Este artículo de Natalie Sarkic-Todd se publicó originalmente en The Battleground, y se reproduce en Global Voices como parte de un acuerdo para compartir contenidos.
Los Balcanes Occidentales son bastante difíciles de comprender. El cambiante mapa regional de países, fronteras, etnias y credos es tan complejo que requiere más preparación para abarcarlo que otras partes de Europa.
No basta con conocer la política y las instituciones locales. Hay que conocer la cultura y la sociedad.
Esa es la recompensa, como dijo en Podgorica la embajadora checa en Montenegro, Janina Hrebičkova, en la reciente presentación del libro «Una historia de Montenegro«, de su compatriota y colega especialista en los Balcanes, Frantisek Sistek.
La diplomacia blanda es esencial para descifrar los Balcanes. Por eso sorprende tanto que los diplomáticos se equivoquen. Tomemos el caso del embajador francés en Montenegro, Christian Thimonier, que fue duramente criticado por un comentario mal informado que hizo en marzo en relación con un incidente en el que estaba implicado el presidente electo montenegrino, Yakov Milatović.
En un alto a la campaña presidencial en Cetinje en marzo, Milatović fue recibido por manifestantes locales. Estaban enfadados por los rumores (desmentidos por el candidato) de que había restado importancia al riesgo para la vida de los montenegrinos cuando la Policía impuso la entronización del metropolitano ortodoxo serbio en Cetinje en 2022.
Milatović se enfrentó a los manifestantes y su seguridad lo maltrató cuando intentaban protegerle. Los medios calificaron el incidente de «ataque».
Thimonier lo describió como un acto de «agresión fascista» a un periódico nacional, y se encontró en el centro de una tormenta mediática.
Aparentemente, se le escapó el hecho de que Cetinje es un reconocido bastión de resistencia antifascista.
El embajador se vio obligado a aclarar que no estaba atribuyendo su comentario al pueblo de Cetinje y reconoció su histórico antifascismo.
En lo que respecta a Macedonia del Norte, que sirva de ejemplo la visita en marzo del alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, a la localidad lacustre de Ohrid.
Allí, Borrell presidió un acuerdo mediado por la Unión Europea entre el presidente de Serbia, Aleksandar Vučić, y el primer ministro de Kosovo, Albin Kurti.
El responsable de política exterior de la Comisión Europea lo anunció como un avance largamente esperado en la normalización de las relaciones entre ambos Estados. Sin embargo, Vučić se negó a firmar el acuerdo, por lo que Borrell declaró que había sido un éxito en principio, pero no sobre el papel.
El presidente serbio se retractó pocos días después, y dejó sin efecto. Pero antes, Serbia había recibido el mayor compromiso de financiación de la Unión Europea, 600 millones de euros (652.4 millones de dólares).
Parece que Aleksandar Vučić ha seguido el ejemplo de Viktor Orbán, que ha funcionado muy bien para Hungría, pero no tanto para la Unión Europea. Nunca deja de sorprender a los analistas cómo se posiciona a la Unión Europea en los Balcanes.
No solo los diplomáticos y los políticos de alto nivel pueden equivocarse sobre los Balcanes. Los medios también cometen errores.
Las guerras yugoslavas de la década de 1990 produjeron diversos corresponsales extranjeros que se curtieron en los Balcanes, y la mayoría se marchó hace tiempo. La agencia estadounidense Associated Press y Radio Free Europe, icono de la Guerra Fría con respaldo del Gobierno de Estados Unidos, siguen ofreciendo información precisa, aunque lacónica.
Como era de esperar, la cadena catarí Al Jazeera ha tomado la iniciativa más significativa y creado su propia marca regional, Al Jazeera Balcanes, canal serbocroata con sede en Sarajevo y estudios locales en Belgrado, Skopie y Zagreb.
Al Jazeera Balcanes es una excepción a la regla. La mayoría de los medios internacionales actuales ya no pueden permitirse mantener corresponsales en la zona y no consideran que los Balcanes Occidentales sean un tema prioritario. Se ha perdido la experiencia regional. La mayor parte de la cobertura extranjera de la región es irregular, a cargo de corresponsales a tiempo parcial y periodistas locales con sus propios fines.
Cuando los acontecimientos exigen un aumento de la cobertura mundial o cuando una plataforma de noticias extranjera decide invertir en una gran noticia, se lanza en paracaídas a un periodista estrella.
El problema es que el periodismo independiente y en profundidad es difícil de sostener en tales circunstancias. Se cometen errores, por omisión o por comisión.
El ejemplo reciente más flagrante fue el mapa de organizaciones de extrema derecha y extremistas de Balkan Investigative Reporting Network (BIRN), publicado en noviembre. Para consternación general, incluía a manifestantes pacíficos, periodistas y activistas cívicos. El grupo de defensoras de los derechos de la mujer que había protestado en silencio contra el patriarcado de la Iglesia Ortodoxa de Montenegro se quedó estupefacto al ver su nombre en la lista.
