Fotos robadas, indemnización negada: La difícil situación de los fotógrafos rohinyás

Image and texts by Shafiur Rahman. Used with permission

«Dejen de robar nuestras imágenes».
Imagen y texto por Shafiur Rahman. Utilizada con autorización.

Desde el golpe militar de febrero de 2021, la situación de la comunidad rohinyá de Myanmar se ha hecho cada vez más grave: se han cometido serias violaciones al derecho internacional y a los derechos humanos, tales como detenciones arbitrarias, torturas, violencia sexual y asesinatos. Los rohinyás han sido víctimas de genocidio durante décadas y actualmente 600 000 que permanecen en el país son víctimas del Ejército de Myanmar. A raíz de esto, muchos rohinyás se han visto obligados a huir a países vecinos, donde siguen sufriendo violaciones de derechos humanos, como trata de personas y deportación. En la actualidad, más de 1,1 millones de refugiados rohinyás viven en campamentos de refugiados en el sudeste de Bangladesh y enfrentan numerosas dificultades.

En general, estos refugiados no tienen voz. Durante décadas, antes de que sus voces pudieran ser escuchadas fuera de los campamentos, algunas fueron destacadas y difundidas por periodistas visitantes. No obstante, varios jóvenes refugiados utilizan las cámaras de sus celulares o cámaras profesionales para documentar su vida en los campamentos y contar su propia historia a través de redes sociales.

A pesar de los esfuerzos internacionales por mitigar la crisis y repatriarlos, los refugiados rohinyás siguen sufriendo y siendo explotados por distintos sectores. En los últimos años, ha habido numerosos casos en los que algunos de estos fotógrafos rohinyás descubrieron que sus fotografías eran utilizadas por organizaciones internacionales sin fines de lucro y por diversos medios sin su consentimiento y sin que se les pagara por el uso. Estas acciones van en contra de los valores fundamentales de integridad periodística y comportamiento ético que son la base del periodismo responsable y de la profesionalidad. Además, la lucha de estos fotógrafos por reivindicar sus derechos sigue sin ser escuchada.

Algunas de sus solitarias voces, como este tuit del fotógrafo rohinyá Md Jamal en diciembre de 2022, repercuten en las redes sociales:

En 2020, el periodista y documentalista británico-bangladesí Shafiur Rahman lanzó el primer Concurso de Fotografía Rohinyá para animar a los refugiados a documentar las dificultades vividas durante la pandemia del COVID-19 a través de sus propios ojos. Se realizaron más concursos en los años posteriores y las fotografías tomadas por los refugiados se exhibieron en numerosas ciudades de todo el mundo, como Lampedusa, Newcastle, Venecia, Verona y Oxford. Actualmente hay una exhibición en la galería del sur de Asia del Museo de Mánchester (colaboración con el Museo Británico) de nueve fotografías capturadas por refugiados rohinyás que participaron en el Concurso de Fotografía Rohinyá.

Rahman ayudó a determinados fotógrafos a hacer valer sus derechos de autor de las fotografías que eran utilizadas sin permiso. Con frecuencia, estas entidades les pagaban a los fotógrafos una vez notificadas, pero algunas también los amenazaban y se negaban a pagar. Estos hechos evidencian la explotación de la que son víctimas refugiados vulnerables, a pesar de que muchos en todo el mundo los ayudaron con con donativos.

Global Voices entrevistó a Shafiur Rahman por correo electrónico para conocer mejor los obstáculos que enfrentan los fotógrafos rohinyás para poder ejercer sus derechos. A continuación, una versión editada.

Global Voices (GV): Cuéntanos acerca de la respuesta que ha habido hacia el Concurso de Fotografía Rohinyá. ¿Cuántos fotógrafos han enviado sus fotos hasta el momento?

Shafiur Rahman (SR): Overall, I think the Rohingya Photography Competition has been successful in conveying the elements of the Rohingya crisis through powerful visual storytelling. The collection of photos you will see on the website is moving and thought-provoking, and it has the potential to raise awareness and inspire action on this important human rights issue. Similarly, with the exhibitions, we have held, we had the same experience.

