De tal palo, tal astilla: Nuevo presidente de Turkmenistán sigue las políticas represivas de su predecesor

Expresidente Gurbanguly Berdymukhamedov a caballo, mientras su hijo Serdar, el actual presidente, sostiene las riendas. Captura de pantalla del video del canal de YouTube de Azatlyk Radiosy.

A un año de la transición de poder, parece que Turkmenistán ha perdido una inusual oportunidad de hacer cambios sociales y políticos. Tal vez ha llegado el momento de renunciar a la esperanza de que mejore la situación de los derechos humanos en el país.

El liderazgo político casi nunca cambia en Turkmenistán. Solo ha habido dos transiciones de poder en los 30 años de su independencia. La primera vez fue en 2006, después de la muerte del primer presidente, Saparmurat Niyazov. Gurbanguly Berdymukhamedov entonces asumió el poder como su sucesor y gobernó hasta 2022. El 12 de marzo de 2022, le otorgo el cargo a su hijo Serdar después de unas elecciones presidenciales anticipadas que no fueron ni libres ni justas.

En su discurso de toma de mando, Serdar Berdymukhamedov prometió al país: «Seguiremos garantizando la búsqueda de políticas estatales más humanitarias en relación con la protección de los derechos y las libertades». La población aún guardaba esperanzas de que el nuevo líder nacional sobrepasaría a su padre en la protección de derechos humanos. Sin embargo, el registro nacional de derechos humanos sigue siendo lamentable. Turkmenistán fue uno de los últimos tres países de la escala del Informe de Libertad en el Mundo 2023, por encima de Corea del Norte y por debajo de Siria y Sudán del Sur.

Una de las razones detrás de la situación es que Gurbanguly Berdymukhamedov mantiene una posición muy influyente, aún con control sobre el país. En enero, el Parlamento del país votó a favor de reconfirmarlo como presidente del recién transformado Consejo del Pueblo, la cámara alta del Parlamento.

El director de la Iniciativa Turcomana para los Derechos Humanos, Farid, Tuhkbatullin, comentó en Facebook que «Berdymukhamedov [padre] ya está aburrido de no ser el número uno»:

Что-то старшему Бердымухамедову уже наскучило быть не первым. Решил опять Конституцию поменять. Теперь всем будет…

Posted by Фарид Тухбатуллин on Thursday, January 12, 2023

Berdimuhamedov ya está mayor y está cansado de no ser el primero en el poder. Decidió cambiar la Constitución nuevamente. Ahora el Halk Maslakhaty (Consejo del Pueblo) se encargará de todo.
Incluirá – por rango:
• presidente de Halk Maslakhaty – es decir. Berdimuhamedov padre;
• presidente – es decir, Berdimuhamedov hijo;
Bueno, y luego algunas cositas burbujeantes:
Presidente del Mejlis; presidente del Tribunal Supremo; secretario del Consejo de Seguridad del Estado; miembros del Mejlis…
Y, como decían antes, otros funcionarios.

Los sucesos más recientes nuevamente reducen las esperanzas que los turcomanos tenían de que Serdar Berdymukhamedov trataría de alejarse del legado de su padre y crearía políticas estatales más humanitarias.

Dictaduras duraderas, grandes riquezas y desigualdad aguda

Turkmenistán es un país relativamente pequeño de Asia Central, con una población oficial de más de seis millones de habitantes. Es una nación un tanto desconocida para la mayoría de la gente, pues es uno de los países más aislados del mundo. Turkmenistán se independizó de la Unión Soviética en 1991. El primer presidente turcomano fue Saparmura Niyazov, dictador excéntrico que gobernó hasta que murió en 2006. Fuera de Turkmenistán, el mundo lo reconoce principalmente por su extremo culto a la personalidad, que culminó con la construcción de una estatua de oro de él que valía 12 millones de dólares.

Gurbanguly Berdymukhamedov gobernó el país entre 2006 y 2022, continuó la administración autoritaria y creó su propia versión de culto durante su mandato. Su título oficial es Geroi Arkadag (héroe protector), y el Parlamento le otorgó el título de «Líder Nacional del Pueblo Turcomano» en enero.

Gurbanguly Berdymukhamedov aparece frecuentemente en televisión, en escenas en las que se le ve usando armas, cantando y haciendo ejercicio.

