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Relaciones diplomáticas oficiales de Taiwán: Juego difícil ante la obstrucción de China

Categorías: Asia Oriental, China, Taiwán (RdC), Economía y negocios, Elecciones, Historia, Libertad de expresión, Medios ciudadanos, Política, Relaciones internacionales, Análisis del vínculo entre Ucrania y Taiwán, Taiwán: Atrapado entre la guerra y la paz

Captura de pantalla del canal de YouTube de TaiwanPlus News [1] en la que se muestran todos los aliados diplomáticos oficiales de Taiwán.

La República Popular China en Taiwán fue miembro de Naciones Unidas hasta 1971 [2]. Después, cada vez más países decidieron reconocer en su lugar a la República Popular China en conformidad con el principio de «una sola China» [3] impuesto por Pekín. Actualmente, 13 estados [4] tienen relaciones totalmente diplomáticas con Taiwán, inlcuido Paraguay, donde a principios de mayo se eligió a un presidente partidario de ser leal a Taipéi [5]. Por otra parte, diversos países que han apoyado a la isla por décadas se han inclinado por Pekín en los últimos siete años. Para entender la evolución del aislamiento diplomático de Taiwán, Global Voices habló con James Baron, observador desde hace mucho tiempo de las relaciones exteriores de Taiwán.

Baron es un periodista británico [6] que vivió en Taiwán y escribió del país por más de 20 años. También trabajó para el Fondo de Cooperación y Desarrollo Internacional [7], ICDF. La entrevista fue editada por extensión y claridad, y se hizo por correo electrónico.

Filip Noubel (FN): ¿Cómo evalúa los cambios recientes en los países que tienen relaciones diplomáticas con Taiwán a nivel mundial? ¿Qué explica esos cambios en las tres partes: Taiwán, China y los países que se han cambiado? 

James Baron (JB):  While not ideal, the dwindling diplomatic ally count may not be as problematic as it once was. Many observers may feel the quest for diplomatic recognition is played out: ‘What benefit are these geopolitically insignificant countries?’ But that seems a misplaced rhetorical question. Have successive governments in Taiwan been so stupid, incompetent or venal as to not have considered this? The end-game is UN accession, and the idea is to have the prerequisites in place, including recognition by sovereign states. I don’t hear these arguments being made with Somaliland or Kosovo, which — unlike Taiwan — has forced itself onto the agenda at the UN thanks to official recognition. So, there’s a logic to the effort to maintain official relations.

Foreign policy was considered among the few successes of former KMT [Kuomintang [9]] President Ma  Ying-jeou [10] after the DPP [Democratic Progressive Party [11]] government of his predecessor Chen Shui-bian [12] was embroiled in ‘dollar diplomacy’ scandals [13]. But Ma’s unofficial ‘diplomatic truce,’ was contingent on the erosion of Taiwan’s sovereignty. The 2014 Sunflower Movement [protest movement opposing rapprochement with China [14]] was a reaction to this backsliding.

So, it’s no surprise the ally count is dropping again under [current DPP president] Tsai Ing-wen [15] — it’s all down to Beijing. The ally-poaching resumed the moment Tsai got power, with Gambia [16], and has continued, most recently with Honduras [17]. But I think Tsai’s retreat from dollar diplomacy and a cannier attitude towards alternative avenues — business and trade, culture, and civil society are making this less important. Increased resistance to China’s bully-boy tactics among ‘smaller’ states also helps.

James Baron (JB): A pesar de no ser lo ideal, la disminución del número de aliados diplomáticos tal vez ya no sea tan problemática como antes. Muchos observadores pueden pensar que la búsqueda de reconocimiento diplomático ya no sirve de nada: ¿Qué beneficio se obtiene de estos países geopolíticamente insignificantes? Sin embargo, esto parece una pregunta retórica fuera de lugar. ¿Han sido los siguientes gobiernos en Taiwán tan tontos, incompetentes y venales como para no haber considerado esto? El objetivo final es adherirse a Naciones Unidas y la idea es cumplir con los requisitos necesarios, como el reconocimiento de los Estados soberanos. No escucho estos comentarios en el caso de Somalilandia o Kosovo que, a diferencia de Taiwán, se ha metido a la fuerza en la agenda de Naciones Unidas gracias al reconocimiento oficial. Por tanto, el esfuerzo de tener relaciones oficiales tiene su lógica.

