“Lucho contra los rusos no porque odie Rusia”: Historia de un soldado de infantería ucraniano

Yevhen_Shybalov

En posición militar. Mensaje en la foto: “Te deseo fuerza y buena salud”. Del archivo personal de Yevhen Shybalov.

Las estrategias que utiliza un soldado de infantería para sobrevivir a la guerra son similares a las estrategias que desarrolla evolutivamente una cucaracha para lograr sobrevivir en tu cocina.

Tienes que quedarte tranquilamente en un hoyo húmedo sin hacer ningún ruido ni movimiento, para que nadie sepa que estás ahí. Pero, al mismo tiempo tienes que observar de cerca y escuchar con atención lo que está pasando a tu alrededor.

Si tienes que salir a un espacio abierto para ejecutar una misión, hazlo rápido y procura no quedarte más tiempo del necesario.

Si sientes el resplandor de una luz brillante y escuchas un grito, ¡Oh, diablos!, perdiste y lo más probable es que mueras dentro de poco. Afuera, en la lejanía, oculta, una pantufla mortal viene por ti.

La diferencia entre una cucaracha y un soldado de infantería es que el soldado puede cavar un agujero si es necesario. Para lograr esta misión, el soldado tiene una superarma crucial: la pala. Además, el soldado tiene otra ventaja que no es un arma, sino sus ojos y oídos. Esta ventaja le sirve, por ejemplo, para utilizar la radio con el fin de comunicarse, e instrumentos ópticos, como cuadricópteros, dispositivos de visión nocturna y cámaras termográficas de infrarrojos, para observar.

La pala militar de mango corto, que no ha cambiado mucho en el último siglo, es una de las mejores creaciones de la humanidad que ha salvado incontables vidas. Una de las principales ventajas de esta pala es que puedes cavar una trinchera mientras estás acostado. Es tremendamente importante que sepas que, si estás bajo fuego de artillería pesada, “mantenerse de pie” y “suicidarse” es lo mismo.

Por algún lugar en el cielo, drones equipados con instrumentos ópticos hacen un ruido asqueroso. Te ven, pero tú no los ves, es más, a muchos kilómetros de la primera línea, un radar se mueve de un lado a otro y con sus orejas de elefante rastrea cualquier presencia militar en las ondas aéreas. Por la noche, unos ojos de águila vigilan a los soldados que sudan de miedo en las trincheras.

Sin embargo, independiente de las tecnologías, las estrategias de supervivencia no han cambiado. Los pasos que tienes que seguir para sobrevivir son: cava lo mejor posible una trinchera, asegúrate de que esté cubierta con pasto, mantén tu maldito teléfono apagado y siéntate quieto.

El secreto de un soldado de infantería

Les contaré un secreto, casi todas las armas utilizadas por las fuerzas terrestres han sido creadas con un único fin: matar a soldados de infantería.

Artillería, misiles, aviones, drones de ataque, helicópteros, vehículos blindados, morteros y muchísimas otras herramientas letales han sido desarrolladas exclusivamente para que los soldados enemigos salgan de las trincheras y mueran.

Contra todas estas armas letales, lo único que tiene un soldado es una pala, un rifle de asalto y paciencia. Tener paciencia y no moverse cuando lo estén vigilando. Temblar de miedo cuando tu trinchera es bombardeada con armas y artillería. Ahuyentar a la infantería enemiga cada vez que intente atacar. Soportar el hambre, el frío, la falta constante de sueño y la pérdida de compañeros.

Todo esto es muy difícil.

Sin embargo, el solo hecho de existir y de mantenerse con vida, convierte a los soldados en una constante amenaza para el enemigo. Una ofensiva enemiga pierde fuerza al encontrarse con la defensa de la unidad de infantería. Y necesita enormes recursos para continuar su operación.

Los vehículos dispuestos en columnas bloquean el paso al azar, queman enormes cantidades de combustible y recorren la línea del frente sin sentido en busca de agujeros como carreteras, todo sin estructuras defensivas que los bloqueen.

La artillería gasta enormes cantidades de munición para cubrir todos los distritos donde la infantería sigue combatiendo.

