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Devota hindú utiliza personaje «Jab Jab» del carnaval de Trinidad y Tobago para invocar el poder sagrado femenino

Categorías: Caribe, Trinidad y Tobago, Arte y cultura, Etnicidad y raza, Historia, Ideas, Medios ciudadanos, Mujer y género, Religión, The Bridge, Carnaval en Trinidad y Tobago
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Renella Alfred en Queen's Park Savannah de Puerto España, Trinidad, 2022. Fotografía de Maria Nunes [1], utilizada con autorización.

Por la doctora Gabrielle Hosein

Este artículo se publicó originalmente [2] en Trinidad and Tobago Newsday. A continuación se publica una versión actualizada, con la debida autorización.

Renella Alfred procede de la familia Alfred de Couva [en el centro de Trinidad], famosa por jugar al jab jab [3], forma de artes marciales en la que se utilizan las tradicionales y bonitas máscaras y látigos de cáñamo trenzado que se ven en el carnaval de Trinidad y Tobago [4]. En fotos recientes, la autotitulada Princesa del Látigo, se la ve sacando la lengua como parte de su representación. Sin embargo, esta descripción banal no logra transmitir lo que Renella trae a la ciudad a través de su mácara, que es su invocación a la diosa hindú Kali Mai o Madre Kali [5].

Es fácil pasar esto por alto si no se piensa en la indianidad en el Caribe y en cómo se practica más allá de la sanscritización de la vida hindú autorizada por los textos y las autoridades religiosas. Habla de cómo las mujeres indias de Trinidad y Tobago adoptan el disfraz de formas que insuflan vida a los legados feministas posteriores al contrato de aprendizaje [6].

Cuando los indios llegaron al Caribe, trajeron un ecléctico abanico de costumbres culturales y religiosas, y un panteón de diosas cuya ascendencia espiritual enfrentó los sistemas de creencias patriarcales europeos, en los que Dios, Jesús, el Espíritu Santo y los discípulos eran concebidos como varones. Las tradiciones religiosas africanas, con, por ejemplo, un panteón de orishas femeninas como Yemaya [7], Oshun [8] y Oya [9], ofrecían igualmente una cosmología alternativa de divinidad y energía femeninas.

Estereotipadamente, el hinduismo y el carnaval se presentan como opuestos. Uno se asocia con la pureza y el otro con el pecado. Sin embargo, la práctica del baile entre los indios de Trinidad y Tobago cuenta una historia diferente, en la que el baile se interpreta para expresar un sentido de espiritualidad, reverencia por la ascendencia, devoción por la disciplina y respeto por las formas estéticas de conexión.

Entre los creadores de bailes tradicionales, la mascarada es un universo moral profundamente sagrado y lleno de rituales, que no se opone a ser indio o hindú. Es más, la mascarada en la vida de los indocaribeños entreteje todo esto, define creativamente el más allá de los contratos de aprendizaje y redefine la criollización.

Para los hindúes que entienden cómo los jóvenes de las aldeas pueden interpretar los venerados papeles de Rama [10] y Sita [11] para Ramleela [12], la mascarada se convierte en otro escenario para una «leela» (u obra de teatro) sobre un viaje épico y la experiencia del exilio y la moralidad al enfrentar las tensiones demoníacas, de género y sexuales, y a los legados de la presencia india en el Caribe.

El concepto de «legados feministas posteriores al contrato de aprendizaje» hace referencia a las tradiciones espirituales y culturales, los artefactos, los mitos, los símbolos y las posibilidades imaginadas que se trajeron de India en los paquetes jahaji [13] y jahajin (creolizados como «georgie/jahji bundle») y a los que, hoy en día, recurren las mujeres, y no solo las indias, para expresar el poder femenino y los feminismos.

Como Lisa Outar y yo describimos en la colección editada Indo-Caribbean Feminist Thought [14] (Pensamiento feminista indo-caribeño), esta construcción del mundo centrada en la mujer articula «una práctica feminista en la que las experiencias de género indias en el Caribe no son marginales, sino que se entienden de un modo centrado en una política de solidaridad a través de la etnia, la clase, el género, las sexualidades y la nación». Práctica es más que acción. Significa acción, representación o actuación basada en el pensamiento y la reflexión.

Esta práctica es una contribución profundamente filosófica y, en el Caribe, no sólo hacemos filosofía a través de las letras y la música. Lo hacemos a través de lo sagrado, y del choque y la combinación de sistemas de creencias o cosmologías; a través del género y la sexualidad, que durante mucho tiempo se han definido por la lucha contra las autoridades que delimitan lo bueno, sagrado y respetable de lo contaminante, profano e impropio; y a través de la corporeidad, o los placeres de cómo afirmamos nuestro derecho a existir, y afirmamos el valor y la alegría de nuestro ser soberano, con nuestros cuerpos.

