar (birmano), en un momento en el que aumentaba la violencia contra los musulmanes rohinyá y crecía la islamofobia en línea. Esta votación provocó una reacción violenta del poderoso sector budista de derechas. Las frases más populares en Facebook en 2020 fueron «Los budistas de verdad no deberían votar por la Liga» y «Votar por la Liga será el fin del budismo«.

«Democracia = caos”

Mientras proliferaban las protestas antigolpistas después de febrero de 2021, la respuesta de los militares se hizo cada vez más violenta. La junta justificó su toma de poder, afirmó que su gobierno «era necesario para la estabilidad del país«. Un año después, extendió aún más su dominio, y afirmó que Myanmar estaba «sumida en el caos».

Es necesaria una perspectiva histórica para entender cómo surgió este discurso. Myanmar había estado bajo un régimen militar durante décadas, hasta 2011. Los partidarios del régimen militar sostienen que el gobierno marcial birmano es necesario para la paz. En definitiva, sostienen que el país no solo funciona tras el golpe, sino que está mucho mejor. Y eso a pesar de todas las pruebas en contra.

Estos discursos cobraron fuerza cuando los grandes movimientos prodemocráticos se dividieron en pequeños grupos guerrilleros armados que libraban una guerra contra los militares. Bajo el nombre de las «Fuerzas de Defensa Popular«, algunos jóvenes del país tomaron las armas, y muchos se han aliado con minorías étnicas para luchar contra el Tatmadaw (régimen militar). Es importante reconocer que los birmanos se abstienen de usar el término «Tatmadaw» cuando hablan del Ejército, ya que la palabra se traduce como «Fuerzas Armadas Reales» e indica prestigio y gloria.

«[La resistencia] ha atentado contra personal militar, informadores y edificios gubernamentales, lo que se considera un atentado terrorista que intenta perturbar una sociedad birmana pacífica», explican nuestros investigadores, que están en el anonimato por motivos de seguridad. En Facebook abundan los mensajes que acusan a estos grupos de terrorismo.

Del mismo modo, cuando el Ejército comete una atrocidad, como incendiar un pueblo, afirman para justificar sus acciones que no tiene más remedio que responder a la guerra librada por los grupos rebeldes.


«Es culpa de los estúpidos jóvenes”

Los jóvenes constituyen la mayoría de los grupos armados rebeldes de todo el país. Un año y medio después del golpe, los militares intentaron cambiar su tono con respecto a los jóvenes con menos hincapié en la etiqueta de «terroristas», y se centran en pintar a los combatientes de la resistencia como «jóvenes descarriados, inmorales y drogadictos«.

A mediados de 2022, el Ejército anunció que quienes abandonaran estos grupos rebeldes y se reincorporaran a la sociedad no sufrirían repercusiones violentas. «Los investigadores afirman que esta medida se consideró un intento poco disimulado de atrapar a los jóvenes, pero sin éxito.


«Los valores c
onservadores budistas están en riesgo”

Los nacionalistas budistas conservadores constituyen una gran parte del régimen militar y de sus partidarios. Les molestan los valores progresistas que exhibía el partido de Aung San Suu Kyi, como tolerancia hacia grupos minoritarios. Por ejemplo, en 2020, la Liga prometió más espacio cívico para políticos musulmanes, mujeres y derechos para la comunidad LGBTQ+.

Aunque muchos piensan que la Liga y Aung San Suu Kyi estaban lejos de ser progresistas, los budistas de derecha argumentaron que «los valores del gobierno civil eran contrarios al budismo y a Myanmar«. En 2020, proliferaron en línea los discursos que denunciaban el papel de las mujeres en la política y la cultura queer, y que se presentaban como las consecuencias de un gobierno moralmente corrupto.

Así, para una vieja generación de militares nostálgicos, «solo los militares valoran el budismo y se preocupan por la nación«. Según este grupo, solo ellos entienden de verdad los valores budistas y lo importante que es para ellos atrincherarse en el conservadurismo.

Antes del golpe, este sector afirmaba que Facebook silenciaba sus opiniones, muchas de ellas sexistas, homofóbicas e islamofóbicas. «Tras el golpe, la circulación de estos mensajes extremistas y dañinos se hizo más desenfrenada, ya que los partidarios de los militares se sentían más seguros de expresar estas opiniones bajo un régimen militar», afirman nuestros investigadores. «También los citan como justificación de la violencia de los militares hacia los partidarios de la democracia».

Cuando la calidad de vida y la economía se deterioraron tras el golpe, el discurso nacionalista budista reapareció, y señalaron que la gente «necesitaba adaptarse a la vida bajo el régimen militar» con una vida budista contenta (y pobre). Al describir las dificultades económicas como una herramienta necesaria para la salvación, la mala gestión de la economía por parte de los militares se pintó de forma positiva.


Principales temas estudiados en 2022

En el siguiente gráfico interactivo se puede ver la relación entre los grandes temas que hemos estudiado y los marcos narrativos generales.

Qué esperar en 2023

El régimen militar planea celebrar unas elecciones generales que probablemente serán en agosto de 2023. Se trata de unas elecciones que la Liga y los grupos de resistencia han prometido boicotear. Nuestros investigadores predicen que «la mayoría de las narrativas en 2023 se centrarán en estas próximas elecciones organizadas por los militares», que procederán de los partidarios de los militares y de los grupos de resistencia antimilitar.

Nuestros investigadores esperan discursos que promuevan las próximas elecciones, afirmen que el Ejército de Myanmar ha estabilizado el país, tiene el control total y es el gobernante legítimo, así como discursos que exijan una represión brutal contra los partidarios de la Liga y los disidentes que puedan suponer una amenaza para las elecciones. También se prevén las narrativas relativas a la protección de la «Amyo-Batha-Tharthana» (raza, lengua y religión), promovidas por nacionalistas y grupos fundamentalistas.

En el otro extremo del espectro ideológico, se espera que grupos opositores hagan valer en las redes sociales discursos contrarios a elecciones organizadas por el Ejército, con la afirmación de que el proceso será una farsa e instan a la población a boicotear las elecciones.

Junto con estas narrativas en línea, parece probable una escalada de incidentes  fuera de línea, como la intensificación de los conflictos armados en todo el país, el aumento de la vigilancia digital, las brutales medidas represivas y detenciones de críticos de la junta por parte de las autoridades militares, y los ataques contra los militares, colegios electorales y oficinas administrativas.

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