Sintiendo el calor: Ciencia comunitaria y sobrevivencia en Fresno, California

Trabajadores agrícolas bajo el calor de la tarde en los caminos fuera de Bakersfield. Foto por J. Nathan Matias.

Este artículo es parte de una serie de J. Nathan Matías para un recorrido en bicicleta de más de 800 kilómetros en junio de 2023, que está recaudando fondos para Rising Voices, programa de lenguas en peligro/indígenas de Global Voices, y Central California Enviromental Justice Network. Dona a la iniciativa aquí.

¿Qué te viene a la mente cuando imaginas a personas que trabajan en ciencia que salva vidas? ¿Personas con batas de laboratorio? ¿Equipos complicados? El sábado 10 de junio, en una habitación llena de trabajadores agrícolas del Valle Central de California, el gesto esencial de la ciencia fue el de una comunidad unida que encontró alegría en la búsqueda por sobrevivir a temperaturas extremas en los campos.

Mientras observaba las risas y sonrisas de mi amigo Ivan y nuestros nuevos amigos en esta reunión comunitaria, reflexioné sobre lo seria que era realmente esta reunión. Ivan y yo acabábamos de subir miles de metros en nuestras bicicletas, recorriendo 110 kilómetros desde el parque nacional de las Secuoyas bajo abrasadoras temperaturas de alrededor de 95º F (36º C) hasta la sede de Central California Enviromental Juctice Network (CCEJN) en un parque empresarial cerca del aeropuerto de Fresno. Estábamos cubiertos de polvo del camino, hambrientos y deshidratados cuando nos sentamos a cenar con una docena de trabajadores agrícolas. Nos sentimos llenos de humildad al enterarnos de que los demás en la sala habían estado expuestos a las mismas temperaturas extremas durante todo el día.

Nayamin Martinez, directora de CCEJN, uno de los entes beneficiarios de la recaudación de fondos de nuestro recorrido en bicicleta, explicó que los trabajadores agrícolas eran científicos comunitarios, personas que organizan investigaciones impulsadas por la comunidad sobre cuestiones científicas mediante la recolección de datos, la prueba de teorías y el uso de esos datos para generar cambios. El tema de esta noche: los peligros de la exposición al calor extremo.

Letales efectos del calor

El calor extremo es una experiencia común para los trabajadores agrícolas en California, 20 días al año superan las temperaturas seguras de trabajo, un número que se espera aumente a 54 para mediados de siglo si continúa el ritmo actual de cambio climático. Según una investigación de Public Brodcasting Service, las muertes relacionadas con el calor entre los trabajadores agrícolas son comunes y subestimadas, las normas federales sobre la protección contra el calor en los campos tardará años en implementarse. California requiere que los empleadores den agua, descanso, sombra y capacitación, pero los trabajadores con los que hablamos dijeron que a menudo no se dan las protecciones básicas. A lo largo de los cientos de kilómetros que recorrimos por los campos del Valle Central, no recordamos haber visto ni una sola carpa de sombra. Los sindicatos argumentan que cuando los agricultores sí dan sombra, a menudo es una sombrilla pequeña o una lona que protege muy poco. Ninguna de las granjas a las que contactamos respondió nuestras preguntas.

Árboles frutales en el Valle Central de California. Foto de Ivan Sigal (CC BY 4.0).

Durante una cena de lo mein y damascos frescos del campo, la trabajadora agrícola Eduviges contó su rutina: despertar a las 3 am, preparar comida para sus hijos y luego conducir, a menudo durante horas, para recoger cerezas, hojas de uva, damascos, arándanos y otras frutas. Muchos de los padres con los que hablamos viajan durante horas por toda California para trabajar, y las madres solteras necesitan organizar el cuidado de los niños. Carmen, que actualmente recoge cerezas en California, se traslada regularmente entre estados durante la temporada de crecimiento.