Serdar Berdymukhamedov llegó al poder en un momento de inestabilidad política en de la región y el mundo. En enero de 2022, Kazajistán, uno de los países vecinos de Turkmenistán, tuvo una oleada de protestas y disturbios en todo el país que costó la vida a 238 personas (la mayoría civiles) y casi 10 000 manifestantes terminaron detenidos. Turkmenistán siempre ha destacado por su restricción de internet, tiene la conexión más lenta del mundo. En respuesta a lo que ocurrió en Kazajistán, las autoridades de Turkmenistán decidieron fortalecer las restricciones a internet; la Policía comenzó a revisar de manera aleatoria los teléfonos de la gente y a dispersar hasta las más pequeñas concentraciones sociales en la calle. Un mes después, empezó la invasión rusa de Ucrania, lo que puso a todas las ex republicas soviéticas en una posición política y económica delicada. Esto causó más represión y mayores penurias para los ciudadanos turcomanos. Por lo que hasta ahora, el cambio de presidencia no ha supuesto un cambio en el poder ni en la situación general del país.

Las autoridades censuran estrictamente el acceso a internet, utilizan medios de comunicación nacionales controlados por el Estado para difundir propaganda gubernamental y reprimen sistemáticamente la disidencia. Cualquier periodista, activista u otra persona a quien se haya descubierto en asociación con medios relacionados a personas u organizaciones exiliadas ha recibido castigos severos. El Monitor Civicus, que supervisa y evalúa el ambiente de libertades fundamentales en el mundo, clasificó a Turkmenistán como «cerrado«, igual que a países como Belarús, China, Corea del Norte, Irán y Arabia Saudita. La represión es tan estricta que se ordena a las mujeres qué ropa deben llevar en público.

CIVICUS utiliza la información que le ofrece la Asociación Internacional de Derechos Humanos (IPHR) y de la Iniciativa Turcomana para los Derechos Humanos (TIHR) para clasificar al país.

La importancia de Turkmenistán dentro y fuera de la región la determina su vasta reserva de gas natural, la sexta mayor del mundo. La exportación de energía sigue dando riqueza a la pequeña élite. Ostentosas muestras de riqueza estatal son evidentes en la capital, Asjabad, donde abundan el mármol blanco y los palacios. Mientras tanto, los ciudadanos de todo Turkmenistán luchan por sobrevivir una crisis económica cada vez más profunda y el deficiente acceso a alimentos económicos.

Alzas la voz y vas a la cárcel

Alzar la voz contra las autoridades tiene un precio muy alto en Turkmenistán. Cualquier acto que los gobernantes perciban como disidencia puede suponer una pena de cárcel. Un caso ejemplar que ilustra ese peligro es el de la pediatra Khursanay Ismatullaeva. La despidieron ilegalmente de su trabajo en 2017 por criticar prácticas poco éticas y negarse a participar en actos masivos organizados por el Estado en horario laboral. Llevó su caso a los tribunales y presentó una serie de peticiones ante distintos organismos estatales. Decidió pedir ayuda en el extranjero cuando todos sus esfuerzos por conseguir justicia en su país fallaron.

Un sitio web de noticias publicó su historia a finales de 2020. En julio de 2021, poco después de que el Parlamento Europeo discutió su caso, Ismatullaeva desapareció por casi dos semanas después de que la Policía local la detuvo en su hogar. En noviembre de 2020, la sentenciaron a nueve años de cárcel por fraude, falsificación y abuso de una persona en situación de dependencia, acusaciones inventadas en respuesta a sus intentos de defender sus derechos. Después de dos años tras las rejas, liberaron a Ismatullaeva en un indulto masivo en diciembre de 2022. Esa novedad supuso un gran alivio, pero nunca debería haber sido encarcelada.

Otros que también fueron enjuiciados por actos de represión que el Gobierno aplicó sobre los llamados «enemigos internos», siguen tras las rejas. Docenas de habitantes han desaparecido dentro del sistema penitenciario después de ser declarados culpables en juicios políticos por motivos cuestionables. Uno de los acusados encarcelados es Nurgeldy Khalykov. Actualmente cumple una sentencia de cuatro años, por un juicio que muchos creen que fue provocado por sus contactos y cooperación con una organización de medios independiente exiliada. Múltiples ONG han exigido repetidamente su liberación.

Incluso las personas externas al país que opinan sobre la situación actual de Turkmenistán se encuentran en peligro. Como consecuencia de una tendencia especialmente alarmante, las autoridades presionan frecuentemente a los críticos que viven en el extranjero a través de sus seres queridos en el país, y los familiares de los activistas exiliados son objeto de intimidación y hostigamiento. Esta tendencia continúa, a pesar de las promesas de cambio que hizo el nuevo presidente.

Los países europeos deben seguir presionando a las autoridades de Turkmenistán para que hagan cambios concretos a la protección de los derechos humanos, y por la libertad de las personas que fueron encarceladas por razones injustas. Deben utilizar cualquier ventaja disponible para asegurarse de que el Gobierno cumpla sus compromisos con los derechos humanos. Serdar Berdymukhamedov debe cumplir las promesas que hizo en su discurso de toma de mando.

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