La invasión de Ucrania por parte de Rusia ha arruinado la vida de millones de personas. En primer lugar, destruyó la existencia pacífica de los ucranianos, que ahora combaten sin miedo por su país y huyen de la guerra en cifras alarmantes. Pero también ha cambiado radicalmente la vida de muchas personas de Rusia, el país agresor, y de Bielorrusia, su país vecino gobernado por un dictador.
El régimen ruso asumió que tenía carta blanca para aumentar la represión interna, y acabó con los últimos restos de la libre disidencia. La única salida que les quedó a algunos rusos que no aceptaron ser cómplices de la guerra fue huir al extranjero, al mundo donde nadie los estaba esperando.
Global Voices habló con rusos y bielorrusos a quienes les resultó imposible permanecer en el país que inició la invasión.
En Polonia, los emigrantes no equivalen al país del que huyen
Polonia ha tenido relaciones difíciles con Rusia. Abrió sus puertas a los ucranianos que huían y está construyendo un muro en la frontera con Rusia en Kaliningrado.
Al poco tiempo de la invasión, Elena se encontraba en Varsovia porque le resultaba más fácil ir allí: «No hacen falta traducciones juradas; hay posibilidades de solicitar un permiso de residencia para trabajar o estudiar». Para ella, esta partida es solo un viaje de ida: «He vivido en Bielorrusia desde niña. Luego de la represión postelectoral contra las manifestaciones en Bielorrusia en 2020, comenzó a dar miedo quedarse allí».
Ya se cumplió un año desde el inicio de la guerra, y para muchos rusoparlantes la vida se divide entre un antes y un después. Elena hace tiempo aceptó que la guerra no terminará mañana.
Puede ser difícil y aterrador para la gente huir de Rusia, donde los medios hacen referencia a «doscientos años de odio organizado«. Incluso antes de la invasión rusa a Ucrania en febrero de 2022, los medios alineados con el Estado habían estado informando afanosamente sobre la «rusofobia» en el «Occidente colectivo». Pero la realidad es muy distinta a la imagen creada por la propaganda. Elena relata:
The Poles have suffered enough from the imperial habits of first Tsarist Russia, then the Soviet Union. But they do not equal the country and the people.
Los polacos han sufrido suficiente, primero a causa de los hábitos imperiales de la primera Rusiazarista, luego la Unión Soviética. Pero ellos no equivalen al país ni las personas.
Elena ahora trabaja y estudia en Polonia, aunque es difícil tener planes a largo plazo. Agrega.
Our world is beautiful. Despite the inadequate Imperials and their fan club. And the world is big, you don't have to live in a country that hurts you.
Nuestro mundo es hermoso, a pesar del comportamiento inapropiado del imperio y su grupo de admiradores. Y el mundo es grande, podemos elegir no vivir en un país que nos hace daño.
Kirguistán se ha convertido en un nuevo hogar
Kirguistán es una ex república soviética ubicada en Asia Central. Antes, por razones económicas, el flujo de emigrantes desde Kirguistán a Rusia era numeroso, pero ahora, por razones políticas, este flujo ha girado en sentido contrario.
Lesya eligió este país por su cercanía, y además, hay gran cantidad de personas que entienden ruso, la gastronomía y el clima son similares y los precios son relativamente asequibles:
First of all, I wanted to run away, no matter where. We didn't plan on the timing of how long we'll be here. Ideally, I would like not to depend financially on my country [Russia] and find myself a place where there will be a “home,” which we have been deprived of.
En primer lugar, quería huir, no importaba a dónde. No habíamos planeado cuánto tiempo estaríamos aquí. Lo ideal sería no depender económicamente de mi país, Rusia, y encontrar un lugar en el que pudiera tener un «hogar», algo de lo que se nos ha privado.
A pesar de que la cultura kirguisa y algunas de sus tradiciones fueron oprimidas durante el periodo soviético (como en otras partes donde se fomentó la rusificación), los kirguisos consiguieron mantener sus tradiciones, que según Lesya, incluyen preservar la transparencia, la capacidad de convivir, resolver problemas juntos y también la hospitalidad. Lesya expresa:
Now I don’t shy away from the sight of the police, I don’t delete objectionable words in instant messengers, as I did in Moscow, where the police could easily check your phone in the subway.
Ahora no evito la mirada de la Policía, no borro palabras censurables en los canales de mensajería instantánea, como sí hacía en Moscú, donde la Policía podía revisar fácilmente tu teléfono en el metro.
