Reporteros sin Fronteras (RSF), ONG internacional con sede en París, presenta desde 2002 un índice anual que describe la situación de la libertad de prensa en el mundo. El informe más reciente se publicó en mayo de 2023. A principios de 2022, RSF publicó también un informe llamado «El Gran Salto Atrás del periodismo en China«, en cuyo nombre encontramos una referencia irónica al Gran Salto Adelante implantado por Mao entre 1958 y 1962 y que concluyó con una gran hambruna y millones de muertes.
Para entender las sutilezas de la censura y de la violencia estatal, así como la resiliencia y el valor periodístico, Global Voices entrevistó a Cédric Alviani, director de la oficina de Taiwán de RSF para el este y sudeste asiático. La entrevista fue presencial, se hizo en inglés en la ciudad de Taipéi y ha sido editada por cuestiones de estilo y brevedad.
Filip Noubel (FN) ¿Cuál es la razón del título del informe y cuáles son las principales conclusiones de la edición de 2023?
Cédric Alviani (CA): In 2019 we published a report called «China's pursuit of a new world information order» to analyse Beijing's footprint in global media through advertising and media purchase, pressure, statements by ambassadors. Our reports are written for the general public based on information that is widely accessible online. Our latest report was initially published in early 2022 and offers three parts covering journalism, and how Xi Jinping has in the past decade distorted investigative journalism, not unlike during the Maoist period when the state media was also highly controlled by the Chinese Communist Party (CCP). The second part deals with Hong Kong, and the last part talks about the right of the Chinese people to access and share information, particularly over the internet.
The title is a bit provocative, but it is an honest title: there has truly been a dramatic recess over the past decade. From the 1990s onwards, high-quality investigative journalism started to develop in China. Even the state owned-agency Xinhua sometimes criticised government and Party officials. Those investigations often forced the government to act to deal with corruption, such as in the landmark cases of the AIDS villages, the scandal around poor construction of schools after the devastating 2008 Sichuan earthquake, and the deaths of migrant workers in detention.
In 2012, Xi Jinping established his control over China and decided he didn't want the media to keep conducting such an «external audit» of Chinese society. This is a great loss for China as the CCP clearly cannot play this role, being itself an actor involved at all stages of decision making. So Xi brought the media back under tight control, first by focusing on state-owned media, and then on independent and investigative journalists, and finally through regulations banning the use of VPN, by punishing authors of posts that are critical and become viral, and expanding legislation about national security and espionage. This is really a Great Leap Backwards. It is very destructive for a Chinese society that is no longer able to reflect upon itself, as was seen with the outbreak of COVID-19 in 2019 when local authorities decided to hide the reality from the public until it became impossible to deny. This attitude wasted the key period of three weeks during which the epidemic could have been contained. During the SARS epidemic of 2002–2004, China had indeed much more transparency.
Cédric Alviani (CA): En 2019, publicamos un informe cuyo titulo era «La búsqueda de un nuevo orden mundial informativo de China» que analizaba la huella de Pekín en los medios internacionales a través de publicidad, adquisición de medios, presión y comunicados de embajadores. Redactamos nuestros informes para el público general fundados en información accesible en línea. Nuestro último informe se publicó en un principio a comienzos de 2022 y ofrece tres partes en las que se trata el periodismo y cómo Xi Jinping ha distorsionado el periodismo de investigación en el último decenio, no de forma muy diferente al periodo maoísta en el que los medios estatales estaban muy controlados por el Partido Comunista Chino. La segunda parte trata sobre Hong Kong y la última analiza el derecho del pueblo chino a acceder y difundir información, especialmente, en internet.
El título es un poco provocativo, pero es honesto: se ha producido un receso dramático en el último decenio. A partir de la década de 1990, se comenzó a desarrollar el periodismo de investigación de alta calidad en China. Incluso la agencia estatal Xinhua a veces criticaba al Gobierno y a los miembros del Partido. Estos investigadores a menudo obligaban al Gobierno a actuar para solucionar problemas de corrupción, en casos de referencia como el de las aldeas del sida, el escándalo por la pésima construcción de escuelas tras el devastador terremoto de Sichuan de 2008 o las muertes de trabajadores migrantes mientras estaban detenidos.
En 2012, Xi Jinping tomó el control de China y decidió que no quería que los medios siguieran realizando esa «auditoría externa» de la sociedad china. Es una gran pérdida para el país ya que el Partido Comunista Chino no puede realizar esa función, pues esta forma parte de todas las etapas de la toma de decisiones. De esta forma, Xi volvía a controlar férreamente a los medios, se dedicó primero a los medios estatales, después a periodistas independientes y de investigación, y terminó con la legislación que prohíbe el uso de VPN, castigó a los autores de publicaciones que critican o se pueden viralizar, y extendió la legislación sobre seguridad nacional y espionaje. Realmente un Gran Salto Atrás. El hecho de que la sociedad china no pueda reflexionar sobre si misma es bastante destructivo, como se vio con el brote de COVID-19 en 2019 cuando las autoridades locales decidieron ocultar al pueblo la realidad hasta que fue imposible de negar. Esta actitud echó por la borda el periodo clave de tres semanas en el que la epidemia podría haberse contenido. Durante la epidemia de SARS de 2002-2004, China tuvo mucha más transparencia.
