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La larga década de 1980: Grupo bielorruso de dark wave Molchat Doma lleva su música a Estados Unidos

Categorías: Europa Central y del Este, Bielorrusia, Medios ciudadanos, Música, The Bridge
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Congelado en el tiempo. Minsk, 2006. Foto en Flickr de Thomas Vogt [2] (CC BY 2.0 [3]).

Este artículo de Charlie Bertsch se publicó originalmente en The Battleground [4] y se reproduce en Global Voices como parte de un acuerdo para compartir contenido.

Cuando la banda bielorrusa de dark wave Molchat Doma [5] empezó a tocar su éxito viral en «Sudno» [6] (Судно) en su último show en Tucson, Arizona, Estados Unidos, miré la apretada multitud que llenaba el espacio frente a mí y me asombró lo feliz y variada que era, de raza a edad e incluso estilo.

Y luego escuché voces que crecían a mi alrededor. Un sentimiento sé agitó en mí, uno que había desaparecido en los últimos años.

Esperanza.

Para los miembros de Molchat Doma, esta escena se ha convertido en algo común. Pero no lo hace menos extraño.

A diferencia de otros artistas, eno están jugando.

Antes de que Roman Komogortsev (guitarra, sintetizadores y productor), Pavel Kozlov (bajo y sintetizadores) y Egor Shkutko (vocalista) crearan música juntos, tenían trabajos regulares. Se puede ver, en el cuidado con el que ejecutan sus planes y en cómo responden de manera simple y directa a las preguntas relacionadas con el sonido de la banda.

Si les preguntas por qué les recuerda a las cepas más deprimentes de las bandas post-punk [7] de primera generación: Joy Division, Sisters of Mercy, Depeche Mode, The Cure, te lo dirán. Crecieron escuchando esa música porque a sus padres les gustaba. Usan algunos de los mismos instrumentos populares en ese entonces. Y tienen una debilidad por la extraña cultura que refleja lo producido en el Bloque del Este durante la década que llevó a su desintegración.

Mientras su trabajo genera nostalgia por su juventud en quienes vivieron durante esa época, la relación con su legado es aún más concreta. Literalmente, su álbum demuestra esto directamente, están fascinados por la arquitectura y el estilo de diseño producido durante esa época. Esto significa edificios de concreto brutalistas y escudos de armas industriales.

Molchat Doma ha declarado que para ellos, la década de 1980 se siente más cercana que en cualquier otro lugar porque hay recordatorios de la época por todos lados. Aunque se cuidan de limitar ese argumento a la arquitectura, no es difícil para alguien que comprenda la historia del país ver la declaración como una declaración política.

La trayectoria de Bielorrusia en los últimos 30 años ha transformado al legado arquitectónico de la Unión Soviética en una metáfora. En ninguna parte del Bloque del Este se repudió más rápida y enérgicamente la promesa de libertades al estilo occidental.

Los miembros de la banda han pasado toda su vida bajo el mismo liderazgo totalitario. La privatización que siguió en otros lugares a raíz de 1989, a menudo explotadora, no echó raíces por completo en Bielorrusia. Como cualquier otra persona menor de 40 años (los miembros de la banda tienen cerca de 30 años), no han vivido en una sociedad postotalitaria.

Apenas se había completado la separación de Rusia cuando Aleksandr Lukashenko [8] fue elegido presidente en 1994. Rápidamente consolidó el poder, reforzó el control estatal sobre industrias importantes, encontró una manera de impulsar la «rusificación» de v y pronto prescindió por completo de la pretensión de respetar principios democráticos.

Lukashenko se describe orgullosamente como el “último dictador” de Europa y ha sido un acérrimo aliado de Vladímir Putin

De cierto modo, la década de 1980 nunca término para Bielorrusia.

Esto podría explicar por qué las protesta contra Lukashenko incorporaron canciones de Molchat Doma. Aunque los miembros no se han sentido seguros de declarar sus opiniones políticas directamente, su música pareciera ser un comentario oblicuo sobre la persistencia del totalitarismo.

En la superficie, el interés de Occidente en la banda es fácil de comprender. Escribe canciones interesantes, en un estilo que disfruta de una renovada popularidad gracias a una cultura que conscientemente se remonta a la década de 1980.

Stranger Things [9], éxito global de Netflix, ha sido particularmente influyente en este aspecto y tiene particular importancia para Molchat Doma, ya que pone la música de este tiempo en primer plano, con una trama sobre el conflicto entre Estados Unidos y la Unión Soviética.

Sin embargo, cuanto más pienso en su concierto de Tucson, más me pregunto si la idea de que la década de 1980 nunca terminó podría ser casi tan pertinente en Europa Occidental, Estados Unidos y Japón como lo es en Bielorrusia.