Ella espera que algún día sea posible regresar a casa, pero puede que esto no ocurra en los próximos años:
I have already gotten used to the idea that such terrible things as war are happening “at home,” in my homeland. I was depressed for a long time, I was ashamed to do anything, draw, enjoy life, because now someone is suffering at this very moment.
Ya me he hecho a la idea de que cosas tan terribles como la guerra están ocurriendo en «mi hogar», en mi patria. Estuve con depresión durante mucho tiempo, me daba vergüenza hacer cualquier cosa, dibujar, disfrutar de la vida, porque en este preciso momento hay alguien que está sufriendo.
Georgia: avancemos
Actualmente, Georgia tiene mucho cuidado en las relaciones políticas con Rusia. El país ya sufrió una invasión rusa en 2008, y algunas de las últimas encuestas muestran que muchos georgianos no apoyan un régimen de no visado entre ambos países. Al mismo tiempo, su objetivo es ingresar en la OTAN y la Unión Europea. Pero fue Georgia el que recibió a gran número rusos que se marchaban. Aunque la lengua oficial del país es el georgiano, gran parte de la población habla ruso e inglés, lo que facilita la vida a los nuevos emigrantes.
Entre los migrantes hay una joven llamada ჯუნო (que se lee como Juno), que hasta el 24 de febrero, a pesar de todos los problemas de su país natal, nunca imaginó vivir fuera de Rusia: «La necesidad de elegir otro país para una larga estadía me tomó por sorpresa. Sin visa Schengen disponible, la lista de opciones se redujo rápidamente a unos doce. Georgia ganó». Hay muchas razones: «Para empezar, ya he estado aquí antes y he podido comprender cómo es este país. Además, los rusos pueden permanecer aquí durante un año sin necesidad de un permiso de residencia. También el cobro de impuestos es asequible y permite abrir una cuenta bancaria y registrarse como empresario individual, y, por último, hay gente maravillosa, una naturaleza asombrosa y un clima agradable», afirma.
Después de alrededor de un mes y medio desde el anuncio de la movilización en Rusia, Georgia recibió a más de 700 000 rusos, de los cuales 100 000 se quedaron. «En todo el tiempo que llevo aquí, nunca he enfrentado una agresión», expresa ჯუნო. «Los lugareños se muestran o neutrales o amables, y estoy agradecida por esa actitud».
En Georgia, algunas empresas rusas trasladaron a todos sus empleados, junto con sus familias. Incluso antes de 2022, el país ofrecía el programa «Trabajar desde Georgia» para apoyar la economía del país, que invitaba a participar a los extranjeros que trabajaban de forma remota.
ჯუნო también trabaja de forma remota y se mantiene en contacto con familiares y amigos que se quedaron en Rusia. «Puedo decir que en la sociedad rusa muchos son engañados por la propaganda, y las personas necesitan tiempo para darse cuenta. Sigo en contacto con Rusia porque allí están mi familia y mis amigos que no pudieron marcharse, y por eso debo tener especial cuidado al elegir la redacción de mis respuestas».
Israel: la tierra prometida
Valeria considera su historia como común: «Me fui de Rusia porque no puedo ni quiero callarme, y tampoco quiero ir a la cárcel por esto». No tenía parientes ni amigos en Israel y, a pesar del derecho existente a obtener la ciudadanía del país, por su ascendencia judía, antes de la guerra solamente se relacionaba con Rusia, no había visitado nunca Israel ni siquiera como turista.
En su opinión, a una gran parte de los israelíes les preocupa la mayoría de personas que llegaron tras el inicio de la guerra solamente se limitarán a esperar a que pase todo y se marcharán pronto. Algunos ciudadanos rusos se marchan después de obtener su pasaporte israelí, mientras que otros planean quedarse.
En Rusia, Valeria fue a las protestas hasta el último momento pero ahora ya no cree que se pueda persuadir a quienes apoyan la guerra. Ella seguía de cerca la agenda política y observó el florecimiento de la propaganda estatal en el país, así que la etapa de aceptación llegó con rapidez.
«Es importante para mí que mi hija crezca como una persona que se valora, que valore su libertad, incluida la libertad de expresión. Quiero que sea ella quien decida dónde va a vivir, qué va a hacer, qué ideas quiere apoyar. Por desgracia, actualmente en Rusia, la gente se ve privada de estas oportunidades», añade Valeria.