Entrevista con el autor de «El fugitivo del parque Gezi»

Imagen de Arzu Geybullayeva. Usada con autorización.

El 28 de mayo de hace diez años, un grupo de ecologistas se reunió en el parque Gezi de Estambul para resistirse a la demolición de uno de los espacios verdes que quedaban en el corazón de esta cosmopolita ciudad, la plaza de Taksim. Poco sabían que su resistencia desencadenaría protestas en todo el país que irían mucho más allá de la causa que las desencadenó y se convertirían quizá en los mayores actos de desobediencia civil de la historia de Turquía, una afrenta sin precedentes al Gobierno controlado por el conservador Partido Justicia y Desarrollo (AKP). Fue un momento histórico en Turquía. A pesar de la violencia policial, del uso excesivo de gases lacrimógenos y cañones de agua, y de que el Gobierno calificó a los manifestantes de vándalos y posteriormente de gentuza y mujerzuelas, las protestas continuaron durante semanas hasta el 15 de junio, cuando la Policía intervino para evacuar el parque.

Hubo decenas de detenidos. Las protestas de Gezi marcaron un hito en el camino de Ankara hacia el autoritarismo. Además de insultos e improperios, el gobierno del AKP emprendió una represión contra quienes consideraba culpables. Entre ellos estaba Osman Kavala, destacado filántropo que fue detenido en 2017 y condenado a cadena perpetua en abril de 2022. Este año, en el décimo aniversario de las protestas de Gezi, millones de turcos acudirán a las urnas para votar al próximo presidente en la segunda vuelta de las elecciones generales que se celebraron el 14 de mayo. Los dos candidatos son el actual presidente Recep Tayyip Erdoğan y Kemal Kılıçdaroğlu, candidato del frente unido opositor (conocido como Mesa de los Seis).

Este año, con motivo del décimo aniversario de las protestas, Global Voices se reunió con Deniz Goran (nombre ficticio de la autora) para hablar de su reciente libro, «La fugitiva del parque Gezi», que narra la historia de Ada, turca que deja Turquía y se va a Londres tras ser detenida e interrogada por su participación en las protestas de Gezi. Ahí conoce a Lucian, galerista con el corazón roto. Los dos acaban enamorándose y, mientras Ada teme por el veredicto de su juicio en Turquía, el libro lleva al lector por un viaje de amor, trauma, lucha y mucho más.

En nuestra entrevista hablamos de cómo Goran decidió incluir la historia de las protestas de Gezi en su libro, la percepción de las mujeres y el estado general de los derechos de la mujer en Turquía, la política nacional y lo que les espera a Turquía y a Goran.

Global Voices: ¿Por qué decidiste escribir tu segundo libro sobre las protestas de Gezi? 

Deniz Goran (DG): After my first novel «The Turkish Diplomat's Daughter» was published, I left my job in the art world because I realized writing was what I wanted to do. I wished to devote my life to creating characters in other worlds. Around the time I gave birth to my son, the Gezi protests erupted. At that point I was already writing my second novel. It was set in the art world and centered around a young Turkish woman based in London who was desperately missing her homeland. I was very moved by the protests. I could not take part because I’m based in London, yet I was there in spirit. There was a lot of tension in Turkey before the protests broke out. Many people were unhappy and the decision to destroy Gezi Park became the tipping point. In a way it was magical, and I was very influenced by what came to be known as the ‘Gezi Spirit.’ To the extent that I decided to incorporate the protests into my novel. I had just become a mother and had a newly born baby to take care of, so it took a while to finish it. But that is how the Gezi Park protests essentially became a part of my second novel.