La política exterior se consideró uno de los pocos éxitos del expresidente del Kuomintang [18], Ma Ying-jeou [19], después de que el gobierno del Partido Progresista Democrático [20] de su predecesor, Chen Shui-bian [21], se vio envuelto en escándalos de ‘diplomacia del dólar’ [13]. No obstante, la ‘tregua diplomática’ no oficial de Ma dependía del desgaste de la soberanía de Taiwán.  El Movimiento Girasol de 2014 (movimiento de protesta contra el acercamiento a China [22]) fue una reacción a este retroceso.

Por tanto, no es de extrañar que el número de aliados esté disminuyendo de nuevo con Tsai Ing-wen [23], presidenta actual del Partido Demócrata Progresista. Todo se debe a Pekín. La caza ilegal de aliados se reanudó en el momento en que Tsai llegó al poder, con Gambia [16], y ha continuado recientemente con Honduras [17]. Sin embargo, creo que la retirada de Tsai de la diplomacia del dólar y la actitud más astuta hacia vías alternativas, como los negocios y el comercio, la cultura, y la sociedad civil, están restando importancia a este asunto. La creciente resistencia a las tácticas intimidantes de China entre los Estados ‘más pequeños’ también ayuda.

FN: ¿Qué estrategias parecen funcionar mejor para Taiwán? Además de las relaciones diplomáticas oficiales, ¿hay otras formas de establecer relaciones sólidas? 

JB: I’ve been writing about and advocating for civil society ties for years, and it’s great to see them blossoming. Cooperation on areas such as China’s soft power and malign influence ops abroad is growing through the likes of organisations such as Doublethink Lab [24] and their counterparts worldwide. If Taiwan can build goodwill and genuine friendships among foreign publics, politicians in those countries may question the benefit of continued cosying up to China.

There are indeed a range of other options: Business and trade that can go through official Foreign direct investment (FDI), government-sponsored bodies such as TAITRA [Taiwan External Trade Development Council [25]], representative offices, private sector investment and venture capital.

An example is Startup Terrace [26], which offers support for international startups. In March they invited 15 foreign startups to soft land in Taiwan at the Smart City Summit and Expo. This was cohosted by the Czech-Taiwan Chamber of Commerce [27] and the Prague-based Startup Kitchen [28]. Business also influences people-to-people relations, as private individuals in countries that don’t maintain relations call for normalising ties.

We’re also seeing an uptick in parliamentary delegations to Taiwan, especially from Europe, and following a visit by the Inter-Parliamentary Alliance on China [29] late last year, Taiwan was invited to join IPAC in January.

JB: Llevo años escribiendo sobre los vínculos entre la sociedad civil y defendiéndolos, y es genial ver cómo florecen. La cooperación en rubros como el poder blando de China y las operaciones de influencia maligna en el extranjero está creciendo a través de organizaciones como Doublethink Lab [24] y sus equivalentes en el mundo. Si Taiwán forja la buena voluntad y amistades genuinas entre la opinión pública extranjera, los políticos en aquellos países se podrían cuestionar las ventajas de seguir adorando a China.

Es más, existen diversas opciones: negocios y comercio que pueden pasar por la inversión extranjera directa, organismos patrocinados por el Gobierno como el Consejo para el Desarrollo del Comercio Exterior de Taiwán [25] (TAITRA), oficinas de representación, inversión en el sector privado y capital de riesgo.

