
Retrato del profesor asistente de Investigación Wen Liu, foto usada con permiso
Para los taiwaneses que viven bajo la amenaza militar de China, la invasión rusa a Ucrania y las respuestas de Occidente han suscitado dudas sobre la preparación y resistencia de las fuerzas militares taiwanesas.
En los primeros días tras la invasión rusa a Ucrania en febrero de 2022, Taipéi apoyó rápidamente a Kiev y se distanció de Moscú, con lo que se unió a la lista de países que aplicaban sanciones. Sigue apoyando a Ucrania con visitas oficiales a los países vecinos que acogen refugiados ucranianos y ofertas de fondos para la reconstrucción.
Pero Taiwán también está aprendiendo de Ucrania porque ve un paralelismo con su propia relación con China y posibles escenarios futuros: en caso de un ataque o bloqueo de Pekín, ¿cómo responderán Estados Unidos y Japón, los dos aliados militares, políticos, diplomáticos y económicos más fuertes de la isla? Es más, cerca de la mitad de la población de Taiwán expresa sus dudas de que sus fuerzas militares puedan defender la isla contra una invasión militar china. La gran pregunta para los taiwaneses es qué nivel de compromiso militar ofrecerá Estados Unidos en caso de ataque de China. Ciertamente, el principal documento que regula las obligaciones de defensa de Washington hacia la isla es la Ley de Relaciones con Taiwán que, en esencia, mantiene una política de «ambigüedad estratégica«. El Congreso estadounidense promulgó la política en 1979 qye permite a Estados Unidos vender equipo militar a Taiwán, pero no crea ninguna obligación para Estados Unidos de intervenir militarmente directamente si China invade la isla. Al mismo tiempo, Estados Unidos mantiene unos 50 000 efectivos militares en Japón, muy cerca de Taiwán..
Global Voices habló con la profesora adjunta de investigación Wen Liu, de la Academia Sinica de Taiwán, para entender cómo se preparan segmentos específicos de la sociedad taiwanesa ante una posible invasión militar o un ataque a la isla por parte de Pekín. Wen se doctoró en psicología social crítica en la Universito Municipal de Nueva York y analiza la geopolítica transpacífica, los movimientos queer, la subjetividad racial y la soberanía nacional desde una perspectiva psicológica y afectiva. En 2024 publicará su libro «Sentirse asiático-americano: Flexibilidad racial entre asimilación y opresión» (University of Illinois Press), que ofrece una visión de los debates políticos contemporáneos desde el punto de vista de una estudiosa asiático-en Estados Unidos. También es activista queer, novelista y traductora.
La entrevista fue por correo electrónico en inglés y se ha editado en aras del estilo y la brevedad.
Filip Noubel (FN): Usted dijo recientemente en un acto Taiwán-Ucrania que Taiwán es quizá el único país cuyo ejército fue inicialmente un ejército de partido, y esto explica el nivel de desconfianza de muchos taiwaneses. ¿Podría explicarlo al público no familiarizado con la historia de Taiwán?
Wen Liu (WL) Taiwan's army initially belonged to the Kuomintang [the party that ruled Taiwan from 1949 to the early 2000s and remains one of the two main parties] and its objective was to fight the civil war between the Nationalists (Republic of China, or ROC) and the Communists (People's Republic of China, or PRC). As [Taiwan's leader till 1975] Chiang Kai-shek’s dream of ‘taking back the mainland’ looks no longer tangible or possible in the 1970s, the ROC government tried to refocus the army's purpose and a series of nationalization efforts between the 1980s–2000s attempted to leave the authoritarian baggage of the army behind. However, the army's leadership is largely preoccupied with more pro-China (in an ethnonationalist sense) sectors of the Taiwanese population, which creates distrust in the main public.
Wen Liu (WL): El Ejército de Taiwán pertenecía inicialmente al Kuomintang [el partido que gobernó Taiwán desde 1949 hasta principios de la década de 2000 y que sigue siendo uno de los dos principales partidos] y su objetivo era luchar en la guerra civil entre los nacionalistas (República de China) y los comunistas (República Popular China). En la década de 1970, cuando el sueño de Chiang Kai-shek de «recuperar China continental» ya no parecía tangible ni posible, el Gobierno de la República de China intentó reorientar el objetivo del Ejército y, entre las décadas de 1980 y 2000, varias nacionalizaciones intentaron dejar atrás el lastre autoritario del Ejército. Sin embargo, la cúpula del Ejército está muy preocupada por los sectores más prochinos (en un sentido etnonacionalista) de la población taiwanesa, lo que genera desconfianza en el público.
FN: Dado que Pekín está intensificando las amenazas militares con su oposición a cualquier noción de Taiwán como Estado independiente, muchos en Taiwán han planteado la necesidad de una fuerte movilización civil. ¿Cómo se está llevando a cabo y quién lidera este movimiento?