Las fotos también muestran a Renella llevando un «nath» o aro en la nariz con una cadena unida a su pelo. El nath se asocia a la novia y el parto, y a la diosa Parvati [15], pero también a las encarnaciones de Parvati como la diosa guerrera Durga [16] y la diosa Kali, que emerge de dentro de Durga para destruir lo demoníaco con su danza de destrucción. El nath es también un símbolo de la feminidad india, que apenas se ve fuera de las bodas y Diwali, o en la mascarada.

Al bautizarse como «Princesa del Látigo», Renella ha elevado su condición real en la «tradición» dela mascarada por encima de la «ley» laica, que desafa lo que los politólogos describen [17] como el monopolio del Estado-nación moderno sobre la violencia.

Al tiempo que aporta una conciencia desde el extranjero de Jab Jab como descendiente de India, también desafía la prerrogativa religiosa masculina de ascendencia indígena sobre cuándo y cómo puede ser india, mujer e hindú.

Por último, está douglarizando [18] el carnaval, continúa una presencia india que ha dado forma a la propia «sokah [19]«. Según Ras Shorty I, el «so» del soca procede del calipso y el «ca» de la «ka», la primera consonante del alfabeto indio.

Del mismo modo, el espacio espiritual afrocriollo del carnaval puede replantearse, como hace Renella, para representar la conexión espiritual con lo divino femenino y la conexión ancestral con India.

Todo esto y mucho más está en la invocación sagrada que Renella Alfred hace de Kali Mai a través de la mascarada y de su ayuno precarnavalesco de carne y alcohol, que forma parte de la preparación hindú para la puja o la oración. Su familia también combina el culto a Kali con el uso de plantas para preparar sus cuerpos para la batalla en la carretera y en el escenario. Esto es espiritualmente hindú tanto como una forma de espiritualidad carnavalesca.

A muchos de nuestros antepasados los llevaron a plantaciones para ser violentamente explotados y deshumanizados en lo que debía ser una fábrica de mano de obra y conversión. Sin embargo, a partir de la esclavitud y en la mascarada, se construyó con esmero una sociedad de seres humanos bellos, sagrados, iguales y libres.

El modo en que una generación más joven y contemporánea de mujeres indias participa en esa estética se inspira inevitablemente en las ideas sobre los derechos de la mujer y la independencia introducidas por los feminismos caribeños en décadas pasadas, y las atraviesa. La mascarada de Kali de Renella, por tanto, representa brillantemente esa navegación feminista de la estética posindígena.

Como diosa temible, Kali Mai es tratada a veces con ambivalencia y rechazo por la corriente dominante del hinduismo sanatanista [20] de casta alta, del mismo modo que la jamette [21]/luchadora [22] con palos es rechazada por la autoridad moral patriarcal de clase alta en Trinidad.

La piel más oscura, el cuerpo fuerte y el linaje del sur de India de Renella solo explican en parte su sentido de afiliación a la madre divina, negra e invencible. Su látigo de jab jab también es paralelo al látigo de la veneración extática de Kali. Es más, los preparativos de su familia para jugar al jab jab incluyen devociones a la diosa Kali.

Cuando una mujer india abre su fajo de jahajin para encontrar todo lo que ha viajado y permanece, aunque transformado, esos contenidos están a su disposición para contrarrestar la subordinación de la feminidad y la marginación de la indianidad que acompaña a la pertenencia étnica y nacional. Estos legados no pueden contenerse.

La encarnación de Kali por parte de Renella es una expresión de recuerdo y devoción tomada fuera del culto del templo, al igual que ocurre en Manzanilla [23], Marianne River [24], Phagwa [25] y en los «jardines», arbustos y bosques de las zonas rurales que producen alimentos.

En la mascarada, Kali está haciendo una travesía que imita la de la India al Caribe, que se consideraba que traía contaminación, inmoralidad y pérdida de autenticidad. Sin embargo, el hinduismo sobrevivió santificando nuevos terrenos en el nuevo mundo. Lo mismo ocurre hoy.

Al igual que las mujeres que trabajaron en régimen de servidumbre antes que ella, que tal vez también estaban vinculadas a la Madre Kali, esta hija de Jab Jab está trazando nuevas travesías y su propio viaje.

La doctoroa Gabrielle Hosein [26] es profesora titular del Instituto de Estudios de Género y Desarrollo [27] (IGDS) de la Universidad de las Indias Occidentales, en el campus de San Agustín (Trinidad).