Justicia climática y racismo ambiental en la visión de joven de la periferia brasileña

Jahzara Ona

Este texto es de Cleberson Santos y Gabriela Carvalho y se publicó originalmente el 16 de febrero de 2023 en el sitio web de Agência Mural. Lo reproducimos editado en  virtud de un acuerdo para compartir contenido con Global Voices,.

¿Quiénes contaminan son quienes más sufren las consecuencias del racismo ambiental? La activista socioambiental Jahzara Ona, joven negra de 18 años, piensa que no. Estudia Geociencias y Educación Ambiental en la Universidad de São Paulo (USF), es activista de Fridays For Future – Brasil y voluntaria del movimiento Imagine 2030.

«La gente de las favelas, las periferias e incluso los pueblos indígenas están en primera línea [en la lucha por el clima] y son los más afectados», afirma.

Se crio en Jardim Helena, barrio de la periferia de la zona este de São Paulo, y comprendió lo que era el racismo ambiental en el día a día de la comunidad, incluso antes de profundizar en el tema.

«En mi comunidad pasé por inundaciones, inseguridad alimentaria y varias cosas por las que no pasa quienes viven en un condominio en el centro de São Paulo», dice.

«¿Cuál es la diferencia? Es que mi familia vive aquí porque tiene menos ingresos, por cuestiones históricas, porque no puede permitirse vivir en el suelo adecuado, no vive en una zona de viviendas apropiada, etc.».

La joven vive en el extremo este de São Paulo | Imagen: Léu Britto/Agência Mural

En la década de 1980. el activista estadounidense Benjamin Chavis acuñó el término término racismo ambiental, que se refiere a cómo las políticas ambientales, como las de saneamiento básico, reciben un trato desigual, que favorece a la parte más rica de una región.

«Es un término usado para referirse a comunidades, pueblos y poblaciones más afectadas por la crisis climática y los impactos ambientales. Los más afectados acaban siendo los habitantes de las favelas, las periferias, incluso los pueblos indígenas, porque son los que están en primera línea», explica Jahzara, y destaca su región, donde las inundaciones son constantes.

«Crecí en una comunidad del este de São Paulo llamada Pantanal, conocida así porque se inunda, y tardé mucho tiempo en comprender que esto también formaba parte de la crisis climática», explica.

A pesar de su corta edad, las experiencias de Jahzara van desde recoger alimentos para una comunidad de su barrio hasta asistir a la COP 27 en Egipto en noviembre de 2022, donde los principales líderes mundiales se reunieron para debatir la cuestión climática.

Justicia climática

Además del racismo ambiental, otro concepto presente en los debates sobre el cambio climático en todo el mundo es el de justicia climática. Reconoce que hay que pedir compensaciones a los mayores contaminadores por los daños causados a las víctimas de las naciones más pobres.

Poco antes de la COP27, la Organización de Naciones Unidas presentó un informe titulado «Informe sobre la brecha de adaptación 2022″ en el que pedía más financiación y medidas para ayudar a los países más vulnerables ante los riesgos de emergencia climática.

Al final de la reunión, los países en desarrollo pidieron justicia climática y fondos para pérdidas y daños, y se creó un mecanismo de compensación para enfrentar los desastres inducidos por el clima en las naciones más vulnerables..

El secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, dijo que «está claro que la acción no será suficiente, pero es una señal política realmente necesaria para reconstruir la confianza rota». En marzo de este año, Naciones Unidas aprobó una resolución que podría facilitar que los países rindan cuentas por los fallos que causan daños ambientales.

Para Jahzara, la justicia climática va de la mano de otras formas de justicia que busca la sociedad, como la justicia racial, social y de género.

«[La justicia climática] ‘casa’ con el racismo ambiental porque las mismas personas que se ven afectadas por esta crisis también están sufriendo otros problemas, de varias otras agendas, ya sea abandono escolar, feminicidio, muerte, hambre y varios otros problemas. No se puede hacer justicia sin los otros», afirma la activista.

Jahzana Ona asisitió a COP 27 en Eguito | Imagen: Léu Britto/Agência Mural

Para ella, por fin la sociedad como y los responsables políticos están discutiendo seriamente ambas cuestiones, tanto por .

En noviembre de 2022, la COP 27 introdujo en la agenda cuestiones como compensaciones y ayudas de los países ricos a los pobres por los daños y pérdidas causados al ambiente.

Como publicó entonces The New York Times, el hecho de que los países desarrollados se comprometieran en esta línea supuso un cambio respecto a las discusiones tomadas hasta entonces.

«Solo ahora la gente está sintiendo lo que está ocurriendo. Desgraciadamente, como ahora se habla de esta agenda y se crea conciencia, las empresas también la usan mucho. Hay muchas empresas que contaminan, pero pretenden ser sostenibles», afirma Jahzara, en alusión a un comportamiento conocido como greenwashing (lavado verde).

Como activista juvenil y participante en una red mundial preocupada por este tema, el movimiento Jóvenes por el Clima, cree que su generación tiene un papel importante para hacer avanzar estos debates, pero sin generar la llamada «ecoansiedad» o exceso de responsabilidad.

El término ecoansiedad se define como «sentir de preocupación por las amenazas al ambiente, como la contaminación y el cambio climático», según el diccionario Oxford.

«Estamos a tiempo de paliarla si actuamos, seguimos incluidos en los espacios de debate, pero también actuando localmente en nuestra comunidad, como persona, que también es importantísimo. Esto tiene mucho peso, así que tenemos que respirar y actuar de la manera que sea posible», concluye.

Jahzara considera que siempre ha sido activista, pero vivió un hito durante la pandemia de COVID-19. Entonces, cuando tenía 15 años, vio a gente instalar barriadas en un terreno baldío cerca de donde vivía. Una compañera de colegio vivía en el predio ocupado, y pidió ver el espacio.

Su amiga le contó que no había desagües ni alimentos y que la mayoría de la gente vivía ahí porque no podía pagar el alquiler y no tenía casa.

Jahzara quedó sensibilizada por la situación, e intentó organizar una colecta de alimentos. Logró ayudar a 166 familias.

También recuerda que empezó a tomar conciencia del problema ambiental tras una conversación con su abuela, que le dijo que no tenía sentido separar a la humanidad de la naturaleza.

«Todos somos uno. Por eso sigo que soy ‘activista socioambiental’, porque después de eso nunca vi lo social separado de lo ambiental», explica.

Antes de los debates relacionados con el ambiente, ya participaba en discusiones relacionadas con feminismo y cuestiones raciales y racismo, en movimientos estudiantiles, además de inspirarse en las mujeres de su propia familia.

«Ver luchar a estas personas me animó en mis luchas, por mí misma, por mi comunidad».

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