Conozca a Medalith, mujer peruana que empezó un negocio de moda desde la cárcel

Foto de Medalith Ravichahua, usada con su permiso.

El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, es un día que invita a reflexionar sobre las distintas formas de ser mujer. Hoy, queremos compartir las voces de mujeres privadas de su libertad en el Perú, cuyas experiencias de vida confrontan tanto discursos de control como de dominación patriarcal, es decir, donde lo considerado femenino se ve subordinado a aquello designado como masculino, generando desigualdades estructurales entre hombres y mujeres.

En el imaginario social, las cárceles son espacios masculinos, los cuales se han construido según las necesidades y experiencias de los varones, invisibilizando aquellas de las mujeres. Además, son caracterizados por dinámicas de violencia. En estos espacios, se desdibujan las casi 750000 mujeres privadas de libertad en el mundo, y las estrategias y resistencias que despliegan para reconstruir proyectos de vida desde el encierro. Como investigadoras decidimos no señalar los delitos, pues se suele encasillar a las mujeres según ellos y esto abre la puerta a mayor estigmatización.

En las cárceles hay mujeres que, a pesar de historias de vida retadoras y duras condiciones de reclusión, buscan construir nuevas oportunidades. Este es el caso de Medalith Ravichahua, propietaria de “The Queen’s”, que significa “lo que usa la reina” en inglés.

Durante sus diez años en prisión, Medalith comenzó trabajando como estilista. Ahora, en camino a casa luego de una larga jornada laboral, recuerda los tiempos en la peluquería del penal, y nos cuenta que:

Siempre trabajaba, trabajaba, y ahí me desestresaba. En la peluquería me quedaba hasta las 9 de la noche, 10 de la noche, trabajando […] Era la única forma de yo ser libre.

Así, la posibilidad de trabajar durante el encarcelamiento, más allá de ser una fuente de ingresos, cobró importancia como recurso para preservar su identidad y proteger su salud mental.

Pero identidad y salud mental, especialmente en sociedades marcadas por la desigualdad, no se viven de forma individual: generar proyectos positivos con quienes la rodeaban dentro del penal y con quienes la esperaban fuera se convirtió en la horma que moldeó su tránsito por la prisión.

Un día, en su paso por el taller de zapatería, Medalith, de uñas largas y cabello siempre impecable, asumió el reto de aprender a usar el martillo y la escofina. Y, como nieta de un fabricante de zapatos, apostó por constituir su propia empresa de calzado dentro de la cárcel.

Así nace “The Queen’s”. La empresa inició con el apoyo de su madre y su hijo, quienes asumieron funciones de abastecimiento de materiales y formalización de la empresa fuera de la cárcel pero con dirección postal en el establecimiento penitenciario; acciones indispensables para la consolidación del proyecto, pero casi imposibles de cubrir sin vínculos sólidos con personas extramuros. Al llegar a la mayoría de edad, su hijo asumió, junto a ella, funciones de liderazgo en la empresa. Lo que recuerda con mayor orgullo Medalith, es el respeto y empatía de su hijo hacia las otras internas que trabajaban en el taller de The Queen’s:

Como era hijo de una interna, él no hacía diferencias, las trataba igual que como si fueran su mamá. […] Mi hijo era empático. Cumplió su rol de empresario.

El ser mujer en prisión intersecta recursos y necesidades, y trasciende la lógica de producción económica para incorporar la solidaridad y orgullo como bases esenciales para una empresa. La noción de colectividad marcó el ambiente dentro del local donde las “chicas Queen” fabricaban los zapatos. Por un lado, Medalith contrataba profesores y les enseñaba a las mujeres que trabajaban con ella. Algunas se quedaban y se especializaban, otras aprendían y se iban a trabajar en otros talleres del penal, pero el paso por The Queen’s se convertiría pronto en un espacio que dejaba la sensación de escuela.

Por otro lado, la motivación siempre fue bandera. Con un pie en soportar la prisión y otro en prepararse para la libertad, Medalith enlazaba el trabajo y la salud mental para impulsar el compromiso de sus colaboradoras.

Aquí nada que yo soy empresaria y producción, producción, producción. No. Porque la plata no las va a sacar en libertad. Lo que las va a sacar en libertad es su terapia.

Si bien las condiciones carcelarias de hombres y mujeres son muy duras en el Perú, a la experiencia de las mujeres se le suman los mandatos y restricciones de género. Como bien señala Medalith:

A diferencia de los varones, que tienen más libertad, que las mujeres les traían sus cosas, que podían salir y todo, nosotras no […] la diferencia entre hombres y mujeres es abismal. Porque los varones tienen más soltura en todo sentido, en cambio las mujeres, puras restricciones.

A pesar de ello, Medalith logró consolidar una marca que participó en desfiles, ganó concursos interpenales y fue premiada en distintos eventos institucionales. Sin embargo, para ella, el logro más importante ha sido el haber sido la primera empresa formal constituida por una interna dentro de un penal de mujeres, y el poder brindar oportunidades laborales a otras mujeres, que como ella, se encontraban privadas de libertad:

Eso les metía en la cabeza de mis amiguitas, que no hay que hacer caso de lo que nos digan, nosotros queremos salir con un objetivo, tenemos que aprender cosas nuevas, mira que tenemos que ser las internas modelo, ejemplo de resocialización, digan lo que digan, nosotras siempre vamos para adelante.

Medalith deja huella en quienes la conocieron y responde con acciones a quienes le dijeron “cumple tu condena y vete a la calle, qué tanto molestas. Qué tanto quieres hacer empresa, si cuando salgas vas a volver a lo mismo”, como nos cuenta. Hoy, en libertad desde 2021, pero con la misma agencia e ímpetu que impulsaron sus proyectos en prisión, se encuentra gestionando su nuevo proyecto de peluquería y buscando fortalecer su empresa de zapatos “The Queen’s”.

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