
Benjamín Rubén Scharifker Podolsky. Foto de Wikimedia Commons (CC BY-SA 4.0)
De los 20 países con mayor inversión en investigación y desarrollo en 2021, ninguno era de América Latina; muchos dirán que América Latina no está en una ruta favorable para el desarrollo de las ciencias.
Sin embargo, no todo el panorama es oscuro: investigadores cómo el Profesor emérito Benjamín Scharifker, de Venezuela, siguen dando la batalla y discutiendo los temas que hacen falta para imaginar un continente de desarrollo e innovación.
Scharifker ha vivido las etapas históricas más acontecidas para el desarrollo de la ciencia en Venezuela. Egresado de la Universidad Simón Bolívar en 1976, del cual fue rector hasta el 2009, y obtuvo su doctorado en Fisicoquímica por la Universidad de Southampton en 1979. Desde entonces, ha trabajado desde distintos organismos por el avance de las ciencias en Venezuela, América Latina y el mundo entero y ha recibido numerosos premios.
Químico de formación, Scharifker ha investigado extensivamente sobre los procesos de nucleación, clave en la formación de diversos polímeros, y en el desarrollo de energías limpias, siendo director asistente del Centro de Investigaciones del Hidrógeno de la universidad Texas A&M durante los años 80. Ha trabajado en nanotecnología, combustibles fósiles y electrocatálisis.
También ha publicado artículos nacionales e internacionales acerca de temas que van desde el desarrollo de fuentes alternativas de energía hasta la Kristallnacht, trágica noche de los cristales rotos perpetrada por la Alemania nazi en 1938.
Hablamos con él para conocer sus opiniones sobre la ciencia en Venezuela hoy, las lecciones aprendidas a lo largo de su historia y qué camino debemos seguir aquellos que soñamos con una América Latina de ciencia, tecnología y conocimiento.
Elías Haig: ¿Qué lecciones cree que nos deja la historia, sobre el desarrollo de la ciencia en Venezuela?
Benjamín Scharifker: Tenemos una historia de ciencia en Venezuela que pudiéramos remontar a hace muchos siglos, incluso a la época precolombina. Sin embargo, para responder a tu pregunta es necesario mencionar que, empezamos a entender la importancia de la ciencia en el marco del tejido institucional venezolano a partir de mediados del siglo XX, con la fundación de instituciones para su promoción.
Un ejemplo de esto es la fundación de la Facultad de Ciencias de la UCV [Universidad Central de Venezuela] en 1958. Si bien ya antes había existido el estudio de las disciplinas científicas en Venezuela, se hacía en la facultad de Ingeniería.
De esta época viene el concepto de la imposibilidad de independencia económica, cultural o política para Venezuela sin la existencia de independencia científica.
Sin embargo, la industria venezolana no buscó desarrollar competitividad por medio del conocimiento: prefirió buscarla en tecnologías que podían procurarse en el exterior y acoplarse inmediatamente a las necesidades productivas venezolanas.
Para finales del siglo XX, ocurrió una reversión de ese proceso de la mano de la industria petrolera. Los productos petroleros de mayor demanda en el mercado internacional se estaban agotando y hacía falta responder ante dicha realidad para mantener la competitividad de Venezuela en el marco petrolero internacional.
Lamentablemente, cuando inicia el siglo XXI dicha tendencia se revierte y pasamos, por diferentes circunstancias, a una estrategia de simple explotación de los recursos naturales.
Diría que sí hemos aprendido lecciones. No solo necesitamos generar oferta científica, sino también incentivar su demanda: además, es necesario comprender que el aparato productivo necesario puede basar su competitividad en el conocimiento y no solo en las ventajas comparativas, como el acceso a recursos naturales o los beneficios fiscales.
E.H.: Me llama la atención ese desbalance entre oferta y demanda científica dentro del país, lo que produjo una desconexión entre el sector científico venezolano y las necesidades productivas. Entonces, ¿cuáles serían los pasos para continuar desarrollando una investigación científica venezolana?
B.S.: Hace falta efectivamente interrelacionar al sector productivo con el sector académico, con instituciones en las que pueda haber desarrollo científico y eso amerita, necesariamente, interlocución válida.