FN: En la actualidad, los medios no incluyen las redes sociales. ¿Aún podemos hablar de diversidad de opiniones en redes sociales en China?
CA: Chinese people have a lot of different opinions, and when they can, they do express them. It is absolutely untrue to claim that Chinese people all support the CCP, that they don't complain as long as there is economic growth. Despite punishment becoming harsher, and the high risk of losing their jobs, people do protest. We saw it with the outbreak of COVID-19, and in late 2022 with the White Paper movement that was leaderless and spontaneous. The government gave up their ‘zero-Covid‘ policy almost overnight, realising how dangerous that movement was for their grip on power. We of course have no reliable data on how many people have been detained, arrested and charged after this, but the fact is people did protest, perfectly knowing the risks. To sum up, the public sphere in China is no longer open to public debate: the minute one starts getting influential, despite all the guarantees made by the Chinese constitution that includes freedom of expression and of the press and other rights, they may receive a harsh punishment.
CA: El pueblo chino difieren mucho en sus opiniones y, cuando pueden, las expresan. Es absolutamente falso decir que todos los ciudadanos chinos apoyan al Partido Comunista Chino, que no se quejan si existe crecimiento económico. Pese a que los castigos son cada vez más duros y existe riesgo de perder sus trabajos, el pueblo protesta. Se observó con la pandemia de COVID-19 y a finales de 2022 con las protestas del libro blanco, que fueron espontáneas y sin líderes. El Gobierno abandonó su política de «COVID cero» casi de la noche a la mañana, al darse cuenta de lo peligroso que era el movimiento para su control del poder. Por supuesto, no contamos con datos fiables de cuántos detenidos, arrestados y acusados hubo tras estas protestas, pero el hecho es que el pueblo protestó, conociendo perfectamente los riesgos. Resumiendo, la esfera pública en China ya no está abierta al debate: en el momento en que uno se convierte en influyente, pese a las garantías provistas por la Constitución china que incluye la libertad de expresión y de prensa, así como otros derechos, podría recibir un fuerte castigo.
FN: Acaba de llevar a cabo una misión de observación en Hong Kong a finales de junio, ¿cuál es la situación?
CA: In RSF’s World Press Freedom Index, Hong Kong currently ranks 140th, the same level as China two decades ago, while China now ranks as low as 179 out of 180 countries and territories evaluated. Hong Kong is a frontline between the two systems that currently clash in the world: the liberal democracy model that is far from being perfect, but stands to improve, and the authoritarian model.
What’s different with Xi Jinping is that he is totally unapologetic about authoritarianism and openly rejects the universality of human rights. China goes as far as encouraging other governments to control their media to ‘guarantee stability.’ There is still a high level of freedom in Hong-Kong, but the Chinese regime wants it lowered because it also stands as the dream of people on the mainland. Hong Kong was once considered as a model for China’s transition to the rule of law, but now it’s the opposite and the Beijing regime is actively trying to put an end to this open system.
The cost is high though: international businesses are not coming back to Hong Kong after the pandemic, or are moving to other places in Asia. The closing of independent media, the challenged reliability of information, the detention of journalists (12 are behind bars as of now, which is unprecedented), and government pressure on the Foreign Correspondents’ Club are all some of the many factors behind that.
It is still possible to report on many issues in Hong Kong, but the National Security Law has opened the door to arbitrary accusations and detention of journalists, making it increasingly dangerous for them to report on topics related to politics and society. If rule of law is not applied in 100 percent of the cases, then there is no rule of law.
CA: En la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa de Reporteros Sin Fronteras, Hong Kong está en el puesto 140, en el mismo puesto que China hace 20 años, mientras que China ocupa la posición 179 de un total de 180 países y territorios evaluados. En Hong Kong conviven dos sistemas que actualmente se enfrentan en el mundo: un modelo de democracia liberal que, si bien está lejos de ser perfecto, puede mejorar, y el modelo autoritario.
Lo que diferencia a Xi Jinping es que no se disculpa por el autoritarismo y rechaza abiertamente la universalidad de los derechos humanos, y llega incluso a animar a otros Gobiernos a controlar sus medios «para garantizar la estabilidad». Aún existen altos niveles de libertad en Hong Kong, si bien el régimen chino quiere reducirlos, pues también representan el sueño de ciudadanos de China continental. En un tiempo, se consideró a Hong Kong como un modelo para la transición de China a un estado de derecho, pero ahora es todo lo contrario y el régimen de Pekín está intentando activamente poner fin a este sistema abierto.
Sin embargo, el costo es alto: las compañías internacionales no vuelven a Hong Kong tras la pandemia o se están reubicando en otros lugares de Asia. El cierre de medios independientes, la cuestionable fiabilidad de la información, la detención de periodistas (12 están entre rejas, número sin precedentes) y la presión del Gobierno al Club de Corresponsales Extranjeros son algunos de los factores tras la decisión.
Aún es posible informar sobre muchos problemas en Hong Kong, pero la ley de seguridad nacional ha abierto la puerta a acusaciones y detenciones arbitrarias de periodistas, lo que crea un mayor riesgo para estos cuando informan de temas relacionados con política y sociedad. Si el estado de derecho no se aplica en todos los casos, no existe estado de derecho.
El informe completo de RSF está disponible para descarga aquí.