Un ejemplo es Startup Terrace [26], que ofrece apoyo a empresas emergentes internacionales. En marzo, invitaron a 15 empresas emergentes extranjeras a participar en la Cumbre y Exposición de Ciudades Inteligentes en Taiwán, donde los coanfitriones fueron la Cámara de Comercio Checo-Taiwanesa [27] y la Startup Kitchen [28] de Praga. Los negocios también influyen en las relaciones interpersonales porque las personas privadas que no tienen relaciones piden que se normalicen los vínculos.

También estamos viendo un repunte de las delegaciones parlamentarias a Taiwán, especialmente de Europa y tras una visita de la Alianza Interparlamentaria sobre China [29] a finales de 2022, Taiwán fue invitado a unirse a la IPAC en enero.

FN: ¿Es Europa Central (países bálticos, Eslovaquia, República Checa) un nuevo centro para Taiwán respecto al reconocimiento y a las alianzas estratégicas? 

JB: Definitely. In my 22 years in Taiwan, I’ve not seen this kind of groundswell of support. And this time, it feels different to some of the hot-air that has been spouted in in the past.

Obviously, Lithuania’s case made big headlines and the Baltic nations have all left the so-called [Pro-China economic alliance] 17+1, [30] reducing it to 14+1, and there’s the possibility of others following suit, as some of the nations grow weary of empty promises from China under the Belt and Road Initiative [31].

Albanian PM Edi Rama summed up the prevailing mood in the Balkans when he said his country had seen zero benefits [32] from the 17+1. China’s poor performance on projects in Montenegro, North Macedonia [33], and elsewhere has caused consternation; and the fact that legislation has been passed in several countries to prevent Chinese investment in 5G, telecoms, and public infrastructure is an encouraging sign.

The recent support from Czechia has felt like something special. The events I mentioned were just part of the programme for the Czech delegation to Taipei. The European Values Center for Security Policy [34] (EVC) helped organise this and they are proving to be real friends to Taiwan — pushing for substantive cooperation even in controversial areas such as defence. Finally, Central and Eastern European countries are seen as a gateway to EU access for Taiwan, so this has helped push things along.

JB: Definitivamente. Durante mis 22 años en Taiwán, no había visto una oleada de apoyo semejante. Esta vez, parece ser diferente a algunos de los comentarios que se han hecho antes.

Obviamente, el caso de Lituania ocupó grandes titulares y todos los países bálticos han abandonado la llamada [alianza económica pro China] 17+1 [30], reducida a 14+1, y existe la posibilidad de que otros sigan su ejemplo a medida que algunos países se cansen de las promesas vacías de China en el marco de la Iniciativa de la Franja y la Ruta. [35]

El primer ministro albanés, Edi Rama, resumió el estado de ánimo actual en los países balcánicos cuando mencionó que su país no ha tenido ningún beneficio [36] desde el 17+1. El mal desempeño de China en proyectos en Montenegro, Macedonia del Norte [37] y otros lugares ha provocado consternación. Además, el hecho de que se hayan aprobado leyes en varios países para impedir la inversión china en 5G, telecomunicaciones e infraestructuras públicas es una señal alentadora.

El reciente apoyo de Chequia se ha sentido como algo especial. Los eventos que mencioné fueron solo una parte del programa de la delegación checa en Taipéi. El Centro de Valores Europeos para la Política de Seguridad [34] (EVC) ayudó a organizarlos y están demostrando ser verdaderos amigos de Taiwán, lo que impulsa una cooperación importante incluso en rubros controvertidos, como defensa. Finalmente, los países de Europa Central y Oriental se consideran una puerta de acceso a la Unión Europea para Taiwán, lo que ha contribuido a impulsar las cosas.

FN: ¿Qué hay de la presencia y visibilidad de Taiwán en África? 

JB: I worked for a couple of years at the International Cooperation and Development Fund (ICDF [7]) — Taiwan’s Overseas Development Agency, and developed an interest in Taiwan’s relations in Africa. At the time, several of the African countries that recognised Taiwan had their embassies in the same building as our office, and I attended events that focussed on the continent.

