En Turquía, conservadores persiguen a una voleibolista estrella queer

Captura de pantalla del video de las Finales por Volleyball World.
Ebrar Karakurt, jugadora de la selección femenina de voleibol de Turquía, se ha convertido en el último blanco de ataques homofóbicos en este país cada vez más contrario a la comunidad LGBTQ+. No es la primera vez que la jugadora es objeto de ataques por su orientación sexual.
El equipo de Karakurt, conocido en su país como los «Sultanes de la Red», ganó en la Liga de Naciones Femenina de Voleibol (VNL) y regresó a casa con una medalla de oro, lo que fue celebrado en todo el país. Las redes sociales se llenaron de mensajes de elogio al equipo por su éxito y fomentaron el orgullo nacional. Tras su victoria, Karakurt publicó un tuit en el que la jugadora citaba al poeta turco İsmet Özel:
Boynumda bana yargı yükleyenlerin utançlarından yapılma mücevherler yani altın madalya 🥇
— Ebrar Karakurt (@karakurtebrar18) July 17, 2023
Alrededor de mi cuello hay joyas hechas con la vergüenza de los que me juzgan, la medalla de oro.
Pero no todo el mundo lo celebró. El periódico Akit, conocido por su estrecha relación con el Estado, tomó el tuit y describió a Karakurt como una «homosexual desviada que impone un estilo de vida pervertido» y la acusó de avergonzar a la selección nacional «por su estilo de vida que va contra los valores de la sociedad turca». Pero Karakurt rechazó las acusaciones con humor. Según informa Duvar English, la voleibolista publicó en Instagram que se preguntaba: «Incluso cuando duermo en un avión, hago enfadar a alguien… ¿Es mi grandeza una broma?».
Karakurt recibió una avalancha de apoyo público tras los ataques. La renombrada cantante y compositora Nazan Oncel tuiteó que Karakurt era el «orgullo» de Turquía en un momento en que «las niñas quedan analfabetas y las mujeres confinadas en sus casas». Kübra Dağlı, campeón nacional de taekwondo de Turquía, expresó su solidaridad con Karakurt en una publicación en la red social Thread: «No debería ser difícil dejar de lado la orientación sexual o las actitudes religiosas de los atletas y simplemente celebrar sus logros».
Como demuestra el reciente ataque contra Karakurt, la narrativa de odio, humillación, discriminación y división no va a ninguna parte, y aunque algunos optan por quedarse a pesar del estrechamiento del espacio de libertades, Turquía va camino de perder a más de los más brillantes a medida que se vuelve más regresiva.
Orgullo versus vergüenza
El ataque a Karakurt es solo el ejemplo más reciente de la creciente narrativa anti-LGBTQ+ en Turquía, donde los grupos conservadores intentan promover lo que denominan «valores familiares» en detrimento de los derechos de la mujer, las libertades y la seguridad de las personas LGBTQ+ y la libertad de expresión.
El 17 de julio, Melisa Caymaz, universitaria que desplegó una bandera arcoíris durante su ceremonia de graduación, fue blanco de los conservadores y recibió amenazas de muerte por su acto de solidaridad. La estudiante, que habló con Gazete Duvar, declaró: «Lo hice para llamar la atención sobre los feminicidios, los asesinatos de personas LGBTI+ y los ataques a las Marchas del Orgullo». A Caymaz la calificó de «provocadora» el periódico progubernamental Yeni Şafak, que también describió el acto como «perversión LGBT», dirigida contra «la estructura familiar turca y musulmana». Luego, la universidad declaró que ha iniciado un procedimiento formal contra la estudiante. En un tuit, la dirección de la universidad también describió la bandera arcoíris como un trapo y dijo que no era consciente de que la estudianta la había retirado en el último momento.
El sector artístico tampoco está a salvo. Vídeos musicales, festivales, tuits, programas de televisión y discursos de entrega de premios son cuidadosamente diseccionados por conservadores acérrimos. Cuando la actriz Merve Dizdar, ganadora del premio a la mejor actriz en el Festival de Cannes, pronunció su discurso, los partidarios del Gobierno llegaron a calificar a la galardonada actriz de terrorista y «patética esclava de Occidente».
Muchos han optado por abandonar el país en los últimos años. A medida que aumenta la polarización y se deteriora la economía del país, son más quienes están dispuestos a dejar atrás sus vidas en busca de mejores oportunidades. En declaraciones a BNE Intellnews, Bekir Agirdir, director de la consultora de investigación Konda, señala que, aunque la fuga de cerebros no es nueva, las razones para irse se han vuelto más políticas. La organización no gubernamental SOMDER publicó en 2022 un estudio sobre la percepción que tienen los jóvenes de la ciudadanía activa y la política, según el cual el 96,3% de los participantes afirmaba que la gente en Turquía era infeliz, y el 27,8% que cambiaría de país..
BRAIN DRAIN IN TURKEY
Istanbul German High School graduates
2011: 61% placed at Turkish universities, 35% abroad (https://t.co/44HXtKOtuE)
2022: 1% placed at Turkish universities, 87% abroad (https://t.co/EKjFinIxvm)
Kids now leave at first opportunity. Will any come back? pic.twitter.com/nmq7aBzQmx
— Can Okar (@canokar) July 10, 2023
FUGA DE CEREBROS EN TURQUÍA
Graduados del instituto alemán de Estambul,
2011: 61% en universidades turcas, 35% en el extranjero
2022: 1% en universidades turcas, 87% en el extranjero
Ahora los chicos se van a la primera oportunidad. ¿Volverá alguno?