WL: Different sectors of the Taiwanese civil society have since then mobilized to create infrastructures of resistance while the state's response to China's threats is slow. I generally divide them into three parts: one is a sector that has focused on the rising ‘China factor’ in Taiwanese society ever since Xi's rise to power in 2012. These include social movements-oriented grassroots groups that understand China's threats in both political and economic terms, and conceptualize war in terms of ‘hybrid war,’ which is already happening in Taiwanese society. Second, organizations cultivate community resistance through the disaster prevention approach, which is treating war as any other type of natural disaster to depoliticize the issue and make it appeal to a wider audience. Third, people who have expert knowledge of specific skillsets such as airsoft guns or hand-held radios occupied the other category, in which some of the ex-military officers are involved. Most of them are hoping to be more integrated with the state institutions to reach wider civilian participants.
WL: Diferentes sectores de la sociedad civil taiwanesa se han movilizado desde entonces para crear estructuras de resistencia mientras la respuesta del Estado a las amenazas de China es lenta. En general, los divido en tres partes: un sector que se ha centrado en el creciente «factor China» en la sociedad taiwanesa desde que Xi llegó al poder en 2012. Se trata de grupos de base orientados a los movimientos sociales que entienden las amenazas de China en términos políticos y económicos, y conceptualizan la guerra en términos de «guerra híbrida», algo que ya está ocurriendo en la sociedad taiwanesa. En segundo lugar, las organizaciones cultivan la resistencia de la comunidad mediante el enfoque de prevención de catástrofes, que consiste en tratar la guerra como cualquier otra catástrofe natural para despolitizar la cuestión y hacerla atractiva a un público más amplio. En tercer lugar, los expertos en técnicas específicas, como armas de perdigones o radios portátiles, ocupan la otra categoría, en la que están algunos exmilitares. La mayoría espera estar más integrada en las instituciones estatales para llegar a más participantes civiles.
FN: También ha dicho que la movilización civil es un espacio en el que quizás la igualdad de género sea más fuerte. ¿Podría explicarlo?
WL: The wartime mobilization would only mobilize less than 15 percent of Taiwan's population [of 23 million people]. The remaining sectors of the civilian populations are the untapped capacity of any given conflict and should be of use and trained In these civil defense organizations, the military knowledge or training is not a privileged subject but something to be democratically distributed and all areas of knowledge and skills are mobilized (including medical aid, information management, food preparation, etc). In that sense, civil defense requires a more equal and diverse form of gender expression, and hence less masculized. Furthermore, in Taiwan it's mostly women who participate in different kinds of civil education classes even after their formal school training. This fact allows these spaces to have more diverse forms of gender participation than the traditional military sector.
WL: La movilización en tiempo de guerra solo movilizaría a menos del 15% de la población de Taiwán [de 23 millones de personas]. Los sectores restantes de la población civil son la capacidad desaprovechada de cualquier conflicto y deberían ser útiles y recibir formación En estas organizaciones de defensa civil, el conocimiento o la formación militar no es un tema privilegiado, sino algo que se distribuye democráticamente y se movilizan todos los rubros de conocimiento y habilidades (como ayuda médica, gestión de la información, preparación de alimentos, etc.). En ese sentido, la defensa civil requiere una forma de expresión de género más igualitaria y diversa, y por tanto menos masculinizada. Además, en Taiwán son mayoritariamente mujeres quienes participan en distintas clases de educación civil, incluso después de su formación escolar formal. Este hecho permite que estos espacios tengan formas de participación de género más diversas que el sector militar tradicional.
FN: Se habla mucho de «Ucrania hoy, Taiwán mañana» para señalar que Taiwán debería aprender de la invasión rusa de Ucrania, ya que no puede excluir un ataque similar de China. ¿Qué opina de esta comparación y qué ha aprendido de la respuesta ucraniana, incluida la integración de tropas queer en las fuerzas de defensa ucranianas?
WE: What Taiwan can learn from Ukraine is about the unpredictability of dealing with authoritarian regimes. There is no rationality of Russia’s invasion but its imperial ambition, similar to China’s. Ukraine had the opportunity to regroup after 2014’s invasion but Taiwan does not. What we can learn is how the civil society really pushed the state to reform its military structure and policy as well as increase the civilian capacity in defense and resistance. The lessons are that it’s never too late to start but we must start somewhere from the bottom up.
WE: Lo que Taiwán puede aprender de Ucrania es la imprevisibilidad de tratar con regímenes autoritarios. No hay racionalidad en la invasión rusa, sino su ambición imperial, similar a la de China. Ucrania tuvo la oportunidad de reagruparse tras la invasión de 2014, pero Taiwán no. Lo que podemos aprender es cómo la sociedad civil realmente empujó al Estado a reformar su estructura y política militar, así como a aumentar la capacidad civil en defensa y resistencia. Las lecciones son que nunca es demasiado tarde para empezar, pero debemos empezar en algún punto desde abajo.