No es una novedad la creación de temas musicales a partir de acontecimientos amorosos, ya sea en momentos felices o desafortunados. Para Shakira, colombiana, ícono de la nueva cultura de masas, es catártico. Su última canción, “BZRP Music Sessions, Vol. 53”, fue escrita luego de su separación oficial del exfutbolista español del club Barcelona Gerard Piqué y es de alto voltaje. Un periodista argentino la catalogó como la versión “despechada heavy metal”, y desde su aparición el 11 de enero 2023, el tema rompió todas las barreras esperables y se hizo furor en las redes sociales.
La letra de BZRP Vol. 53 no sólo es una denuncia directa y explícita a los motivos de su ruptura, sino que connota una simbología, lugares comunes transitados por el público femenino. Shakira, la mega estrella latinoamericana, rompe estereotipos patriarcales.
El quiebre que produjo Shakira en el público es quizá el punto más ríspido al que llega la artista. Algunos la ubican las antípodas del feminismo. Su ira es una emoción más masculina que femenina. Se identifica a las mujeres con sentimientos y emociones más pasivas, como la tristeza o la culpa; por mandato patriarcal las mujeres deben contener sentimientos de enojo o llanto. Así, las mujeres que rompen el silencio y denuncian, molestan. Esta actitud contestataria es bien vista por el feminismo; ya no hay silencios, las deslealtades son expuestas abiertamente.
Lejos de mostrarse como la mujer sumisa que sufre por la traición de su ex, se muestra como una “loba”, conocedora de su superioridad, muy por encima de las posibilidades de su ex (“a ti te quedé grande”) y de su contrincante (“no es como suena”). En lugar de llorar lanza un “las mujeres facturan” y así, problematiza el tema de los hombres como proveedores, con mayores ingresos, especialmente, entre las esposas de futbolistas conocidas como “botineras”. Shakira no necesita nada, ni fama ni dinero, su exitosa carrera precede a la de su ex y la supera ampliamente.
El amor romántico es político y patriarcal. Desde una perspectiva feminista de Latinoamérica, diríamos un mecanismo de control y organización social. Niñas y niños aprenden modelos diferentes de relaciones amorosas según costumbres y tradiciones que responden a un modelo de moral y ética dentro de una cultura determinada. Dicha cultura impone patrones de relación. Los niños defienden su autonomía mientras que las niñas renuncian a la suya como prueba de amor.
Ligado a este renunciamiento está el modelo de maternidad también patriarcal, como fin último de la feminidad. Innumerables cuentos infantiles sostienen esta tipología amorosa. El príncipe cumple propósitos sociales (ámbito de lo público), para luego volver junto a su princesa, salvada de la pobreza, el encierro o el hechizo, quien se ocupa de su hogar (ámbito de lo privado). Esquema bastante básico, que felizmente tiene su contra-modelo también en la literatura infantil.
En la actualidad, muchas mujeres no tienen a la maternidad como objetivo principal en la vida, son más propensas a las uniones libres, no se someten a modelos preestablecidos y reaccionan rompiendo estereotipos hegemónicos de comportamiento.
Shakira es el emergente de todo un conjunto de esas mujeres que no alcanzan tanta visibilidad, pero que se suman a esta corriente al optar por una vida más libre, sin condicionamientos y con otros objetivos. Cada vez hay más mujeres reflexionando sobre la forma de amarse y relacionarse. El lugar de la mujer en una sociedad es un modelo que se deconstruye para analizar y producir cambios, para obtener otros logros, diferentes a los establecidos tradicionalmente.
Mucho más álgido es el tema de lo económico. Cuando Shakira canta “las mujeres no lloran, las mujeres “facturan”, pone sobre la mesa un tema masculino por excelencia. ¿Para una mujer, está mal facturar? ¿Hace daño la cantidad obscena que Shakira facturó sólo con tres canciones en las que se refiere y hasta menciona a su ex? ¿La ambición no está permitida en las mujeres? La pareja enriquece a los hombres y empobrece a las mujeres. No es casual que los roles estén distribuidos de manera desigual. Es altamente conveniente que la tarea ocuparse de los hijos esté a cargo de las mujeres, “instinto” atribuido políticamente.
La imagen de Shakira es contradictoria: rupturista y hegemónica. No es muy feminista comparar a las mujeres con autos o relojes como lo hizo en su canción, pero sí lo es presentar una imagen del empoderamiento personal.
Con fuerte impronta capitalista, lucra con su cuerpo y su vida privada. Se alinea con la imagen tradicional del cuerpo femenino expuesto como objeto de deseo. Sex symbol, pecadora, provocadora, pero una transgresora dual, su liberación sexual femenina convive con un discurso más cercano a la tradición romántica. Su vida familiar es sostenida por una versión de madre y esposa tradicional.
Su renunciamiento por amor se muestra en videos familiares difundidos por ella misma. No tiene secretos con su público. Se muestra auténtica en su dualidad; enamorada responde a los cánones románticos, despechada se convierte en una heroína agresiva e iracunda. La imagen de Shakira también ejerce influencia en toda la sociedad.
La investigadora y autora feminista Teresa de Lauretis afirma:
“En los márgenes de los discursos hegemónicos subsisten rasgos de una construcción de género diferente. (…) Los discursos de los medios de comunicación son tecnologías de género porque tienen el poder de controlar el campo de la significación social y producir, promover e implantar representaciones de género”.
Pero, ¿cualquier expresión femenina es símbolo del feminismo? Lo es cuando nos empodera a todas. Las producciones de Shakira marcan tendencia, abren caminos, copian o modifican patrones que regulan las conductas de las mujeres. En ella coexiste un modelo de feminidad hegemónico y contradicciones que se gestan y se representan en su cuerpo.
Shakira, mujer latina, empresaria, canta en español un tema-espejo en el que se mira toda una comunidad femenina, y muestra contradicciones que aún hoy persisten en muchas sociedades: mujer, liberada sexualmente y mujer, sostén familiar.