Jartum: La ciudad de la que hui; la ciudad que amo

El puente del Nilo Blanco cruza el río de Omdurmán a Jartum, Sudán, 7 de abril de 2013. Puente del Nilo Blanco de David Stanley en Flickr, (CC BY 2.0).

Este artículo se publicó en Raseef22, el 24 de mayo de 2023, y es de Mohammad Najeddine. En virtud de un acuerdo de intercambio de contenido se vuelve a publicar una versión editada.

Nunca imaginé que algún día extrañaría Jartum, a pesar de haberme quejado siempre de sentirme atrapado entre sus dos Nilos, incapaz de ser libre. Las imponentes murallas de la ciudad están construidas con firmeza, casi insinuando que el periodismo y la política son «artesanías centralizadas» hechas, exclusivamente, a medida de la ciudad, mientras las regiones vecinas eran meros receptores sin poder de influencia o impacto.

A pesar de mis viajes esporádicos a las regiones circundantes por motivos sociales y laborales, hace solo unas semanas que emprendí mi primer viaje como refugiado. Huimos con mi familia cargados con algunos bolsos pequeños y pertenencias personales, dejé atrás mi casa y un auto antiguo y arruinado, junto con algunos escasos artículos domésticos, todo abandonado al caos de las guerras sin sentido y los miles de prisioneros.

Todos mis esfuerzos incesantes al intentar convencer a mi familia de que me dejaran seguir con mi profesión y el deber de quedarme a vigilar la casa fracasaron. Cada conversación terminaba con una frase que me recordaba a los líderes militares de las películas bélicas de Hollywood, «partiremos juntos, sin dejar a nadie atrás».

A medida que los disparos y la artillería se acercaban cada vez más a nuestra casa, cerca del puente Halfaya, que une Jartum y Omdurmán, un objetivo principal para las facciones enfrentadas, se tomó la decisión final, «nos iremos todos». Éramos, totalmente, conscientes de que el camino está repleto de peligros, lo que nos obliga a atravesar el abrasador Jartum desde su punto más septentrional hasta su extremo meridional antes de llegar al estado de Gezira.

El viaje

Jartum. Imagen del «Conflicto de Sudán, en detalle» por Vox, ‘Sudan's conflicto, explained’ by Vox, 23 de mayo de 2023. Uso legítimo.

Distribuimos los alimentos enlatados y las verduras que quedaban en la casa a algunos vecinos que eligieron quedarse, a pesar de la disminución importante del suministro de alimentos y el corte del servicio de agua potable. Les pedimos que vigilaran nuestra casa tanto como pudieran, mi esposa recitó los versos del Corán para pedir protección con la esperanza de encontrarla en pie cuando regresáramos.

Después de despedirnos, caminamos hacia el puente, que se había convertido en un centro de evacuación para habitantes de la capital, tan diferente de como siempre la habíamos conocido, un centro de transporte de pasajeros entre las ciudades de la capital: Bahri, Omdurmán, y Jartum.

En medio del caos y la avalancha desenfrenada, junto a cientos de personas que intentaban huir, conseguimos tres asientos en un autobús de pasajeros con destino a Wad Madani, la capital del estado de Gezira.

En ese momento, nuestro principal desafío era pagar los pasajes, ya que el sistema bancario estaba interrumpido. Por lo que era imposible acceder a los pocos ahorros que quedaban de mi sueldo de marzo, que se había esfumado entre el Ramadán y el Eid al-Fitr.

Tras una larga discusión, mi esposa vendió, con mucho disgusto, nuestro anillo de bodas para evitar vender mi teléfono o mi computador portátil, ya que ambos son indispensables para mi trabajo y la comunicación con el mundo exterior.

El precio del pasaje a Wad Madani se disparó a 30 000 SDG (50 USD), un aumento significativo con respecto al valor anterior de 3000 a 4000 libras (de cinco a seis dólares) hasta el 14 de abril. Quienes tienen auto justificaron el alza por la escasez de combustible y la inseguridad de las rutas. Sin embargo, todos los pasajeros sabían que se debía al «negocio de las crisis».

El jueves 13 de abril, en las transacciones oficiales bancarias, el tipo de cambio por dólar alcanzó las 600 libras, solo 48 horas antes del estallido de la guerra.

El autobús, junto a decenas de otros vehículos públicos y privados, maniobraba por las rutas asfaltadas de la ciudad de Bahri. Las calles estaban repletas de autos quemados y cadáveres hinchados, y se podía ver a los soldados de Hemedti deambulando a pie o en los vehículos blindados.