Las jornadas comienzan temprano en la mañana y a menudo continúan hasta el anochecer. Los trabajadores llenan cajas y baldes con frutas y se les paga por contendor. El pago varía mucho: un agricultor puede pagar $7 por un balde de 11 kilos, mientras que otro puede requerir un balde de 16 kilos. Por lo tanto, los trabajadores constantemente piden información a sus familiares, revisan las redes sociales e incluso hablan con desconocidos en la gasolinera para encontrar nuevas oportunidades.

Esta incertidumbre dificultan que los trabajadores agrícolas planifiquen sus finanzas. En 2018, un grupo de la Universidad de California, Davis, estimó que los trabajadores ganaban aproximadamente 20 000 dólares al año en promedio, menos que el salario mínimo. Una nueva ley en California requiere que los empleadores paguen a los trabajadores el salario mínimo, incluidos descansos, horas extra y a veces, el tiempo de viaje. Sin embargo, según una nueva investigación del Centro Comunitario y Laboral de la Universidad de California, Merced, los empleadores a menudo ignorarán esta ley. Cuando los empleadores excluyen los descansos remunerados de los cálculos de pago, los trabajadores se ven presionados para correr riesgos peligrosos y trabajar bajo el ardiente sol.

Mientras cenábamos y contábamos historias, recordé los versos sobre el calor en «The Migrant's Song«, canción del movimiento de trabajadores agrícolas de la década de 1960 compuestas por Peter Krug e interpretada por los artistas chicanos Agustín Lira y Danny Valdez:

Soon in the long rows the swift hands are toiling
In the day's growing heat, in the dusty rows boiling
The sun presses down like a hot heavy hand
At the backs of the laborers working the land

Pronto, en las largas hileras, las rápidas manos se afanan
En el creciente calor del día, en las hileras polvorientas que hierven
El sol presiona como una mano caliente y pesada
En las espaldas de los obreros que trabajan la tierra

La canción también expresa las esperanzas y alegrías que motivan a las personas a trabajar en los campos a pesar de las condiciones:

When there's crops in the field rows and grapes in the vineyards
When the limbs in the orchards bow down to the ground
There's food on the table, there's clothes for the children
There's singing and dancing and joy all around

Cuando hay cosechas en las hileras de los campos y uvas en los viñedos
Cuando las ramas de los frutales se inclinan hasta el suelo
Hay comida en la mesa, hay ropa para los niños
Hay cantos y bailes y alegría por todas partes

«Nosotras somos chingonas» [N. del E.: que son las mejores en su trabajo], dijo una de las mujeres en la mesa, lo que provocó risas y gestos de aprecio al recuperar un insulto sexista para expresar el orgullo de ser «mujeres poderosas». Pero incluso las mujeres poderosas pueden sufrir un golpe de calor, que puede causar daños catastróficos en el cerebro, corazón, riñones y músculos. Muchos trabajadores agrícolas luchan por acceder a servicios de atención médica por barreras idiomáticas, falta de seguro médico o miedo a la deportación. A veces, cuando las personas llegan al hospital, ya es demasiado tarde.

Ciencia y sobrevivencia en el campo

Aunque los trabajadores agrícolas y las organizaciones de defensa informen los problemas, apoyen la aplicación y luchen por generar cambios, las personas aún necesitan estar seguras en el trabajo. Esa es la pregunta que reunió a las «chingonas» del Valle Central esa noche del sábado en Fresno después de un largo día de trabajo.

Iván Sigal y Nathan Matias junto al grupo de trabajadores agrícolas en Fresno, California. La directora de CCEJN, Nayamin Martinez, está en el extremo derecho.

Después de la cena y las presentaciones, Nayamin Martínez habló sobre la necesidad de estrategias y equipos para mantener a los trabajadores seguros y frescos mientras se mantiene un alto nivel de producción. Después de revisar la ciencia, CCEJN había encontrado algunas soluciones potenciales para mantenerse frescos en los campos, desde sombreros plegables y pañuelos de cuello que absorben el calor hasta un ventilador de cuello que puede funcionar durante horas con una batería. La gente también preguntaba sobre la ropa que Iván y yo llevábamos, especialmente nuestras mangas de brazos y piernas con protector solar refrigerante. Son, por mucho, las prendas de vestir más tontas que tengo, pero a lo largo de los años me han ahorrado cientos de dólares y me han protegido del golpe de calor y posiblemente del cáncer de piel en largos paseos bajo el sol.

