Nueva serie de televisión taiwanesa sobre la raza llega a Netflix

Captura de pantalla de la serie «Port of Lies» («Puerto de mentiras») del canal de YouTube de Mirror Fiction.

Este artículo de Yeh Kuan-yin y Chung Yu-chen se publico originalmente en Focus Taiwan, versión inglesa de la Agencia Central de Noticias de Taiwán (CNA, por su nombre en inglés). Reproducimos una versión editada en virtdu de un acuerdo de colaboración con Global Voices.

La serie taiwanesa de televisión «Port of Lies» (o 八尺門的辯護人 en chino) trata uno de los temas más controvertidos en Taiwán actualmente: la raza. Efectivamente, la población original de Taiwán era indígena (no alcanza el 3% de la población actual) y ahí también vive una gran población migrante originaria del Sudeste Asiático. La serie se estrenó el 24 de julio. 

«Port of Lies» está dirigida por el abogado y ahora director cinematográfico Tang Fu-jui (唐福睿), y es una adaptación de la novela del mismo nombre escrita por Tang. La historia comienza cuando al defensor del pueblo Tung Pao-chu (佟寶駒), miembro de la tribu indígena de Taiwán de los amis, se le encarga defender a un pescador originario de Indonesia a quien se acusa de asesinar a un capitán de barco ami y a su familia. Tung lidera el equipo de defensa compuesto por Lien Chin-ping (連晉平), proveniente de una familia de abogados de renombre, y Leena, cuidadora indonesia que sirve como intérprete. Mientras el equipo investiga el caso, descubren una trama que involucra a funcionarios del Gobierno y hombres de negocios.

En una entrevista reciente con CNA, Tang dijo que cuando se le ocurrió la historia, quería tratar el tema de la pena de muerte, aún vigente en Taiwán, además de las tensiones sobre la etnicidad, lo que lo llevó a recordar un caso de 1986 en el que Tang Ying-shen (湯英伸) de la tribu indígena de los tsou fue ejecutado por asesinar a la familia de su empleador, a pesar de haber sufrido trabajos forzados y maltratos. En «Port of Lies», el protagonista, Abdul-Adl, también enfrenta la pena de muerte y sufre abusos de su empleador, su pasaporte le ha sido confiscado ilegalmente, algo que sigue siendo un problema en Taiwán.

La ficción cuenta mejor la realidad

Treinta años separan el caso real de Tang Ying-shen y la historia ficticia que detalla la serie, aún así, lo que el director pretende mostrar es cómo una situación similar del pasado podría ocurrir en un entorno moderno. De acuerdo con Tang, el origen étnico es un tema sensible en todos los países puesto que la mayoría de la población a menudo teme que los recursos se compartan con otros y, frecuentemente se pasan por alto los problemas a que enfrenta la población de una raza distinta, y consecuentemente, se les llega a tratar como ciudadanos de segunda.

«Antes era población indígena; ahora, son trabajadores migrantes [los tratados como ciudadanos de segunda] y, en el futuro, otro grupo étnico los sustituirá», dijo. El final de la serie hace reflexionar al público sobre si se puede confiar en la ley. El mismo Tang piensa que, si bien la ley no es perfecta, es el único recurso que tienen las personas. «Creer en la ley no significa dejar de cuestionarla, al contrario. Debemos retarla continuamente». También apunta que, aunque los cambios legislativos son lentos, existe un esfuerzo de mejora.

A la vez que insta a la audiencia a no perder la fe en la ley, menciona que la búsqueda de la justicia y equidad o el cuidado de los derechos humanos de las minorías no tiene final, a lo que añadió «es una lucha sin fin». Tang apuntó que, incluso si la sociedad no parece cambiar, se producen diferencias graduales en diversos ámbitos, y muchos grupos intentan cambiar las cosas. Este es el mensaje que espera que llegue a los espectadores de «Port of Lies» .

Con una maestría en Derecho, casi 10 años de formación legal y cinco años ejerciendo, Tang dijo que se ha pasado la mitad de su vida en asuntos legales y que sigue interesado en este tema, bien sea en la vida real o en un proceso creativo, lo que le permite mostrar su principio fundamental: preocuparse por los derechos humanos. Tang explicó que los derechos humanos es un tema que afecta directamente a las «minorías» porque la mayoría puede defenderse sola y tiene más recursos para proteger sus derechos. En el camino de abogado a cineasta, Tang opina que, como abogado, su principal preocupación era el mejor interés para sus clientes, por lo que solo tomaba casos individuales. «Puedes conseguir éxitos de uno en uno, si aún confías en la ley y tienes esperanza en la justicia. Por el contrario, contar historias permite llegar a más gente».

Por ejemplo, durante el caldeado debate en la sociedad taiwanesa sobre la pena de muerte, Tang se dio cuenta de que los dos bandos parecían adoptar posiciones totalmente divergentes, lo que hacía difícil alcanzar un diálogo. «Una historia puede brindar el inicio para una conversación. Cuando hemos leído todos la misma historia, entendemos gradualmente lo que el otro quiere decir e identificamos los puntos divergentes».

En «Port of Lies», la historia trata temas controvertidos de forma amplia, como la pena de muerte, los trabajadores migrantes y la discriminación racial. Tang admitía que le preocupaba tratar estos temas, pero sugiere que una buena historia incomoda de forma natural u ofende a algunas personas. «Si mi obra puede reflejar la realidad y exponer la verdad, entonces, tengo base suficiente para la crítica, que también me obliga a ser más cuidadoso al tratar estos temas».

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