Los aviones gastan queroseno y utilizan unos misiles carísimos para talar los bosquecitos donde se atrincheran las unidades.

Los oficiales en los cuarteles generales se jalan los pelos de la frustración y deben diseñar rápidamente un nuevo plan de campaña.

Los plazos no se cumplen, y los delicados esquemas tácticos con bonitas flechas en los mapas pierden sentido.

El tiempo es el principal recurso que gana una infantería para el Ejército y el país a costa de sus vidas. En mi caso, mi sección de infantería detuvo una ofensiva del Ejército ruso, que intentó desesperadamente durante casi una semana rodear a un enorme grupo de fuerzas en Severodonetsk y Lysychansk.

Un batallón completo de paracaidistas de élite fue desplegado contra varias decenas de soldados con armamento ligero. A pesar de que el batallón de paracaidistas tenía varios equipos sofisticados y caros, como aviones de guerra, helicópteros de ataque, morteros pesados, artillería de cohetes y artillería simple, tanques, entre otros y además de tener una ventaja de fuerzas de diez veces mayor, el Ejército ruso sobrevoló un pequeño pueblo de Dombás.

Varios de mis compañeros murieron y varios más resultaron heridos. Es más, yo fui capturado junto a otros soldados, pero nuestra unidad pudo salvarnos y los rusos solo pudieron tomar la aldea cuando nos retiramos. Es más, a costa de perder tiempo e incalculables recursos, el Ejército ruso tomó la aldea y la perdió el siguiente día por un contraataque ucraniano.

El cerco de Lisychansk fracasó y las tropas ucranianas consiguieron retirarse de forma organizada. Como resultado, las unidades que lograron retirarse formaron una nueva línea de defensa que hasta el día de hoy los rusos no pueden franquear.

El oficial ruso que me interrogó cuando estaba secuestrado me dijo algo parecido a:

“¡Dices que te han movilizado hace poco y que eres un recluta sin experiencia! ¡Todos dicen lo mismo! Lo que dicen corresponde a los datos que teníamos antes del asalto, por lo que hubiéramos tenido que pasar rápidamente las posiciones de las unidades con armamento débil y personal no entrenado. ¡Pero nos bloquearon! y no entiendo por qué».

Porque teníamos paciencia. Y gran determinación por sobrevivir.

Sin embargo, las cosas cambiaron y seguirán cambiando. Mientras llega la ayuda de Occidente, los misiles y los HIMARS han estado desempeñando un papel principal en el Ejército ucraniano. Luego, se les unirán los operadores de tanques Leopard. En un tiempo más a lo mejor también se unirán los pilotos de los F-16. Por lo que, los soldados de infantería ocuparán su humilde lugar como fuerza secundaria.

Algo que entendí

Todo lo que escribí aquí no es un manual de campo, es solamente una muestra de cómo un excivil y activista cívico con opiniones muy liberales, humanistas y pacifistas empieza a pensar como un soldado.

Antes del 24 de febrero de 2022, yo pensaba que los problemas que teníamos con Rusia podrían resolverse pacíficamente. Es más, yo hacía labores humanitarias que se encargaban de prestar asistencia a las personas que se han visto perjudicadas por la guerra desde 2014 en el este de Ucrania.

Muchas veces en público, hice un llamado a prestar atención a la gente que sufría y no ir directo al combate sin recurrir a los mecanismos de diálogo y mediación.

Tras un año en guerra y recorrer un largo camino de activista cívico a veterano de infantería, comprendí algo. Hay algo en común entre los activistas cívicos y los soldados voluntarios: el deseo de justicia.

En las filas del Ejército ucraniano, me encontré con varios conocidos del ámbito cívico y todos coincidimos en que es verdaderamente injusto que un país más grande y fuerte pueda humillar a su país vecino que es más pobre, pequeño y tiene menos armamento.

Desde el fondo de mi corazón, estoy a favor del diálogo y la diplomacia, pero la primera regla para dialogar es el respeto mutuo y la igualdad de condiciones para ambas partes.

No odio ni a los rusos como personas ni a Rusia como país.

Lucho contra los rusos no porque odie a Rusia.

Sino porque amo Ucrania.

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