The photographers have captured a range of emotions and experiences related to their crisis, including despair, hope, resilience, and activism. The black and white style, used especially by the Kutupalong Registered Camp refugees in Ukhia, Cox's Bazar, Bangladesh, adds to their emotional impact and gives them a sense of timelessness. Each competition attracts between 70 and 80 photographers. They have in total over the years submitted thousands of images.

Shafiur Rahman (SR): En general, pienso que el Concurso de Fotografía Rohinyá ha transmitido de manera exitosa los elementos de la crisis rohinyá a través de una poderosa narración visual. La colección de fotos que verán en el sitio web es conmovedora, invita a la reflexión y tiene el potencial de dar a conocer e inspirar acciones sobre este importante asunto de derechos humanos. La experiencia fue la misma que tuvimos con las exposiciones que hemos organizado.

Los fotógrafos han capturado diversas emociones y experiencias relacionadas con su crisis, como la desesperación, la esperanza, la resistencia y el activismo. El estilo en blanco y negro (utilizado en especial por los refugiados registrados del campamento de Kutupalong en Ukhia, en la región de Cox's Bazar, Bangladesh) aumenta su impacto emocional y da una sensación de atemporalidad. En cada concurso participan entre 70 y 80 fotógrafos y, en total, se han presentado miles de fotografías a lo largo de los años.

GV: ¿Capacitan a los fotógrafos y les informan acerca de las leyes de derecho de autor?

SR: While the photographers of the Rohingya Photography Competition have expressed a strong desire for training in photography techniques, they have not indicated the same level of interest in copyright education. Photography skills are certainly essential to developing the refugees’ abilities to document their lives and experiences. It is equally crucial to educate them on copyright laws and how to protect their rights as creators. Both aspects are necessary to empower the Rohingya refugees and help them share their stories with the world in a way that is both effective and legally protected. RPC is currently considering holding a workshop on copyright matters.

SR: Aunque los fotógrafos del Concurso de Fotografía Rohinyá han expresado un fuerte deseo por recibir formación en técnicas fotográficas, no han mostrado el mismo de interés por educarse en materias de derechos de autor. Si bien las técnicas fotográficas son indudablemente esenciales para desarrollar la capacidad que tienen los refugiados de documentar sus vidas y experiencias, es igual de importante educarlos acerca de las leyes de derechos de autor y de cómo proteger sus derechos como creadores. Ambos aspectos son necesarios para empoderar a los refugiados rohinyás y ayudarlos a compartir sus historias con el mundo de una forma que no solo sea eficaz, sino también que esté protegida legalmente. El Concurso de Fotografía Rohinyá está considerando la posibilidad de organizar un taller sobre derechos de autor.

GV: Cuéntanos algunas de las violaciones de derechos de autor cometidas por los medios.

SR: AFP was the first case I dealt with. It involved an image in The Guardian (attributed to AFP) that was submitted to the Rohingya Photography Competition. I immediately suspected something fishy. I asked the photographer if they had given their image to any agency, which they denied.

SR: El primero fue el caso de la agencia AFP. The Guardian publicó una fotografía que se atribuyó a AFP, pero que había sido presentada en el Concurso de Fotografía Rohinyá. De inmediato pensé que había algo extraño. Le pregunté al fotógrafo si había cedido su imagen a alguna agencia y lo negó.

USO NO AUTORIZADO de una foto de un refugiado rohinyá por parte de las principales empresas de noticias y medios visuales. AFP photo, Getty Gentry.

La foto aparece hoy en The Guardian, PERO se presentó EXCLUSIVAMENTE al concurso de fotos rohinyá. Aparece en su cuenta de Instagram.

¡Fotógrafo CONSTERNADO!
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El director de la oficina de AFP en Bangladesh, Shafiqul Alam, reconoce el uso no autorizado de una fotografía tomada por un refugiado rohinyá y la borran del sistema de AFP. Culpa a «circunstancias confusas».