¿Estos productos realmente mantendrán a las personas más seguras? «Ustedes son los expertos con experiencia en esta línea de trabajo», dijo Nayamin al grupo, «y queremos sus opiniones sobre estos productos». Distribuyó los artículos por la sala y los probamos. El resultado fue parte desfile de modas, parte conversación sobre la practicidad de cada producto: ¿era cómodo, duradero y, lo más importante, nos ayudaría a mantenernos frescos? Este verano, CCEJN distribuirá cientos de «equipos de resiliencia» contra el calor y los incendios forestales para trabajadores agrícolas en los condados de Madera, Fresno y Kern, para que los probaran y dieran su opinión. Los datos de estas pruebas informarán las reuniones trimestrales entre los trabajadores agrícolas y los reguladores sobre las protecciones para la salud de los trabajadores.

Ciencia que importa

Es justo preguntarse qué podría tener en común un profesor universitario y un atleta de resistencia con personas que han navegado décadas de arduo trabajo agrícola en condiciones que a menudo son ilegales. Durante la cena, nos conectamos mediante historias sobre la migración de mi padre guatemalteco a Estados Unidos, nuestra pasión compartida por la traducción y defensa de lenguas indígenas, y las semejanzas entre la experiencia de mis hijos y la suya en cuanto a prejuicios en el sistema educativo. Discutimos la experiencia de vivir con asma en una de las partes más contaminadas en Estados Unidos. También hablamos de algo aún más fundamental: la realidad física de cuerpos que sobreviven a esfuerzos prolongados en un mundo de temperaturas que crecen peligrosamente.

Mientras intercambiábamos ideas sobre ropa fresca y discutíamos la ciencia del calor, recordé una de las máquinas más extrañas que había encontrado mientras escribía el capítulo de mi doctorado sobre la historia de la ciencia comunitaria y el activismo. La máquina de prueba de calcetines era uno de los primeros instrumentos científicos elaborados por Consumer Reports, organización de defensa y prueba de productos fundada en la década de 1930, durante un colapso del ecosistema que llevó a cientos de miles de migrantes climáticos al Valle Central de California hace un siglo. Cuando mis estudiantes universitarios de clase media ven la máquina, su reacción es de asombro de que alguien necesitara pruebas científicas sobre la durabilidad de los calcetines. Pero para los trabajadores agrícolas desplazados en la década de 1930 que pasaban tanto tiempo caminando, los datos sobre ropa duradera y confiable en una era de publicidad engañosa hubieran sido revolucionarios para sus vidas.

Máquina de prueba de calcetines de la década de 1930 en Consumer Reports. Foto de J. Nathan Matias.

Noventa años después del Dust Bowl, los trabajadores agrícolas en el Valle Central continúan liderando esta tradición de la ciencia para estudiar, ampliar y aliviar los extremos de la resistencia humana en entornos hostiles. Al reunirse para cenar y probar formas de protegerse, los científicos y organizadores comunitarios de los trabajadores agrícolas estaban ideando soluciones prácticas, fortaleciendo relaciones en todo el Valle Central, imaginando la salud como un desafío político común y alertando a las instituciones poderosas sobre sus necesidades. Con CCEJN, están traduciendo estos hallazgos en prácticas diarias y apoyo para mejorar su salud y asegurar un futuro para sus familias.

Para obtener más información sobre el recorrido, incluidos sus objetivos y el itinerario de Nathan e Iván, puedes visitar nuestra página de cobertura especial.

 

Referencias:
  • (2022) Salud de los agricultores en California. UC Merced Community and Labor Center
  • Silber, N. I. (1985). Prueba y protesta: La influencia del Sindicato de Consumidores. Homes & Meier Publishing Inc.
  • Valdez, D., Lira, A. (1967) «Canción del migrante.» Broadside Ballads, Vol. 4: The Time Will Come y otras canciones de la revista Broadside. Smithsonian Folkways.

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