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Los términos «tercer mundo» y «países en desarrollo» no reflejan nuestra identidad: Entrevista con el reportero gráfico Shahidul Alam

Categorías: Asia del Sur, Bangladesh, Activismo digital, Derechos humanos, Fotografía, Libertad de expresión, Medios ciudadanos, Periodismo y medios, Política, Protesta, Relaciones internacionales
Shahidul Alam at the PopTech 2011 conference [1]

Shahidul Alam en la conferencia PopTech 2011 (PopTech [1] / CC BY-SA 2.0 [2]).

El destacado fotoperiodista y escritor de Bangladesh Shahidul Alam [3] comenzó a documentar la escena política tras la liberación [4] de Bangladesh en la década de 1980. Se convirtió en activista del movimiento de justicia social que finalmente condujo al derrocamiento de la dictadura de nueve años del general Hussain Muhammad Ershad [5]. A pesar de no estar involucrado políticamente, creó un ecosistema mediático que vela por la responsabilidad de los gobernantes.

En agosto de 2018, Shahidul Alam fue detenido [6] por alentar a «estudiantes a formar un movimiento [7] contra el Gobierno» y estuvo detenido más de cien días hasta que finalmente quedó en libertad bajo fianza [8]. Fue reconocido como una de las personas del año [9] de la revista Time en 2018.

Subhashish Panigrahi, redactor de Global Voices, entrevistó [10] a Shahidul Alam durante el National Geographic Storytellers Summit 2023, evento presencial en Washington, D.C.

Subhashish Panigrahi (SP): ¿Qué lo inspiró a convertirse en reportero gráfico y activista de la justicia social?

Shahidul Alam (SA): Being from a middle-class home, I ended up in academia and was trained as an organic chemist in Britain, but I left that for photography and moved back to Dhaka. With a stint in fashion photography and corporate advertising, I soon got involved with the political movement [11] to bring down a powerful General.

Like many others, I was hopeful that my nation, which gained independence after a war of liberation, would become egalitarian for average citizens. Upon returning to Bangladesh, I was drawn into a social movement geared toward bringing down an autocratic and powerful military general. I began documenting this movement. That helped me look closely at sociopolitics to the role of the military and power elites and the lives of everyday people, especially Indigenous communities and their struggles. The General eventually fell, but I continued my journalism and activism.

In our political system, the way to get into politics has been through money and muscle. I did not want to go that way. Given the context, it wouldn't have allowed me to achieve what I managed to achieve. Therefore, I consciously created entities in different areas — media, education, and culture — actively intervening in politics. These institutions ensure politicians and the power elite cannot escape the inductions.

Shahidul Alam (SA): Crecí en un hogar de clase media, lo que me permitió ir a la universidad en el Reino Unido y estudiar química orgánica. Sin embargo, dejé eso para dedicarme a la fotografía y regresar a Daca. Después de trabajar brevemente en fotografía de moda y publicidad corporativa, me involucré en un movimiento político [11] que pretendía derrocar a un general poderoso.

Como mucha gente, creía que mi país se convertiría en un lugar justo después de una guerra por la independencia. Cuando regresé a Bangladesh, me uní a un movimiento social que quería derrocar a un general que estaba abusando de su poder. Empecé a documentar el movimiento, lo que me ayudó a comprender mejor la política, el Ejército y las personas poderosas que controlaban la sociedad. De igual modo, me volví más consciente de las luchas que enfrentaban las comunidades indígenas. Eventualmente, el general dejó el poder, pero yo seguí con mi trabajo como periodista y activista.

El camino común para ingresar a la política en nuestro país es a través del dinero y el poder. Yo no quería hacerlo así. Dado el contexto, no me permitiría alcanzar lo que hasta ahora he logrado, así que decidí crear instituciones en diferentes áreas, como medios, educación y cultura. A través de estas instituciones pude participar activamente en la política. Las instituciones también aseguran que los políticos y las personas poderosas rindan cuentas por sus acciones.

SP: ¿De qué manera ha influido la tecnología en su trabajo?

SA: I took on photography when I started my career, recognising its tremendous power. My choice would have been on social media if I were starting today. As we struggled with exchanging information, we recognized that one way to fight back was to have the power of intervening tools. We didn't have an international telephone line, nor could we afford it. We found it very difficult to send pictures as we had no internet connectivity then. So, we decided to act independently instead of waiting for government support.

In 1994, we contacted [13] a Dutch organization, TOOL, which helped us set up an offline FidoNet [14] Network. It required very low-end technology. For instance, our server was a computer with a 16-bit Intel 80286 [15] microprocessor. Since we did not even have an international telephone line, colleagues at TOOL would ring us twice a day from Amsterdam. We developed an electronic postbox [16] (DrikTAP), and people in Bangladesh could dial into our server locally. We used cheap modems, and all those emails would be packaged in an electronic postbox. When TOOL would ring us, those emails would go to the Netherlands, get unpacked, sent to the internet and go across the world. Using a reverse process, we would receive emails from the rest of the world in our Dhaka server, which would then be distributed across individual computers nationwide. Setting up this system helped connect Bangladeshis with Latin America, Africa, and others in Asia.