¿Cuántas veces ha sucedido esto antes? ¿Explotación de una comunidad ya perseguida?

And thus began a lengthy exchange with AFP. In short, one of their stringers had found the photo in a WhatsApp group or on Twitter and had then claimed it as one of his own and passed it on to AFP, who carried out absolutely no checks on the photograph. The photo did not have its EXIF data and was not of its original resolution size. Basically, they were caught with their pants down.

There was a celebrated case where AFP wrongly argued that it could use images found on Twitter and was fined heavily. In our case, the photographer wanted a very, very modest fee which was then settled. In atonement, AFP also offered to do a workshop and help Rohingya photographers pitch to them. It never materialised. It is unclear if this was due to the pandemic or just a negotiation tactic.

The People's Dispatch case demonstrated numerous tactics to avoid payment. At first, emails went unanswered, followed by a promise to reply after conducting an investigation. Later, an absurd message claimed that they don't usually pay contributors, despite the fact that the photographer had never heard of People's Dispatch and had never been a contributor. The publication even requested to verify the photographer, who then met with one of their contacts. After further delays, payment was finally made. Although they eventually paid, the experience taught them a lesson. In a second instance of infringement, they handled the matter more promptly.

Y así comenzó un largo intercambio con AFP. En resumen, uno de sus colaboradores había encontrado la foto en un grupo de WhatsApp o en Twitter, la había hecho pasar como suya y la había entregado a AFP, quien no realizó revisión alguna. La fotografía no tenía datos EXIF y su resolución no era la original. Básicamente, los atraparon haciendo algo cuestionable.

Hubo un conocido caso en el que AFP argumentó erróneamente que podía utilizar imágenes encontradas en Twitter y se le sancionó con una importante multa. En nuestro caso, el fotógrafo quería que se le pagara una suma bastante modesta, lo cual se hizo. A modo de expiación, AFP también se ofreció a organizar un taller y ayudar a los fotógrafos rohinyás a ofrecer su trabajo ante ellos. Nunca se llevó a cabo. No está claro si esto se debió a la pandemia o simplemente a una táctica de negociación.

El caso de People's Dispatch evidenció varias tácticas para evitar pagar. En un comienzo, los correos electrónicos no obtenían respuesta y luego se prometió contestar tras realizar una investigación. Más adelante, un absurdo mensaje afirmaba que no solían pagar a los colaboradores, a pesar de que el fotógrafo nunca había oído hablar de People's Dispatch y nunca había sido colaborador. El medio incluso solicitó verificar al fotógrafo, quien se reunió con uno de sus contactos. Luego de nuevos retrasos, finalmente se efectuó el pago. Si bien al fin y al cabo pagaron, la experiencia les sirvió de lección. En un segundo caso de infracción, manejaron el asunto con mayor prontitud.

GV: ¿Ha habido violaciones de derechos de autor por parte de organizaciones internacionales sin fines de lucro?

SR: In recent years, Oxfam has been running “Oxfam’s Rohingya Arts Campaign.” It grandly claims to have “created the space for Rohingya artists and activists to share their perspectives through poetry, painting, photography, film, creative writing or any other artistic medium.” This is of course an empty boast, a classic NGO tactic of bigging up small projects to an unrecognisable level. But imagine my disappointment when I discovered Oxfam, which has been claiming to provide this art platform, had used photographs by Rohingya refugees without permission or compensation and without any acknowledgement. The fact that Oxfam has used the work of Rohingya photographers for their own benefit, and again I repeat, without consultation and without considering their rights and interests, is antithetical to the very idea of providing an arts platform. It is unacceptable for any organisation, especially one with a mission to alleviate poverty and injustice, to exploit refugees for their own gain like this.

