Este articulo fue escrito por Dmitry Mazorenko y Paolo Sorbello para Vlast.kz. Una versión editada se publica en Global Voices bajo un acuerdo para compartir contenido.
El 10 y el 11 de abril, los trabajadores de petróleo de Zhanaozén, ciudad de la provincia de Mangystau, al oeste de Kazajistán, llevaron a cabo una protesta en la capital, Astaná. Cerca de 150 empleados despedidos de la compañía BerAli Mangistau Company pasaron la noche afuera del Ministerio de Energía. Pedían que se los contratara directamente Ozenmunaigas, principal productor de gas y petróleo de la región y subsidiario de la compañía estatal Kazmunaigas. El 11 de abril, fueron detenidos y llevados en automóviles policiales.
Los liberaron al día siguiente y los enviaron de vuelta a Mangystau. Solo quedaron 10 líderes para negociaciones en la capital, que llegó a un punto muerto el 14 de abril. Kazmunaigas rechazó las demandas de los trabajos permanentes en Ozenmunaigas, que hubiera dado mayor estabilidad financiera y protección social a los trabajadores. Los trabajadores de petróleo rechazaron la propuesta de aumentar sus contratos de uno a cinco años, argumentan que no mejoraría sus condiciones significativamente.
Desde la independencia de Kazajistán en 1991, los trabajadores de las compañías petroleras y de servicios petroleros organizaron protestas y huelgas masivas. La mayor fue en 2011, cuando las fuerzas de seguridad acabaron con una huelga de trabajadores de ocho meses en las compañías subsidiarias de Kazmunaigas en Zhanaozén, la mayor ciudad petrolera de Mangystau. Diecisiete manifestantes murieron y más de cien resultaron heridos porque las fuerzas de seguridad dispararon a la multitud. La represión no detuvo las acciones laborales, que aumentaron en frecuencia en los últimos cinco años.
Las relaciones públicas de las compañías y la propaganda estatal argumentan que los trabajadores son egoístas y codiciosos. Se describe a los trabajadores como privilegiados por ganar exponencialmente más que el ciudadano promedio. No obstante, las razones detrás de este descontento son estructurales. Hasta que no se halle una solución, las huelgas y piquetes se repetirán.
La era de la subcontratación de trabajos y servicios
Los tres campos petrolíferos más grandes, Tengiz, Kashagan y Karachaganak, al noroeste del país, representan cerca dos tercios de la producción de petróleo de Kazajistán. La participación extranjera en sus operaciones es importante: la corporación Chevron de Estados Unidos, Shell del Reino Unido y Eni de Italia han desempeñado un papel fundamental desde mediados de la década de 1990.
Se incorporaron normas internacionales, se dieron salarios superiores al promedio y se establecieron condiciones de seguridad estrictas. Al mismo tiempo, se dividieron las compañías integradas verticalmente en la era de la Unión Soviética y se contribuyó a la proliferación de la práctica de la subcontratación. Por consiguiente, estas compañías líderes se deshicieron de muchas responsabilidades al subcontratar servicios de otras compañías, que no supervisaban estrictamente las reglas, normas ni medidas de seguridad. A través de licitaciones, presionaron a los subcontratistas a competir por un número limitado de trabajos. Esto los llevó a recortar los gastos relacionados a la tecnología y al trabajo. La duración de la subcontratación también se acortó, lo que afectó la estabilidad laboral.
En ciudades donde la principal actividad económica es la extracción de petróleo y de gas, como Zhanaozén y Aksai, perder una licitación es una situación importante para los subcontratistas. Cuando pierden, estas compañías despiden a trabajadores y quedan inactivas hasta la siguiente licitación. A veces, los trabajadores despedidos son contratados nuevamente por las compañías que ganan las licitaciones, a menudo con salarios más bajos. Los subcontratistas ganadores pueden elegir entre muchos trabajadores de las compañías que perdieron.
El número de trabajadores en proyectos de petróleo y gas puede multiplicarse por miles, especialmente durante grandes renovaciones en los campos petrolíferos y las plantas de procesamiento. Para mantener la flexibilidad de los contratos temporales, las compañías han implementado normas globales de subcontratación laboral. Al contratar trabajadores a través de agencias de empleo, que se han vuelto populares, las compañías líderes evitan aumentar su equipo y delegan a terceros toda la responsabilidad de contratar y despedir.