We also set up electronic bulletin boards to disseminate and discuss social campaigns, human rights issues, health and other inaccessible information. We were able to do more things collectively. We set up an email club and taught people how to use email and browse using the Veronica [17] search engine, which used the Gopher [18] protocol. We had our own space on the internet, but it was costly — transferring a 1Mb file costing 350 USD. So, we taught people about file compressing and converting files into text files to save costs. We also set up a fax gateway so that people from rural Bangladesh could send messages to other parts of the world without internet connectivity or even an international subscriber dialling [19](ISD) line. The rural regions got connected with the main cities.

SA: Cuando comencé mi carrera, elegí la fotografía porque reconocí su inmenso poder. Si tuviera que empezar de nuevo hoy, elegiría las redes sociales. Tuvimos dificultades para intercambiar información, por lo que optamos por utilizar herramientas de intervención para resistir. No podíamos costear una línea telefónica internacional y era difícil enviar fotos, ya que no teníamos internet, así que decidimos trabajar de forma independiente en lugar de esperar ayuda del Gobierno.

En 1994, nos pusimos en contacto [13] con una organización neerlandesa llamada TOOL para que nos ayudara a configurar una red FidoNet [20] fuera de línea con tecnología básica. Por ejemplo, usamos una computadora con un microprocesador Intel 80286 [21] de 16 bits como servidor. Y como no teníamos línea telefónica internacional, TOOL nos llamaba dos veces al día desde Ámsterdam. Creamos un buzón de correo electrónico [16] (DrikTAP), que permitió a las personas en Bangladesh acceder a nuestro servidor de manera local a través de módems de bajo costo. Los correos electrónicos se empaquetaban en el buzón de correo y se enviaban a los Países Bajos, donde se desempaquetaban y se enviaban a través de internet para llegar a personas de todo el mundo. Asimismo, con un sistema muy parecido, nuestro servidor de Daca recibía correos electrónicos de todo el mundo y luego los distribuíamos a computadoras individuales en todo Bangladesh. Este sistema ayudó a conectar a los bangladesíes con América Latina, África y otras partes de Asia.

También establecimos tableros de anuncios electrónicos para difundir y discutir campañas sociales, temas de derechos humanos, salud y otra información de difícil acceso. Juntos pudimos lograr más. Creamos un club para que la gente aprendiera a enviar correos electrónicos y buscar con un motor de búsqueda específico llamado Veronica [17] que utilizaba el protocolo Gopher [22]. Si bien teníamos nuestra propia área en internet, era costosa, la transferencia de un archivo de 1 Mb costaba 350 dólares. Así que le enseñamos a la gente a comprimir archivos y convertirlos a texto para reducir costos. También establecimos una puerta de enlace de fax para permitir que los habitantes de las zonas rurales de Bangladesh enviaran mensajes a otras partes del mundo sin necesidad de acceso a internet o de una línea de discado directo internacional [19] (DDI). Gracias a esto, las zonas rurales se conectaron con las principales ciudades.

SP: ¿Los hablantes de bengalí, en particular quienes no dominaban el inglés, pudieron usar internet sin problemas?

SA: Despite encouraging meaningful conversations, the electronic bulletin boards saw low participation. Only international NGOs and people fluent in English would participate. We didn't have the Bangla fonts to help with interface localization [23]. So, we started introducing Bangla transliteration, by writing Bangla using Roman letters. Suddenly, those who felt threatened earlier by English-only interfaces started participating — women and people from rural and marginalized backgrounds — turning those boards into a diverse space. It helped us realize how technology could be both enabling and limiting at the same time. Learning about these power structures inspired me to write the piece for Bytes for All titled ‘When a Modem Costs More Than a Cow [24],’ which it did in those days.

We still had no option for Bangla input online. Companies then started developing their proprietary input tools, creating more fonts and input tools. But input systems are still not properly standardized. We needed a universal input system then. We later started developing Bangla on Unicode [25] using ad-hoc and guerilla tactics, and with the emergence of input tools, people could read and write in Bangla on the web.

SA: Pocas personas participaron en los tableros de anuncios electrónicos, en su mayoría ONG internacionales y personas con fluidez en inglés. No teníamos fuentes en bengalí para localizar la interfaz [26]. Así que comenzamos a escribir en bengalí con alfabeto romano. Este cambio dio como resultado que las personas que se sentían intimidadas por las interfaces en inglés, como las mujeres, las personas de entornos marginados y las comunidades rurales, participaran más activamente. Como resultado, los directorios se volvieron más diversos y nos dimos cuenta de cómo la tecnología podía habilitarnos y limitarnos al mismo tiempo. Esta experiencia me inspiró a escribir un artículo para Bytes for All titulado «Cuando un módem cuesta más que una vaca [24]«, lo que era cierto en ese momento.