A pesar de los cambios en los países más desarrolladas del mundo, que han hecho que muchas cosas de esa década parezcan muy lejanas, la mentalidad neoliberal defendida por Margaret Thatcher, Ronald Reagan y otros líderes conservadores sigue dominando la vida cotidiana.

Aunque es posible que no tengamos tantos edificios feos de hormigón que nos recuerden las últimas etapas de la Guerra Fría como en Minsk, enfrentamos su legado en las estructuras conceptuales que nos impiden lograr un progreso político o económico significativo.

En efecto, la larga década de 1980 ha sido muy larga.

Aun con el contexto de la estética “doomer” de Molchat Doma, la letra de “Sudno” es inusualmente oscura. Provienen de un poema del celebrado poeta postsoviético Boris Ryzhy [10], que se suicidó a los 26 años en 2001.

La canción habla de un paciente de hospital que solo puede ver el mundo a través de su ventana, su mesa de noche y su «sudno» esmaltado, que en este contexto se refiere a su bacín, aunque también tiene matices religiosos con la palabra inglesa «recipiente». Sigue pensando en lo difícil que es seguir viviendo para alguien en su condición.

Para alguien que se identifique con este paciente, debe ser desconcertante que la canción sirva como una banda sonora descontextualizada muchos videos en TikTok

En una de las formas más populares de usar “sudno” en la plataforma, las personas muestran sus guardarropas en videos cuadro por cuadro. Al menos esos videos de TikTok sugieren una conexión temática con la canción, ya que las jóvenes que ahí aparecen suelen ser inexpresivas, y hasta directamente adustas. Aunque su mundo es más variado y colorido que el del paciente del poema de Ryzhy, todavía parecen náufragos en la proverbial isla desierta.

Pero escuchar a cientos de personas cantar apasionadamente “Sudno” aunque no comprendan las palabras, debe ser totalmente raro. O eso es lo que creí durante el concierto. Ahora que he tenido tiempo para reflexionar, he cambiado de opinión.

¿Por qué? Porque “Sudno” apareció al final del show. El entusiasmo de la audiencia no apareció de la nada. Fue creciendo de una canción a la siguiente. Muchas personas descubrieron Molchat Doma por su sorprendente fama en TikTok, se familiarizaron con el catálogo de la banda.

¿Qué importa que conocieran la letra sin conocer las palabras? La sentían.

Una de las canciones del exitoso segundo álbum de Molchat Doma, «Etazhi» (Этажи [11]), de 2018 se llama «Toska» (Тоска), un concepto difícil de traducir.

Usualmente se traduce como “extrañar” o “añorar”, pero el campo semántico de toska también incluye “aburrimiento”, “preocupación” y “melancolía”.

Vladimir Nabokov [12] lo consideró como la quintaesencia rusa, captura una visión del mundo completa. Y es una gran manera de describir la música de la banda, que transmuta la desesperación en resignación y la resignación en determinación.

Sí, la vida es difícil. Pero tomar la salida fácil negaría la oportunidad de experimentar тоска.

En los últimos seis años, Molchat Doma ha encontrado manera de convencer a audiencias a lo largo de Europa y Estados Unidos de que la mejor manera de transformar las características negativas de тоска en positivas es dándolas a conocer.

A raíz de una pandemia que nos privó de la oportunidad de estar juntos con personas de ideas afines, este mensaje resuena poderosamente. Y tiene sentido que una banda de Bielorrusia sea uno de sus abanderados.

Se ha dicho, con bastante justificación, que la gente dejó de preocuparse por la pandemia cuando empezó a preocuparse por el conflicto entre Rusia y Ucrania. No hay duda de que la solidaridad demostrada en Occidente es, al menos parcialmente, una función de un impulso reprimido de reconectarse. Pero el hecho de que este impulso vaya de la mano con un resurgimiento de la división de la Guerra Fría entre Oriente y Occidente lo hace claramente agridulce.

Aunque quienes siguen a Molchat Doma en Occidente no sigan de cerca las noticias, sueñan con una comunidad que supere esta división. Ese deseo es mucho más grande que el conflicto actual. El atractivo internacional de la banda y la diversidad de sus fans implican que han aprovechado una тоска colectiva, que reconoce que todavía estamos viviendo la larga década de 1980, incluso cuando anhelamos algo diferente.

En un momento en que la gente de mi edad se queja amargamente de lo mucho que las plataformas de transmisión en línea han disminuido el impacto de la música popular, me animó mucho ver cómo una banda como Molchat Doma aún puede atravesar las diferencias políticas y lingüísticas, incluso llegar a las comunidades de moda, aunque sean temporales. Que se organizan en torno al amor en lugar del odio.