El 11 de agosto de 2023, primer Día Mundial del Tambor Metálico, el instrumento nacional de Trinidad y Tobago fue homenajeado en todo el mundo como un elemento de integración comunitaria, impulsor del desarrollo cultural, social y económico. Ese día, el tambor metálico también ingresó al espacio virtual con la inauguración del Museo Virtual del Tambor Metálico.
Menos de una semana después, el 16 de agosto, asistí a una demostración de realidad virtual realizada por Shawn De Freitas, cofundador de Dingolé Limited, agencia digital trinitense que creó el museo. Se llevó a cabo en Mille Fleurs, edificación declarada patrimonio cultural situado junto al Queen's Park Savannah de Puerto España.
Para De Freitas, crear el museo consistió en «poner nuestras historias en ese espacio virtual». La idea se le ocurrió mientras asistía a una conferencia sobre realidad aumentada en California; le pareció que la tecnología «funcionaría perfectamente para el tambor metálico». De esa idea surgió Pan Jam, aplicación de realidad virtual para personas de la tercera edad que utiliza el aprendizaje musical para alcanzar una vejez saludable y tranquila.
«La primera versión de la aplicación consistía solo en una función para dar a conocer el tambor metálico a los nuevos usuarios», explica De Freitas. «Sin embargo, observamos que la gente pasaba mucho más tiempo del previsto en el museo, así que decidimos ampliarlo y añadir más contenido».
El primer lanzamiento tuvo lugar en Carifesta, un festival de arte regional periódico que se celebró en Trinidad y Tobago en 2019 y fue un éxito. De Freitas comprendió que el museo podía funcionar por sí solo, por eso comenzó a desarrollar con su equipo Museo Virtual del Tambor Metálico, que tuvo algunas versiones inéditas antes de su lanzamiento final en el Día Mundial del Tambor. Metálico. Esta versión final, dice De Freitas, «fue impulsada por el acceso universal y adoptó tecnologías Web 3.0 que permiten a los usuarios experimentarlo en móviles, computadores de escritorio y realidad virtual».
De Freitas sigue convencido de la importancia del proyecto porque, aunque el tambor tiene amplio alcance internacional, todavía hay grupos de personas que no conocen el instrumento. Convencido de que hay que ir al encuentro de la gente donde está, también vio su utilidad como herramienta para que los jóvenes adquirieran información sobre su instrumento nacional.
El medio permitía a la plataforma escalar globalmente con gran rapidez. Por eso era importante hacer las cosas bien. Parte del reto de la creación es que se trata de un esfuerzo comunitario y muchas historias sobre sus orígenes se han contado a través de la tradición oral. El equipo técnico colaboró con la periodista Kim Johnson, que investigó mucho sobre el movimiento del tambor metálico y escribió libros sobre el tema, para asegurarse de que aspectos como la cronología fueran lo más exactas posible.
Los programadores han sido muy cuidadosos; toda la información que se difunde está debidamente investigada y respaldada con enlaces a fuentes fiables. «El tambor [tiene] un millón de historias, a veces contradictorias», explicó De Freitas. «Ha sido difícil tomar decisiones editoriales teniendo en cuenta que ha habido tantos colaboradores en el movimiento».
La creación del espacio representó un desafío porque debía construirse en 3D y ofrecer la posibilidad de ser recorrido. El equipo se vio obligado a comprender elementos ajenos a su rango de habilidades básicas, como la arquitectura y la forma en que las personas recorren un espacio. Tenían que ser sensibles a las texturas y a los materiales, y entender cuál era la mejor manera de organizar el espacio para crear una experiencia coherente.
Para ello trabajaron con diseñadores y programadores, construyeron el museo virtual casi como una escultura, prestando atención a todo, desde la estética hasta la narrativa. De Freitas está muy orgulloso de la accesibilidad del espacio, ya que los usuarios no tienen que tener equipos de realidad virtual para disfrutarlo. El sitio también es bastante interactivo: «No se trata de pulsar y jugar».
Dado que el tambor metálico es parte de las celebraciones anuales del carnaval de Trinidad y Tobago, el espacio virtual quería integrar en la experiencia la fiesta callejera y su música (calipso y soca).
Hay cuatro salas principales: la primera rinde homenaje al carnaval y a los personajes centrales del baile de disfraces tradicional; la segunda, a la música calipso (el género que los tambores metálicos, en su configuración orquestal, tocan en el concurso anual Panorama de Trinidad y Tobago, el principal concurso de música de tambores metálicos del mundo); la tercera homenajea a los pioneros del sector y la cuarta es «La sala de máquinas», referencia a la sección de percusión de una banda de tambores metálicos que da la base sobre la que las distintas secciones de la orquesta construyen el sonido y el espíritu comunitario de la banda. En esta zona del museo se exponen los distintos tipos de tambores metálicos.
Otros puntos destacados son la experiencia virtual de un «patio de tambores», donde ensayan las orquestas, con una sala de afinación; una cronología sonora del instrumento, a través de la que se puede escuchar dónde empezó y cómo ha evolucionado, con hitos clave a lo largo del camino y una galería que expone la obra de artistas locales. Cada año, después de Panorama, el museo se actualiza con los nombres y actuaciones de los ganadores
En el futuro, De Freitas prevé que el museo incluya espacios sociales, que permitirá que hasta 500 personas se conecten en simultáneo para asistir a actuaciones y charlas retransmitidas en directo. Está muy ilusionado por ver cómo interactúan los usuarios con el espacio digital, que tiene menos limitaciones que los museos físicos: «No hay que esperar a la financiación ni a la política, basta con crear», y está deseoso de conectar con otras personas que puedan tener sus propias ideas sobre cómo podría ser el producto final para el consumidor.
«Ahora, gente de todo el mundo consume la cultura de Trinidad y Tobago», afirma De Freitas. En el poco tiempo transcurrido desde su inauguración, el museo ya ha registrado más de 500 visitantes, que para él es «un punto de partida». Planea abrir la plataforma para crear vínculos con profesionales y fanáticos del tambor en otros países, lo que podría llevar a añadir nuevas salas, nuevas historias. Cree que es «bueno entender lo que ocurre en otros espacios; seguir desarrollando, aprendiendo y educando a la gente; ser un punto de contacto para personas de todo el mundo».
Recordando una experiencia en Concepción (Colombia), donde estaba haciendo una demostración, De Freitas dijo que de repente la gente se quitaba los audífonos de realidad virtual y lo abrazaba, lo que reforzó su presentimiento de que el principal mercado para el museo es el internacional.
El Museo Virtual del Tambor Metálico es gratuito y accesible a través de la aplicación Spatial, pero se espera hacerlo rentable más adelante con actividades como actuaciones en directo. Los programadores buscan un modelo de patrocinio y esperan que el sector privado local se involucre para que el espacio siga siendo sostenible.