Mientras tratábamos de expandir el uso de bengalí en línea, nos dimos cuenta de que no había forma de escribir en bengalí. Las empresas comenzaron a desarrollar sus propias herramientas de entrada de texto, crearon más fuentes y más herramientas de entrada de texto. Sin embargo, estos sistemas de entrada no estaban debidamente estandarizados. Necesitábamos un sistema de entrada universal. Continuamos trabajando para crear un sistema de entrada universal y comenzamos a desarrollar bengalí en Unicode [25] con métodos improvisados y de guerrilla. Con la aparición de herramientas de entrada, la gente pudo leer y escribir en bengalí en línea.

SP: ¿Cómo ha influido su trabajo en la percepción del «mundo mayoritario [27]» y por qué utilizó este término?

SA: During an exhibition of mine in Belfast, I was staying with Irish friends. During the stay, their five-year-old daughter Karina and I would tell each other stories. One day, I returned from the show, emptying my pockets, and she was standing at the doorway staring at me. When I asked why, she said, ‘you're from Bangladesh, but you've got money.’ Her parents were development workers who helped Bangladeshis, but she only knew Bangladeshis as icons of poverty. Seeing a Bangladeshi with coins in his pocket was an oxymoron to her. It got me to think how much a five-year-old girl grows up in this social and cultural space where she can't see a Bangladeshi anything other than an icon of poverty. I realized that stereotypes of my people were created blindly by white Western photographers who came into my country, had diarrhoea for two days, photographed on the third, and returned with the same old tropes they propagated. We can't shift that unless storytellers change their stories.

We are called ‘third world’ and ‘developing world’ — not the identity we had chosen for ourselves. The G8 countries represent 13 percent of the world's population, yet they make decisions that affect a farmer in the field in Bangladesh. And the farmer never chose them to be our representatives.  They were the first world and we were the third world. We wanted to question their rhetoric of democracy, reminding them that we are the majority of humankind, and we want to be known for what we are, not what we lack. That's why we began using the term ‘majority world’ as an alternative to ‘third world’ and ‘developing world’. It took time to finally become more common, in academic and public discourses.

SA: Cuando estuve en Belfast para mi exposición, me quedé con unos amigos irlandeses. Con su hija Karina, que tenía cinco años, nos contábamos historias. Un día, regresé del programa y vacié mis bolsillos, y Karina me miró con asombro. Cuando le pregunté por qué, me dijo: «Eres de Bangladesh, pero tienes dinero». Sus padres eran trabajadores humanitarios que ayudaban a la gente de Bangladesh, pero ella solo conocía a los bangladesíes como símbolos de pobreza. Para ella, la idea de un bangladesí con monedas en el bolsillo era una contradicción. Esta situación me mostró cómo el contexto social y cultural de un niño puede influir en cómo ven a toda una población. En este caso, la niña solo veía a los bangladesíes como pobres. Me di cuenta de que los fotógrafos occidentales que venían a mi país no conocían realmente a mi gente. Venían, les daba diarrea por dos días, tomaban fotos y se iban, sin entender realmente lo que habían capturado. Para cambiar estas historias, debemos cambiar a los narradores.

Nos llaman «tercer mundo» y «países en desarrollo», no es la identidad que elegimos para nosotros. Los países del G3 solo representan el 13 % de la población mundial, pero toman decisiones que afectan a los granjeros en Bangladesh. Y el granjero nunca los eligió como representantes. Ellos eran el primer mundo y nosotros el tercer mundo. Queríamos desafiar su idea de democracia y hacerles saber que somos la mayoría de la humanidad y queremos que nos conozcan por lo que somos, no por lo que no tenemos. Es por eso que comenzamos a usar el término «mundo mayoritario» en lugar de «tercer mundo» y «países en desarrollo». El término fue ganando lentamente reconocimiento en los debates académicos y públicos.

A gallery display form the 2021 edition of Chobi Mela, the international festival of photography in Dhaka, Bangladesh hosted by DRIK. [28]

Galería de la edición 2021 de Chobi Mela, festival internacional de fotografía de Dhaka, Bangladesh, organizado por DRIK. Imagen de Rezwan. Usada con autorización.

Alam dice, “sabemos que si debes luchar una batalla, necesitas guerreros”. Ha experimentado violencia en muchos extremos, le apuntaron con un arma en la cabeza durante un régimen y lo apuñalaron ocho veces en otro mientras estuvo 107 días en la cárcel. Las organizaciones que fundó y cofundó muestran su perseverancia, como la agencia de fotografía y biblioteca de imágenes Drik Picture Library [29] en 1989, el primer programa de licenciatura en fotografía del mundo en 1998, Chobi Mela [30] (primer festival de fotografía asiático) en 2000 y la agencia de fotografía Majority World en 2004 (homólogo de DRIK para América Latina, África y otros países asiáticos).

El trabajo de Alam tiene como objetivo destacar tres áreas cruciales a menudo atacadas por gobiernos mayoritarios: los medios, la educación y la cultura. Él y su comunidad continúan ejerciendo presión política desde un edificio de 10 pisos en Daca. Al promover la libertad de expresión y el periodismo local, pretenden contrarrestar el control que ejercen los partidos políticos, las entidades corporativas y las organizaciones religiosas sobre los principales medios de comunicación.

Se puede escuchar la entrevista completa (en inglés) aquí: