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Envenenados, empapados, pero aún bailando: Generación Z de Georgia entran a la arena política

Categorías: Asia Central y Cáucaso, Caribe, Georgia, Trinidad y Tobago, Derecho, Derechos humanos, Gobernabilidad, Humor, Juventud, Libertad de expresión, Medios ciudadanos, Periodismo y medios, Política, Protesta, The Bridge, GV Advox

«Generación de jóvenes geniales».
Imagen de Tata Shoshiashvili/OC Media. Publicada bajo acuerdo de asociación

Este artículo se publicó originalmente [1] en OC Media. Global Voices reproduce una versión editada en virtud de un acuerdo para compartir contenido.

Carteles atrevidos, jóvenes bailando al ritmo de las sirenas entre los chorros de agua y barricadas hechas con patines: lo anterior se ha convertido en algunos de los símbolos de las manifestaciones que derrotaron el controvertido proyecto de ley [2] sobre agentes extranjeros de Georgia, así como también los símbolos de la entrada en política de la generación Z [3] (quienes nacieron entre 1997 y 2013).

“Esta protesta fue diferente: tuvo más humor”, comentó Anastasia Pirtskhalaishvili de 21 años. Pirtskhalaishvili estuvo entre los miles de jóvenes que tomaron las calles a principios de marzo después de que el partido gobernante aprobó la ley sobre agentes extranjeros [2] en la primera lectura. El proyecto de ley “sobre transparencia de la influencia extranjera” era similar a la ley rusa de 2012 sobre asuntos extranjeros [4], que se ha usado para reprimir a la disidencia y a la oposición en Rusia desde que entró en vigor. Esta fue propuesta por un grupo de parlamentarios, formalmente del partido gobernante Sueño Georgiano, que abandonaron las filas del partido en 2022 y formaron su propio partido político, Poder Popular [5], en agosto de 2022 [6]. Si se aprobaba, el proyecto de ley iba a “obligar a las organizaciones no gubernamentales financiadas desde el extranjero a registrarse como agentes de influencia extranjera”, informó [7] Eurasianet.

Miles de georgianos tomaron las calles [2] para protestar contra la ley. Se han difundido ampliamente en línea imágenes de jóvenes, como Pirtskhalaishvili, con tubos y gafas de buceo, máscaras faciales y pañuelos para protegerse del gas pimientas y del gas lacrimógeno que permanecen impasibles mientras les disparaban con cañones de agua. Se difundieron también imágenes de los jóvenes bailando mientras la policía antidisturbios avanzaba.

No obstante, a pesar del carácter lúdico de algunas protestas, Pirtskhalaishvili afirma que los jóvenes estaban enviando un mensaje serio. “Bailar al ritmo de las sirenas fue también para demostrar que no tenemos miedo y que podemos superar esto”, agregó.

A pesar de que Pirtskhalaishvili estaba frente al edificio del Parlamento el 7 de marzo en protesta mayoritariamente pacífica, no se libró de los gases lacrimógenos ni de la detención. “Dispersaron a la gente dos veces y esas dos veces volvimos a la zona frente al Parlamento, pero lanzaron tanto gas que me ardía horriblemente la garganta”, recuerda. “Estaba al lado de una manifestación pacífica mientras gritaba con otros, cuando dos policías se acercaron por detrás sigilosamente y nos detuvieron junto a dos amigos”, agregó.

Comentó que la acusaron de alteración del orden público y de insultar a las fuerzas del orden. Aunque quedó en libertad poco después, el juicio sigue su curso. A pesar de su detención, Pirtskhalaishvili volvió a asistir a las protestas al día siguiente.

«El lugar de Georgia está en Europa»

“Cuando decenas de miles de personas le dicen al Gobierno que no deberían aprobar una ley, no debería aprobarla”, comentó Nikoloz Arobelidze, de 22 años, a OC Media.

A pesar de que sabía que podía resultar herido, Arobelidze asistió a las protestas del 8 de marzo, tras ver cómo la policía antidisturbios reprimía a los jóvenes en las manifestaciones de la noche anterior. “Estaba frente al Parlamento cuando escuché ruidos extraños, cómo la gente gritaba: “corran, ayuden, nos están disparando”. Recuerdo que, en algún punto, la gente comenzó a escapar”, recordó.