SR: En los últimos años, Oxfam ha estado llevando a cabo la Campaña Artística Rohinyá de Oxfam. Afirma con grandilocuencia haber «creado el espacio para que los artistas y activistas rohinyás difundan sus perspectivas a través de la poesía, la pintura, la fotografía, el cine, la escritura creativa o cualquier otro medio artístico». Por supuesto que esto es un alarde vacío, una táctica clásica de las ONG para engrandecer pequeños proyectos a un nivel irreconocible. Imaginen mi decepción al descubrir que Oxfam, que ha dicho estar dando esta plataforma artística, había utilizado fotografías de refugiados rohinyás sin permiso, sin compensación y sin ningún reconocimiento. El hecho de que Oxfam haya utilizado para su propio beneficio el trabajo de los fotógrafos rohinyás y, repito, sin consultarles y sin tener en cuenta sus derechos e intereses, es contrario a la idea misma de ofrecer una plataforma artística. Es inaceptable que cualquier organización, en especial una con la misión de aliviar la pobreza y la injusticia, explote de esta forma a los refugiados para su propio beneficio.

RESUMEN DE 2022:

Se dieron las disculpas y Oxfam pagó el canon.

Se consiguió que el autor X sacara su publicación de Amazon y que el autor Y borrara su publicación y pagara canon a refugiado.

Se consiguió que People’s Dispatch pagara un canon a dos refugiados.

Se detuvo una exhibición no autorizada de la oficina local de Amnistía, Reino Unido.

Following my communication with them, Oxfam issued a swift apology for their actions. However, their subsequent handling of the situation was equally absurd. Despite being present on the ground in Kutupalong, they claimed they could not compensate the refugee photographer directly because they were unable to provide cash. According to their rules, the only way to transfer funds was through a bank account, despite the fact that they know refugees are unable to open bank accounts in Bangladesh. It took the intervention of a Bangladeshi mediator to receive funds on behalf of the wronged photographer. This highlights the significant power dynamics and imbalances that exist within the aid industry, where organisations are able to set their own rules and policies without consideration for the practical realities of those they claim to serve.

Luego de haberme comunicado con ellos, Oxfam se disculpó rápidamente por sus acciones. Sin embargo, la forma en la que gestionaron posteriormente la situación fue igualmente absurda. Aunque se encontraban en Kutupalong, alegaron que no podían compensar directamente al fotógrafo refugiado porque no podían darle dinero en efectivo. Según sus normas, la única forma de transferir fondos era por medio de una cuenta bancaria, a pesar de que saben que los refugiados no pueden abrir cuentas bancarias en Bangladesh. Fue necesario que un mediador bangladesí interviniera para recibir los fondos en nombre del fotógrafo perjudicado. Esto evidencia la importante dinámica de poder y los desequilibrios existentes en el sector asistencial, en el que las organizaciones pueden establecer sus propias normas y políticas sin considerar las realidades prácticas de aquellos a quienes dicen ayudar.

GV: ¿También se están vendiendo en internet fotos tomadas por rohinyás?

SR: Let me give you the example of Anadolu Agency. Very notable platforms such as CNN, Time, The Guardian, Al Jazeera and Amnesty have been sold photos by this agency. This is a very recent case and it concerns photos stolen from Arfat Maung Hla Myint.

It is unfortunate to see cases of agencies and freelancers profiting from stolen photographs and refusing to compensate the photographer. This situation highlights the power dynamics that often exist between agencies and photographers, particularly those who come from marginalized communities, such as refugee photographers. In this instance, a refugee photographer's images of Rohingya refugees were stolen and exploited by Anadolu Agency and freelancer Shahjahan, who profited from the images without the photographer's consent or compensation. This not only perpetuates a cycle of exploitation and marginalization but also undermines the integrity of photojournalism as a profession. It is crucial for agencies and freelancers to respect the intellectual property and rights of photographers, especially those from vulnerable communities, and to work towards creating more equitable and just practices within the industry.