¿Cómo se equivocó tanto BIRN? Tras leer una selección de artículos sobre Montenegro publicados por BIRN, en la lectura para este artículo, la calidad de su información local les defraudó.
BIRN anunció una revisión independiente de su informe de investigación y está contratando a un nuevo equipo para informar sobre Montenegro. Encontrar periodistas independientes será clave para su éxito.
Tengo mi propia experiencia en medios que han caído en las falsas narrativas sobre los Balcanes cuando trabajé en Bruselas para una red de medios de la Unión Europea que se convirtió en objetivo de operaciones de influencia rusa. No directamente, ni de forma obvia, por supuesto. Pero cuando un apoderado me encargó un informe sobre la «Crisis política en Montenegro», enseguida reconocí las señales.
En aquel momento, las elecciones habían transcurrido pacíficamente a pesar de un intento de golpe de Estado, que luego se demostró que estaba vinculado a operativos rusos. Se había evitado una posible crisis democrática.
El informe pretendía influir en la opinión política y pública en un último esfuerzo por obstruir la adhesión a la OTAN, y se elaboró justo cuando Donald Trump había llegado al poder y expresaba sus reservas sobre la alianza.
El entonces presidente estadounidense era el único signatario que se interponía en el camino euroatlántico de Montenegro. Se lo hice ver a la dirección, expliqué la probable motivación y el riesgo para la reputación ante los medios.
No puedo decir que se tomaron en serio mi preocupación, pero el redactor jefe trabajó duro para que el reportaje fuera más equilibrado y objetivo de lo que habría sido en otras circunstancias.
Unos años después, el tercero que encargó el informe fue citado en una investigación sobre el golpe de Estado abortado y se sospechó que había usado dinero ruso para pagar campañas de influencia política y mediática.
Hay que decir que existen ejemplos ilustres de periodismo y comentarios políticos perspicaces sobre los Balcanes.
The New York Times acaba de publicar un escalofriante reportaje sobre el submundo criminal que se arremolina en torno al presidente serbio Vućić. La mayor parte, aunque impactante por su brutalidad, no es una sorpresa para quienes siguen la política balcánica.
Sin embargo, debería ser un llamado de atención a la administración Biden y a la Comisión Europea, que han sido blandos con Serbia mientras mantenían al resto de la región como rehén de sus intereses. Deberían haberlo sabido
Gracias al buen periodismo, ahora lo saben.
Por supuesto, hay periodistas balcánicos curtidos, formados en la tradición de los medios de servicio público de la antigua Yugoslavia. Han librado una batalla perdida contra la captura estatal y corporativa, se aferran admirablemente a sus principios periodísticos, a menudo a pesar de las amenazas a su reputación y a su persona.
Tomemos el ejemplo de Drasko Duranović, redactor jefe del diario más antiguo de Montenegro, Pobjeda. Duranović, firme crítico del Gobierno, fue objeto de ataques personales del primer ministro, Dritan Abazović, mientras luchaba por su sobrevivencia política.
Otros medios críticos con el primer ministro también han recibido amenazas.
The Battleground publica ocasionalmente análisis políticos y editoriales de opinión de Pobjeda en inglés. Pueden ser mordazmente críticos y sarcásticos, pero nunca poco profesionales.
Afortunadamente, cada vez hay más organizaciones que comprueban los hechos y desmienten la desinformación que se difunde en los Balcanes.
Meta.mk, Metamorphosis y la Red Antidesinformación para los Balcanes son algunas de las iniciativas de lucha contra la desinformación con las que The Battleground intercambia contenidos, gracias a nuestra asociación con la red internacional de medios Global Voices.
Al unir nuestras fuerzas, ampliamos los análisis basados en hechos para contrarrestar las narrativas engañosas dentro y fuera de la región. Y ayudamos al público a entender lo que ocurre en una parte de Europa que sigue intrigando y confundiendo a partes iguales.
Cuando se trata de los Balcanes Occidentales, hay algunas reglas de oro:
comprueba tus prejuicios y los de tus fuentes; juzga a los líderes de la región por sus actos, no por sus palabras; exige a Gobiernos y políticos que cumplan las normas internacionales de democracia y responsabilidad, y ten en cuenta que los medios independientes de los Balcanes son una especie en peligro de extinción y que la región está inundada de desinformación.
Hacer bien las cosas en los Balcanes Occidentales es sin duda un reto, pero compensará el esfuerzo. Teniendo en cuenta el papel de la región en el desencadenamiento de la Primera Guerra Mundial y el resurgimiento del nacionalismo europeo tras la Guerra Fría, las razones no podrían estar más claras.