“Segundos antes, pensé que a mis amigos y a mí no nos pasaría nada porque estábamos manifestándonos pacíficamente, pero de un momento a otro vi que lanzaron gases lacrimógenos, que me quemaron terriblemente la cara, los ojos, la nariz y la garganta. Comprendí que debería haber respirado menos, sin embargo, a causa del pánico, mi respiración se aceleró”, recordó el joven y añadió que la tos no cesó varios días.

Arobelidze, como muchos otros, comentó que para los jóvenes como él, las protestas iban mucho más allá de esta ley en específico: estaba en juego el futuro del país como democracia y su lugar en Europa.

“Nos quedamos ahí y le exigimos al Gobierno que queremos un mejor futuro en el que no tengamos miedo de que los rusos vengan y nos quiten el país, o que sus tanques nos ataquen”, afirmó. “Todo el mundo piensa que el lugar de Georgia está en Europa”, agregó.

Mientras la policía antidisturbios intentaba disolver la manifestación del 8 de marzo y alejar a los manifestantes del Parlamento con gases lacrimógenos y cañones de agua, los manifestantes se refugiaron cerca de la iglesia de Kashueti. Entre ellos se encontraba Gvantsa Seturidze, de 23 años, que ha estado protestando desde que comenzaron las manifestaciones de finales de marzo. Gvantsa explica que hubo una energía especial durante las manifestaciones del 7 y 8 de marzo, ya que la voz de la nueva generación se hizo más fuerte.

Durante estos días, Gvantsa destacó cómo la gente se ayudaba, que distribuían productos de limpieza ocular, agua y mascarillas, mientras que otros ayudaban a la gente a encontrar refugio. A su vez, comentó que fue “un período muy difícil”, no obstante, “los jóvenes de alguna manera lo aligeraron todo”.

“Las protestas de la generación Z son diferentes. En la manifestación, vi que unos niños le daban a un policía unos pretzels [y le preguntaban]: ¿los quiere? El policía [respondió]: no creas que me voy a negar y los tomó”, recordó.

Todos los jóvenes que hablaron con OC Media enfatizaron que se unieron con personas de todas las generaciones durante las protestas en Georgia, y que las concentraciones contra el proyecto de ley de agentes extranjeros no habían sido una excepción. Sin embargo, las voces de la generación Z y de los milénicos fueron especialmente claros en esta manifestación.

«Generación graciosa, Gobierno aburrido«

Las protestas estaban llenas de carteles con mensajes sarcásticos y satíricos que se han viralizado en línea. “No pueden engañar a la generación Z”, “Hola, ¿112? Setenta y seis acá apretamos un botón y ahora estamos jodidos” (una referencia errónea a los 76 parlamentarios que votaron a favor de la ley y el número de emergencia de Georgia, el 112), “Vamos a fiesta por el humo y las sirenas, malditos” y “No me pueden envenenar con sus gases porque mi ex era más tóxico”. La lista sigue.

Un cartel que decía “'generación graciosa, Gobierno aburrido’ no puede engañarnos”, se viralizó ampliamente en línea. Su autora, Marian Kereselidze de 23 años, le comentó a OC Media que, en un principio, no estaba segura de mostrar el cartel, pero finalmente decidió usarlo. “Soy creadora de contenido profesional y trabajo haciendo textos todos los días. Por eso se me ocurrió este mensaje. Muchas personas miraron mi cartel, sonrieron y me felicitaron, lo que me hizo feliz. Algunas personas no entendían lo que significaba slay o lame (nota editoral: traducidas acá como graciosa y aburrido, respectivamente) y cuando les expliqué, se rieron”, comentó Kereselidze.

“Fui a la concentración porque creo que se puede lograr un gran triunfo a pasos pequeños”, indicó. “Aprobar esta ley significa que nos eliminarían de la Unión Europea para siempre”, afirmó; “hemos perdido muchas batallas en los años anteriores, pero esta, en mi opinión, fue decisiva”, agregó.