Deniz Goran (DG): Tras la publicación de mi primera novela «La hija del diplomático turco», dejé mi trabajo en el mundo del arte porque me di cuenta de que escribir era lo que quería hacer. Quería dedicar mi vida a crear personajes en otros mundos. Más o menos cuando di a luz a mi hijo, estallaron las protestas de Gezi. En ese momento ya estaba escribiendo mi segunda novela. Estaba ambientada en el mundo del arte y giraba en torno a una joven turca que vive en Londres que añoraba desesperadamente su tierra natal. Las protestas me conmovieron mucho. No pude participar porque vivo en Londres, pero estaba ahí en espíritu. Había mucha tensión en Turquía antes de que estallaran las protestas. Mucha gente estaba descontenta y la decisión de destruir el parque Gezi se convirtió en el punto de inflexión. En cierto modo fue mágico, y me sentí muy influida por lo que se conoció como el «espíritu Gezi». Al punto de que decidí incorporar las protestas a mi novela. Acababa de ser madre y tenía que cuidar a un recién nacido, así que tardé un tiempo en terminarla. Pero así fue como las protestas del parque Gezi pasaron a formar parte de mi segunda novela.

Las dos novelas de Goran giran en torno a personajes femeninos fuertes y sus viajes personales. Global Voices ha preguntado a Goran qué opina de ser mujer en Turquía.

DG: There is a lot of shame attached to being a woman. I first arrived in Turkey from Sydney at the age of 11. As I went through puberty, the male gaze was everywhere, and I felt objectified. However, the desire expressed by men towards women was often not of the affectionate kind. It was aggressive and controlling. In contrast to this, when I was attracted to someone, I found out how it was deemed unacceptable, as a teenage girl, to openly express it.

Although I have been away from Turkey and that mindset for many years, when my first novel «The Turkish Diplomat's Daughter» was published and I was vilified for writing such a book, that suppressed sense of shame I had been carrying inside immediately rose to the surface. The shame one feels towards one’s body and sexuality is ingrained into you by society, regardless of the kind of background you come from. Having said that, sexism exists on some level, wherever you go, including in Britain.  In my books I have drawn a lot from this aspect of womanhood.

DG: Ser mujer conlleva mucha vergüenza. Llegué a Turquía con 11 años, procedente de Sídney. En la pubertad, la mirada masculina estaba en todas partes y me sentí cosificada. Sin embargo, el deseo expresado por los hombres hacia las mujeres no era afectuoso, era agresivo y controlador. Era agresivo y controlador. Por el contrario, cuando me sentía atraída por alguien, descubría que se consideraba inaceptable, siendo adolescente, expresarlo abiertamente.

Aunque llevo muchos años alejada de Turquía y de esa mentalidad, cuando se publicó mi primera novela «La hija del diplomático turco» y me insultaron por escribir un libro así, ese sentimiento de vergüenza reprimida que llevaba dentro afloró inmediatamente. La vergüenza que uno siente hacia su cuerpo y su sexualidad te la inculca la sociedad, independientemente de tu origen. Dicho esto, el sexismo existe a cierto nivel, vayas donde vayas, incluso en Gran Bretaña. En mis libros me he inspirado mucho en este aspecto de la feminidad.

Los numerosos trabajos académicos que se publicaron tras las protestas de Gezi analizaron más de cerca cómo el activismo de las mujeres se transformó realmente a raíz de eso, o cómo los diversos símbolos que surgieron durante la protesta envalentonaron a las mujeres de toda Turquía para alzar la voz, pero también cómo, con el paso de los años bajo el liderazgo del AKP, los derechos de la mujer siguieron deteriorándose a pesar de los pasos positivos que se dieron al principio de su etapa en el Gobierno.

El personaje de Ada también estuvo muy influido por la experiencia personal de Goran tras la reacción a su primer libro:

DG: I was a Turkish diplomat's daughter and had written a sexually explicit novel. I believe my book was too much for Turkish media. The reaction I received soon spiraled out of control. I had assumed they could slander my novel, but I did not expect it would get so personal, that they would fabricate stories about me. It was a complete shock to the system.  I was terribly affected by the experience. To the point that I developed generalized anxiety disorder. Yet, the experience led me to create Ada’s character, who struggles with post-traumatic stress disorder which she develops after a night of interrogation. As a writer you use everything and so, as painful as it was at the time, my own personal struggle with anxiety also became something I drew inspiration from.