En julio, el local cultural Feshane, inaugurado por la Municipalidad de Estambul, se vio obligado a cerrar sus puertas por segunda vez desde su apertura en junio de 2023 por las acusaciones de que es «contracultural» respecto a los valores tradicionales turcos.
The Artİstanbul Feshane cultural center opened by the Istanbul municipality continues to be the subject of politically charged vitriol, and worse – this week a visitor to the venue attacked and knocked over goat sculptures that conservative critics have decried as ‘satanic’. https://t.co/I0jX50nOyp
— Jennifer Hattam (@TheTurkishLife) July 7, 2023
Días después de su gran inauguración, Artİstanbul Feshane fue blanco de periódicos progubernamentales y manifestantes conservadores por su exposición de arte inaugural. Mi breve opinión para Hyperallergic sobre lo último en la lucha política actual sobre las artes y la cultura en Turquía:
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El centro cultural Artİstanbul Feshane, inaugurado por la Municipalidad de Estambul, sigue siendo objeto de vitriolo político y, lo que es peor, esta semana un visitante atacó y derribó unas esculturas de cabras que los críticos conservadores han tachado de «satánicas».
Las protestas de Feshane no fueron las primeras. Como informó anteriormente la periodista Jennifer Hattam, «una escultura que representaba el rostro de un sultán otomano en el traje de baño de una mujer fue retirada, luego reintegrada y después retirada por el artista de la feria de arte Estambul Contemporáneo de 2016 después de que una multitud enfurecida exigiera su retirada. Un pequeño grupo de islamistas también intentó atacar una obra de arte a la que se opusieron durante una exposición en 2017 de la colección privada del empresario Ömer Koç.»
Entonces, el ministro turco de Educación, Yusuf Tekin, sugirió la creación de escuelas solo para niñas, una declaración de la que se ha retractado debido a las protestas públicas.
En la provincia de Balikesir, grupos conservadores han pedido que se ponga fin a los festivales de música, con el argumento de que estas actividades promueven la amoralidad. A raíz de este llamado, se canceló el concierto de la cantante Hande Yener. Según el diario BirGun, en seis meses se han cancelado al menos 15 actividades musicales, como el de Balikesir..
Islamist groups in Balıkesir call for an end to music festivals and a ban on men and women mixing at public events pic.twitter.com/PXqpdTZcxj
— Ankaralı Jan (@06JAnk) July 6, 2023
HECHO EN FESTIVALES
¡DIGÁMOSLE «ALTO» AL EQUIVOCADO!Hay varias fiestas previstas y anunciadas en otras regiones, especialmente en nuestra provincia.
Es con gran tristeza que vemos que estas fiestas muchas veces van más allá de su propósito y llevan a nuestros jóvenes a relaciones inmorales prohibidas, al alcohol y drogas intoxicantes, rebelión y rebeldía. Sin embargo, hacer que esta juventud, que arrojará luz sobre el mundo, se vuelva adicta a las drogas y contundente, daña al pueblo turco.
En estos días difíciles en que nuestro país aún sufre los dolores posteriores al terremoto y lucha contra las dificultades económicas, esas actividades deben detenerse.
No nos parece correcto alentar esas conductas y formas ilimitadas de celebrar, en lugar de que nuestros jóvenes participen en actividades culturales y de entretenimiento de manera sana.
Exigimos que se cancelen esos festivales.
De cualquier manera, exigimos que se tomen medidas lo antes posible para depurar la sección de menores, y evitar comportamientos que degraden la moral de los jóvenes.
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Grupos islamistas piden el fin de los festivales de música y la prohibición de que hombres y mujeres se mezclen en actos públicos.
En una Turquía cada vez más conservadora, los conciertos se han convertido en los últimos años en un campo de batalla político, mientras que los músicos que rompen los estereotipos enfrentan reacciones violentas. En los veinte años de gobierno, decenas de artistas, cantantes, compositores y humoristas conocidos han sufrido intimidaciones, medidas enérgicas y amenazas por su trabajo. También ha habido muchos ejemplos de intentos del Gobierno de bloquear series de televisión, programas y música extranjera. Las justificaciones suelen ser imprecisas, con acusaciones de que el material promueve la propaganda terrorista, fomenta el consumo de drogas, insulta al presidente, ofende los valores familiares locales o incluso ofrece desinformación cultural.
En junio, la Policía detuvo a más de cien personas durante la XXIV Marcha del Orgullo anual de Estambul. El gobernador de Estambul declaró en un tuit: «Nuestro futuro nacional depende de mantener viva la institución familiar con nuestros valores nacionales y morales. No permitiremos ninguna actividad que debilite la institución familiar».
El énfasis en los valores familiares y la presentación de las personas LGBTQ+ como una amenaza para estos valores ha formado parte de una narrativa usada como arma por los políticos locales, incluido el presidente Recep Tayyip Erdoğan. El gobernante Partido Justicia y Desarrollo (AKP) lleva mucho tiempo considerando a la comunidad como un «virus» y un «veneno«.
Sin embargo, una mirada más atenta a estos supuestos valores familiares revela una imagen descarnada. No son los valores de respeto, igualdad y justicia los que se teme que estén bajo ataque, sino la noción creada por AKP de lo que consideran una familia: hogares cerrados y aislados, donde las mujeres no son iguales a los hombres, a menudo están condenadas a roles tradicionales y deben tener un mínimo de tres hijos. La violencia contra la mujer, la pedofilia, el abuso de menores y otros abusos suelen encubrirse, desestimarse o definirse como casos aislados.