Actividades humanas afectan negativamente a los barrancos de Barbados

Welchman Hall Gully, en St. Thomas, Barbados, es uno de los muchos barrancos de la isla, pero uno de los pocos en los que se llevan a cabo actividades de conservación. Foto de Kyle Foster, usada con autorización.

Este artículo se publicó por primera vez en Cari-Bois Environmental News Network. A continuación, una versión editada como parte de un acuerdo para compartir contenidos.

Por Kyle Foster

Durante miles de años, las rápidas corrientes de agua han modelado y esculpido diversos paisajes cársticos en la piedra caliza de Barbados y, con el tiempo, las cárcavas se han convertido en parte integrante de la cultura y el patrimonio de la isla.

Las fosas de los barrancos están habitadas por gran variedad de flora y fauna, lo que convierte a estas formaciones en importantes ecosistemas terrestres para la biodiversidad, pero su valor va mucho más allá, ya que también tienen mucho valor económico e histórico.

Sin embargo, actividades antropogénicas constantes e insostenibles han provocado la degradación de algunos de los barrancos de la isla.

Funciones ecológicas y relevancia histórica

Las cárcavas cubren el 5 % de la superficie total de Barbados. Cuando llueve mucho, actúan como canales de drenaje para el agua que fluye desde las tierras altas del centro de la isla hacia la costa.

Más de un tercio de las especies vegetales de la isla, como la palmera guacamaya (Aiphanes minima), que se distingue por su tronco espinoso, y la higuera barbuda (Ficus citrifolia), crecen en los frondosos bosques de los barrancos..

La palmera guacamaya (Aiphanes minima) es una de las tres palmeras autóctonas que pueden encontrarse en los barrancos de Barbados. Fotografía de Kyle Foster, usada con autorización.

Esta rica vegetación da alimento y hábitat a especies salvajes como el mono verde (Chlorocebus sabaeus) y el milpiés de bandas amarillas (Anadenobolus monilicornis).

En estos barrancos también se pueden encontrar reptiles como lagartos y la serpiente de hilo de Barbados (Tetracheilostoma carlae), en peligro de extinción y la más pequeña del mundo. Esta serpiente, endémica de la isla, habita sobre todo en zonas boscosas, que son escasas y distantes, ya que en la isla no quedan bosques originales, la mayoría talados para la agricultura. Aunque la especie es esquiva, el barranco de Welchman Hall es una de las zonas donde puede encontrarse; se cree que también existen en otras zonas con condiciones similares.

Dado que los barrancos son zonas difíciles de urbanizar, en la actualidad conservan muchas de las especies vegetales autóctonas de la isla y, como tales, son algunos de los últimos refugios que quedan para especies autóctonas como la serpiente de hilo de Barbados.

Además de sus funciones ecosistémicas, la vegetación de los barrancos contribuye al secuestro de carbono y regula el flujo del agua al permitir que baje su velocidad y se infiltre en el suelo. Este proceso reabastece los acuíferos de la isla y reduce la erosión del suelo. Los barrancos también contienen ricos recursos biológicos que pueden utilizarse para medicina tradicional, investigación biomédica y alimentación animal..

Los barrancos también tienen un significado cultural e histórico. Los arqueólogos Frederick H. Smith y Hayden F. Bassett han descubierto que, durante la esclavitud en las plantaciones, los barrancos servían a los esclavos para pasar de una hacienda a otra sin que los vean los propietarios.

Las pruebas arqueológicas, como los artefactos hallados en los barrancos de la abadía de san Nicolás, también demuestran que las cuevas situadas en los barrancos se usaban como zonas de reunión social o para transmitir información, lo que permitía a los esclavos disponer de sus propios espacios, ocultos de los dominados por la clase terrateniente..

Problemas de los barrancos de Barbados

El vertido indiscriminado de residuos y los rápidos cambios en el uso del suelo han amenazado el bienestar ecológico de los barrancos de Barbados. Los vertidos ilegales son uno de los principales problemas que afectan a estas zonas, y la batalla para poner fin a esta actividad lleva muchos años.

Electrodomésticos viejos, frigoríficos, muebles y escombros de construcción y ganado muerto son algunos de los residuos vertidos indiscriminadamente en barrancos de toda la isla. Además del daño que estos residuos pueden causar a la fauna, la contaminación de los barrancos también afecta a la calidad de vida de las comunidades cercanas.

La contaminación facilita las condiciones para que prosperen plagas como roedores, moscas y mosquitos, lo que aumenta el riesgo de enfermedades. También aumenta la probabilidad de inundaciones, ya que la barrera física creada por los residuos sólidos y los escombros en los cursos de agua puede, como ocurre a menudo, represar el agua que fluye durante las fuertes lluvias.

Uno de estos incidentes ocurrió en 1995, cuando se rompió una barrera en un barranco de Weston, en la parroquia de St. James, en la costa oeste de Barabados. El popular calypsoniano Neville Denis Blackman, conocido por el sobrenombre de «De Great Carew», murió durante la inundación..

Además de los residuos sólidos, los vertidos químicos de la agricultura también afectan al bienestar de los barrancos. Si a esto añadimos la introducción de especies invasoras y la deforestación, empezamos a ver el verdadero alcance de la amenaza que se cierne sobre los barrancos de Barbados.

Conservación de barrancos

Con el tiempo, las campañas nacionales de limpieza de barrancos se han convertido en una actividad habitual en Barbados, donde las organizaciones no gubernamentales y los voluntarios suelen reunirse para limpiar los barrancos, los más afectados por los vertidos ilegales.

En 2022, las Fuerzas de Defensa de Barbados, la Guardia Costera y otras entidades de este tipo colaboraron en la limpieza de Bucks Gully, en St. Thomas, en el centro de la isla, donde se recogieron unas 66.000 libras de basura.

Otros enfoques proactivos de conservación incluyen la creación, en 2005, del Plan de Gestión Integrada del Ecosistema de los Barrancos (IGEMP, por su nombre en inglés) por el entonces Ministerio de Energía y Ambiente. El plan pretendía  dar a conocer a la población sobre los barrancos a través de la educación, para que formara parte del plan de estudios escolar y educara a los agricultores sobre cómo afectan a los barrancos los productos químicos que utilizan.

El IGEMP también esbozaba políticas para los barrancos que impidieran la deforestación, promovieran la reforestación natural y aplicaran una zona tampón de tres metros sin urbanización alrededor de los barrancos. Sin embargo, el plan, que tiene 15 años, ha quedado obsoleto y su eficacia es objeto de debate.

Aun así, la educación es fundamental para proteger los barrancos, ya que los vertidos ilegales siguen siendo una de las principales amenazas. Aunque es difícil controlar sistemáticamente los vertidos ilegales, los esfuerzos por reducir este hábito dependen en gran medida del la toma de conciencia de las comunidades circundantes para que tomen decisiones pensando en los barrancos.

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