Al viajar, observábamos las calles desiertas de Al-Halfaia y Shambat, sin ninguna señal de vida, excepto por unos pocos peatones. El miedo era evidente en los rostros mientras se centraban en conseguir agua para sus familias, ya que el daño afectó las redes de agua y electricidad.

El espectáculo más desgarrador que presencié, incluso más oscuro que la guerra en sí, fue cuando atravesamos la zona industrial que albergaba fábricas y sucursales de bancos comerciales. El saqueo y la destrucción generalizada habían asolado la zona al dejar detrás un escenario de caos y desesperación absoluto.

Mientras el fuego avanzaba, vimos autos, motocicletas, carretas y personas (hombres, mujeres y niños) que se apresuraban en llevar todo lo que podían. Desde pertenencias, muebles, garrafas hasta barriles vacíos fueron acaparados en ausencia de cualquier presencia gubernamental y en medio de un estado de caos sin precedentes.

Es indiscutible que Sudán sufrió una importante disminución del suministro de alimentos y medicamentos. Además, se destruyeron molinos de grano indispensables y las fábricas de producción de alimentos no funcionan. Lo más probable es que los propietarios de esos establecimientos no los vuelvan a abrir, por el temor de pérdidas adicionales por las medidas imprudentes tomadas por los militares y al comportamiento criminal fascista que se desplegó.

Al llegar a la región este del Nilo, nos encontramos con fuerte presencia de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF, por sus siglas en inglés) que patrullaban las calles principales. Por sorpresa, varios civiles circulaban y visitaban las panaderías y comercios como un día cualquiera.

Durante el viaje, era notoria la ausencia del Gobierno y del Ejército. En las rutas principales solo vimos a la RSF y sus puestos de control instalados, que mostraban un importante nivel de indulgencia al preguntar solo por el destino de los conductores antes de ceder el paso. Al menos así fue durante nuestro cruce, porque también circularon historias de terror sobre algunos incidentes de ataques a vehículos, teléfonos robados e incluso asesinatos en los controles.

Cuando llegamos a Soba, al sudeste de la capital, nos encontramos con la última presencia militar. Los vehículos de la RSF estaban estacionados en la entrada del puente principal de la ciudad sobre el Nilo Azul. Nos invadió una profunda sensación de alegría, semejante a la que uno puede imaginar que sintieron los integrantes de la misión diplomática de Estados Unidos al abandonar el espacio aéreo iraní durante su escape exitoso de la embajada estadounidense ocupada en Teherán en la década de 1980.

Una luz de esperanza

Dejamos Jartum en busca de seguridad, pero cargados con una inquietud inmensa por el futuro de una nación marcada por los militares, donde delincuentes y oportunistas circulan con libertad.

La sombría imagen grabada en nuestras mentes se mantiene intacta, incluso con la visión de los lugareños reunidos entre los estados de Jartum y Gezira. Desinteresadamente, repartieron alimentos y bebidas a quienes huían de la guerra y ofrecieron sus viviendas, en especial a quienes no tenían dinero o a parientes fuera de la capital.

Crisis de Estado

Los estados sudaneses, incluido Gezira, están viendo una influencia notable de emigrantes provenientes de Jartum, lo que provocó un aumento considerable de los precios de los departamentos y las viviendas. Esta situación creó un terreno fértil para los oportunistas comerciantes que buscan beneficiarse de la situación extrema que sufren los desplazados.

Los corredores también aparecieron en el comercio del combustible y los productos básicos, con filas de vehículos en las estaciones de servicio para comprar gasolina, un producto estratégico, por menos de 3000 libras (cinco dólares) por litro para venderlo en el mercado negro por 30 000 libras (50 dólares). Como consecuencia, los precios del transporte se dispararon en la región y entre los estados. Además, los precios de todos los productos alimenticios aumentaron sustancialmente en el mercado por la demanda creciente y la oferta limitada.

Los problemas se extienden más allá del ámbito económico con una escasez grave de electricidad e interrupciones frecuentes en la red de internet.

Amor a pesar de toda la ruina

Antes, anhelaba escapar de Jartum, agobiado por la presencia abrumadora de ejércitos y facciones armadas. La población de la ciudad estaba repleta de políticos, saqueadores, ladrones y comerciantes en crisis. Sin embargo, ahora anhelo regresar, impulsado nada más por la razón de que amo esta ciudad, incluso en su reciente estado de ruina.

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