The situation surrounding the theft of Arfat's photographs is even more outrageous when we consider the fact that the freelancer Shahjahan threatened the refugee photographer with arrest in order to blackmail him into not asserting ownership of the photos. This type of behaviour is not only unconscionable but also criminal, and it highlights the deeply entrenched power dynamics that exist within the industry. It is unacceptable for anyone, particularly those in positions of power, to exploit refugees and use threats and blackmail to steal their work.

SR: Permíteme ejemplificar con el caso de la Agencia Anadolu. Esta agencia ha vendido fotos a plataformas muy destacadas como CNN, Time, The Guardian, Al Jazeera y Amnistía Internacional. Es un caso muy reciente que involucra fotografías robadas a Arfat Maung Hla Myint.

Es lamentable ver casos de agencias y trabajadores independientes que se benefician de fotografías robadas y se niegan a compensar al fotógrafo. Esto evidencia las dinámicas de poder que suelen existir entre las agencias y los fotógrafos, en especial aquellos que provienen de comunidades marginadas (como es el caso de los fotógrafos refugiados). En este caso en particular, la Agencia Anadolu y el fotógrafo independiente Shahjahan robaron y explotaron las fotografías de un refugiado rohinyá: lucraron con las imágenes sin el consentimiento del fotógrafo y sin compensarlo. Lo anterior, además de perpetuar un ciclo de explotación y marginación, menoscaba la integridad del fotoperiodismo como profesión. Es fundamental que las agencias y los trabajadores independientes respeten la propiedad intelectual y los derechos de los fotógrafos, especialmente los de comunidades vulnerables, y que trabajen para crear prácticas más equitativas y justas en la industria.

La situación en torno al robo de las fotografías de Arfat es aún más indignante si consideramos que el trabajador autónomo Shahjahan amenazó al fotógrafo refugiado con detenerlo para chantajearlo con no reivindicar la autoría de las fotos. Este comportamiento no solo es inconcebible, sino también delictivo y deja en evidencia la dinámica de poder profundamente arraigada que existe en la industria. Es inaceptable que alguien, en especial quien ocupan puestos de poder, explote a los refugiados y utilice las amenazas y el chantaje para robarles su trabajo.

Screenshot from Anadolu agency site (now deleted).

Captura de pantalla de la página de la agencia Anadolu (actualmente no disponible).

GV: ¿Qué sugieres para proteger a los fotógrafos rohinyás de estas violaciones de derechos de autor?

SR: Sharing their photographs can be a powerful tool for refugees, allowing them to take ownership of their experiences and assert control over their narratives. By sharing their stories, refugees can also advocate for change and have their voices heard. However, copyright violators and thieves completely disregard this empowerment, disregarding the value of refugees’ stories and images. We need to name and shame individuals and organisations that believe refugee rights can be trampled upon. They must be publicly exposed and held accountable.

SR: Difundir sus fotografías puede ser una poderosa herramienta para los refugiados, ya que les permite apropiarse de sus experiencias y reivindicar el control sobre sus relatos. Al difundir sus historias, los refugiados también pueden abogar por el cambio y hacer oír su voz. No obstante, ladrones e infractores de derechos de autor ignoran este empoderamiento y no valoran las historias e imágenes de los refugiados. Necesitamos identificar y avergonzar a las personas y organizaciones que creen que los derechos de los refugiados pueden ser pisoteados. Deben ser denunciados públicamente y responsabilizados.

Robar fotografías no solo viola los derechos de propiedad intelectual de los fotógrafos originales, sino que también los priva de obtener reconocimiento y compensación por su trabajo. Esto último es fundamental para los refugiados rohinyás en Bangladesh, quienes no tienen oficialmente permitido trabajar.

Ali Johar, activista rohinyá, tuiteó:

Informe: La Agencia Anadolu explota las fotos robadas de un refugiado rohingya.

Un número indeterminado de fotos del refugiado también se vendieron en Getty Images por hasta 499 dólares.
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Se debe abordar seriamente esta cultura de explotar el talento de las víctimas.
Se robaron fotos de fotógrafos refugiados. Cuando se hizo notar la preocupación, la persona amenazó a los fotógrafos originales con acoso policial.

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