Con esta práctica, los trabajadores se convierten en peones a la merced del flujo del trabajo estacional. Cuando se les necesita, tienen trabajo, a veces bien pagados. Sin embargo, cuando el trabajo se detiene, no se renueva un contrato o una compañía pierde una licitación, se quedan sin trabajo. A su vez, lo anterior hace que sus “salarios bien pagados” no sean constantes durante el año.
Asimismo, su trabajo no se puede comparar al de los trabajadores de oficina asalariados. Las compañías usualmente critican a los trabajadores por “ser codiciosos” y demandar salarios superiores al promedio de 300 000 tenge (cerca de 650 dólares estadounidenses). Sin embargo, a los trabajadores en los campos petrolíferos no se les paga mensualmente, sino por turnos. A diferencia de los trabajadores de oficina o médicos, no tienen tiempos libres remunerados. Solo algunas de las compañías petroleras más grandes pagan salarios que, distribuidos a lo largo del año, pueden permitir a los trabajadores de petróleo una “buena vida”. No obstante, a medida que la subcontratación se generaliza, es más difícil encontrar estos trabajos.
Por estas prácticas de subcontratación, es común ver a trabajadores de distintas compañías hacer el mismo trabajo en los mismos campos petrolíferos. Los empleadores les imponen diferentes condiciones de trabajo, normas de seguridad y niveles salariales. Lo anterior provoca desigualdad entre los trabajadores, lo que rara vez pueden corregir o enfrentar debido a la falta de sindicatos independientes.
Represión de los sindicatos
Durante tres décadas, el Gobierno de Kazajistán aprobó leyes que restringían los derechos de los trabajadores a realizar huelgas y demandas colectivas. Estas leyes usualmente reflejaban las normas neoliberales establecidas con la ayuda de compañías en varios otros países que dependen del sector extractivo.
Las autoridades usaban constantemente la violencia contra los activistas sindicales, por ejemplo, los mataban, golpeaban, intimidaban y procesaban. Lo anterior provocó la desintegración de todas las asociaciones de trabajadores independientes y evitó la creación de otras nuevas.
Además, las actividades de los sindicatos fueron desacreditadas sistemáticamente por instituciones del Estado, que afirmaban que el mismo Estado estaba a cargo de proteger los derechos de los trabajadores. Las agencias del Gobierno y los sindicatos promocionados por el Estado también buscaron quedarse con las organizaciones de trabajadores independientes.
Las acciones de los trabajadores todavía se perciben como elementos hostiles por el Gobierno. Debido a que los trabajadores no tienen otros medios de comunicarse, las protestan siguen siendo la única forma de transmitir sus preocupaciones.
Testigos del fin del petróleo
Los empleadores de compañías petroleras en la región de Mangytau dependen de las subsidiarias de Kazmunaigas (Ozenmunaigas, Mangistaumunaigas y Embamunaigas). Estas compañías son los empleadores más importantes de la región y los principales clientes de las compañías locales de servicios petroleros. Las compañías privadas más pequeñas solo operan algunos campos petrolíferos de menor tamaño. Sin embargo, su agotamiento gradual provocará una disminución de compras de servicios locales.
Para 2030, las llamadas «grandes tres» (Tengiz, Kashagan y Karachaganak) representarán casi tres cuartos de toda la producción de petróleo en Kazajistán. La parte de producción de los campos petrolíferos pequeños y medianos seguirá disminuyendo. Por tanto, el mercado de servicios petroleros, que ya controlan compañías grandes (las 10 principales compañías tienen el 87 % de los contratos), será menos competitivo.
A pesar de que la legislación local sobre el “contenido local” demanda lo contrario, los operadores de grandes depósitos no le dan preferencia a los lugareños, sino a contratistas extranjeros que han abierto sus subsidiarias en Kazajistán o que han participado en entidades jurídicas de Kazajistán. Por consiguiente, tienen una posición dominante en la estructura del mercado de los servicios petroleros (56 % del número total de las compañías). Las compañías más grandes todavía desconfían de los empresarios locales por la corrupción y a la posible interferencia administrativa.
Si las autoridades no encuentran una solución, Kazmunaigas se convertirá en el único cliente de las empresas kazajas de servicios petroleros. Algunas finalmente desaparecerán, ya que el volumen de producción en las principales subsidiarias de Kazmunaigas también seguirá disminuyendo y no permitirá que tengan un exceso de trabajadores. Debido a la falta de otros trabajos, el número de trabajadores de petróleo desempleados crecerá inevitablemente.