En China, por ejemplo, ha funcionado muy bien con la estrategia científica desarrollada desde el año 2000. En Venezuela, sin embargo, no existe esta interlocución: para los industriales venezolanos, las inversiones deben tener un retorno a muy corto plazo. Con esa visión, Venezuela nunca termina de conquistar mercados internacionales porque basa su atractivo en ventajas comparativas, como beneficios fiscales o ubicación natural, en vez de ventajas competitivas.
El mercado reciente de la harina PAN, por ejemplo, se asienta sobre la base de los 7 millones de migrantes venezolanos que, al llegar a sus nuevos países, demandan este producto. No es una ventaja basada en un desarrollo, sino que se aprovecha de una coyuntura.
Otros ejemplos, como el del ron venezolano, ha tenido éxito internacional sobre la base de calidad: cuando se adquiere un ron venezolano, se sabe que fue añejado en una barrica de roble por un mínimo de 2 años.
Entonces, creo que en estos dos ejemplos no ha habido mucho agregado de conocimiento científico a esa producción, porque siguen siendo productos tradicionales que estamos explotando.
Que se desarrolle una relación positiva, con interlocución válida, entre industria y ciencia, es clave para que la ciencia en Venezuela pueda seguir creciendo.
E.H.: Teniendo en mente el estado actual del sector universitario venezolano, donde las universidades públicas — que son las que más publicaciones científicas tienen — están en una situación próxima a un paro técnico por la falta de financiamiento y apoyo gubernamental, ¿cuál es el panorama de la ciencia sin universidades?
B.S.: Es muy precaria la situación. Mi propia experiencia es que colegas y estudiantes de mi laboratorio en la Universidad Simón Bolívar se han ido al exterior debido a la imposibilidad de continuar en Venezuela.
La Universidad Simón Bolívar, en particular, queda ubicada en las periferias de la ciudad y es muy difícil llegar si ella no ofrece servicios de transporte para estudiantes ni profesores. Además, los salarios de los profesores son escasos, viéndose obligados a abandonar la docencia universitaria en el país para irse al exterior o dedicarse a otros menesteres.
Mientras no resolvamos ese problema estructural severo, tampoco vamos a resolver los problemas científicos. La ciencia es una manifestación de la cultura, del desarrollo humano: si no tenemos desarrollo humano, no tenemos desarrollo científico.
¿En dónde ocurrieron los grandes descubrimientos científicos en determinados momentos de la historia? En donde había, también, grandes olas de desarrollo humano. Lo podemos ver en Oriente Medio, en la España imperial, o en el presente con Estados Unidos: y, como son ciclos históricos, quizás lo veamos pronto con China, aunque está por ver si alcanza el desarrollo humano.
Tenemos que resolver los grandes problemas económicos, sociales y políticos que tiene Venezuela para poder tener una ciencia vigorosa, pero al mismo tiempo tenemos que vigorizar la ciencia para que podamos tener un desarrollo humano próspero en Venezuela.
E.H.: ¿Cuál es el mensaje para las personas que soñamos con ser parte de la próxima generación de venezolanos en tomar el relevo del desarrollo de la ciencia en nuestro país?
B.S.: Mi primer consejo es que busquen hacer lo que su entusiasmo los llame a hacer. No hay nada que valga más que el entusiasmo que uno pueda tener para hacer una determinada cosa: si uno no está entusiasmado para hacerlo a lo mejor uno lo hace bien, pero no lo va a hacer excelente.
Poniendo los pies en la tierra, el otro es preguntarse cómo conseguir las condiciones para llevar a cabo ese proyecto de vida. Un proyecto de vida que no va a poder realizarse solo, sino acompañado: harán falta recursos y equipos que te acompañen en esa empresa. Y yo ahí no puedo darte consejos.
En mi caso particular, esas disyuntivas se me plantearon en algún momento: aproveché las oportunidades que se me dieron en el exterior y decidí, en algunos momentos de mi vida, hacer labores en Venezuela. Logré procurar los recursos financieros y humanos para llevar todo esto a cabo, pero llegó un momento en que todo eso se hizo inviable y mis compañeros y colegas están en el exterior.
Entonces llegó una nueva etapa en la que tendré que reconstituir el laboratorio acá o tendré que buscar la forma de continuar los estudios en otro lugar. Son situaciones complejas sobre las que no te puedo dar recomendaciones específicas y que habrá que resolverlas caso por caso. Ese es el desafío.