Moldavia rechaza usar lengua construida por la política cultural soviética

Hecho por GlobalVoices con OpenAI

El 16 de marzo, el Parlamento moldavo aprobó en segunda lectura un borrador de ley propuesto por la facción Acción y Solidaridad (PAS) para cambiar el nombre de la lengua estatal en la Constitución y en todas las demás leyes de «moldavo» a «rumano», informa NewsMaker. La iniciativa pretende alinear la legislación con la decisión de 2013 del Tribunal Constitucional, según la cual, la Declaración de Independencia de Moldavia —que menciona el rumano— prevalece sobre el texto de la Constitución, incluido el nombre del idioma estatal.

Como afirmaba un artículo del doctor Charles King publicado en 1991 en la revista científica Slavic Review, el moldavo fue una creación de la primera época de la política cultural soviética, centrada en la República Socialista Soviética Autónoma de Moldavia (RSSAM), que existió de 1924 a 1940 en la frontera entre Ucrania y Rumanía, y hoy es la moderna República de Moldavia.

En el caso de la RSSAM, dice King, las autoridades culturales justificaron la creación de un nuevo idioma para los moldavos con el argumento de que esta nueva lengua, basada en patrones de habla de los campesinos, era más democrática y genuina que el lenguaje literario influenciado por el francés que usaba la Rumania burguesa. No obstante, los campesinos moldavos se resistieron a las reformas de la lengua en numerosas ocasiones, y las élites culturales dudaban si adoptar un lenguaje basado en formas de hablar y escribir que consideraban incultas. Por tanto, el proyecto de construcción nacional se tambaleó por lo artificial del contenido del proyecto, y también por la ambivalencia de las élites frente a la cultura que se pretendía crear.

A finales de la década de 1980, las únicas diferencias perceptibles entre el moldavo y el rumano eran el uso del alfabeto cirílico en moldavo y lo que quedaba del discurso sobre las diferencias lingüísticas. La República Socialista Soviética de Moldavia ya había intentado antes enfatizar las diferencias entre las dos variedades del idiomas, pero lingüistas y autoridades culturales posteriores se limitaron a reconocerlas.

El artículo de King señala que, entre los numerosos esfuerzos por planificar la cultura en las políticas de las nacionalidades soviéticas, el caso moldavo destaca por ser un éxito único. Mientras muchos otros intentos de indigenizar el uso del idioma o de establecer nuevos estándares literarios basados en variantes dialectales fracasaron o se abandonaron durante la revolución cultural, el moldavo emergió como una nueva lengua que perduró hasta los últimos días de la Unión Soviética.

En la Moldavia independiente de hoy en día ya no se considera el objetivo de crear un idioma moldavo distinto. No obstante, la Constitución del país seguía reconociendo el «moldavo» como lengua oficial hasta el reciente voto parlamentario, pese al hecho de que es esencialmente idéntico al rumano.

La ley propone otros cambios, como reemplazar el nombre de la fiesta Limba noastră («Nuestra lengua») por Limba română («Lengua rumana») y considerar obsoleta la frase del artículo 13 de la Constitución que dice «funciona basándose en el alfabeto latino». Todos estos cambios deben hacerse en la legislación en los 30 días posteriores a la entrada en vigor de la nueva ley.

La ley se aprobó con 58 votos a favor, mientras los miembros de PAS celebraban con vítores el resultado. «Enhorabuena. El voto llega con algo de retraso», dijo Igor Grosu, portavoz del Parlamento.

No obstante, las facciones comunista y socialista se opusieron a la ley. Sus diputados acudieron a la reunión con carteles en los que se leían lemas como «Constitución de Moldavia: Moldavia, moldavos, moldavo» y «El pueblo es soberano, el PAS es un tirano». Estas facciones propusieron que se eliminara la ley de la agenda, pero la propuesta no consiguió el número necesario de votos.

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