DG: Yo era la hija de un diplomático turco y había escrito una novela sexualmente explícita. Creo que mi libro era demasiado para los medios turcos. La reacción que recibí pronto se descontroló. Había supuesto que podrían calumniar mi novela, pero no esperaba que se volviera tan personal, que inventaran historias sobre mí. Fue una conmoción total. La experiencia me afectó muchísimo. Hasta pasé por un trastorno de ansiedad generalizada. Sin embargo, la experiencia me llevó a crear el personaje de Ada, que lucha contra el trastorno de estrés postraumático que tiene tras una noche de interrogatorio. Como escritor lo usas todo y, por muy doloroso que fuera en aquel momento, mi propia lucha personal contra la ansiedad también se convirtió en algo en lo que me inspiré.

Gezi marcó el inicio de medidas más duras contra la sociedad civil, los medios y los políticos opositores. Años más tarde, las continuas luchas políticas, sociales y culturales de Turquía inspirarían canciones, películas y memes, pero también provocarían nuevos enfrentamientos entre la sociedad en su conjunto.

GV: Cuando piensas en las protestas de Gezi hoy, como artista, como escritora, que ha estado observando Turquía, ¿qué representa y qué significa el ambiente actual para el futuro de Turquía?

DG: It is true that Erdogan took a more authoritarian stance after Gezi Park, but he was already displaying increasingly autocratic tendencies before the protest took place. Actually, this was one of the underlying reasons behind the protests. To this day, Gezi stands as a glimmer of hope for true democracy in Turkey. It brought together people from all walks of life. Seeing those very different strands join forces was amazing. The protests still represent hope for mutual tolerance which is lacking more more between different segments of the society today. Masses took to the streets across the country protesting for change, the movement is a milestone in the republic’s history. During the protests people expressed themselves with humor instead of violence. While Erdogan's policies are about fear and division, Gezi is the very opposite of that.

DG: Es cierto que Erdogan adoptó una postura más autoritaria después del parque Gezi, pero ya mostraba tendencias cada vez más autocráticas antes de las protestas. Es más, esta fue una de las razones subyacentes a las protestas. A día de hoy, Gezi sigue siendo un rayo de esperanza para la verdadera democracia en Turquía. Reunió a personas de todas las profesiones y condiciones sociales. Fue asombroso ver cómo unían sus fuerzas tan diferentes. Las protestas siguen representando la esperanza de una tolerancia mutua que hoy falta cada vez más entre los distintos segmentos de la sociedad. Las masas salieron a las calles de todo el país para protestar por el cambio, el movimiento es un hito en la historia de la república. Durante las protestas la gente se expresó con humor, no con violencia. Mientras que las políticas de Erdogan se basan en el miedo y la división, Gezi es todo lo contrario.

Para muchos turcos, Gezi fue también el momento en que se dieron cuenta de que ya no querían quedarse. Ciertamente, una serie de acontecimientos internos, como el intento fallido de golpe de Estado, las purgas que siguieron, la crisis económica, las desigualdades y el aumento del desempleo, obligaron a miles de turcos a buscar mejores oportunidades en otros lugares. Ahora, la fuga de cerebros de Turquía se extiende a académicos, intelectuales, periodistas, ingenieros, profesionales de la medicina y muchos otros que no ven futuro en este país.

Los retos de empezar de nuevo en un país extranjero no parecen impedir que los «fugitivos de la nueva Turquía», como los describe Goran en nuestra entrevista, se marchen. «Me encuentro a diario con muchos fugitivos de la nueva Turquía. Es agradable ver a mis compatriotas, pero al mismo tiempo creo que nadie debería tener derecho a eso. Y es realmente injusto. Me entristece».

Pero terminamos con una nota positiva a pesar del sombrío panorama. Como describe Goran, «esto no puede seguir así. Tenemos que tener siempre esperanza y no rendirnos, pase lo que pase».

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