I interviewed quite a few experts and policymakers about the Republic of China’s official relations on the continent — particularly the history, which can be traced back to the establishment of a consulate in South Africa under the Qing Dynasty. There are some fascinating, untold stories there, especially from the Cold War era when the two Chinas were jockeying for influence on the continent.

Alas, Taiwan’s few remaining allies in Africa started jumping ship around the time I began working at the ICDF. Chad broke ties just as I came onboard in summer 2006, and Malawi followed suit in early 2008. In both cases, it was simply about Beijing writing bigger cheques. Upon ending relations in 2005, Senegalese President Abdoulaye Wade captured the mood by paraphrasing Lord Palmerston [38]’s comments about allies and interests. Countries have only the latter was Wade’s blunt assessment in a letter to Chen announcing the split.

After the Ma administration refused Gambian dictator Yahya Jammeh [39]’s final ludicrous demand for a handout, and the West African nation broke ties in 2013, it was noticeable that Banjul [40] sat in limbo for a couple of years before China reestablished relations. Next to go was Sao Tome and Principe, which from a personal perspective was sad, as I worked on book for the ICDF detailing an outstanding malaria eradication project there by Taiwanese medical teams. As I also knew students and long-term Taiwan residents from Burkina Faso, it was a shame for them when they broke ties in 2018.

All of which is to say, I don’t see much prospect of renewed ties in Africa for the foreseeable future, especially with the enormous soft power influence China wields.

JB: Trabajé un par de años en el Fondo de Cooperación y Desarrollo Internacional (ICDF [7]), la Agencia de Desarrollo Internacional de Taiwán, y desarrollé un interés por las relaciones de Taiwán y África. En aquella época, varios de los países africanos que reconocían a Taiwán tenían sus embajadas en el mismo edificio que nuestra oficina y yo asistía a eventos referidos al continente.

Entrevisté a bastantes expertos y legisladores sobre las relaciones oficiales de la República Popular China en el continente, en particular sobre su historia, que se remonta al establecimiento de un consulado en Sudáfrica bajo la dinastía Qing. Hay historias fascinantes que no se han contado, especialmente de la época de la Guerra Fría, cuando las dos Chinas se disputaban la influencia en el continente.

Lamentablemente, los pocos aliados que le quedaban a Taiwán en África empezaron a abandonar el barco cuando yo empecé a trabajar en el ICDF. Chad rompió lazos justo cuando yo me incorporé a mediados de 2006 y Malaui también, a principios de 2008. En ambos casos, se trataba simplemente de que Pekín extendiera cheques más grandes. Al poner fin a las relaciones en 2005, el presidente senegalés Abdoulaye Wade captó el ambiente al parafrasear los comentarios de lord Palmerston [41] sobre aliados e intereses. «Los países solo tienen esto último» fue la franca valoración de Wade en una carta a Chen en la que anunciaba la ruptura.

Después de que el gobierno de Ma rechazara la absurda petición final de ayuda monetaria del dictador gambiano Yahya Jammeh [42] y de que la nación de África Occidental rompiera lazos en 2013, fue evidente que Banjul [43] permaneció en el limbo algunos años antes de que China restableciera relaciones. El siguiente país en desaparecer fue Santo Tomé y Príncipe, lo que en mi opinión fue triste, ya que estaba trabajando en un libro para el ICDF en el que se detallaba un destacado proyecto de erradicación de la malaria llevado a cabo allí por equipos médicos taiwaneses. Como también conocí a estudiantes y residentes taiwaneses de hace mucho tiempo de Burkina Faso, fue una pena para ellos que rompieran lazos en 2018.

Con todo esto, no veo muchas posibilidades de que se renueven los lazos en África en un futuro próximo, especialmente con la enorme influencia de poder blando que posee China.